Marchando
otra estatua.
Luis Carlos.
El coeficiente intelectual de los ministros socialistas es
inversamente proporcional a la capacidad que tienen para quitar
estatuas de Franco. En este caso, el tonto de turno o sea, el
Ministro de Defensa, alega la inconstitucionalidad del monumento
para su retirada de la Academia de Zaragoza. Es asombroso el grado
de imbecilidad del que pueden hacer gala todos estos personajes. Creíamos
que habían tocado techo pero cada día se superan a sí mismos.
Pensábamos que Zapatero podía ser el exponente máximo de la
imbecilidad llevada a su más alto grado, pero ahora aparece el
siniestro Alonso e intenta superarle con creces. Calificar
a una estatua o a un monumento como "inconstitucional"
supone rizar el rizo, hace que nos planteemos seriamente la
necesidad de destruir buena parte del Patrimonio Histórico español.
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Por poner varios
ejemplos, sería conveniente retirar de las calles de Madrid las
estatuas no sólo de Felipe II (Plaza de la Armería),
Carlos III (Puerta del Sol) o Felipe III (Plaza Mayor) sino
las de todos los reyes de España que se encuentran en la Plaza
de Oriente o los Jardines del Retiro. Propongo también el
derribo no sólo de estatuas sino también de edificios que
recuerden de una u otra forma comportamientos anti-constitucionales. Pongo
varios ejemplos ilustrativos de los cuales estoy seguro
desconocerá el Ministro en algunos casos su existencia y
ubicación. Propongo la voladura de los yacimientos arqueológicos
de Clunia, Segóbriga o Numancia como ejemplo de sociedades
primitivas sin nociones constitucionales y que basaban su
existencia en la servidumbre y la esclavitud. Sería conveniente
la voladura de la mezquita de Córdoba, la Alhambra de Granada,
la giralda de Sevilla y la Torre del Oro como muestra de
desprecio hacia una sociedad intransigente, deísta y
anticonstitucional como fueron los califatos o los reinos de
taifas (aunque estos últimos parece que a los socialistas les
sirven de guía histórica y espiritual). Las catedrales de
Toledo, Burgos, León (sí señor Alonso, ha oído bien, León),
Sevilla o Salamanca, por ser exponentes del medievalismo más
rancio y oscuro. Los castillos de Peñafiel, Ponferrada, Cardona
o Peñíscola por representar al feudalismo. Es conveniente
estudiar seriamente el derribo íntegro del Monasterio del
Escorial, por recordar a Felipe II, Monarca Anticonstitucional
donde los haya, y por ser panteón de los más deleznables y
anticonstitucionales individuos que la Historia Moderna y
Contemporánea recuerda. No se olviden de acabar con La Granja
de San Ildefonso, el Palacio de Oriente y Aranjuez, que nos
recuerdan cada día y cada hora a los absolutistas y al
despotismo ilustrado (sin el pueblo nada señor Alonso). Del
Palacio del Pardo ya ni hablamos, pues de edificio con tan
anticonstitucionales reminiscencias no tienen que quedar ni los
cimientos.
Le recuerdo al
siniestro Alonso que en Madrid hay que llevar a cabo un derribo
integral de la ciudad comenzando por su despacho,
construido en tiempos de ese cuya estatua pretende usted
retirar. No deberían de olvidarse de tirar el
edificio de la Academia de Zaragoza y, ya de paso, el de Toledo
(odiosa reconstrucción franquista de un edificio destruido por
los demócratas del Frente Popular con más de 1000 personas en
su interior). La lista es infinita y los años son pocos así
que tendrían que irse dando prisa. Para comenzar y antes que
nada, habría que volar el Palacete de Moncloa, absolutamente
arrasado durante la Guerra Civil y reconstruido íntegramente en
época del general Franco para albergar a Jefes de Estado y
visitantes extranjeros (los fantasmas de Eisenhower, Nixon o Eva
Perón deben de aparecerse cada noche a Zapatero). Si llevan a
cabo esta última propuesta de voladura, por bien de España o
de sus restos, no sería conveniente desalojar el edificio.
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