La
adopción por los homosexuales.
Quique.
Desde que vi las imágenes en la televisión de la “pseudo boda”
de Zerolo con otro hombre, no puedo quitar de mi cabeza otra imagen
producto de la imaginación. La imagen consiste en ver entre la
glamorosa pareja un niño. El niño agarra con sus manos al sujeto A
y al sujeto B. La imagen como podéis comprobar es verdaderamente
escabrosa y, si, de una imaginación un tanto retorcida, pero no nos
engañemos, es una imagen recién salida del horno de la sociedad
actual retorcida por un gobierno y una serie de “lobbies”.
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No es muy difícil llegar a la conclusión de
que ese niño no es fruto de las aberrantes relaciones que deben
tener Pedro y su acompañante, sino de la adopción de la que el Sr.
Zapatero está orgulloso de legalizar. Lo que no sabe el Sr.
Zapatero (me encanta ironizar sobre el tratamiento que le doy de
Sr.) es que ese niño probablemente vea toda su vida condicionada
por la irresponsable decisión de un presidente de gobierno que se
dice progre. La vida de ese niño se puede injustamente condicionada
por varios motivos. Uno porque sus supuestos padres le metan en la
cabeza a empujones que la homosexualidad es una opción, además de
decirle que la heterosexualidad no está de moda, y el niño decida
que es homosexual, como sus padres. Otro motivo de frustración para
ese niño es el hecho de que a edades tempranas el hombre es cruel
sin darse cuenta, y a pesar de que el niño no esté de acuerdo con
la condición sexual de quien le espera por las tardes en casa, se
tenga que comer el marrón
y todos sus compañeros se rían de él.
Estos son sólo dos de los muchos ejemplos de
trauma que la homosexualidad de unos progenitores puede ocasionar a
un niño al que ellos dicen querer como a un hijo, pero ante estos
argumentos rige uno de mayor peso: la adopción no es un derecho que
le corresponda a los padres, sino es un derecho del niño, el
derecho a un padre y a una madre, derecho tan vital como el
derecho a una vivienda digna, a un colegio…
Sinceramente, para mí ser adoptado por dos
hombres no corresponde en absoluto a una vida digna, sino a un
calvario, a una vida llena de injusticias que me habrían tocado
vivir por culpa del tonto compromiso que tiene el Sr. Zapatero.
Sr. Zapatero: sabemos que “a su abuelo lo
mataron los nacionales”. Ahora contésteme a una pregunta, ¿eran
sus padres homosexuales? Creo que si fuera cierto daría usted
bastante menos importancia a su muy añorado abuelo.
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