Fe
en Dios.
Laura Vázquez.
Quiero
abrir mi corazón en este rinconcito de Internet para contaros mi
historia de cómo tres “simples” palabras me han ayudado.
La
vida es muy complicada para todos, independientemente de las ideas,
creencias, dinero… por eso, muchas veces juzgamos antes de conocer
y más lo “sufrimos” los que estamos en este lado.
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Sé
que intentar razonar con ciertas personas es muy difícil, por eso
espero que por lo menos mi historia abra los ojos sobre todo hoy
donde la palabra solidaridad se utiliza mucho, pero se aplica
poco.
Tener
unos padres que quieran y luchen a muerte por sus hijos, es un
regalo con el que Dios nos ha bendecido a mi hermano y a mi.
Mi
hermano, a causa de un error médico, es diferente a los demás.
Cuando tenía apenas un año, andaba, corría, hablaba… como todos
los bebés sanos. El problema fue encontrar mis padres, a unos
incompetentes y desalmados.
Se
le diagnosticó un simple constipado. No se curaba, por lo que mis
padres volvieron al médico. “Uds. son unos histéricos porque son
primerizos”. Eso dijo el insigne doctor.
Como
a mi hermano le dolían los oídos, otro doctor decidió punzárselos
sin anestesia, y le dijeron a mi padre, que si el niño movía la
cabeza, podrían causarle una lesión. Increíble.
Le
aconsejaron ir a ver a un psicólogo infantil el cual cada vez que
le veo, me da rabia, no porqué sea el director de un importante
hospital madrileño, si no por la de niños que habrá destrozado.
Este señor, por llamarle de alguna manera, les dijo muchísimas
burradas entre ellas, que debían abandonar a mi hermano y hacer su
vida, que debían abortar de mí… en fin, a pesar de ser el año
79, este ilustre y glorioso doctor, le dijo a mi madre que abortase.
Hace falta ser animal. Lo que me preocupa es ¿cuántas madres le
habrán hecho caso?.
Un
buen día, mi madre, salió de su angustia, miró al Cielo y rezó.
Simplemente, rezó. Cuando se supo, gracias aun grandísimo doctor,
que realmente el problema de mi hermano era que se le estaba
formando un tumor cerebral (y no un constipado), mis padres no tenían
dinero y aún así, accedieron a operarle. Hubo una mano dadivosa
que les regaló el dinero mientras mi hermano estaba en quirófano.
El poder de la oración es inmenso.
La
historia es más extensa, pero la evolución de mi hermano ha sido
gracias a Dios. Sí, gracias a Dios. A esa Fe que tuvieron mis
padres. El trabajo realizado por todos en la mejoría de mi hermano
se ha basado en el “simple” amor. Un amor tan grande que
verdaderamente demuestra que con cariño y comprensión se avanza más
que con desesperación. Mis padres nunca perdieron la esperanza.
Con
el paso de los años, he podido comprobar el grado de solidaridad de
los que campean por España. Ínfimo. Entiendo que uno se asuste
ante lo que no conoce, pero de ahí a poner caras de asco, hacer
comentarios…
Por
eso, cada vez que me recuerdan la manifestación de la guerra de
Irak, me repatea, no por el tema, si no por que nadie ha parado a
manifestarse por los derechos de los minusválidos. Eso si, los
monos ya tienen derechos humanos.
La
gente solo va a lo suyo y juzga antes de conocer algo y si se
equivocan… no pasa nada, su orgullo siempre queda por encima de
todo el daño que hagan.
Cuando
me han criticado por diversos foros, a causa de mis ideas, y me decían
que yo debía entender a la gente y ser más abierta, recuerdo
todas las veces que he luchado y sigo haciéndolo, por el respeto de
las personas que no pueden valerse por si mismas.
Lo
malo es que vivir en una sociedad tan liberal, tan solidaria, tan
bucólica, es la realidad: cada vez estamos más pendientes de
nosotros que de los demás. Solo apoyamos las tonterías del
gobierno, porque no nos afecta directamente. Eso es muy triste.
Cuando
les oigo decir que Dios solo protege a los ricos y recuerdo a mi
hermano en quirófano, a mi padre volviendo a la vida después de
estar clínicamente muerto, a mí misma abriendo los ojos… no
puedo decir que Dios ayude a los que son ricos. Materialmente no lo
soy, pero sí espiritualmente. Amo a Dios, tengo mucha confianza en
El. El cariño que un minusválido te da, el enseñarnos que las
cosas importantes son las que menos importancia les damos, como un
beso, una sonrisa, un abrazo, una broma…
Si,
mi vida no será fácil, pero me da igual, pues se que Dios está a
mi lado. Siempre estará. El no deja sola a la gente, es la gente
que se aleja, yendo por el camino más rápido y placentero que
muchas veces, no es el adecuado.
Por
eso, cada vez que me llaman pija, facha asesina y todas esas
lindeces, sonrío pero no con superioridad, si no con pena, por ver
que mi proveedor de piropos en ese momento, es un ignorante que no
se pone en el lugar de los demás. Solo se queda en lo superficial y
eso, que son ellos los que hablan de solidaridad, comprensión
etc…
Es
cierto que la Fe mueve montañas. Si la perdemos, no tenemos nada.
Tener Fe no es solo ir a misa el domingo, si no ofrecerle a Dios
todos los días, lo bueno y lo malo.
Aunque
la situación sea la peor que hayamos vivido, deberíamos dirigirnos
a El. Es gratis, nunca está sin cobertura, ni comunica. Ojalá
todos estuviésemos dispuestos a escuchar como lo hace El a todas
horas, en todo momento.
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