Con
motivo de una fiesta familiar celebrada en un hotel situado en la
Plaza de España de Barcelona, tuve la curiosidad a la salida de
visitar la plaza de toros “Las Arenas”, hoy convertida en un
magnífico y moderno centro comercial, de restauración, multicines,
además de otros eventos para la distracción y solaz esparcimiento.
Ha sido un indudable acierto conservar la arquitectura neomudéjar
exterior de la plaza que estuvo a punto de derruirse hace unos años,
suscitando diversas polémicas entre los partidarios de su
continuidad dado el indudable valor artístico y los que preconizaban
su demolición por intereses comerciales obviando su importancia
cultural.
Afortunadamente, finalmente, venció el sentido común y la sensatez,
aprovechando la suntuosa fachada que realza la estructura
urbanística de la zona. Se ha efectuado una suntuosa obra de
ingeniería y arquitectura aunadas en un proyecto común, digna de
encomio que merece ser visitada, dirigida por expertos profesionales
universitarios, dotados de intuición y sabiduría que han llevado a
término una construcción moderna, sólida y de gran envergadura.
Nuestra sincera felicitación a los promotores y ejecutores de la
misma.
“Las Arenas” era una de las plazas de toros más bella de España
edificada en el año 1900. Una importante sociedad constructora de
aquel tiempo, bajo la presidencia de don Juan Maluquer erigió el
maravilloso coso taurino, dirigido por los eminentes arquitectos
Augusto Font Carreras y el Sr. Homs con la colaboración del experto
maestro de obras Sr. Marial, en el corto plazo de nueve meses.
Fue
inaugurada el 29 de junio de 1900, en cuya temporada se celebraron 8
corridas de toros y 12 novilladas. En tan artístico y singular coso
taurino han actuado las figuras más relevantes de la centuria hasta
el año 1977, que se celebró el último festejo taurino.
Las
inconmensurables vistas desde la azotea dando la vuelta al ruedo –en
términos taurinos– son espectaculares, percibiendo visualmente las
maravillas de la Ciudad Condal desde los cuatro puntos cardinales.
Como nota discordante de tan bella panorámica es la visión de
frente, desvirtuada por la presencia de cuatro columnas de gran
tamaño discrepantes con el paisaje, dificultando la visibilidad de
la importante fuente luminosa de fama universal, obra del insigne
ingeniero español Carlos Buigas Sans, especializado en luminotecnia.
Realizó múltiples fuentes similares en diversas ciudades de España y
América, así como el Lieja, Tánger, Casablanca, Bagdad, Kuwait,
Lisboa, etc., recibiendo condecoraciones y distinciones por todo el
mundo. Además, como notorio escritor, publicó “Hechos, ideas y
proyectos” y “Viajes interplanetarios”. En Barcelona, su ciudad
natal no se le ha valorado, enaltecido ni recordado como sus méritos
y prestigio internacional merecían. |
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Las
mencionadas columnas que obstruyen la visión
aludida de reciente reconstrucción por el último consistorio
–el mismo que intentó sin éxito transformar la Diagonal–,
independiente de las connotaciones políticas que han motivado su
restauración –en las cuales no entramos–, es un verdadero
despropósito urbanístico en la actualidad. Supeditar una intención
política –no plebiscitaria– por muy respetable que sea, a la visión
frontal de un amplio panorama de belleza inusual, natural y
arquitectónica de fama universal, es una aberración.
Las
discrepantes Cuatro Columnas con capiteles jónicos, fueron
construidas bajo la dirección del insigne arquitecto Puig y
Cadafalch en el año 1919, en el lugar que actualmente ocupa la
Fuente Mágica de Montjuich de Barcelona, representando las cuatro
barras de la bandera catalana.
En
1928, durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera fueron
derribadas, un año antes de la solemne Exposición Universal de 1929,
inaugurada por el dictador y el monarca Alfonso XIII. Presuntamente
para no obstaculizar la maravillosa vista desde la Plaza de España
del majestuoso Palacio Nacional. Imagen conocidísima y reproducida
continuamente en postales y programas turísticos, de trascendencia
internacional.
¿Acaso en nuestros días de indudable auge científico y tecnológico,
no existen técnicos urbanísticos sobresalientes como Cerdá, en cuyos
proyectos predominen los conocimientos adquiridos, el estudio y el
sentido común, ajenos a las directrices imperantes del Sistema que
denominan políticamente correctas?
Por
lo visto las arcas del erario público que se nutren con las
aportaciones reglamentarias de los contribuyentes, deben estar
rebosantes, permitiendo dispendios incoherentes e innecesarios,
precisamente en la etapa que atravesamos, una de las crisis
económicas más ostensibles de la última centuria, ante la cual
deberíamos ser más austeros en la administración de los recursos
comunitarios.
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