La transformación de la Plaza de Toros "Las Arenas" de Barcelona
Por Dr. Manuel Clemente. 03/07/2011
Con motivo de una fiesta familiar celebrada en un hotel situado en la Plaza de España de Barcelona, tuve la curiosidad a la salida de visitar la plaza de toros “Las Arenas”, hoy convertida en un magnífico y moderno centro comercial, de restauración, multicines, además de otros eventos para la distracción y solaz esparcimiento. Ha sido un indudable acierto conservar la arquitectura neomudéjar exterior de la plaza que estuvo a punto de derruirse hace unos años, suscitando diversas polémicas entre los partidarios de su continuidad dado el indudable valor artístico y los que preconizaban su demolición por intereses comerciales obviando su importancia cultural.
Afortunadamente, finalmente, venció el sentido común y la sensatez, aprovechando la suntuosa fachada que realza la estructura urbanística de la zona. Se ha efectuado una suntuosa obra de ingeniería y arquitectura aunadas en un proyecto común, digna de encomio que merece ser visitada, dirigida por expertos profesionales universitarios, dotados de intuición y sabiduría que han llevado a término una construcción moderna, sólida y de gran envergadura. Nuestra sincera felicitación a los promotores y ejecutores de la misma.
“Las Arenas” era una de las plazas de toros más bella de España edificada en el año 1900. Una importante sociedad constructora de aquel tiempo, bajo la presidencia de don Juan Maluquer erigió el maravilloso coso taurino, dirigido por los eminentes arquitectos Augusto Font Carreras y el Sr. Homs con la colaboración del experto maestro de obras Sr. Marial, en el corto plazo de nueve meses.
Fue inaugurada el 29 de junio de 1900, en cuya temporada se celebraron 8 corridas de toros y 12 novilladas. En tan artístico y singular coso taurino han actuado las figuras más relevantes de la centuria hasta el año 1977, que se celebró el último festejo taurino.
Las inconmensurables vistas desde la azotea dando la vuelta al ruedo –en términos taurinos– son espectaculares, percibiendo visualmente las maravillas de la Ciudad Condal desde los cuatro puntos cardinales.
Como nota discordante de tan bella panorámica es la visión de frente, desvirtuada por la presencia de cuatro columnas de gran tamaño discrepantes con el paisaje, dificultando la visibilidad de la importante fuente luminosa de fama universal, obra del insigne ingeniero español Carlos Buigas Sans, especializado en luminotecnia. Realizó múltiples fuentes similares en diversas ciudades de España y América, así como el Lieja, Tánger, Casablanca, Bagdad, Kuwait, Lisboa, etc., recibiendo condecoraciones y distinciones por todo el mundo. Además, como notorio escritor, publicó “Hechos, ideas y proyectos” y “Viajes interplanetarios”. En Barcelona, su ciudad natal no se le ha valorado, enaltecido ni recordado como sus méritos y prestigio internacional merecían.
Las mencionadas columnas que obstruyen la visión aludida de reciente reconstrucción por el último consistorio –el mismo que intentó sin éxito transformar la Diagonal–, independiente de las connotaciones políticas que han motivado su restauración –en las cuales no entramos–, es un verdadero despropósito urbanístico en la actualidad. Supeditar una intención política –no plebiscitaria– por muy respetable que sea, a la visión frontal de un amplio panorama de belleza inusual, natural y arquitectónica de fama universal, es una aberración.
Las discrepantes Cuatro Columnas con capiteles jónicos, fueron construidas bajo la dirección del insigne arquitecto Puig y Cadafalch en el año 1919, en el lugar que actualmente ocupa la Fuente Mágica de Montjuich de Barcelona, representando las cuatro barras de la bandera catalana.
En 1928, durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera fueron derribadas, un año antes de la solemne Exposición Universal de 1929, inaugurada por el dictador y el monarca Alfonso XIII. Presuntamente para no obstaculizar la maravillosa vista desde la Plaza de España del majestuoso Palacio Nacional. Imagen conocidísima y reproducida continuamente en postales y programas turísticos, de trascendencia internacional.
¿Acaso en nuestros días de indudable auge científico y tecnológico, no existen técnicos urbanísticos sobresalientes como Cerdá, en cuyos proyectos predominen los conocimientos adquiridos, el estudio y el sentido común, ajenos a las directrices imperantes del Sistema que denominan políticamente correctas?
Por lo visto las arcas del erario público que se nutren con las aportaciones reglamentarias de los contribuyentes, deben estar rebosantes, permitiendo dispendios incoherentes e innecesarios, precisamente en la etapa que atravesamos, una de las crisis económicas más ostensibles de la última centuria, ante la cual deberíamos ser más austeros en la administración de los recursos comunitarios.
Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com