Eduardo Palomar Baró.
Los grandes
argumentos por los que no podemos votar a favor del Estatuto es,
principalmente, por culpa de su Título I sobre “Derechos, Deberes
y Principios Rectores”, ya que son principios que afectarán a
nuestras vidas y, las de nuestros hijos y nietos y, al conjunto de
la sociedad civil. A diferencia del Estatuto de 1979 y de la
Constitución Española, el Título I no es el fruto del diálogo y
del consenso sino una imposición ideológica de una parte del país
sobre otra. Al ser una imposición produce un retroceso para la
libertad y la convivencia.
Incorpora una
ideología radical contraria a la ética de una gran parte de
ciudadanos, en temas fundamentales como la vida, el matrimonio, la
maternidad y la paternidad, la libertad religiosa y su ejercicio
real. Impone la ideología de género, margina la objeción de
conciencia, instaura un laicismo hostil y, desarrolla un
intervensionismo de los poderes públicos que recorta las libertades
individuales, la sociedad civil y el pluralismo. El Estatuto no
reconoce las raíces cristianas de Cataluña, fundamento evidente de
nuestros Derechos Históricos
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- Las
consecuencias del Título I no son teóricas. Tendrán efectos en
los ámbitos de las leyes, de la actuación de la Generalidad, en
el ámbito judicial y producirá iniciativas legislativas ante el
Parlamento español. Así pues, afectará a nuestra vidas.
- A diferencia del
Estatuto de 1979, hecho por consenso, éste alza el muro de la
división social. Es conflictivo, motivo de confusión jurídica,
y por tanto, de debilitamiento de las garantías de los
ciudadanos.
- El Estatuto es
de una gran ambigüedad.
- El Título I
crea unas expectativas que la Generalidad no podrá satisfacer por
falta de recursos económicos (aparte de las famosas
‘desviaciones’ monetarias en ese oasis catalán del 3% y demás
enjuagues...)
- Al imponer unos
principios políticos partidistas, liquida la alternancia de
programas de gobierno, que es el fundamento de una verdadera
democracia.
- Elude el derecho
a la libertad de educación que está establecido en la Constitución.
- Según el art.
21.2, puede limitar el derecho a recibir clases de religión en la
escuela pública.
- El Título I
fomenta las uniones de hecho a la vez que ignora el matrimonio.
- El art.20 da pie
a introducir la eutanasia y el suicidio asistido, por los que la
Generalidad ya ha hecho una iniciativa política.
- El Título I
ignora los retos de la ciencia en la ética al no incorporar ningún
principio, derecho o deber que proteja al ser humano, no siquiera
los acodados por las Naciones Unidas sobre la clonación.
- Olvida los dos
grupos de mujeres más marginadas por los poderes públicos: las
viudas, con bajas pensiones y las mujeres que trabajan en casa a
causa de los hijos a quienes cuidan.
- El artículo
41.5 vulnera el derecho a la vida desde su concepción que
establece la Constitución Española, al instaurar el principio de
que la mujer tiene derecho a disponer de su propio cuerpo sin
ninguna limitación, estableciendo así el aborto libre.
- Da un trato
marginal e insuficiente al escándalo social de la pobreza y la
marginación.
- Para el
Estatuto, la religión, las confesiones religiosas, en Cataluña
no existen. Fomenta el laicismo que pretende reducir a un hecho
privado, negándose su dimensión social. Silencia vergonzosamente
lo que establecen las Constituciones Española y Europea.
- Utiliza la tan
cacareada ‘memoria histórica’ en términos completa y
absolutamente partidistas y sectarios que promueven a reabrir las
heridas que ya estaban cicatrizadas, llevando nuevamente a la
división entre los españoles. Esa ‘famosa’ memoria histórica
revindicada por los izquierdosos y nacionalistas, es selectiva, ya
que se recuerda de manera permanente a quienes han sufrido
persecución por razones ideológicas, pero no a los que murieron
a causa de su fe. Curiosa memoria que olvida un hecho histórico
como la terrible persecución religiosa de 1936. Se entiende que
socialistas, comunistas y republicanos, que gestionaron las checas
en esa época, no tengan interés en que se hable del tema. También
se comprende que olviden a las víctimas del terrorismo de ETA o
de Terra Lliure, pero lo que no es de recibo es que un partido
socialcristiano contribuya a que las instituciones públicas
utilicen la memoria selectiva como causa de enfrentamiento y
división social. Es de imaginar que muchos políticos de Unió,
como la inmensa mayoría de la sociedad catalana, no está de
acuerdo con este Estatuto. ¿Cómo es posible que no haya habido
ninguna manifestación escrita, radiada, televisada, o en la
calle? Será que ‘como la conciencia era verde y se la comió un
burro’, la mayoría, por miedo, miran hacia otro lado.
- Impone la
ideología de género como principio del gobierno de Cataluña.
Esta ideología reproduce el mismo esquema de la lucha de clases
del marxismo y lo traslada a las relaciones entre hombres y
mujeres, presenta el matrimonio religioso, la familia y la
maternidad como fuente de injusticia y violencia contra la mujer.
- La enseñanza pública
no será neutral o plural, como plural es la sociedad, sino que
transmitirá los valores ‘laicos’ de la progresía
postmoderna.
Los obispos de las
diez diócesis catalanas se han manifestado conjuntamente en un
comunicado sobre el Estatuto. Es clara la crítica explícita al Título
I , el que hace referencia, como hemos dicho anteriormente, a
Derecho y Deberes, expresando su preocupación por aquellos aspectos
que se relacionan con:
- La dimensión ética
de la vida.
- El matrimonio y
la familia.
- La dignidad de
la persona humana.
- La libertad de
enseñanza.
- El respeto por
los más débiles, sobre todo por los no nacidos y los enfermos
terminales.
Podríamos seguir,
pero tendríamos que recorrer los más de 200 artículos. Porque lo
que se ha aprobado es un Estatuto de partido, de tripartito en este
caso. El gobierno actual ha traducido su programa en normas
estatutarias, y ahora pretende imponerlo como norma institucional básica
para Cataluña.
Hay que tener muy
claro que este Estatuto nació de mal pie, porque fue concebido no
como un fin en sí, sino como un instrumento del Gobierno de la
Generalidad, catalanista y de izquierdas.
Un grave problema a
añadir, es el coste que estamos y vamos a pagar, así como la
fractura social creada en el propio catalanismo por el Título I,
que consagra una imposición ideológica como nunca se había dado.
Hubiese sido mucho más razonable haber buscado el consenso real,
dentro y fuera de Cataluña.
Hay que tener en
cuenta que el nacionalismo, por su propia naturaleza, es y será
insaciable. Este Estatuto es un adefesio jurídico, tan soberanista
como intervensionista, que abre el camino a la soberanía de facto, a
la liquidación del español en la vida catalana y al
empobrecimiento general de la sociedad.
Aquellos
premeditados y terribles humos de la explosión del 11-M, trajo esos
lodos, y el futuro -o
muy próximo-
cambio de régimen...
¡Pobre España! ¡Pobre
Cataluña!
Votemos NO al Estatuto y propaguemos su rechazo. Tal como hicieron los
sociatas y demás tropa izquierdista y nacionalista, con su campaña
de móviles, también nosotros lancemos el grito de ¡¡¡PÁSALO!!!
¡¡¡VOTA NO AL ESTATUT!!!
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