España
al revés.
Juan Luis
Martínez.
Desde
que ostenta el poder, el gobierno de Zapatero vive una luna de miel
con los separatistas vascos y catalanes, los musulmanes (ya me sé
el porqué) y el mundo gay (la explicación afectuosa hacia éstos,
la desconozco), sin embargo, sentirse español está muy mal visto,
casi perseguido.
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Si ponemos el Corán en manos de personas
integristas, acríticas y de bajo nivel cultural, tendremos en
cuestión de poco tiempo un terrorista islamista dispuesto a poner
bombas para recuperar España al Islam, retransmitir por alguna
televisión árabe degollamientos de "infieles" o gente
dispuesta a aconsejar cómo pegar a las mujeres sin dejar huellas
contundentes.
Los versículos suaves del Islam dejarán paso
a los más fuertes, del respeto hacia los no musulmanes hasta el
ataque, basándose en dicho libro que ellos consideran sagrado. Si
unimos a eso el descontrol de la emigración, que está llegando a
unas proporciones dantescas, con entradas masivas por tierra, mar y
aire (las pateras es lo que más suena pero por donde menos entran),
vemos a un país, España, donde entra como y por donde quieren. Así
el terrorismo islamista está aquí asentado. Éste descontrol
fronterizo y de flujo inmigratorio es inasumible.
Los separatistas y el "idilio" con
los radicales batasunos, incluido Otegui se explica en que Zapatero
no cree en la unidad indivisible de España, y piensa ser el adalid
del final del terrorismo. Ojalá me equivocara, pero ETA no ha hecho
el menor gesto para pensar que ésto sea así.
Lo más de lo más actual es proponer como un
paraíso político a la Segunda República, callando la persecución
política a que fue sometida la media España que la rechazó:
confiscación de bienes, quema de conventos e iglesias, matanza de
clérigos, odio irracional anticatólico... hasta el asesinato político
de Calvo Sotelo en julio de 1936, que trajo consigo la sublevación
militar de media nación contra la otra media y el principio de la
Guerra Civil.
En cuanto a las cuantiosas subvenciones y
propagandas al mundo gay, están bien para los medios
"progresistas", siempre que no sea de derechas esa
persona. Así se comprende, después de muchos años muerta, la
campaña de acosos y derribo hacia la memoria de Encarna Sánchez,
la locutora de la COPE de la que se habla continuamente sobre su
presunta tendencia sexual. Linchamiento después de morir, sin
pruebas palpables y ante la callada del movimiento gay y lésbico.
Alfonso Guerra dijo en tiempos del
felipismo que a España no la conocería ni la madre que la parió.
Ni él la conoce, pues votó a favor del "Estatut", junto
a toda la plana socialista, asintiendo que Cataluña es una
"nación". Todo, muy políticamente correcto.
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