Ana Luis Pombo. La
COPE. 24/04/2006.
¿Puede haber
alguien en su sano juicio que pida para los simios, los mismos
derechos morales y legales que si fueran personas?.
Pues aunque les parezca una estupidez,
hay gente para eso y más; por eso, mañana en el Congreso, contando
con el apoyo y el auspicio del PSOE, se presentará un proyecto
llamado Gran Simio, que pide incluir a los monos en la categoría de
personas. Aseguran que lo hacen porque los monos y los humanos nos
parecemos mucho, pero eso de igualarnos con animales irracionales de
cuatro patas, es un disparate. Algunos hasta entenderíamos que la
cosa se hiciera al revés y se incluyera a determinados individuos,
de apariencia humana, en la categoría de simios.
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Entenderíamos y
apoyaríamos que se incluyera entre los monos a elementos como esos
que ayer apedrearon al Presidente de Castilla y León al finalizar
la celebración del Día de la Comunidad y, en su acción
violentamente animal, le propinaron una pedrada en la cabeza a la
responsable regional de Protección Civil. Entenderíamos y apoyaríamos
que se incluyera en la categoría de simios a esos otros que también
ayer, en Lérida, agredieron a una concejal del Partido Popular
cuando repartía rosas con motivo del día de San Jorge, y por el
mismo precio aceptaríamos encantados que entre los monos se
incluyera a los terroristas y a sus cachorros que mantienen
encendida la antorcha de la violencia, la destrucción y la amenaza,
con la comprensión de una ertzaintza que prohíbe banderas españolas
en el campo del Alavés para no provocarlos; y la pasividad
festivalera de un Presidente del Gobierno que o es demasiado tonto
para enterarse de lo que pasa, o demasiado listo para enfrentarse a
ellos y jugarse la poltrona por una cuestión, banal para él, de
dignidad y de Estado.
No podemos vivir en
una Democracia y que estos simios, que ni siquiera han llegado al
eslabón perdido, se dediquen a apedrear, violentar y agredir a
quienes, por su condición humana, no piensan como ellos.
Y qué casualidad
que estos monos de dos patas tengan siempre la misma catadura ideológica.
Quienes no somos radicales de izquierda, ni independentistas, cuando
tenemos que protestar o discrepar lo hacemos utilizando esa cualidad
exclusivamente humana que es la palabra, aún sabiendo que poco
pueden las palabras contra las piedras, contra las armas y contra el
instinto asesino.
A esos simios
radicales que agreden, violentan y asesinan, a ellos sí deberían
despojarlos de sus derechos como personas y recluirlos en una jaula
a la vista de todos como ejemplo de lo animal que el ser humano
puede llegar a ser; razón por la que no tienen cabida en un mundo
civilizado.
Pero ¡lo que son las cosas!, en vez de recluir a estos representantes de
lo más bajo de los simios entre los animales, el partido que nos
gobierna apoya un proyecto que pide derechos humanos para los monos.
A eso en mi pueblo se le llama estar barrenado. Claro que uno
aplaude lo que conoce y lo que aprende en su casa. Quizá por eso
muchos nunca pediríamos derechos humanos para los simios y otros
consideran una obligación familiar pedirlos.
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