La
Iglesia y la política.
Jaime L.
Declaraciones como las de Alec Reid -y la
propaganda que se les da- y las de otros muchos sacerdotes y
Obispos, en especial en España, hacen que me escandalice ante la
situación de la Iglesia hoy día. Soy católico practicante, pero
me asombro día a día al ver la deriva que desde el Segundo
Concilio Vaticano está tomando esta Santa Institución.
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Los teóricos de la
liberación, sacerdotes como el antes nombrado -que no conforme con
su independentismo antibritánico, quiere ahora seguir desguazando
otros países-, párrocos anónimos que en revolucionarias regiones
Españolas no celebran apenas Misa en Español y que tienen un carácter
claramente nacionalista (he llegado a oír en una Misa en Español
en Barcelona pedir «por la total libertad de nuestra patria» en el
día de Cataluña) e incluso religiosos que se niegan a oficiar un
funeral por asesinados por el terrorismo marxista vasco.
Quiero entender que
Su Santidad no permitiría toda esta serie de irregularidades de
estar bien informado de lo que España acontece, pero me da qué
pensar que Papas como Juan Pablo II, que han tenido a colaboradores
Españoles tan cerca de ellos, no hayan tomado medidas contra estas
irregularidades que se vienen produciendo desde que el Santo Padre
nombra a los Obispos en Nuestro País y que se agranda, a escala
mundial en todo el organigrama eclesiástico.
La Iglesia me
decepciona día a día, y como a mi a muchos de sus fieles que cada
día la sienten más distante, sin que Ésta consiga ganar adeptos
del otro lado. La ETA no va a convertirse nunca, como querría el
fantoche de Reid, ni el Estado Catalán lo van a proclamar siquiera
democristianos proeutanasia de pacotilla como los de CyU; así que
cada uno en su casa, y Dios, no sus enviados, en la de todos.
Querría desde aquí
pedir a toda la Iglesia, desde el Papa hasta el último párroco de
España, que no sólo oren, sino que actúen sin complejos -como muy
bien hacen en otros temas controvertidos- para frenar la ola de
independentismo y amoralidad que nos asola, porque España nos la
rompen, y gran parte de la Iglesia "de a pié",
seguramente sin la intención de sus altas Jerarquías, contribuye a
este resquebrajamiento sin que la otra parte, que es la que debería
prevalecer, haga nada para remediarlo.
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