Traición
II
Jakim Boar.
El
23 de Febrero de 1981 nuestras fuerzas armadas sufrían la mayor
humillación y engaño de su historia contemporánea. Un grupo de
militares fueron inducidos para llevar una misión que tenía como
único objetivo dejarles entre rejas. Este grupo de militares fueron
detenidos y encerrados en la cárcel por el único delito de
obedecer órdenes de su Capitán General en una misión para salvar
su patria. Esta operación no fue más que una traición para acabar
con los militares fieles a sus principios y defensores del
movimiento nacional.
Veinticinco años después y
tras el atentado del 11M las fuerzas armadas están siendo de nuevo
humilladas constantemente por el gobierno del “Justiciero rojo”
Zapatero. ZP y su comparsa de políticos nacionalistas están
propiciando un asalto a la Constitución Española a imagen y
semejanza del que hizo Azaña en 1934 para fulminar la República y
dar la llave al PSOE para su revolución proletaria. El actual
Frente Popular formado por nacionalistas catalanes y vascos,
comunistas y socialistas no respeta las normas de la Constitución y
quieren saltárselas a la torera llamando fundamentalistas y
reaccionarios a los que la defienden o por lo menos quieren hacer
que se cumpla.
Zapatero nada más llegar a
la presidencia llevó a la máxima humillación al ejercito español
en su retirada de Irak, donde traicionaba la alianza con el ejército
norteamericano hecha por el gobierno legítimo del presidente Aznar.
Nuestros soldados pasaron de ser héroes a gallinas siendo
ridiculizados por los demás aliados norteamericanos en una retirada
bochornosa para cualquier enamorado de su patria.
Humillante también y fuera
de lugar fue el nombramiento de Gómez Arruche como Director General
de la Guardia Civil, cuando este no pertenecía a este cuerpo sino
al Ejército del Aire y en la Benemérita había más de veinte
generales para ocupar ese cargo vacante.
No contentos con esto el
ministro de boina y garrota José Bono se armó de patriotismo
obligando a retirar el lema de nuestros soldados «A España servir
hasta morir». También muy patriótico fue el cese del general de
división del Cuerpo de Sanidad Vicente Navarro y el teniente
general del Aire José Antonio Beltrán por el caso Yak42 del que
sabemos a ciencia cierta que fue un accidente. Lo que aún no
conocemos es la causa del derribo de un helicóptero en Afganistán,
los familiares de los fallecidos no tienen todavía un informe verídico
y creíble de qué sucedió realmente y el señor Bono sigue
conservando su puesto sin que nadie le haya cesado.
En Julio de 2005 se arrestaba
ocho días al coronel de artillería de Estado Mayor José María
Manrique por enviar un e-mail a sus compañeros donde
recordaba los deberes militares y finalizaba diciendo «Dios no
permita que asistamos a la desmembración de España sin poder hacer
nada por defenderla. ¡Dios salve a España!»
Esta semana el teniente
general jefe de la Fuerza Terrestre José Mena ha sido arrestado
también ocho días y cesado de su cargo por citar un artículo de
la Constitución Española y recordar que el ejército está para
defender la unidad de España tal y como se cita en nuestra Carta
Magna.
Como vemos Zapatero y sus
compinches pueden violar impunemente la Constitución, ridiculizar
al ejercito y urdir planes para fulminar la unidad española. Pero
los militares, verdaderos patriotas que cobran una miseria, que se
juegan la vida todos los días y que tienen que soportar
humillaciones continuas por amar a su país no pueden recordar que
nuestras leyes están para cumplirse. ¿Hasta cuando podemos
aguantar semejante abuso de poder y semejante ensañamiento contra
nuestra patria?
Sin lugar a dudas esto no
sucede en ningún país donde el Jefe del Estado cumple con sus
obligaciones. Pero en nuestra nación tenemos al Rey Juan Carlos I,
un rey implicado hace veinticinco años en un capítulo de
traición a nuestra patria y hoy podemos ver que asiste como mero
espectador a la destrucción total de la unidad de España. Con su
silencio y pasividad se hace cómplice de separatistas y
aniquiladores de la nación. Los que amamos a España la serviremos
hasta morir, pero por este rey no es digno soltar ni una gota de
sangre ni de sudor, porque volveríamos a ser traicionados.
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