Pequeña
estrella roja.
Por César Vidal.
La Razón, 13/02/2007.
Lo reconozco humildemente. Hay días en que no sé si las noticias
nacionales brotan de un informativo o del diario de un psiquiatra
especializado en locos peligrosos. Una de las últimas aparece
relacionada con las Juventudes Socialistas de España (JSE). Al
parecer, los jóvenes socialistas han decidido crear una organización
infantil con el nombre de Pequeña Estrella Roja que se configuraría
“como instrumento de la infancia y la juventud para la consecución
de su completa formación”. Su presidenta, Susana González, ha señalado
además que entre sus funciones está la de iniciar un proyecto de
transformación de la sociedad.
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A decir verdad, no sé
qué me espanta más de este engendro que sólo podía nacer de
mentes socialistas ya sean marxistas o nacional-socialistas. Por un
lado, el nombrecito es para reírse a mandíbula batiente o para
echarse a temblar. A estas alturas de la Historia, cuando hasta los
chinos procuran olvidarse de la estrella roja que llevaban en las
gorras, un grupo de hijos de la LOGSE decide recuperarla estampándosela
a niños y adolescentes. Teniendo en cuenta que la estrella en
cuestión estuvo ligada a matanzas en masa en Rusia y en media
Europa, en China y Corea, en Vietnam y en Camboya, hay que tener
algo muy averiado en la cultura, en cerebro o el corazón para
reivindicarla en pleno siglo XXI.
Por otro lado, la
organización repite un patrón conocido. El inventor del
adoctrinamiento de los niños y los jóvenes fue Lenin. No resulta
extraño porque siendo el creador del primer estado totalitario de
la Historia y del GULAG sabía que para perpetrar el mal tenía que
apoderarse de las mentes y los corazones infantiles. De aquellos
pioneros que llevaban pequeñas estrellas rojas nacieron los
balillas de Mussolini y, sobre todo, las Hitlerjungend nazis. No
exagero. Hace algo más de una década, me contaba un comunista español
su sorpresa al ver en 1945 desfilar por la Alemania controlada por
la URSS a millares de niños que llevaban la pequeña estrella roja.
Cuando le preguntó a uno de los jerarcas del partido de dónde habían
salido aquellos alevines de stalinistas, el camarada alemán le había
dicho sin inmutarse: “De las juventudes hitlerianas, por
supuesto”. Por supuesto. Y es que tanto Hitler, como Stalin o
Largo Caballero estaban de acuerdo en que la educación paterna es
peligrosa siquiera porque la voz de la experiencia podría enseñar
a las criaturas que determinados dirigentes políticos son
peligrosos.
El problema es lo
que va a venir después. Imploremos al Altísimo para que las JSE y
las pequeñas estrellas rojas no pasen del ridículo mayúsculo en
que ya están incurriendo porque el PSOE tiene una siniestra
historia en la que las criaturas enseñadas a odiar al prójimo y a
ansiar la “transformación de la sociedad”, se convirtieron
después en miembros de
las milicias que se tiroteaban con los falangistas desde inicios de
los años treinta, en componentes de la Motorizada como los que
asesinaron a Calvo Sotelo o en esbirros de las checas como la de
García Atadell en las que se torturaba, robaba y asesinaba a los
considerados enemigos de clase. Tendría delito que, como en los años
treinta, el PSOE volviera a preparar el camino para que España se
tiña de sangre.
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