La
democracia en España.
Por Miguel Ángel.
Actualmente, nos
guste o no, es la democracia el sistema de gobierno que en España
tenemos, al menos oficialmente.
Tiene su origen la
democracia en la Antigua Grecia, en concreto en la Atenas de
Pericles.
Aristóteles, se
refirió a ella como uno de los gobiernos justos, que para él eran
tres: la Monarquía, o gobierno de uno sólo; la Aristocracia,
el gobierno de unos pocos, los mejores; la Democracia, o
gobierno de todos, o sea, el pueblo. Estos tres gobiernos, eran los
justos, si se dedicaban a la búsqueda del bien común, y en teoría,
a esto deben dedicarse los gobiernos. En oposición a éstos, definía
el filósofo los gobiernos injustos, considerándolos desviaciones
de estos tres, en teoría justos y buenos. Así en lugar de la
Monarquía, aparecía la Tiranía, cuando el monarca mira sólo
por su bien; la Aristocracia, degeneraba en Oligarquía, si
“los mejores” miraban sólo por su bien, y la Demagogia,
era la degeneración de la Democracia, cuando los gobernantes
elegidos por los ciudadanos, utilizan engaños y patrañas para con
quien les dio el poder, así no dejaba de ser algo similar a la
Oligarquía.
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Posteriormente,
Santo Tomás de Aquino, adoptó la filosofía Aristotélica, y en
este apartado, generalizó los términos, y sin pronunciarse sobre
ninguno de ellos, se limitó a exponer que un gobierno es bueno, si
busca el Bien común, y por ende, a Dios, según se desprende de su
filosofía.
Me parece una
clasificación bastante acertada, y sobre la base de esta
clasificación, deberíamos repasar la historia reciente de España,
para ver qué tipos de gobierno hemos tenido, independientemente de
lo que nos hayan querido hacer creer.
Empezaré por la polémica
Segunda República, que se nos vende actualmente, como una
democracia, y según la clasificación aristotélica, sería un
gobierno justo.
Si seguimos a Aristóteles
y Santo Tomás, esta democracia, para serlo realmente, debería
haber buscado el bien común. Ahora es cuando empiezan las
contradicciones. En primer lugar, se tenía engañada a una gran
parte de la población, incluso a muchos republicanos de renombre,
basta recordar a Ortega y Gasset, y su célebre frase: No es
esto, no es esto. Se quería hacer pensar que la república sería
el fin de los males del periodo de la Restauración, y así se
consiguió en muchos sectores de la población. La gente veía con
esperanzas la República. En segundo lugar, al llegar el nuevo
gobierno, se cambió la bandera bicolor, la de España, la de todos
los españoles, para sustituirla por una nueva e inventada, pero no
con un fin aglutinador, sino con la finalidad de excluir a los monárquicos,
que eran un sector nada desdeñable de la población.
Comenzó enseguida
también la persecución religiosa y de las derechas, sin aparentes
motivos, pero con trágicas consecuencias.
Con esta política inicial, aun distante del
año 1936, no se buscó el bien común, sino la división entre los
españoles. Estaría por llegar lo peor aun, pero con esta
“declaración de intenciones”, el régimen republicano, ya no
puede presentarse como una democracia, siguiendo la filosofía de
Aristóteles. Es claramente una degeneración de ella, una demagogia
que ahora pretenden pintar de democracia.
Concluida la
Guerra, se instauró un régimen basado en la disciplina y el
orden, muy conveniente para la España de aquellos años, en ruinas
y destrozada por una guerra civil.
Fue posteriormente el nuevo régimen,
constituido en una “Monarquía sin realeza”, en palabras del
propio Franco. Y sí, por fin se llegó a una de las formas de
gobierno justo, la Monarquía, en este caso sin realeza, pero con un
magnífico regente, gobernando de forma paternal a su pueblo,
siempre mirando al bien común, consiguiendo grandes logros en lo
económico y en lo social.
Como se puede
comprobar, distó mucho de la tiranía que hoy quieren hacernos
creer que implantó. Fue a juicio del que escribe, una monarquía a
la antigua usanza, en la que el rey, en este caso el Caudillo, no se
limitaba a reinar, sino también a gobernar, siendo ésta la esencia
de la Monarquía.
A la muerte de
Franco, se pretendió instaurar una Democracia en España, para
asemejarnos más a los países vecinos, puesto que es el sistema de
gobierno mayoritario hoy en día, y no se me antoja adecuado, el
vivir aislados del resto del mundo. Fueron estos primeros años muy
turbulentos e inestables, pero el pueblo español, los supo superar.
Pasado el tiempo parecía que sí se estaba en una Democracia que
buscaba el bien común, al menos para la mayoría de los ciudadanos,
que después de una guerra civil, ya habrían podido superar sus
diferencias. Las heridas parecían cerradas y dentro de unos límites,
se pudo respirar un ambiente de tranquilidad, perdida durante la
transición.
Pero no pudo durar
mucho la dicha, de la mano de los “demócratas” herederos de la
funesta Segunda República, llegaba de nuevo la demagogia, las
mentiras, los engaños, la división, que para nada llevan al bien
común. De nuevo “las dos Españas” enfrentadas. Y es esta la
forma de gobierno con la cual nos quieren hacer tragar, la
Demagogia, camuflándola de Democracia, cuando ni por asomo lo es,
en lo que a forma de gobierno justa se refiere.
Se habla mucho de la
democracia en nuestro país, parece que esta palabra lo justifica
todo, cuando no es más que una forma de gobierno. Vemos casi cada día
a nuestros políticos llenándose la boca con palabreríos de
libertad y democracia, cuando está visto que son quienes gobiernan,
los mayores enemigos de la una y de la otra.
Gracias Sr. Presidente por su contribución al bien común. Sin duda,
Santo Tomás y Aristóteles le estarían agradecidos por lo bien que
ha sabido fulminar una forma de gobierno, en teoría, justa. Gracias
Sr. Zapatero por dejarnos ver la fragilidad de la democracia, que
usted se ha encargado de destruir. Gracias de nuevo, por hacerme ver
esta cruda realidad; sino fuera por usted, yo ahora mismo no estaría
escribiendo esto, puesto que yo, siguiendo a Santo Tomás, quiero
pensar que un gobierno es justo si busca el bien común y la armonía
entre los ciudadanos. Sin duda, su gobierno no lo hace, de momento
lo califico de Demagogia, quiera Dios que no llegue a ser Oligarquía,
ni Tiranía, que ya imagino que le gustaría.
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