La democracia en España.
Por
Miguel Ángel.
31/01/2007.
Actualmente, nos guste o no, es la democracia el sistema de gobierno que en España tenemos, al menos oficialmente.
Tiene su origen la democracia en la Antigua Grecia, en concreto en la Atenas de Pericles.
Aristóteles, se refirió a ella como uno de los gobiernos justos, que para él eran tres: la Monarquía, o gobierno de uno sólo; la Aristocracia, el gobierno de unos pocos, los mejores; la Democracia, o gobierno de todos, o sea, el pueblo. Estos tres gobiernos, eran los justos, si se dedicaban a la búsqueda del bien común, y en teoría, a esto deben dedicarse los gobiernos. En oposición a éstos, definía el filósofo los gobiernos injustos, considerándolos desviaciones de estos tres, en teoría justos y buenos. Así en lugar de la Monarquía, aparecía la Tiranía, cuando el monarca mira sólo por su bien; la Aristocracia, degeneraba en Oligarquía, si “los mejores” miraban sólo por su bien, y la Demagogia, era la degeneración de la Democracia, cuando los gobernantes elegidos por los ciudadanos, utilizan engaños y patrañas para con quien les dio el poder, así no dejaba de ser algo similar a la Oligarquía.
Posteriormente, Santo Tomás de Aquino, adoptó la filosofía Aristotélica, y en este apartado, generalizó los términos, y sin pronunciarse sobre ninguno de ellos, se limitó a exponer que un gobierno es bueno, si busca el Bien común, y por ende, a Dios, según se desprende de su filosofía.
Me parece una clasificación bastante acertada, y sobre la base de esta clasificación, deberíamos repasar la historia reciente de España, para ver qué tipos de gobierno hemos tenido, independientemente de lo que nos hayan querido hacer creer.
Empezaré por la polémica Segunda República, que se nos vende actualmente, como una democracia, y según la clasificación aristotélica, sería un gobierno justo.
Si seguimos a Aristóteles y Santo Tomás, esta democracia, para serlo realmente, debería haber buscado el bien común. Ahora es cuando empiezan las contradicciones. En primer lugar, se tenía engañada a una gran parte de la población, incluso a muchos republicanos de renombre, basta recordar a Ortega y Gasset, y su célebre frase: No es esto, no es esto. Se quería hacer pensar que la república sería el fin de los males del periodo de la Restauración, y así se consiguió en muchos sectores de la población. La gente veía con esperanzas la República. En segundo lugar, al llegar el nuevo gobierno, se cambió la bandera bicolor, la de España, la de todos los españoles, para sustituirla por una nueva e inventada, pero no con un fin aglutinador, sino con la finalidad de excluir a los monárquicos, que eran un sector nada desdeñable de la población.
Comenzó enseguida también la persecución religiosa y de las derechas, sin aparentes motivos, pero con trágicas consecuencias.
Con esta política inicial, aun distante del año 1936, no se buscó el bien común, sino la división entre los españoles. Estaría por llegar lo peor aun, pero con esta “declaración de intenciones”, el régimen republicano, ya no puede presentarse como una democracia, siguiendo la filosofía de Aristóteles. Es claramente una degeneración de ella, una demagogia que ahora pretenden pintar de democracia.
Concluida la Guerra, se instauró un régimen basado en la disciplina y el orden, muy conveniente para la España de aquellos años, en ruinas y destrozada por una guerra civil.
Fue posteriormente el nuevo régimen, constituido en una “Monarquía sin realeza”, en palabras del propio Franco. Y sí, por fin se llegó a una de las formas de gobierno justo, la Monarquía, en este caso sin realeza, pero con un magnífico regente, gobernando de forma paternal a su pueblo, siempre mirando al bien común, consiguiendo grandes logros en lo económico y en lo social.
Como se puede comprobar, distó mucho de la tiranía que hoy quieren hacernos creer que implantó. Fue a juicio del que escribe, una monarquía a la antigua usanza, en la que el rey, en este caso el Caudillo, no se limitaba a reinar, sino también a gobernar, siendo ésta la esencia de la Monarquía.
A la muerte de Franco, se pretendió instaurar una Democracia en España, para asemejarnos más a los países vecinos, puesto que es el sistema de gobierno mayoritario hoy en día, y no se me antoja adecuado, el vivir aislados del resto del mundo. Fueron estos primeros años muy turbulentos e inestables, pero el pueblo español, los supo superar. Pasado el tiempo parecía que sí se estaba en una Democracia que buscaba el bien común, al menos para la mayoría de los ciudadanos, que después de una guerra civil, ya habrían podido superar sus diferencias. Las heridas parecían cerradas y dentro de unos límites, se pudo respirar un ambiente de tranquilidad, perdida durante la transición.
Pero no pudo durar mucho la dicha, de la mano de los “demócratas” herederos de la funesta Segunda República, llegaba de nuevo la demagogia, las mentiras, los engaños, la división, que para nada llevan al bien común. De nuevo “las dos Españas” enfrentadas. Y es esta la forma de gobierno con la cual nos quieren hacer tragar, la Demagogia, camuflándola de Democracia, cuando ni por asomo lo es, en lo que a forma de gobierno justa se refiere.
Se habla mucho de la democracia en nuestro país, parece que esta palabra lo justifica todo, cuando no es más que una forma de gobierno. Vemos casi cada día a nuestros políticos llenándose la boca con palabreríos de libertad y democracia, cuando está visto que son quienes gobiernan, los mayores enemigos de la una y de la otra.
Gracias Sr. Presidente por su contribución al bien común. Sin duda, Santo Tomás y Aristóteles le estarían agradecidos por lo bien que ha sabido fulminar una forma de gobierno, en teoría, justa. Gracias Sr. Zapatero por dejarnos ver la fragilidad de la democracia, que usted se ha encargado de destruir. Gracias de nuevo, por hacerme ver esta cruda realidad; sino fuera por usted, yo ahora mismo no estaría escribiendo esto, puesto que yo, siguiendo a Santo Tomás, quiero pensar que un gobierno es justo si busca el bien común y la armonía entre los ciudadanos. Sin duda, su gobierno no lo hace, de momento lo califico de Demagogia, quiera Dios que no llegue a ser Oligarquía, ni Tiranía, que ya imagino que le gustaría.
Artículo de opinión extraído de la página: www.generalisimofranco.com