La
condena a muerte del mariscal.
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Francisco
Franco, con gran pesadumbre y tristeza conoció en el
mes de agosto de 1945, la sentencia por la que se le
condenaba a muerte a su amigo el mariscal Pétain, pena
que luego sería conmutada por reclusión a perpetuidad.
El Caudillo no podía hacer nada por Pétain,
encarcelado en el fuerte de Portalet, en los Pirineos.
Con ocasión del 35º aniversario de la batalla de
Verdún, el diario “Arriba”
publicó una entrevista con Franco enteramente
consagrada al mariscal Pétain, en esos momentos
prisionero en la isla de Yeu. Ante la pregunta de lo que
se podría hacer por el más viejo preso político de
Francia, Franco respondió: “Poco, ya que se trata de
asuntos internos de otra nación, pero si ésta llegara
un día a dejarlo en libertad, nosotros le ofreceríamos
con mucho gusto la hospitalidad de nuestro maravilloso
clima mediterráneo”. “Así podría pasar, amado y
respetado, los últimos días de su vida” |
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El
24 de abril de 1951, al cumplir Henri Philippe Pétain noventa
y cinco años, el Generalísimo Franco, que nunca rehuyó a la
amistad con Pétain, le envió frutas desde España.
Francia
protestó cuando Franco recibió con todos los honores a su
abogado. Nadie tuvo un gesto tal. Al fallecer Pétain el 23 de
julio de 1951, Franco redactó la esquela que se publicó en
la prensa española y envió un telegrama a Eugénie Hardon,
viuda del mariscal, mostrándole su condolencia y emoción.
Era el último homenaje de Franco a uno de sus mejores amigos,
a uno de los jefes más queridos y admirados.
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