Todos
aquellos que conformamos y colaboramos con la web
generalisimofranco.com, queremos unirnos de forma unánime al
clamor de las víctimas del terrorismo ante las negociaciones
que el gobierno socialista está haciendo con la banda asesina
ETA.
Creíamos
superados los tiempos de Adolfo Suárez, cuándo a las víctimas
mortales de ETA se les enterraba prácticamente de noche, en
silencio o por la puerta de atrás para no herir los sentimientos de
los separatistas vascos, cediendo así al chantaje permanente y
demostrando la baja catadura moral de un Presidente y de un
gobierno. Creíamos que desde que en 1996 se comenzó a reconocer públicamente
el mérito de las víctimas con homenajes y condecoraciones, ayudas
económicas y morales, la época de la humillación y el olvido para
con ellas había pasado a la Historia. Pensábamos que con el
acoso policial, la ilegalización del brazo político de ETA y la
salida de los ayuntamientos vascos de todos sus acólitos, el fin de
la banda mafioso-criminal había llegado. Las esperanzas de la
sociedad española en un final justo para con un fenómeno criminal
con el que hemos convivido durante casi cuarenta años han caído
por tierra con la llegada de ZP al gobierno de España.
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La
manipulación vergonzosa de un atentado terrorista condujo a
Zapatero a la Presidencia de Gobierno. El apoyo explícito de un
grupo político cuyo líder presumió de haberse sentado a
establecer las pautas geográficas de futuros atentados terroristas
con los cabecillas de ETA, le dieron la mayoría suficiente
como para gobernar y seguir sacando adelante sus demagógicos planes
legislativos y presupuestarios. Su debilidad a la hora de aplicar la
Ley de Partidos Políticos ha permitido que los cómplices del
terrorismo se sienten de nuevo en las Instituciones vascas y se
conviertan en árbitros de la política de la región. Las
humillaciones a que se vieron sometidas las víctimas del terrorismo
en época de Adolfo Suárez, parecen resucitar y multiplicarse con
Zapatero.
El
acercamiento de los presos de ETA al País Vasco, fue recientemente
considerado por el Presidente del PNV, un acto humanitario para con
los familiares de los presos, ya que estos tenían que efectuar
grandes desplazamientos para visitar a sus deudos, suponiendo un
gran quebranto económico y un peligro para su integridad al poder
sufrir accidentes de tráfico. Tal gesto de cinismo, de vileza y de
falta de escrúpulos por parte de un político en ejercicio, tenía
que haber sido respondido de forma clara y contundente por parte del
gobierno, pero este mantuvo uno de esos silencios cómplices que tan
característicos son ya de él.
El reconocimiento explícito por parte de
miembros del gobierno y de la ejecutiva socialista de que se están
llevando a cabo negociaciones con los terroristas de ETA viene a
suponer una nueva puñalada en el corazón de las víctimas del
terrorismo y una patada a la legitimidad de la Nación. Rebajarse a
compartir mesa con los dirigentes de un grupo de asesinos, es caer a
su mismo nivel o dotar a estos una legitimidad que no tienen.
Las
víctimas merecen todo nuestro respeto, consideración y apoyo.
Todos somos víctimas potenciales del terrorismo y por lo tanto a
todos nos afectan las arbitrarias decisiones y actitudes de un
gobierno que se dice legítimo.
Los
familiares de los terroristas de ETA no son más que víctimas de
sus deudos y de la educación inculcada a estos. El alejamiento, el
aislamiento y el final de un trato de favor hacia los criminales de
la banda mafiosa en los penales españoles es un acto de Justicia.
El que estos delincuentes cumplan enteramente sus penas es un
derecho al que tenemos todos los españoles.
Sería
necesario que este gobierno reflexionase sobre los derechos de las
mayorías más que atentar contra ellos en aras de un presunto
derecho de algunas minorías.
Desde
aquí reiteramos nuestro más sincero apoyo a la Asociación de Víctimas
del Terrorismo y secundamos cualquier tipo de movilización
promovida por ellos.
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