El paraguas ya no aguanta más la tormenta de
tus mentiras. Eres el mentiroso por antonomasia porque te crees tus
propias mentiras. Pudiste engañar a muchos por algún tiempo
repartiendo manirroto el dinero que no es tuyo, comprando la
voluntad de los que se subordinan para que no te hagan sombra. Pero
no puedes engañar a todo un pueblo soberano sine die, porque “antes
se coge a un mentiroso que a un cojo”. Te lo acaban de demostrar las
urnas. Sin duda, no lo esperabas detrás del tablero de guiñol entre
bambalinas adornadas con “pepiñadas”.
Concluido el
escrutinio, apareciste en TV con las cejas más puntiagudas que
nunca. acoquinado en tu guarida bajo la paliza de la verdad popular
que te dice: márchate cuanto antes.
Convéncete, has
sido el peor Presidente del peor Gobierno de las últimas décadas.
Recuerda que cuando Felipe te felicitó por tu exaltación a La
Moncloa, le dijiste con un abrazo: “Y ahora, a por la Iglesia” Y
cumpliste tu palabra durante dos legislaturas. Tú, enemigo de la
vida con la peor ley del aborto; tú, enemigo de la maternidad,
llamando matrimonio a la sodomía; tú, enemigo de la familia; tú,
sistemáticamente contra todo lo que enseña la Iglesia porque hay que
acabar con ella: “Ahora a por la Iglesia”. Pero olvidaste que Cristo
resucitado, Verdad y Vida es nuestra alegría llena de esperanza y
aleluyas, mientras tú has sido nuestro fracaso y el hazme reír
internacional.
Te has revelado
como el sectario más radical. Has pisoteado la ley natural riéndote
del que la fundó. Y porque Dios dice: “La verdad os hará libres” ,
tú respondes con la coz de que “La libertad os hará verdaderos”,
olvidando que la libertad sin verdad nos lleva al abismo de la
miseria. Si Dios ha instituido el matrimonio de suerte que “lo que
Dios ha unido no lo separe el hombre”, tú impones a la trágala, sin
referéndum, el divorcio exprés. Si Dios los creó hombre y mujer
para el oficio de maternidad, tú sin referéndum, llamas matrimonio a
la unión de homosexuales impotentes para la maternidad. |
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Rabiosamente sectario, pretendes sin
disimulo asfixiar a la Iglesia. Viene Benedicto XVI a Barcelona y
ese mismo día le das con la puerta en su rostro clausurando la
Basílica Pontificia del Valle de los Caídos y te largas
inesperadamente a un viaje al extranjero. Te molesta tanto como al
demonio la gigantesca cruz de Cuelgamuros, porque su sombra cae
sobre tus hombros como el signo triunfal de la reconciliación.
Clausuraste el culto en la Basílica del Valle, el monasterio más
visitado por los turistas y te salió el tiro por la culata cuando en
el crudo invierno, los fieles participaban en la Eucaristía
cantando con entusiasmo a la intemperie, mientras caían los copos
de nieve en la serranía. Os empeñasteis en expulsar a los monjes
benedictinos y vuestro afán resultó inútil, porque los hijos de S.
Benito son águilas del espíritu que rubrican con su alto vuelo la
auténtica reconciliación cristiana de España, con todos sus muertos
a la sombra de la cruz redentora. La última decisión sectaria ha
sido el asedio por hambre a los monjes, impidiendo el turismo al
único monasterio del mundo, porque el odio a Cristo os enajena.
Liderado por el
príncipe del odio y la mentira has soñado cambiar el rumbo de la
historia, pretendiendo ganar la guerra que perdisteis hace 75 años;
pero la perdisteis por dos razones: porque fue una cruzada a juicio
de la Iglesia y porque es imposible exterminar la Iglesia desde el
momento que Cristo está con nosotros hasta el final de los tiempos.
Es cierto que
Azaña dictó sentencia: “España ha dejado de ser católica”; pero lo
cierto es que al final de sus días llamó al obispo de Tarbes
(Francia) para confesarse y morir en católico. A ver si aprendes la
lección y vuelves, Zapatero, a la inocencia del recién bautizado.
Mucho te queda por recorrer a la senda de la virtud y
reconciliación, tú que has abierto las heridas y el odio ya olvidado
y para remate de tu funesta gestión has dejado clavado el puñal en
la espalda de las víctimas, colocando a los terroristas de ETA en
situación de victoria con el banderín de enganche de Bildu, para
seguir haciendo de las suyas y tú con ellos, en base a la cultura de
muerte a España.
Márchate cuanto
antes enemigo de la unidad de la Patria, promotor del Estatuto
independentista Catalán. Márchate cuanto antes, promotor de la peor
ley del aborto en el mundo. Márchate cuanto antes, por ser el peor
enemigo de las víctimas del terrorismo que sangran de nuevo, porque
las madres, viudas y huérfanos van a tropezarse en la calle con la
sonrisa burlona vencedora de sus asesinos, porque Zapatero les
brindó la oportunidad de que el Tribunal Constitucional enmendara
la plana nada menos que al Tribunal Supremo. Márchate, en fin, ante
el grito silencioso de muchos miles de niños asesinados, ante el
suspiro de hambre de cinco millones de parados. Márchate porque ya
no cuelan tus mentiras ni tu ineptitud ni tu petulancia. Ni los
tuyos creen en ti.
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