Como quiera que el
chistoso Partido Socialista -en el poder- estuvo muy interesado en
llevar a la ciudadanía española la claridad de las cuentas del
Estado, según manifestó públicamente hasta la saciedad; es por lo
que insistí en conocer, además de las altas e importantes partidas
que maneja el Gobierno, las cuentas de andar por casa que son las
que aparecían en los Presupuestos Generales del Estado y que no las
entendía ni Dios.
Le decía en aquella
ocasión al Ministro socialista de la cosa, que por haber estado a
punto de que me diera un jamacuco, al cabo de horas y horas de
telefonear, mandar correos electrónicos y buscar afanosamente en los
presupuestos de gastos para el año en cuestión, la subvención
asignada a los sindicatos -infructuosamente, claro está-, había
decidido exponer mi justa protesta.
Soy un ciudadano de los
que, en materia contable, no ha pasado de la eficaz partida doble
del fraile italiano. Por tanto, la ingeniería contable que utiliza
Hacienda en la elaboración de los Presupuestos del Estado es chino
para mí. Como, al parecer, les ocurre a algunos miembros de ese
departamento, a tenor de lo comprobado en mis numerosas llamadas
telefónicas.
Personalmente, me trae sin
cuidado la complicada técnica empleada en la elaboración de los
susodichos Presupuestos, a excepción de la partida de Gastos. Los
gastos que presenta el estado, son la factura -Pro forma, si se
quiere- que les entrega a los ciudadanos para que sepan en qué se
van a invertir los impuestos que han de pagar ese año.
De donde se deduce que esa
factura, como todas las facturas, ha de redactarse con claridad. No
se puede recurrir al enigma, a la cábala, al misterio y presentar
los conceptos como “gastos diversos; incentivos al rendimiento
o esta perla: material, suministros y otros”. ¿Cómo que
otros? ¿Qué es eso de otros? ¡Pues no! El contribuyente tiene que
ver escrito o encontrar fácilmente y explicado con claridad esos
diversos gastos, a qué rendimiento se le da el incentivo y que hay
detrás de los otros; con pelos y señales.
Sé, -buscando, buscando-
que, en Otra Normativa Presupuestaria, aparece el código de la
clasificación económica de los gastos que respalda a cada concepto.
Pero que en realidad no es que clarifique nada, sino que la
variedad; la mezcolanza de beneficiarios que abarca es un dislate y
una invitación a la típica mangoleta ibérica
En el concepto “A familias
e instituciones sin fines de lucro” se hallaban inmersos
desde el preso que recibe una ayuda cuando sale de la cárcel, hasta
la Casa de S.M. el Rey con sus más de mil trescientos veinte
millones de pesetas; pasando por “toda clase de auxilios, ayudas,
becas, donaciones, premios literarios, artísticos o científicos no
inventariables, etc., que el estado, organismos autónomos u otros
organismos públicos otorguen a entidades sin fines de lucro:
fundaciones, instituciones, entidades benéficas o deportivas y
familias.
Así como, cantidades
satisfechas en concepto de pensiones no contributivas, pensiones
extraordinarias por actos de terrorismo, indemnizaciones o ayudas
por jubilaciones anticipadas, ajuste de plantillas, premios en
metálico a internos en centros penitenciarios y otras”, ¡ya estamos
con otras! “Cantidades destinadas a las salidas programadas de los
reclusos al exterior, como medida de preparación para la libertad,
tales como ayuda de transporte y comida”.
Perdón por extenderme en
la precedente exposición; pero, no he tenido más remedio. Como todos
sabemos, lo que se nos va a los contribuyentes por ese grifo
asciende –salvo error u omisión, por mi parte- a más de dieciséis
billones de pesetas. El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte,
por ejemplo, necesitaba cerca de ciento cincuenta mil millones de
pesetas para cerrarle el pico a todos los pajarillos que le piaban
en el nido sin ánimo de lucro. Y en ese plan ministerio por
ministerio sacaban y siguen sacando del cajón cantidades
astronómicas muy a su placer.
Por tanto, y en vista de
que a un ciudadano le es imposible conocer nítidamente lo que se
hace con sus impuestos y sabiendo que las organizaciones sindicales
reciben subvenciones sin que aparezca la palabra sindicato por
ninguna parte, y por observar la redacción incongruente de algunos
conceptos, es necesario tener en cuenta mi triple exigencia.
Primero. Tiene que
desaparecer la coletilla: sin fines de lucro; por la sencilla razón
de que no se corresponde. Lucrarse es sacar ganancia de una cosa. El
preso que sale libre y no tiene nada, al recibir una ayuda en
dinero, obtiene una ganancia que, impepinablemente, pierde otro.
Toda subvención es lucro
para quien la recibe y pérdida para los impuestos del contribuyente,
en nuestro caso. Si a la partida dispuesta para la casa del S.M. el
Rey, se le adjudica el calificativo: a familias e instituciones sin
fines de lucro, se esta falseando el asunto. Esa cantidad va a
costear, tanto el sostenimiento de la familia real como el
mantenimiento de la entidad. O sea, se lucran de una ganancia que,
como es obvio, la pierde el dinero público.
Lucrum sine damno alterius
fieris non potest
(no es posible la ganancia de uno sin la pérdida de otro). Sin
olvidar que muchas subvenciones -incluso limosnas- en vez de ir al
fin previsto, han sido choriceadas o invertidas en bienes inmuebles
a título personal, en la Bolsa o en otros estrambóticos y
sospechosos negocios del dinero.
Segundo. La mayoría y más
onerosas de las subvenciones enquistadas hay que extirparlas, tanto
sindicatos, partidos políticos con sus fundaciones y tantísimos
otros, han de ser financiados por sus gentes. Y también, por lo
nefastas que resultan las subvenciones para el desarrollo
intelectual de algunas profesiones.
A los profesionales del
cine, pongo por caso, los machaca; puesto que se acomodan a la
ayuda y desdeñan el imprescindible y vital esfuerzo por la
superación creadora. Si los directores y actores españoles que
actualmente andan gritando desaforadamente, tuvieran que ganarse la
vida con lo que saben y pueden hacer, y la birriosa aceptación que
tienen, se estarían quitando el hambre a bofetadas, y en vez de
gritar: ¡guerra no!, irían por las calles recitando El Dos de Mayo y
cantando el Ardor Guerrero.
Tercero. Con el fin de que
el ciudadano conozca sin engorro alguno a quienes se favorece con
sus impuestos -plañideros, pedigüeños y zánganos enroscados en el
papá estado-, es necesaria la creación de una nueva Sección
presupuestaria titulada: |
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