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Actualizada: 27 de Febrero de 2.011.  

 
 
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 Majestad, como antes, pero a la inversa


   Por Pablo Gasco de la Rocha.


Han pasado los años, y cada vez es mayor el número de españoles que no entienden la función que desempeña el rey, sea la de moderador, arbitrio o la que sea digan que hace. Cuestión que pone a debate no tanto a don Juan Carlos -ya muy cuestionado, pero todavía muy arropado por la izquierda y pletórico de abrazos y sonrisas-, como a la Monarquía como forma de Estado.

Los que vivimos aquella etapa tan intensa que algunos dan en llamar Transición, y que otros seguimos llamando involución, conculcación o traición a secas, y quienes la han leído, sabemos el papel que jugó don Juan Carlos en todo aquel proceso, poniéndose entusiastamente a la cabeza de aquella operación de derribó como autor, cómplice y finalmente encubridor de todo lo que ya se sabe de aquel tiempo nefasto, que es consecuencia de lo que hoy le acontece a España. De ahí que, no sin acierto y con toda razón, se llame al rey "motor del cambio".

España no funciona. Inmersa en una triple crisis, moral, política y económica, de una gravedad suprema, se hace imprescindible un alegato a favor de la nación española. Un alegato que favorezca su unidad, realce su moralidad y propenda a su prosperidad. Un alegato para poner en marcha un proyecto común, enérgico y decidido, entre las gentes y las tierras de España en función de nuestra convivencia de futuro.

Y este alegato, que en realidad es una Alternativa, tendría que estar liderada por Su Majestad el rey Juan Carlos. Porque en esta ocasión, que no en la otra, sí es realmente un proyecto que reclama la calle.

Una Alternativa para la rectificación del modelo autonómico, inviable desde todo punto de vista, que la inmensa mayoría de españoles es partidaria de modificar a fin de que el Estado recupere poder, parcelas de gestión cedidas a la Autonomías, quedando las transferencias de éstas circunscritas a la reglamentación administrativa y a las políticas sociales en sus respectivos territorios. En definitiva, de lo que se trata es de volver hacer que el Estado como organización política de la nación funcione, sea efectivo y esté al servicio de toda la nación.

Una Alternativa para el impulso de los valores que nos hacen más humanos y mejores ciudadanos, gentes de quien fiarse, que pasa necesariamente por derogar la Ley del Aborto, por cuanto el feto es un ser humano, que no una mera  parte del vientre de la mujer; la ley del Matrimonio Homosexual y todas esas otras leyes que en lo que afecta a nuestros jóvenes ha venido dictando la algarada socialista, otrora partidaria de legalizar la droga. A la par de impulsar y reconocer valores para la educación, las buenas formas y la potenciación del esfuerzo y la excelencia.  

Una Alternativa que por lo que respecta a la crisis económica tendría que actuar sobre la base de la reconstrucción de nuestro tejido productivo, esquilmado y en manos del mejor postor, sobre una apuesta por las nuevas tecnologías y sin olvidar las necesidades de los más desfavorecidos, con una atención especial a la infancia y a las familias. Liquidando, al mismo tiempo, cualquier tipo de privilegio, sobre todo el que se han concedido los políticos, a la par de incidir en una reforma del sistema financiero y una transparencia en la función pública. Y esta serie de medidas sobre la base de un firme compromiso para estructurar una economía de mercado social y al servicio de la comunidad nacional.

Una Alternativa, finalmente, que tendría que plantearse muy seriamente el problema de la inmigración, por cuanto se ha convertido en una verdadera invasión, cuyo primera medida aplicar tendría que ser la expulsión de los ilegales y de los delincuentes, la no concesión del reagrupamiento familiar a los no comunitarios y el endurecimiento de la concesión de la nacionalidad española, que en ningún caso debería obtenerse con menos de veinte años de residencia permanente en nuestro país. 

Una Alternativa no sólo para salvarse, sino para ganar el futuro. Una Alternativa que se puede hacer con el Rey o sin él. La única ventaja de hacerla con el Rey es que don Juan Carlos ya tiene experiencia en una operación de tal envergadura: "Pasar de ley a ley, sin salirse de la ley". Que es de lo que se trata.  

 


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