El teniente general
por libre designación del ministro de Defensa de entonces, José Bono
“Loto”, que no por escalafón o méritos militares, Pedro
Pitarch, parece que ahora, en la soledad de la resera, reflexiona y
se rebela contra la ideología socialista a la que tanto debe. Pues
él, como su hermano José Luís, es un hombre de “profundas
convicciones democráticas”.
Y aunque se había
pasado por alto la reflexión que hizo en “La Tercera” de ABC
(27-3-2010), que es a lo peor el único medio que le permite
discrepar de la política de Defensa socialista de la que tanto
participo, sin desencuentros, esta segunda discrepancia, por
profunda y seria, no debemos dejarla pasar. Si quiera sea para poner
en evidencia a esta clase de funcionarios que devienen críticos
cuando no tienen nada que perder y después de haber hecho un daño
gravísimo al Ejército, del que se han servido, y a España, a la que
están obligado a servir. Lo que no quiere decir, pese a todo, que
les falten palmeros, patrioteros de taberna y algarada.
Una cuestión de
rebeldía sobrevenida tras su pase a la reserva, la de este fulano
que es Pedro Pitarch, que nos resulta difícil de admitir, por cuanto
el señor de uniforme Pitarch, “un hombre de Defensa más que un
hombre del Ejército” a juicio de sus compañeros, nunca discrepo de
la política de defensa socialista. Ni desde su puesto de “carcelero”
mayor del teniente general don Jaime Miláns del Bosch, por expreso
deseo del entonces ministro socialista Narciso Serra (hoy en las
altas finanzas del Reino), ni desde el cargo de jefe del mando del
Eurocuerpo. Todo lo contrario.
Y es que, si ya
resultó repugnante leerle (“La Tercera” de ABC, 27-3-2010). “En
Afganistán nuestros soldados desarrollan disciplinadamente unos
papeles que no se entienden bien. Porque España no está en guerra,
pero los españoles allí desplegados sí lo están. Se lo recuerdan los
ataques de un enemigo que para el escenario madrileño no existe,
pero que en el tablado afgano es tan omnipresente que no sólo
condiciona la función, sino que frecuentemente la convierte en
tragedia. Es difícil entender qué razón operativa impide que los
combatientes puedan emplear todos los medios y formas que podrían
legítimamente utilizarse en una guerra. Ni qué razón ideológica
mantiene el embozo con el que la comunicación oficial disimula una
guerra vergonzante y clandestina”. Mucho más resulta hacerlo
ahora en relación con un tema tan fundamental (“La Tercera, ABC,
18-5-2010): “No es el mejor clima para una profesión y un oficio
donde los valores morales son esenciales. Las Fuerzas Armadas de la
España del siglo XXI no se merecen esto”.
Demasiadas
responsabilidades y connivencias con la política de Defensa
socialista para que ahora nos venga este jubilado dictándonos
lecciones de honorabilidad y dignidad como las que parece querer
darnos referente a la nefasta política de Defensa socialista, a la
que el jubilado Pitarch aconseja ahora “respetuosamente cuidar”
en “los modos y mensajes”. |
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