En
su descafeinado mensaje de fin del año 2008, su Majestad D. Juan
Carlos nos dijo que ante la crisis que se avecinaba todos debíamos
tirar del carro.
En
el suyo, el Sr. Rodríguez Zapatero dijo que todos teníamos que
ponernos manos a la obra.
España es un país pobre, no tenemos petróleo ni gas y mejor no
hablar del carbón; ni esmeraldas ni oro, ni siquiera agua
suficiente. Solo tenemos sol y costas, aunque un poco devaluadas
últimamente.
Otra cosa que tenemos en abundancia, cada vez más, son inmigrantes y
parados, millones de parados. Y crisis, mucha crisis. Alguien ha
dicho que estamos en una situación de EMERGENCIA NACIONAL.
Y
nadie hace nada en serio. Las medidas del Gobierno son mera
propaganda de cara a la galería para hacerse la foto; los cambios de
ministros de Abril del 2009 y otras zarandajas parecidas, equivalen
a poner tiritas para taponar las heridas de un cuerpo que se
desangra.
¿Por qué?
Pues porqué hay una gradación de prioridades que no se toman en
cuenta como se debe.
La
primera es la de evitar la revuelta social que va a venir cuando
sean millones los que no tengan para comer, es decir, hay que prever
los fondos para cubrir las necesidades básicas de estas personas, su
alimentación, sus necesidades de alojamiento cuando sean expulsados
de sus casas por falta de pago, la educación de sus hijos que ellos
no podrán ya pagar, etc. etc.
La
segunda prioridad es la de conseguir que “el país”, no el periódico,
vuelva a funcionar, es decir, se vuelva a crear empleo.
En
efecto, los empresarios, la gente con dinero para invertir en nuevas
industrias, en nuevas ideas que den lugar a la formación de puestos
de trabajo, estas personas son inmunes a la propaganda de nuestro
Presidente. Las palabras grandilocuentes y las continuadas mentiras
de JLRZ sólo hacen efecto a los que se quieren dejar engañar pero no
a las personas con criterio que son precisamente las que pueden
invertir y crear empleo. Estas no reaccionaran y no se pondrán en
marcha sino ven con claridad que se toman medidas serias y no
demagógicas como se está haciendo hasta ahora.
Así
pues, se tiene que intentar conseguir simultáneamente estas dos
prioridades que acabamos de señalar: medios económicos para frenar
la que se nos avecina y credibilidad general de los ciudadanos en el
Gobierno y en el futuro que ese Gobierno nos ofrece.
Esta necesidad primordial de fondos y credibilidad debe iniciarse
con el ejemplo primero de su Majestad el Rey; el Rey, tal como dijo
él mismo, debe ser el primero en tirar del carro.
¿Cómo?
Evidentemente reduciendo drásticamente su asignación anual; a una
cuarta parte, por ejemplo. Y, desde luego, por poner otro ejemplo
que llegue a la gran masa de españoles, cortar sus vacaciones en
Mallorca; un veraneo en La Zarzuela tendría un efecto increíble
sobre los paniaguados que cobran sueldos enormes por no hacer nada y
también mejoraría mucho la devaluadísima imagen de la Corona ante
los desgraciados españoles que se han quedado sin trabajo.
¿Y
cómo más?
El
siguiente ejemplo, claro es, debe estar en la reducción de sueldos
de todo el Gobierno Central y de los inconcebibles retiros que
cobran de por vida, a lo mejor por haber sido Ministros solamente
durante un par de meses en algunos casos.
¿Y
qué más?
Pues lógicamente cortando de raíz los estúpidos gastos originados
por las 17 autonomías, con sus 17 gobiernos, 17 parlamentos, 17
oposiciones, 17 diputaciones inútiles en su totalidad, innumerables
líderes sindicales y liberados, y los 3 millones de funcionarios que
cobran sin hacer nada útil; España no puede mantener esta sangría
continua por los siglos de los siglos.
Y
suponiendo que el cáncer esté ya tan avanzado que no pueda hacerse
esta eliminación completa de autonomías, lo que sí es
imprescindible hacer como primer paso, es devolver al Gobierno
Central, a España para entendernos, alguno de los Ministerios de los
que jamás habría debido desprenderse, Justicia, Educación y Sanidad
los primeros y a continuación otra infinidad de departamentos que de
manera absurda dependen de unas autonomías insaciables, el auténtico
cáncer de esa España que parece gobernada por nuestros peores
enemigos.
Especial cuidado debería tenerse ahí con Cataluña, aunque creo que
hay una mayoría de catalanes ajenos al sainete independista pero que
se dejan llevar, que les gusta la música que oyen; si vieran que
deben enfrentarse a un Gobierno fuerte que tiene las ideas claras y
que ha trazado unas líneas que no deben ni siquiera comentarse, me
da toda la impresión que las aguas volverían a su cauce y que las
terroríficas profecías de los independistas no serían seguidas por
la mayoría de los ciudadanos de Cataluña que tienen muchísimo más
“seny” que sus impresentables políticos.
Pero… ¿Quién debe ponerse al frente para iniciar ese camino?
Evidentemente, debería ser el Rey. Pero… ¿Cómo va a ser el Rey si él
es uno de los primeros beneficiados de esa situación?... ¿Cómo va a
ser el Rey si hay decenas de dossiers sobre su vida y sus
actuaciones cuya publicación haría temblar hasta los cimientos más
profundos de la Casa Real?
¿Cómo va a ser el Rey si lo más importante que ha hecho por España
en sus treinta y pico años de reinado, aparte de cazar osos
borrachos, esquiar en Baqueira y pilotar al “Bribón”, ha sido el
famoso “Porqué no te callas a Chávez”?
¿El
Gobierno?...pero ¿Cómo va a ser el Gobierno si son precisamente
ellos los que favorecen cada día esta situación para beneficiarse de
ella para ellos y sus descendientes hasta tres o cuatro generaciones
más?
En
mi modesta opinión, sólo puede hacer esa revolución un grupo de
personas íntegras que no hayan sido contaminadas por la política que
se ha desarrollado en España los últimos 30 años. Estas personas
posiblemente existan pero no son conocidas del gran público y,
además, deberían estar agrupadas alrededor de un líder (el
Ejército?…el Príncipe Felipe?) que supiera aglutinarlas y presentar
a este grupo de salvación con una cierta garantía de apoyo
mayoritario de los españoles.
Pero este líder no lo vemos en parte alguna.
Así
que en el futuro va a incrementarse el paro hasta niveles
inimaginables; la inseguridad ciudadana irá en aumento; la revuelta
social será inevitable…sólo cuando el desastre sea de enormes
dimensiones pienso que la clase gobernante estará preparada para
aceptar el fin de la Constitución de 1978 y de las autonomías
actuales y la vuelta a una España única, aunque sea delegando
determinadas competencias a las diferentes regiones, que ya no
deberán llamarse de ningún modo como “autonomías”. |