Melilla
hoy. 18/01/2006.
Capitán
de Infantería D. Roberto González Calderón Jefe de la 1ª Compañía
de la I Bandera "Cte. Franco" del Tercio Gran Capitán 1º
de la Legión. Melilla
Respetada Sra. Directora:
Tras una cuidadosa deliberación
de cuál sería la mejor vía para hacer pública esta carta y
dejando de lado (ya que tengo una familia que mantener y la sana
intención de llegar a mi edad de retiro no de forma prematura) la
primera de ellas, que era plantarme con mi Compañía en el
Ministerio de Defensa y entregarle en mano al Sr. Bono esta misiva,
decidí enviarle estas líneas con la ilusión de que tuviera a bien
el publicarlas. Por supuesto, soy consciente que con este acto
cerceno, muy posiblemente, de forma definitiva cualquier aspiración
de ocupar algún día un puesto de responsabilidad en la cúpula
militar, cosa que por otro lado jamás me importó en demasía.
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Esta carta es el fruto de un
fortísimo sentimiento de desasosiego, al comprobar los derroteros
que está tomando la situación política y social de esta nuestra
Nación, España. Escuché en televisión, en fechas recientes,
cómo nuestro Presidente del Gobierno en una rueda de prensa,
zanjaba de forma contundente la problemática suscitada con las
declaraciones del Tte. Gral. Mena, diciendo que, tras consulta con
sus asesores, se podía determinar que en las Fuerzas Armadas no había
malestar ni preocupación por los temas aludidos.
Pues bien, Sr. Presidente del Gobierno, no es cierto lo que sus
asesores le han dicho o las interpretaciones que se han hecho. Por
supuesto que existe malestar, como no podía ser de otra
manera, dentro y fuera de las Fuerzas Armadas. Malestar al
ver cómo se está desmembrando nuestra España; malestar al ver cómo
de forma impune se queman banderas nacionales en actos públicos;
malestar al ver cómo se convocan manifestaciones y actos sociales
en nombre de la banda terrorista (con diferentes nombres y formas);
malestar al ver cómo existe ya una generación de españoles que no
reconocen a España como su Patria, gracias a la delegación de
competencias en materia de educación que se hizo en su día;
malestar al comprobar que en todas y cada una de las cadenas de TV,
tanto públicas como privadas, cada vez que aparece un uniforme, ya
sea del Ejército o de las FCSE, es para servir de mofa a los
telespectadores; malestar al no poder llevar una camiseta con la
enseña nacional, sin temor a ser insultado en algunas regiones españolas;
malestar al ver cómo domingo tras domingo en los resúmenes futbolísticos
se contemplan diferentes muestras de apología del terrorismo en
nuestros campos de fútbol; malestar al ver que tienen más derechos
los verdugos que las víctimas; malestar al comprobar que en este
bendito país ha empezado a preocupar realmente la banda asesina
cuando los que tristemente caían no llevaban uniforme verde oliva o
caqui; malestar al ver que se ocultan determinadas actuaciones de
nuestras FAS en misiones en el extranjero, por miedo a perder votos;
malestar al ver cómo se intenta debilitar el carácter militar de
los ejércitos, haciendo publicidad de éstos como si fueran ONGs y
permitiendo una nefasta selección de cuadros de mando y tropa al
ingreso en los centros docentes; malestar al leer el artículo del
pasado 12 de enero en el "prestigioso" diario Avui, en el
que un simpático llamado Iu Forn (que al parecer es su nombre real
y no un mote) insultaba de forma gratuita a las madres de los que
efectivamente estamos "enfadaditos" con el estatuto catalán;
malestar en general al ver que todo lo que es contrario a la idea de
España, Iglesia, familia y respeto a los que nos precedieron y
lucharon por una España mejor, está de moda, es lo democráticamente
correcto y lo progresista.
Todo esto es un cúmulo de circunstancias que se han ido poco a poco
haciendo palpables en nuestra sociedad, permitidas todas ellas por
la clase política en general, sea de la ideología que sea, todas
ellas consentidas para ganar votos, escaños y alcaldías, de forma
que nuestros políticos han sacrificado la idea de Nación y de
Patria para engordar sus ansias de poder. Es triste contemplar cómo
cada día se saca provecho electoral de cualquier desgracia nacional
que suceda, por muy luctuosa que ésta sea. Qué lamentable es
contemplar para un ciudadano de a pie cómo mis supuestos
representantes políticos se enfrascan en batallas dialécticas con
los cuerpos aún calientes de compañeros fallecidos en acto de
servicio.
Pues Sr. Presidente, va a resultar que al final sí que hay malestar
e inquietud, al menos de éste que suscribe, con la esperanza que
haya muchos más que compartan estas ideas y se sumen a esta débil
pero firme voz que dice, basta ya, España será siempre una única
Nación, nos gusta ser españoles y por supuesto seguir siéndolo.
Estoy molesto y preocupado Sr. Presidente.
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