Acoso
escolar.
Laura Vázquez.
Me
entristece ver cómo se está dando la espalda a Dios, abriendo
nuestro corazón a quién no debemos. Los casos de violencia doméstica
no cesan ni los de acoso escolar.
El
acoso escolar o bullying, no es algo que debe tomarse a la ligera.
Los niños que sufren esta situación, pueden caer en depresiones,
tener un bajo rendimiento escolar, no comer bien e incluso desemboca
en mala relación con los demás…
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Los
niños que sufren acoso escolar, no se lo comentan a sus padres y
este es un error. Error no por parte del niño, si no por parte de
los padres.
Vivimos
en una sociedad donde el frágil estatus social derivado de puestos
de responsabilidad, debilita la relación entre padres e hijos ya
que los primeros llegan “cansados” y no “quieren problemas”
y dejan que sus hijos se “enganchen a la televisión”.
Entiendo
que mantenerse en un determinado puesto de trabajo, con lleva
sacrificio pero si un matrimonio decide tener hijos, es para
cuidarlos, no para sacarlos de paseo a modo de complemento a jugo
con los zapatos.
Un
hijo es una responsabilidad enorme y hay que darles confianza y
ofrecerles el cariño suficiente para ayudarles e inculcarles la
seguridad necesaria para que nos cuenten sus problemas.
Un
niño que acosa no es algo que deba tomarse a la ligera. Según
estudios realizados, los niños que tienen más probabilidad de
desarrollar conductas violentas, son aquellos con hiperactividad,
padres con conductas agresivas, amigos poco recomendables, bajo
nivel socioeconómico, fácil acceso a las drogas… Los niños
copian lo que ven en casa. Si uno tiene la mala suerte de vivir con
un padre alcohólico o que siempre está gritando o enfadado,
obsequiando al niño con malas contestaciones, éste se verá
“obligado” a sentirse arropado de otra forma. Esto es lo
peligroso, cuando el niño busca el cariño que le falta en su casa,
en drogas, violencia… es la única forma en que él se siente
“importante”. Por eso, niños con buenas notas, buenos amigos,
con capacidad de contarle a sus padres los problemas, son niños que
no tienen porqué buscar el cariño en otras cosas nada
recomendables.
Y
que los rojos no se enfaden conmigo, ya que hablo del bajo nivel
socioeconómico. Digo esto ya que ellos nos tratan de pijos y esas
cosas. Una familia con bajo nivel socioeconómico, en primer lugar
no debe inculcar al niño odio por la gente que vive bien, ya que
muchos se han labrado una cultura y dinero a base de esfuerzo, otros
por desgracia, a base de robos, estafas etc. Por eso nunca debe
darse la espalda a Dios. En esos casos como en todos los que
aparecen en nuestro camino, la familia debe indicarle al niño que
tal vez no tenga el último modelo de tal juguete pero que tiene el
cariño y el apoyo de sus padres que emana de un Amor con mayúsculas,
de un amor que creó la naturaleza, que nos cuida y nos quiere sea
cual sea nuestra cultura, cuenta corriente etc. Esto es lo que se
nos olvida ya que vivimos preocupados por nuestro puesto de
directivo, nuestra vida social y todo aquello que nos aleja de
cuidar a nuestros hijos. Luego, en cuanto nos enteramos que nuestro
hijo es acosado o es el acosador, nos echamos las manos a la cabeza
y le decimos que se enfrente al “matón” de turno o decimos que
nuestro hijo no tiene ningún problema mental. Claro, nosotros somos
seres pluscuamperfectos que nunca padeceremos nada malo ya que nos
servimos de nosotros mismos, de nuestras importantísimas amistades
que funcionan engrasándolas a base de bienes materiales y que nos
ayudarán a amenazar a profesores y psicólogos que nos digan que
nuestro hijito es malo. Esto es lo que hace daño a nuestro Padre,
que creamos que siendo mafiosos en pequeña o gran escala, somos
inmunes a todo.
Los
niños necesitan ser escuchados, necesitan sentirse queridos en
casa, necesitan conocer a Dios y sobre todo, necesitan confiar en El
y entregarle sus sufrimientos y alegrías. Todos, padre y niños,
necesitamos saber que El de lo malo siempre nos dará algo bueno.
Debemos darle gracias por ello y rezar por los que sufren acoso
escolar y por los que provocan ese acoso. Ponernos en Sus manos y
ayudar a nuestros hijos aunque sea cambiándoles de colegio.
El
acoso escolar no es simplemente un titular de prensa si no algo muy
serio que puede torcer la vida de los niños y familias que lo
padecen. Como siempre, la educación comienza en casa y es algo que
se ha destruido en estos últimos 30 años. Aunque lleguemos
cansados del trabajo o hayas tenido un mal día, nadie tiene que ser
objeto de nuestra ira. Hay que tener paciencia y no estallar ni con
los niños ni con la mujer o el marido y tener en cuenta sus
problemas. Hay que escuchar a los niños y ayudarles para que no se
conviertan ni en maltratadores ni en alcohólicos ni en drogadictos.
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