Golpe contra España y
contra la Constitución. Eduardo
Palomar Baró.
La historia es muy
tozuda, y así, setenta y un años después de aquel tristemente
golpe de Estado protagonizado el 6 de octubre de 1934 por los
socialistas, los de izquierda republicana y los nacionalistas,
intentan volver a las andadas. Sufren amnesia de haber sido
protagonistas de una de las páginas más negras en la historia del
socialismo español, que hizo declarar al propio Indalecio Prieto: “Me
declaro culpable, ante mi conciencia, ante el Partido Socialista y
ante España entera, de mi participación en el movimiento
revolucionario. Lo declaro como culpa, como pecado; no como gloria.
Estoy exento de responsabilidad en la génesis de aquel movimiento;
pero la tengo plena en su preparación y desarrollo”.
O sea que ya en
octubre de 1934, el PSOE y ERC realizaron un golpe de Estado contra
la legalidad republicana. Fue un golpe contra la democracia y contra
el poder legítimo, contra la nación española y contra la
legalidad republicana.
Ahora, en el 2005,
es un golpe también contra la nación española y, contra la
legalidad constitucional, efectuado desde el poder autonómico, que
está en manos de los impresentables Pérez-Díez alias “Carod
Rovira” de ERC y el presidente del PSC y además ‘molt
honorable’, Pascual Maragall, que junto a Juan Saura de ICV-EuiA,
forman el infausto tripartito. Y sobre ellos, el gran culpable de la
actual situación, el irresponsable de la risita talentosa, Rodríguez
Zapatero, el “presidente del peor Gobierno que ha tenido la
democracia”, según afirmó el nada sospechoso Stanley G. Payne,
historiador de la universidad Norteamérica de Wisconsin, el cual añadió
que “a los nacionalismos catalán y vasco sólo les interesa la
independencia”, puntualizando que, “por un lado España estaría
mejor sin Cataluña y el País Vasco, aunque no es menos cierto que
el Gobierno debe hacer frente a sus responsabilidades”.
El periodista
Federico Jiménez Losantos ha escrito: “Estamos ante un golpe de
Estado perpetrado desde el Gobierno de Madrid y desde el Gobierno y
el Parlamento catalanes contra el Estado y contra la Nación española,
frente de su legitimidad, pero perpetrado desde el Poder y no desde
la oposición”.
Hay que tener en
cuenta que este Golpe de Estado del 2005, no es el primero
practicado por el PSOE y ERC, ni es tampoco el primero amparado por
un Rey de España, y como Dios no lo remedie y esa media nación,
como ocurrió en 1934 y 1936, no se resigne a morir, puede ser el último
y definitivo.
Desde que hace
treinta años ‘disfrutamos’ de esa magnífica democracia que
‘nos hemos dado’, no se habían encontrado los ‘ciudadanos y
ciudadanas’ de este país (antes llamado España) con una crisis
institucional como la que se avecina ‘gracias’ a la reforma del
Estatuto catalán (malas lenguas, ‘fascistas’,
‘anticatalanistas’ y ‘anticulés’, lo denominan: “Fututestatut”)
Una de las claves
establecidas por el nuevo ‘Estatut’, es que Cataluña no le debe
nada a España; España, sin embargo, le debe mucho a Cataluña y
está obligada a liquidar su deuda hasta el último aliento. Así
pues, el nuevo encaje (¿de bolillos?) de Cataluña en España ha de
pasar por una nueva revolución estatuaria que convierta al
Principado en un estado independiente, pero manteniendo intactos los
vínculos comerciales (y es que la pela es la pela... o el € es el
€).
Hay unos temas a
dilucidar: ¿Veremos ‘La Vanguardia’ escrita toda ella en catalán?
¿Veremos al ‘més que un club’, del independentista Laporta
(don Calzoncillos) jugar la Liga de fútbol con el Peralada, el
Santboià, el Vilanova, el Rubí y el Palafrugell? ¿Instaurarán la
Copa del Molt Honorable? ¿Qué haremos con el excedente de cava y
de Aromas de Montserrat?
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