HOY
QUIERO SER INGLÉS
Por Luis Carlos.
Los atentados de
Londres han vuelto a poner de manifiesto la calaña del Presidente del
Gobierno Español. El Reino Unido, la sociedad británica y su Primer
Ministro han dado una lección de ética, de firmeza, de verdadera
tolerancia y de patriotismo a la sociedad española y a su gobierno
accidental.
A lo largo de
nuestra dilatada Historia jamás una sociedad y un gobierno habían caído
tan bajo. Jamás tantos españoles se habían sentido avergonzados de
serlo y nunca antes, habíamos tenido que recurrir a referentes históricos
a veces lejanos para poder reivindicar nuestro orgullo patrio. La figura
de los anteriores Presidentes del Gobierno españoles se engrandece
conforme avanza la legislatura de Zapatero y hasta Suárez y Calvo
Sotelo (los dos peores de la democracia sin duda alguna) parecen
alcanzar una dimensión de grandeza desconocida hasta el momento.
La última hazaña
de este individuo que se dice Presidente del Gobierno de España, ha
sido justificar el terrorismo. Por mucho que me estrujo la cabeza soy
incapaz de ver una justificación lógica al fenómeno bárbaro del
terrorismo. Desde luego que hay hambre e injusticias en el mundo, pero
ninguna que justifique que un individuo coloque una bomba con el objeto
de acabar con la vida de inocentes. Cuesta a cualquiera encontrar una
justificación al robo, al asesinato, a las agresiones, pero Zapatero ha
encontrado una justificación al terrorismo. Desde luego, eso denota el
tipo de individuo que nos dirige y el tipo de sociedad enferma que lo
llevó a la Moncloa.
Los británicos de
nuevo han sabido dar una lección de comportamiento. En el Reino Unido
nunca habría habido un día 13 de marzo ni un resultado como el del 14
de marzo. España parece hoy la Francia de 1940. Somos un país en el
que ante las desgracias nacionales nos debilitamos, nos rendimos,
sacamos lo peor de nosotros como sociedad y nos tiramos los trastos
intentando buscar culpables dónde no los hay. Los únicos culpables del
terrorismo son los propios terroristas. Nuestros gobernantes no son más
que el fiel reflejo de la sociedad enferma, o viceversa, el problema es
que nosotros no tenemos un De Gaulle. La impronta de Winston Churchill
dejó una gran huella en la Historia británica. El pueblo británico,
ante la amenaza de Hitler no sonrió y se rindió (como hubiesen hecho
Zapatero y Bono o como hizo Francia), sino que se unió y se fortaleció
en torno y gracias a un hombre de una dimensión histórica colosal para
juntos hacer frente a un común enemigo. Hoy Blair ha sido capaz de
resucitar aquel espíritu y lo ha hecho gracias al apoyo de todos sus
compatriotas, tanto de aquellos que le apoyan políticamente como de la
propia oposición.
España es
diferente y es peor, mucho peor. En España los terroristas consiguieron
todo lo que pretendían: Fracturar a la sociedad española y hacer ganar
las elecciones contra todo pronóstico razonable al Partido Socialista.
Pero todo no llegó de forma espontánea, sino posibilitado por una
sociedad acobardada y demagógica capaz de ceder al chantaje terrorista.
Una sociedad capaz de cualquier cosa con tal de no atraer las miradas
del terrorismo internacional, una sociedad de ignorantes, incapaz de
analizar la gravedad de un fenómeno contra el que no hay cesión
posible, porque cuánto más se ceda más chantajea.
En España
atentaron inmigrantes marroquíes a los que nuestro país había abierto
las puertas, a los que había dado posibilidad de iniciar una vida nueva
alejados de la miseria de un país regido por un sátrapa sin
principios. En el Reino Unido fueron británicos de origen paquistaní,
procedentes de la clase media, amparados por una sociedad abierta y
tolerante a la que responden con sangre. En Nueva York fueron árabes de
alto nivel adquisitivo. Si esta es la miseria de la que habla este patético
individuo conducido por el terrorismo internacional y la ignorancia de
la sociedad a la presidencia del gobierno de España, a sus habilidades
diplomáticas y políticas ahora hemos de añadir una enorme capacidad
de análisis sociológico. Hoy, francamente, quiero ser inglés.....y
supongo que si Felipe II viviese, también lo querría.
16 de Julio de 2.005.-