Tras el
alzamiento del 18 de julio el gobierno del Frente Popular rápidamente organiza
la represión y persecución de elementos “facciosos”, especialmente religiosos,
falangistas, militares y miembros de partidos de derecha. En las primeras
semanas que siguen al fracaso del alzamiento en Madrid, cientos de personas son
asesinadas por los milicianos armados por el gobierno republicano, pero
posteriormente el exterminio de los opositores políticos se organiza rápidamente
a través de la creación de checas, controladas mayoritariamente por PSOE, PCE y
anarquistas, y que llegarán en Madrid a contar con más de un centenar de centros
de detención y tortura.
Las llamadas
milicias populares desbordaron al Gobierno de la República, y no se detuvieron
en la eliminación violenta de sus enemigos políticos. Nombres prestigiosos,
jefes de partido, ex ministros, diputados, prohombres que tanto contribuyeron a
la instauración de aquel régimen, caían a mano airada, asesinados en las sacas
de la cárceles del Madrid rojo.
A partir del 23
de agosto de 1936 Madrid va ser escenario de las matanzas más terribles
acaecidas en ambos bandos de la guerra civil española, y que concluirían en
noviembre de 1936 con la masacre de Paracuellos del Jarama, en cuyas fosas
comunes descansan unas 8.000 víctimas asesinadas por el gobierno republicano del
Frente Popular. El balance del terror rojo desatado en Madrid durante aquellos
cuatro meses se cierra con la terrible cifra de más de 12.000 personas
asesinadas. El mayor número de víctimas represaliadas durante toda la guerra
civil.
ARRIBA
Las matanzas
masivas organizadas comienzan en la Cárcel Modelo madrileña. En ella habían sido
confinados los elementos desafectos al régimen republicano. El órgano
informativo de la en teoría moderada Izquierda Republicana, “Madrid
Política”, definía así a los allí encarcelados: «… varios curas,
castrenses o civiles, y como cumple a su oficio, gordos y lustrosos, salvo rara
excepción… Sin afeitar la mayoría, no se diferencian gran cosa de los presos
vulgares. El aire distinguido se lo daba la ropa o el uniforme… Hablan poco,
meditan mucho y sollozan bastante… En otras galerías… albergan más fascistas de
los comprometidos en la rebelión y otros que fueron apresados antes de que
aquélla estallase, como los directores falangistas Ruiz de Alda y Sánchez Mazas.
Y existen, por fin, los presos políticos. Antiguos y recientes. Los más
notorios, de los últimos, son el Dr. Albiñana, D. Melquíades Álvarez y Martínez
de Velasco. El tercero sólo ha pasado—con la de hoy—tres noches en el «abanico».
¡Lástima que Lerroux y Gil Robles no les puedan hacer compañía!…».
A partir del día
17 de agosto el Subdirector de la prisión anunció a los reclusos que, por orden
del ministro de la Gobernación, los milicianos tendrían competencias sobre su
seguridad y entrarían para cachear a los presos de significación derechista.
La orden provenía de la Dirección General de Seguridad, y fue encomendada a
varios chequistas como Felipe Emilio Sandoval, un militante de la CNT, que
hasta la fecha del alzamiento cumplía condena como autor de diversos atracos a
mano armada y que operaba desde la checa de Fomento o Elviro Ferret Obrador,
perteneciente a la checa que funcionó en las calles del Marqués de Cubas, número
19, y Montera, número 22. Los milicianos entraron en la prisión y procedieron a
efectuar un registro general, insultando y amenazando de muerte a los reclusos y
robándoles ropas y los objetos de valor que poseían. El día 20 de agosto se
repitió el registro, al que asistieron varias milicianas, que animaron a los
presos comunes a atacar a los políticos. Entre los “valerosos luchadores por la
libertad que se enfrentaban a los fascistas” cabe destacar al miliciano
anarquista Santiago Aliques Bermúdez, conocido malhechor, de quien obran los
siguientes antecedentes: Reclamado por la Autoridad judicial desde el año 1920,
nueve veces por hurto, tres por estafa, dos por atentado, dos por usurpación de
funciones, uno por lesiones, uno por malos tratos, uno por abusos deshonestos y
uno por robo a mano armada, habiendo sido condenado en el año 1925 a ocho años,
cuatro meses y ocho días de presidio por hurto, atentado y usurpación de
funciones.
En contraste,
entre los “delincuentes fascistas” confinados estaban Melquíades Álvarez, de 72
años, Decano del Colegio de Abogados de Madrid, fundador del partido de
centro-derecha Partido Republicano Liberal Demócrata y ex Presidente del
Parlamento; Ruiz de Alda, fundador de Falange y héroe del “Plus Ultra”;
Fernando Primo de Rivera, militar y médico que había cometido el grave delito de
ser hermano de José Antonio y creer en el falangismo; Manuel Rico Avello, ex
Ministro y ex Alto Comisario de España en Marruecos durante la República y
Diputado a Cortes en 1936; Ramón Álvarez Valdés y Castañón, ex Ministro de
Justicia de la República, miembro del Partido Republicano Liberal Demócrata y
Diputado a Cortes en 1936; José María Albiñana, Abogado, Médico y Diputado a
Cortes en 1936; Martínez de Velasco, ex ministro de la monarquía y diputado.
Ninguno de ellos sobrevivió al “ansia de democracia” que los milicianos
republicanos iban a demostrar los días 22 y 23 de agosto.
Tras un nuevo
registro que se suspendió el 21 de agosto, los chequistas regresaron el 22, y
con la disculpa de un incendio provocado por los presos comunes, que ahora se
proclamaban presos antifascistas y reclamaban libertad absoluta, propagaron la
noticia de que los presos fascistas querían fugarse y para evitarlo, llamaron a
más milicianos, acudiendo a los alrededores de la Cárcel Modelo grupos de
milicias de todas las significaciones frentepopulistas, que ocuparon las azoteas
de las casas inmediatas y penetraron en el interior de la prisión, mientras las
turbas extremistas pretendían asaltar el edificio, para acabar con los presos
desafectos al Frente Popular.
Al comenzar el
incendio, los funcionarios de la prisión dieron aviso de lo que ocurría a las
autoridades y al parque de bomberos, acudiendo el director general de Seguridad
y el de Prisiones y, más tarde, el Ministro de la Gobernación, general Sebastián
Pozas, observando todos ellos una actitud pasiva, sin adoptar medida alguna,
para evitar los sucesos que se avecinaban. Los bomberos sofocaron el incendio;
pero los milicianos, que se adueñaron completamente del edificio, teniendo como
cabeza visible al dirigente socialista Enrique Puente, pusieron en libertad a
los presos comunes, que asaltaron el almacén de víveres, el economato y las
oficinas; comenzaron a hacerse disparos con ametralladora desde los edificios
contiguos contra el patio donde se encontraban numerosos presos políticos,
matando a algunos de ellos.
Expulsados los
funcionarios de Prisiones, los milicianos encabezados por el socialista Enrique
Puente, hicieron una selección de unos treinta y dos presos, que durante la
tarde del 22 y madrugada del 23 fueron siendo asesinados en atención a su
condición de militares o significación política, por un comité revolucionario
integrado por socialistas, comunistas y anarquistas Hasta el día 25 de agosto no
se autorizó por parte del gobierno republicano la vuelta de los funcionarios de
prisiones, y aún así con la orden expresa de estar subordinándolos en todo, al
criterio del comité revolucionario de los milicianos.
El régimen del
comité de control miliciano de la cárcel se mantuvo hasta la evacuación completa
de la prisión en 16 de noviembre de 1936. Durante todo aquel tiempo la cárcel
Modelo operó como centro de detención político, que periódicamente sufría sacas,
en las que víctimas eran “paseadas”. Las operaciones de “limpieza de fascistas”
de la Modelo sólo terminaron tras el escándalo de las fosas comunes de
Paracuellos de Jarama. |
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ARRIBA
Nació
el 8 de agosto de 1881 en Ordes (La Coruña), hijo del
comandante del puesto de la Guardia Civil de ese lugar. De
niño fue a Cuba, regresando en 1889. Se licencia en Derecho
y ejerce la abogacía en La Coruña, desempeñando la cátedra
de Legislación Mercantil y Legislación Marítima en la
Escuela de Comercio de La Coruña y en la de Vigo. Además fue
director de la Escuela Náutica coruñesa.
Políticamente, perteneció primeramente al “Partido Republicano
Autónomo” de La Coruña, del que era secretario en 1908, y, en la
segunda década del XX, se integra en el Partido Republicano
Radical de Alejandro Lerroux. A raíz de la huelga general de
1917 será encarcelado. Fue concejal de La Coruña en varias
legislaturas, ocupando la alcaldía entre los años 1918-1919.
Participó en el Pacto de Lestrove que tuvo lugar en el pazo de
Hermida, en la localidad coruñesa de Lestrove, el día 26 de
marzo de 1930 entre políticos galleguistas y republicanos
gallegos. Asistieron unas cincuenta personas, pertenecientes a
la ORGA (Organización Republicana Galega Autónoma), dirigida por
Santiago Casares Quiroga, radicales cuyo líder en Galicia era
Abad Conde, federales y radical-socialistas, siendo el resultado
la creación de la Federación Republicana Gallega, en la que se
integraron los partidos participantes, con el objetivo de la
proclamación de un régimen republicano y la consecución de un
Estatuto de Autonomía para Galicia.
Con la llegada de la II República fue nombrado subsecretario del
Ministerio de Comunicaciones. En las elecciones a Cortes
Constituyentes de 1931 se presentó por La Coruña, pero no
resultó elegido; sin embargo, en la repetición de las elecciones
en Lugo, unos meses después, salió diputado por esa provincia.
En julio de 1933 es elegido vocal del Tribunal de Garantías
Constitucionales y, a finales de ese año –luego de no salir
elegido en las elecciones generales de 1933– es nombrado
presidente del Consejo de Estado.
Fue iniciado en la logia “Hispano-Americana nº 379” de Madrid,
con el nombre simbólico de Justicia, siendo exaltado al grado
2º, el 22 de enero de 1920 y al 3º, el 17 de julio de 1921. El
20 de febrero de 1925 consigue el grado 18º y, hacia 1930, el
grado 33º.
En la ciudad de La Coruña formó parte de la logia “Suevia nº 4”,
e impulsó la fundación de las logias “Curros Enríquez” (La
Coruña) y “Libredón” (Santiago).
En 1928 fue representante de la “Gran Logia Regional del
Noroeste de España” en la VII asamblea anual del “Gran Oriente
Español”, celebrada en Gijón (Asturias) y, en agosto de 1931,
figura como suplente en la Comisión Permanente del “Gran Consejo
Federal Simbólico del G.O.E.”. En 1933 trabajará en la logia “La
Unión nº 9” de Madrid y en el Soberano Capítulo Rosa-Cruz
“Esperanza nº 8”.
En mayo de 1933 es vocal de la Junta reorganizadora de la “Liga
de los Derechos del Hombre” y, al mes siguiente, solicita a las
logias “Unión” y “Esperanza” la columna de retiro y plancha de
quite, pasando a “sueño masónico”.
En julio de 1933 fue elegido vocal del Tribunal de Garantías
Constitucionales y, a finales de ese año –luego de no salir
elegido en las elecciones generales de 1933– es nombrado
presidente del Consejo de Estado. Será también presidente del
Patronato para la Incautación de los bienes de los jesuitas.
A principios de 1935, en uno de los gobiernos Lerroux, es
designado ministro de Marina. Durante su gestión al frente de la
mencionada cartera –del 23 de enero al 3 de abril de 1935– se
elaboró un plan de modernización naval, publicado en el diario
oficial el 6 de abril de dicho año. El denominado Plan Abad
Conde comprendía la construcción de 2 minadores, 6 torpederos,
12 moto lanchas, 12 lanchas torpederas, 8 dragaminas, 12
submarinos, 12 barcazas y cantidades importantes de minas,
instalaciones antisubmarinas, sistemas radiogonométricos,
armamentos, etc. También preveía la modernización de las
unidades ya existentes, empezando por los dos acorazados en una
primera fase y siguiendo luego con los cruceros y destructores.
El Plan –cuyo importe total ascendía a unos 450 millones de
pesetas a repartir en cinco años– era absolutamente irrealizable
en las condiciones político-sociales en que se encontraba
España, por lo que el posterior ministro Antonio Royo Villanova
lo redujo a la más sensata pero ridícula pretensión de dos
minadores, que una vez realizados serían el “Marte” y el
“Neptuno”.
En agosto de 1935, luego de abandonar el ministerio, Abad Conde
fue nombrado catedrático de Filosofía del Derecho de la
Universidad de La Laguna (Tenerife) pero renunció ante las
presiones recibidas.
En 1936 se presenta a las elecciones generales de febrero por el
Partido Radical pero, de nuevo, no resulta elegido.
Luego del Alzamiento militar del 18 de julio de 1936, es
detenido y enviado a la cárcel de Porlier, a pesar de ser un
preclaro republicano, siendo asesinado en los sótanos de dicha
cárcel madrileña el 10 de septiembre de 1936 –junto a Fernando
Rey Mora y al religioso Leandro Arce–, por guardias de asalto y
milicianos.
Nació en Aranda de Duero (Burgos) en 1875. Abogado y político.
Letrado del Consejo de Estado y miembro del Partido Liberal
Demócrata de Melquíades Álvarez. En la monarquía de Alfonso XIII
fue diputado a Cortes, senador del Reino y subsecretario del
Ministerio de Gracia y Justicia. Durante la Segunda República
fue Ministro de Estado y alcalde de Madrid.
Tras la proclamación de la Segunda República, en 1931,
reorganizó el Partido Agrario Español. Diputado en las Cortes
Constituyentes por Burgos. Reunió diversos grupos bajo el lema
“Religión, familia y propiedad”. En 1933 volvió a ser elegido
diputado y fue nombrado vicepresidente de las Cortes
republicanas.
En 1934 fue alcalde de Madrid durante unos días, tras la
destitución de Pedro Rico.
Nombrado ministro sin cartera en el gobierno de Alejandro
Lerroux, desde octubre de 1934 a abril de 1935.
La idea del gran ministerio fue en su día lanzada por la Lliga
Regionalista, (partido político de Cataluña fundado en 1901, de
ideología conservadora y democristiana y que desarrolló un papel
protagonista en Cataluña hasta el estallido de la Guerra Civil).
Dicho partido se encontraba preocupado por el posible
nombramiento de Manuel Portela Valladares para el cargo de
presidente de la Generalidad de Cataluña y gobernador de
Cataluña.
El 6 de enero de 1935 se hace pública la dimisión de Martínez
Velasco, que ya estaba latente desde hacía bastantes días.
“Hoy se ha hablado mucho del señor Martínez de Velasco, no sólo
a causa de su dimisión, sino porque se ve que este señor está
desencadenando un juego político de la mayor importancia... se
ha convertido en campeón de la necesidad de formar un ministerio
de grandes personalidades. En este sentido... trabaja
constantemente con su conocido realismo. Este señor, que no es,
un hombre brillante, es, por el contrario, un hombre tenaz y
activo. Su teoría es que, en este país, hay hoy tal cantidad de
problemas importantes, que sólo los pueden afrontar, con
posibilidades de éxito, un gran ministerio”.
Ministro de Industria, Comercio y Agricultura con Joaquín
Chapaprieta (de septiembre a octubre de 1935) y ministro de
Estado (Asuntos Exteriores) con Chapaprieta y Portela Valladares
(octubre de 1935).
En la culminación de su carrera política, el 10 de diciembre de
1935, recibe encargo del Presidente de la República para formar
gobierno, pero desiste para recibir la cartera de Ministro de
Estado en el gobierno de Portela Valladares, formado el 14 de
diciembre de 1935 hasta febrero de 1936.
Al declararse la Guerra Civil Española fue detenido por
milicianos republicanos y llevado preso a la Cárcel Modelo de
Madrid, donde sin juicio ni causa sumarísima, fue ejecutado el
23 de agosto de 1936 junto a Melquíades Álvarez, Manuel Rico
Avello, Fernando Primo de Rivera y Julio Ruiz de Alda.
ARRIBA
Nació
el 20 de diciembre de 1886 en la aldea de Villanueva, pueblo
de Previas, parroquia ésta perteneciente al concejo o
municipio de Valdés, cuya capital es Luarca. Sus padres, Don
José Rico y García-Lañón y Doña Dolores Avello y Suárez,
tuvieron once hijos. Hace sus estudios primarios en
Villanueva y a los 10 años comienza el bachillerato en
Luarca; pero en 1901 se traslada a Madrid, aparentemente
para profundizar las matemáticas a instancias de su padre,
que deseaba orientarle hacia la carrera de Ingeniero
Agrónomo. Sin embargo no son las matemáticas su dedicación
en Madrid, sino el meritoriaje periodístico, desde donde se
asoma a la política a través del Círculo Republicano del
Horno de la Mata.
Vuelve a Asturias en 1904 y al año siguiente
saca el Título de Bachiller y comienza los estudios de Derecho
en la Universidad de Oviedo, obteniendo la Licenciatura el 12 de
junio de 1908, calificado de Sobresaliente con Premio
Extraordinario. En 1908 y 1909 hizo estudios de Doctorado en
Madrid, donde tuvo ocasión de relacionarse con Don Gumersindo de
Azcárate, que le ayudaría a conseguir una beca de la Junta de
Ampliación de Estudios, para realizar una corta estancia en
Francia. Consigue el Doctorado y ya de vuelta en Asturias
comienza su carrera de abogado.
El 5 de junio de 1915 contrajo matrimonio con
Doña Castora Rico Rivas, de cuyo fruto nacieron sus tres hijos:
Elisa, Carlos y Pablo.
Entre 1914 y 1918 la minería de la hulla
asturiana se desarrolló aprovechando la neutralidad española en
la 1ª Guerra Mundial; pero al recuperarse las exportaciones
británicas a partir del final de la guerra, los conflictos
sociales, de un sector tan sensible como éste, se vieron
agravados por la crisis económica, que se produjo como
consecuencia de la competencia exterior. En estas
circunstancias, la labor mediadora de Rico Avello no pudo
mantenerse al margen de las controversias políticas de la época.
Entre 1920 y 1923 Rico Avello se une al
movimiento regionalista asturiano para recabar la protección del
carbón de Asturias mediante aranceles a las importaciones del
competidor inglés. De este modo resultó elegido en 1921 Diputado
Provincial por el Partido Reformista de Melquíades Álvarez y a
pesar del paréntesis que la dictadura significó para estas
actividades, continuó su adscripción a esta corriente política
hasta poco antes de su concurrencia en 1931 a las elecciones
para las Cortes Constituyentes de la Segunda República, donde
salió elegido diputado por la circunscripción de Oviedo, a las
que se había presentado como independiente por la Agrupación al
Servicio de la República, de la que formaban parte Gregorio
Marañón, Ramón Pérez de Ayala y José Ortega y Gasset.
El 25 de febrero de 1932, haciendo honor a unos
compromisos sociales que siempre formaron parte de su labor
política, Rico Avello defendió y obtuvo, ante las Cortes
constituyentes de la República, “la exención de los impuestos
que gravan a las personas jurídicas del Orfanato de Mineros
Asturianos”, dedicando un recuerdo a D. Manuel Llaneza,
socialista dirigente de los mineros que estuvo ligado a su
creación.
Durante estos años mantuvo constantes relaciones
con los dirigentes sindicales del socialismo asturiano; primero
con Manuel Llaneza y más tarde con Ramón González Peña, que
acabaría siendo el máximo dirigente del movimiento
revolucionario de 1934.
Fue nombrado ministro de Gobernación en el
gobierno que entre el 8 de octubre y el 16 de diciembre de 1933
presidiría Diego Martínez Barrio, cartera que volvería a ocupar
en el siguiente gabinete que bajo la presidencia de Alejandro
Lerroux se formaría a continuación.
El 23 de enero de 1934 abandonaría la cartera de
Gobernación para ocupar el cargo de Alto Comisario del
Protectorado español en Marruecos, desde donde promovería la
expedición por la que Osvaldo Capaz Montes tomaría Ifni.
Entre el 30 de diciembre de 1935 y el 19 de
febrero de 1936 formaría parte del gobierno de Manuel Portela
Valladares como titular del Ministerio de Hacienda.
En las elecciones de 1936 volvería a ser elegido
diputado a Cortes, esta vez por la circunscripción de Murcia y,
cuando estalla la sublevación militar del 18 de julio de 1936,
es detenido y encarcelado en la galería de presos políticos de
la cárcel Modelo de Madrid, de donde será sacado por milicianos
marxistas en la madrugada del 23 de agosto de 1936, siendo
posteriormente asesinado en la Pradera de San Isidro de Madrid.
ARRIBA
El
14 de Agosto de 1936, a las 9:30 de la noche, se presentaron
en nuestro domicilio, Ruiz de Alarcón 13, milicianos y
policía de la Dirección General de Seguridad para efectuar
un registro. Rico Avello se opuso a ello, alegando su
condición de Diputado y el artículo 56 de la Constitución:
“...Los Diputados solo podrán ser detenidos en caso de
flagrante delito y la detención será comunicada
inmediatamente a la Cámara y a la Diputación
Permanente...”. Pero no consiguió más que autorización
para hablar por teléfono con el Subdirector General de
Seguridad, que le tranquilizó y rogó que accediera al
minucioso registro y... expolio.
Rico Avello tenía muchísimos documentos y
papeles de sus actividades políticas, desde el año 1931.
Encontraron cartas de Mola, Gil Robles, Muñoz Grandes, Franco,
Miaja, López Ochoa, etc. etc. y con estos “testimonios
convincentes” y un cuadernillo mío, en el que apuntaba el
horario de las emisiones de Radio y ondas de Sevilla, Burgos,
etc. el policía García Atadell y el responsable de las Milicias
Elviro, consideraron que debían trasladarnos a la Dirección
General de Seguridad, que tenía la sede en un viejo casón de la
calle de Infantas esquina a Víctor Hugo.
En un turismo “nos metieron” con el sanguinario
García Atadell y el militante de CNT-FAI Elviro, que en el corto
trayecto hasta la Dirección ya mostró irritación, violencia y
resentimiento diciéndole a mi padre que “...había sido el
verdugo de la Democracia...”, y otras monstruosidades,
recordando sus intervenciones como ministro de la Gobernación y
la amistad que le unía con generales que se habían alzado contra
la República.
Llegamos a la Dirección y pasamos, directamente,
al despacho del Subdirector Carlos de Juan –recuerdo que se
tuteaba con mi padre– el cual, muy nervioso e inseguro, expuso
su contrariedad y la enorme responsabilidad que se arrogaba.
Trataba de evitar otro crimen político más por milicias
incontroladas (Calvo Sotelo estaba en el ánimo de todos) y el
Gobierno estaría mas tranquilo teniéndolo en una celda de la
Prisión Celular de Madrid (Galería de Políticos). Es decir,
según la versión oficial era detenido con la mejor intención y
para salvar su vida. Yo, como tenía amigos “fascistas” –me
reunía con algunos condiscípulos para estudiar, en el café del
Price– y oía a Queipo de Llano casi todas las noches, era reo de
culpa e iría también a purgar mis pecados en la cárcel, con la
amargura y preocupación que esto significó para mi padre. Yo era
un mozo de 19 años.
Una hora u hora y media permanecimos en la
Dirección General de Seguridad: el tiempo justo para las
formalidades de rigor y oír nuevamente las tendenciosas y
mendaces acusaciones de Elviro. Se redactó y entregó a los
policías acompañantes, una Orden para el Director de la Prisión
Celular.
En una noche oscura subimos al “furgón celular”,
sin visibilidad ni posibilidad de orientarnos, oyendo en los
controles callejeros pedir “la consigna” para circular; creo que
seguimos la Gran Vía y calle de la Princesa para llegar al
tristemente célebre penal de la Moncloa, donde nos retuvieron
más de una hora con diligencias (huellas dactilares, depósito de
objetos personales, canje de dinero por vales, expedientes de
prisión, etc.). Serían aproximadamente las tres de la madrugada
del 15 de Agosto cuando por una estrecha escalera de madera
carcomida entrábamos en la "Galería de Políticos". Las celdas
estaban todas ocupadas, y se había habilitado en zonas de
trasteros y desvanes, sitio para ocho o diez camastros. Nuestros
compañeros de prisión dormían, pero recuerdo que mi padre, esa
madrugada, ya habló con Melquíades Álvarez, Martínez de Velasco,
Álvarez Valdés y Serrano Suñer. Al día siguiente, la Prensa daba
la noticia.
Sin embargo, estas mentiras como justificación a
nuestra detención son nonadas ante la inquina, agresividad y
perversa intención del artículo o editorial anónimo del diario
“Claridad” titulado: “Galería de Traidores: Rico
Avello el ambicioso tardío”. Los milicianos de la CNT-FAI no
necesitaban este recordatorio.
En “la Modelo”, en el mes de Agosto de 1936,
estaban aquellos que el Gobierno quería “proteger” e impedir su
“paseo” y asesinato. Políticos y falangistas (Galería de
Políticos) y militares (1ª Galería). Recuerdo a Melquíades
Álvarez, Martínez de Velasco, Álvarez Valdés, Albiñana, Serrano
Suñer, Santa Engracia, Raimundo Fernández Cuesta, Ruiz de Alda,
Fernando Primo de Rivera, de la Cuerda, Aguilar, Salazar, Sancho
Dávila; los generales Fanjul, Villegas y Capaz, el Almirante
Salas, el coronel Muñoz Grandes y un largo etcétera.
En los siete días de “protección y seguridad”,
que generosamente nos concedió el gobierno de la República del
Frente Popular, distraíamos el ocio, aburrimiento y preocupación
hablando, leyendo, estudiando, jugando a las cartas o al
ajedrez. Fernando Primo de Rivera trabajaba en su “tesis
doctoral”, que le dirigía Marañón; Albiñana en unas “Memorias” y
disfrutábamos de algunas horas de paseo y aire libre en un patio
pequeño y exclusivo para la galería de políticos. Los militares
hacían algún ejercicio físico para desentumecerse en otro más
amplio, dominado por algunas casas de vecindad de calles
próximas.
Comíamos de latas o fiambre, algo que nos traía
la familia o algún plato caliente que nos servía –autorizados
por los Oficiales de Prisiones– una “tasca” o taberna cercana
que se llamaba “Casa Manolo”. El rancho carcelero era incomible,
salvo el día de cocido.
Una tarde, el 22 de Agosto, los milicianos se
apoderaron de la Prisión Celular, atribuyendo a los políticos,
militares y fascistas intenciones de incendiar la cárcel y
evadirse. Lo cierto es que el diario “Claridad” y otros
periódicos de extrema izquierda ya venían excitando los ánimos e
instigando al asalto y al crimen, en una campaña de prensa de
triste recuerdo: “La Cárcel Modelo es un nido de fascistas y
el Pueblo tiene el derecho a entrar en todas partes y en la
Cárcel Modelo con mayor razón...”
Y entraron, nos vejaron, amenazaron y robaron.
Maniatados, de dos en dos, nos hicieron bajar a la Galería 1ª
ordenándonos, con gritos, insultos y golpes que permaneciéramos
a oscuras, sentados o en cuclillas en el duro suelo de cemento
vigilados, exhibidos –como si de un “zoo” se tratase– ante
milicianos, de ambos sexos, que en dos ocasiones simularon
ametrallamientos en masa, iluminándonos con linternas para
“ver la cara que poníamos”. La noche fue trágica, infernal y
quien haya sobrevivido jamás podrá olvidarla, puesto que ante
nosotros fueron sacados violentamente y llevados a los sótanos
las segundas víctimas de los asesinatos; antes habían matado, en
el patio a algunos militares.
Hay que aclarar y matizar en estos sucesos, en
la noche atroz del 22 y madrugada del 23 de agosto, que han
tenido amplia difusión y que han sido erróneamente relatados
hasta por testigos presenciales. Yo he tenido que rectificar
versiones aparecidas en la Prensa; la última el 15 de abril de
1986 en carta al Director de “Época”.
Serrano Suñer, por citar un ejemplo, creía que
Rico Avello fue asesinado en los sótanos de la Modelo, olvidando
que estuvo muy cerca de él toda la noche; esas largas horas en
las que oíamos los disparos que acabaron con la vida de amigos y
compañeros de la Galería de Políticos; las horas interminables
en que nuestra vida dependía del capricho o del sadismo de unos
criminales; los angustiosos momentos en los que presencié como
enloquecía de terror el director gerente de la Editorial Reus, o
como Sancho Dávila era liberado de una muerte segura por la
intervención del Cónsul de Cuba, que lo consigue sacar de la
Cárcel.
Pues bien, en las matanzas de la Cárcel Modelo
hay cuatro aspectos diferentes, todos trágicos y criminales:
1º.- Tiroteos y ametrallamientos hacia las
19 horas del 22 de agosto, desde las azoteas de algunas
casas (calles de la Princesa, Romero Robledo y Benito
Gutiérrez) a los militares que se encontraban fuera de las
celdas, en el patio exterior de la 1ª Galería.
Pudo ser una “matanza masiva” y no hubo más
muertos gracias a la serenidad y previsión de Capaz, Muñoz
Grandes, etc. que buscaron enseguida “ángulos muertos”
consiguiendo, apretados en grupos desenfilarse de la caza
del hombre. Sin embargo en los primeros momentos de
confusión murieron, en el patio, Chacel, Espinosa y
Fernández Herín; y fueron heridos grave o levemente quince
más, algunos amigos míos, el capitán médico Jiménez Urtasun
y el comandante de artillería Galbis.
En el patio de la Primera Galería se
encontraban disfrutando del aire libre, esta vez nunca mejor
llamado “paseo”, todos los militares detenidos en el Cuartel
de la Montaña: batallón ciclista de Alcalá de Henares,
Escuela de Tiro, Artillería de Getafe y Vicálvaro,
Regimiento de Wad Ras, etc. etc. Es decir en el patio
ametrallado estaban Fanjul, Capaz, Muñoz Grandes, Quintana,
Rojo, Ortiz de Landázuri, Ramírez, Castillo Olivares, Tulio
López Ruiz, Cañedo Argüelles, Esquivias, Bouthelier, etc.
Entre estos generales, jefes y oficiales, casi todos los
citados son condenados a muerte, en simulacros de juicios
legales, en las postrimerías de agosto y primera quincena de
septiembre.
2º.- Asesinatos en los sótanos de la Cárcel,
en la noche del 22 de Agosto.
Estos crímenes, con premeditación y
alevosía, se cometieron entre las 21-22 horas. Los primeros
mártires fueron Melquíades Álvarez, Martínez de Velasco,
Álvarez Valdés, Ruiz de Alda, Albiñana, Fernando Primo de
Rivera y el conde de Santa Engracia.
3º.- Sacados de las celdas en que habíamos
sido encerrados en la madrugada del 23 de Agosto y
asesinados en la pradera de San Isidro. En las tapias de la
Sacramental, a escasos metros de la Ermita del Santo
Patrono, milicianos de CNT-FAI fusilaron y remataron, con el
tiro de gracia, a Rico Avello y los generales Capaz y D. de
Villegas.
4º.- Juzgados, con hipócrita y aparente
legalidad, por Tribunales Populares y condenados a muerte
(Agosto-Septiembre, 1936), Salazar Alonso, Fanjul, Quintana,
Ramírez, Cañedo Argüelles, Villen, López Ruiz, etc. etc.
Aproximadamente, fueron asesinados,
ametrallados, fusilados y torturados en los patios, sótanos
de la cárcel o en lugares del exterior 13-15 reclusos
políticos, militares y falangistas.
Milagrosa e inexplicablemente, sobrevivirán
a estas salvajadas y crímenes incalificables Ramón Serrano
Suñer, Agustín Muñoz Grandes y Raimundo Fernández Cuesta.
Estos fueron, resumiendo, los trágicos sucesos
de la Cárcel Modelo.
Al conocer la noticia, Indalecio Prieto,
abrumado dirá: “... así es como se pierde la guerra,
la libertad y la democracia...”, porque el Gobierno de la
República del Frente Popular que no quiso o no pudo evitar las
matanzas lo presidía un intelectual universitario: el profesor
Giral (del 19-7-36 al 5-9-1936) y los ministros de la
Gobernación y de la Guerra eran Pozas y Castelló, prestigiosos
militares con mando en plaza.
Ningún ministro de este Gobierno (Giner de los
Ríos, Barcia, Barnés, etc.) dimitió o insinuó que con las
razones del crimen y la violencia se llega a la vesania e
irracionalidad.
Lo cierto es que el 22-23 de agosto de 1936 no
había Gobierno, dominaban el caos y la anarquía y la situación
todavía se agravará en el mes de Noviembre de 1936, cuando es
presidente Largo Caballero y se producen las matanzas en
Paracuellos del Jarama, donde serán asesinados los
supervivientes (de “Políticos” y Galería 1ª) y otros detenidos
en las cárceles de Porlier y San Antón. Somos muy pocos los que
lo podemos contar... si bien el que más sabe de esto es Santiago
Carrillo, prohombre de la transición democrática en la Monarquía
Constitucional española.
El cadáver de Rico Avello, recogido en la mañana
del 23 de agosto por el camión de basura del Ayuntamiento, fue
depositado en la calle de Santa Isabel, donde eran llevados
todos los que se encontraban por los alrededores de la capital
(Sacramental, Ciudad Universitaria, Dehesa de la Villa, Barajas,
Fuencarral, etc. etc.).
En la Facultad de Medicina de San Carlos, se
encontraba el profesor Auxiliar de Medicina Legal Doctor Blas
Aznar, que como buen asturiano conocía a Rico Avello.
Blas Aznar –que intervino con el profesor Piga,
para aclarar científicamente el asesinato de Calvo Sotelo– es la
persona que me proporcionó datos, hechos, vivencias, que nunca
hubiera conocido y es él –al fin de la guerra– quien me entregó
las fotografías que hizo del cadáver de mi padre en el Depósito
de Santa Isabel y que yo incorporé a los expedientes de la Causa
General.
Aznar, con el que me unió desde entonces una
entrañable amistad, me dijo que el camión del Ayuntamiento
recogió los cuerpos de Rico Avello, Capaz y Villegas en las
tapias del cementerio de San Isidro (todavía hay una Cruz que
recuerda esos y otros asesinatos) y me informó que el cadáver de
mi padre había sido inhumado en el cementerio de la Almudena
porque fue reclamado por un “Sereno del Comercio”, un asturiano
anónimo que le dio entierro en modestísima caja de pino.
ARRIBA
Nació
en Gijón el 17 de mayo de 1864. Estudió Derecho en la
Universidad de Oviedo, consiguiendo licenciarse en 1883.
Tras un primer intento fallido, ganó la cátedra de Derecho
Romano de la Universidad de Oviedo en 1889, en cuyo
ejercicio tomó contacto con el grupo de profesores que
promovieron la Extensión Universitaria, inspirados por la
Institución Libre de Enseñanza. Fue además decano del
Colegio de Abogados de la capital asturiana.
Se presenta a las elecciones a diputados a
Cortes de 1898 por la circunscripción de Oviedo, en sustitución
de Manuel Pedregal, candidato del republicanismo tradicional.
Obtiene el respaldo del electorado, pero las presiones del
conservador Alejandro Pidal y Mon hacen que su puesto sea
declarado vacante, impidiéndosele ocupar su escaño. En 1901 se
presenta nuevamente, concitando un apoyo ferviente por parte del
republicanismo urbano de Gijón y Oviedo y sentándose finalmente
en el Parlamento, donde pasa a engrosar el grupo del Partido
Unión Republicana, liderado por Nicolás Salmerón.
En las elecciones de 1909 se traba una alianza
entre republicanos y socialistas que concurrirán conjuntamente a
las mismas, a resultas de la cual Pablo Iglesias se convertiría
en el primer diputado socialista de la historia de España.
En 1912, en el escenario del palacio del Retiro
de Madrid, se funda el Partido Reformista, promovido por el
propio Melquíades Álvarez. Esta nueva formación, que contó
inicialmente con el apoyo de numerosos intelectuales como Ortega
y Gasset, Galdós o Américo Castro, incorporaba un planteamiento
accidentalista con respecto a la forma de gobierno que se
traducía en reconocer la institución monárquica siempre y cuando
ésta se regenerase mediante una nueva constitución que pusiera
punto final al régimen de la Restauración. La conjunción
republicano-socialista se mostró reticente con respecto al nuevo
partido y, aunque ello no fue óbice para su apoyo a la huelga
general de 1917, Melquíades Álvarez había iniciado una evolución
ideológica, abandonando el discurso fervientemente republicano
de su juventud, que determinó la ruptura de la conjunción y
ulteriormente su connivencia con la monarquía.
Así, en 1923, en el marco de las tensiones
derivadas del desastre de Annual, que llevaron a la formación de
un gobierno de concentración nacional, aceptó la presidencia del
Congreso de los Diputados que le ofrecía Alfonso XIII. Un
importante sector de sus seguidores reprobó este cambio de
posición, considerado por muchos como una traición, y fueron
abandonando paulatinamente las filas del reformismo para
ingresar en formaciones estrictamente republicanas.
Durante la dictadura de Primo de Rivera,
Melquíades Álvarez se opuso al golpe militar y redactó un
manifiesto en 1926 en conjunción con un grupo de políticos
monárquicos defensores del sistema constitucional. Participó en
la “Sanjuanada” y en todos los actos que buscasen socavar la
dictadura en aras al restablecimiento de un orden constitucional
de carácter monárquico.
En la campaña que precedió a la instauración de
la República figuró en el grupo llamado “constitucionalista”.
Fue elegido para las Cortes Constituyentes, en las que se mostró
contrario al Estatuto Catalán, interviniendo también en otros
importantes debates.
Con el advenimiento de la II República el 14 de
abril de 1931, el Partido Reformista que lideraba fue
reconvertido en el Partido Liberal Demócrata. No obstante, sus
apoyos decrecieron significativamente y quedó desacreditado a
ojos de las fuerzas obreras y de las republicanas, que incluso
le responsabilizaron de la tentativa de golpe de estado del
general Sanjurjo en 1932.
Formó coalición con Acción Popular para las
elecciones de 1933 y, aunque rehusó el cargo de ministro, varios
miembros de su partido sí entraron en el gobierno de Lerroux.
Al iniciarse la Guerra Civil fue detenido, y
ejecutado en la Cárcel Modelo de Madrid el 22 de agosto de 1936.
Testigos presenciales de aquella horrible matanza aseguran que
los últimos momentos de Melquíades Álvarez se distinguieron por
una gran dignidad y una serenidad magnífica, a prueba de los
trances más difíciles.
ARRIBA
Nació
en Pola de Siero (Asturias) en 1866. Cursó la carrera de
Leyes en Oviedo y se licenció en Derecho Civil y Canónico.
Trasladado a Madrid, se doctoró en aquella Universidad
Central.
En 1890 ingresó con el número 1 en el Cuerpo de
Aspirantes a Judicatura para oposiciones al servicio del Estado.
Desde 1890 a 1891 ocupó el cargo de secretario del Gobierno en
la Audiencia ovetense. Más tarde le fue concedida en propiedad
la misma plaza en Burgos.
Sucesivamente fue secretario de la Sala de la
Audiencia en Sevilla y Madrid, militante de las doctrinas
políticas de Melquíades Álvarez, representó a éste en el
Parlamento en 1914.
Secretario general del Banco Hispanoamericano,
candidato a las elecciones generales de diputados a las Cortes
de la República en el año 1933, salió triunfante.
El 16 de diciembre de 1933, en el Gobierno de
Lerroux, fue nombrado ministro de Justicia, hasta el 17 de abril
de 1934, que fue sustituido por Salvador de Madariaga Rojo.
Declinó su carrera a raíz de su intervención en
una discusión en las Cortes sobre la sublevación de Jaca de
1930, en vísperas del tercer aniversario de la proclamación de
la República.
Fue autor de un volumen que recoge un discurso
suyo en el Congreso de los Diputados en 1916, titulado “En
pro de la Judicatura”.
Fue asesinado por milicianos republicanos en la
Cárcel Modelo de Madrid, sin juicio ni garantías legales, el 23
de agosto de 1936.
ARRIBA
Nació
en Madrid en 1895. Licenciado en Derecho, fue uno de los
máximos dirigentes del Partido Republicano Radical de
Lerroux. Elegido concejal de Madrid en las elecciones
municipales de 1931, formando parte de la candidatura de la
Conjunción Republicano-Socialista.
Entre 1931 y 1933 fue diputado por Badajoz y
alcalde de Madrid entre el 19 de octubre de 1934 y el 25 de
octubre de 1935, tras ser destituida la corporación municipal
como consecuencia de los sucesos revolucionarios de octubre de
1934.
Fue también ministro de la Gobernación entre el
3 de marzo y el 4 de octubre de 1934 en sendos gabinetes
presididos por Alejandro Lerroux García y Ricardo Samper Ibáñez.
Durante su mandato, ordenó prohibir la huelga convocada por los
sindicatos agrarios de la UGT, en protesta por las medidas de
contrarreforma agraria implementadas por los gobiernos
radicales. La huelga, calificada de revolucionaria por el
gobierno, se saldó con una gran represión gubernamental y el
desmantelamiento del sindicalismo agrario rural. Posteriormente,
fue uno de los implicados en el escándalo del estraperlo, hecho
por el que dimitió como alcalde, horas antes de que se emitiese
el dictamen de la comisión de investigación de las Cortes que
había investigado el asunto.
El 1 de septiembre de 1936 fue detenido por un
grupo de milicianos pertenecientes a la FAI y trasladado al
cuartel general de los mismos, cercano al Ministerio de la
Gobernación.
El sábado 19 de septiembre de 1936 el diario
“Informaciones” de Madrid publicaba que “Salazar Alonso,
en sus declaraciones, ha manifestado ser «republicano liberal
demócrata», rechazando la jefatura de Lerroux y aceptando a
Gil Robles, jefe del vaticanismo de España”… El 22 de
septiembre, el mismo diario publicaba su sentencia de muerte,
tras la farsa de un juicio protagonizado por un “tribunal
popular”, siendo asesinado por los milicianos del Frente
Popular, en los lavaderos de la cárcel Modelo de Madrid.
Pretendía que en España hubiera un Estado digno
y fuerte, antimarxista esencialmente. Por eso en su vida de
político activo se fue señalando una evolución, que le
aproximaba, a todos los hombres que sienten el ideal nacional y
patriótico y alejándose de los promotores republicanos. Sus
enemigos le creyeron acreedor a la muerte. Y lo mataron…
ARRIBA
En su testamento declara que muere en el
seno de la religión católica, apostólica y romana, y con
esta declaración rectifica los errores en que haya
incurrido. Asevera que quiso evitar la revolución en España.
Agrega: “¡Dios salve a mi Patria!”
“Si muero, es que Dios sin duda ha querido
ofrecer mi martirio, como el de tantos otros, o que no ha
querido que mis ojos y sentidos contemplen el horror de días
futuros… Fui bueno, o al menos con buena fe obré siempre. No
hice daño a nadie. Si involuntariamente lo causé, que me
perdonen. Yo perdono a cuantos me han hecho mal. Quiero que
mis hijos no guarden rencor a nadie”.
ARRIBA
Autor, entre otras, de las siguientes obras:
“Procesos de mi tiempo”; “La muerte de Dato”;
“La justicia bajo la Dictadura” y “Bajo el signo
de la Revolución” la cual no gustó al Gobierno
centrista de Portela Valladares por la apreciación de los
hechos y las referencias al presidente de la República,
Niceto Alcalá Zamora, por lo que fue secuestrado por orden
judicial. Pocas semanas después, la victoria del Frente
Popular y la consiguiente ley de Amnistía liberaron el
libro, que no tuvo difusión, dadas las circunstancias
políticas de la primavera de 1936.
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