La tesis que
mantengo no está ni mucho menos sustentada en mi declarada
admiración por Franco, pues aunque no fuera así, objetivamente
habría que descartar esa ambición por ser más propia de un iluminado
que de un hombre comedido, ponderado y prudente, que es lo que fue
siempre Franco. Un hombre cuya carrera, la de militar, estaba
jalonada de éxitos, consideraciones y distinciones más allá de toda
especulación al uso.
Con todo, si a
nadie se le puede juzgar aislado, descontextualizado del momento
histórico que vive y de las circunstancias que animaron su vida,
mucho menos se puede caer en este error respecto a una figura
histórica como lo fue Franco, que es con toda razón, uno de los
grandes protagonistas de la historia contemporánea de España, de
Europa y del mundo.
En este sentido,
Franco fue asumiendo a lo largo de su recorrido vital, siempre al
servicio de España, el papel que creía debía asumir como
contribución en su quehacer con la Patria. Y así, si desde muy joven
se creyó en la obligación de servir como soldado hasta conseguir ser
el "Comandante legendario de la guerra de África" (comandante al que
regresó en sus últimos meses de vida, según nos contó su médico
personal, el entrañable doctor don Vicente Pozuelo), la guerra de
Liberación de 1936-39 y las circunstancias posteriores le situaron
en el hipocentro de las diversas encrucijadas de España, Europa y el
mundo.
De esta forma,
siguiendo un recorrido histórico sustentado documentalmente con
hechos, fechas y documentos, porque sin esa autenticidad nuestra
memoria colectiva y de dónde venimos quedaría sepultada entre los
escombros de la falsedad, recorramos sucintamente, dejando para otro
momento su ampliación, el por qué del recorrido histórico-vital de
la Jefatura indiscutible del Caudillo, Generalísimo Francisco
Franco:
Franco no se hace
Caudillo así mismo cuando fue elegido como Jefe del Estado, en
principio hasta que terminase la guerra, en un barracón del
aeródromo de Salamanca. Ni se perpetua en el poder cuando una vez
finalizada es consciente que su destino le ata al de su Patria por
haber sido el General de la Victoria contra el comunismo,
intrínsecamente perverso. Ni más tarde, cuando durante la Segunda
Guerra Mundial y en los años del aislamiento sólo su autoridad
indiscutible pueden salvarnos, consiguiendo que España alcanzase una
buena situación entre los dos grandes bloques, impidiendo pese a
enormes dificultades que España descendiera a ser peón de las
grandes potencias. Ni durante la reconstrucción nacional que comenzó
bajo su indiscutible autoridad sobre los principios de planificación
económica y las ideas sociales del ideario del
Nacional-Sindicalismo. Ni siquiera porque no creyese en la
democracia liberal que había fracasado en todo Europa, y a la que
con toda razón hacia responsable de la decadencia nacional que
arrastrábamos desde hacía un siglo.
Y es que Franco fue
sostenido y reclamado para el poder durante casi cuarenta años
porque supo formar una simbiosis con el sentir de la gran mayoría de
los españoles, y porque siempre supo reaccionar con acierto
ponderado ante la dificultades. Una capacidad de gobernar propia de
los grandes estadistas.
Capacidad
indiscutible que como militar le hizo alcanzar la Victoria en la
guerra de Liberación. Capacidad de maniobrabilidad que supo manejar
tanto con las naciones del Eje como con las aliadas. Capacidad para
fundar y afirmar un régimen absolutamente distante de los regímenes
fascistas, más próximo a las democracias liberales, pero sin ser una
democracia liberal, pues en puridad el Régimen del 18 de Julio fue
una democracia orgánica.
Una capacidad
indiscutible la de Franco, que le hacen llevar a España hacia
modernas formas de política económica y de desarrollo social y
cultura, que es lo que se conoce como el "milagro español". Pues su
política se sostuvo sobre el principio básico de que primero hay
crear para luego poder repartir. |
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