No seré yo quien
ponga en solfa la condición femenina de lo que doy en llamar la
guardia pretoriana de Rajoy, sus chicas: Soraya Sáenz de
Santamaría, María Dolores de Cospedal y Alicia Sánchez Camacho. Cada
una, y las tres al unísono, guapas, cultas, enérgicas y preparadas.
Por lo que es natural que las tres citadas peperas tengan la
legión de seguidores que tienen. Máxime, cuando quienes las siguen
tienen ya la referencia de la aguerrida doña Esperanza.
Y es que “manda
huevos” que sea una mujer la que tenga que enfrentarse a esos dos
individuos que son Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo, mientras
sus compañeros de partido (esto es, los del vaso de whisky en la
mano, el chiste verde y los comentarios de fútbol) se han dedicado a
alabar, como estrategia de confrontación a la huelga general, a
Nicolás Redondo y Marcelino Camacho, los anteriores amos de las
correas de transmisión del PSOE e IU (los comunistas), que es lo han
sido siempre, y son, UGT y CCOO.
De ahí, pues, que
la pregunta de quién porta la testosterona en el Partido Popular no
sea una pregunta insultante, sino más bien una sospecha inquietante.
Tan inquietante como la proposición que le hace llegar al Gobierno
un varón, mentor del PP, José Antonio Vera (La Razón, 14/09/2010)
para que no cumpla la ley, pero sí la trastoque. Es decir, todo en
la línea varonil de la derecha de no enfrentarse a la realidad, pero
sí contribuir a su confusión, pese a que el sistema no pueda seguir
soportando más grados de ella.
Por eso la verdad
que se nos muestra sin ápice de duda es que la testosterona en el
Partido Popular la portan desde hace mucho tiempo las mujeres. Sus
señoras (dirigentes, afiliadas y votantes): guapas, cultas,
enérgicas y preparadas. |
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