Bufón: Personaje
grotesco que en las cortes medievales y renacentistas tenía por
oficio hacer reír. Estrógeno: Se dice de las sustancias, naturales o
sintéticas, que provocan el celo sexual en las hembras de los
mamíferos. Bufón estrogenado: Dícese por analogía del personaje
grotesco y afeminado.
Con fecha 23 de
febrero Luís María Ansón despotricaba jocosamente contra la llamada
Ley de Memoria Histórica: “Tras los moriscos, Zapatero contra el
Cid”, artículo que publicaba en su sección “Impresiones” del
diario El Mundo, sin advertir, todo lo contrario, que él y varios de
los de su calaña han sido los primeros promotores de dicha ley. Pues
su anti franquismo visceral ha sido razón suficiente para manipular
la historia:
"Sabino, el
último secreto del 23-F" (El Mundo, sección Opinión:
"Impresiones", 27/10/09).
"(...) y supo
calibrar –se refiere a Sabino muerto- el acierto de Don Juan
al propugnar, frente a Franco, la única Monarquía (...), la
Monarquía de todos, (...) preconizada largos años desde Estoril..."
Para centrarse
seguidamente sobre una cuestión que sigue pesándole como una losa
sobre su cada vez más aparente chepa, joroba o jibá. A saber, lo que
el mismo don Juan Carlos dice de Franco, del afecto que el monarca
le sigue profesando, de los consejos que le dio cuando era el
prometedor “Príncipe de España” y de cómo le preservó de cualquier
implicación con la política de entonces. Todo ello puesto de
manifiesto por José Luís de Vilallonga en el libro "El Rey:
conversaciones con D. Juan Carlos I de España" (Plaza y Janes,
noviembre de 2003):
"Tal vez el
mayor servicio que Sabino Fernández Campo rindió al Monarca
–dice Ansón- fue la lidia al natural que, con una soberbia mano
izquierda, hizo al libro de Vilallonga".
Pero como para este
cretino lo verdaderamente importante es su particular cruzada contra
Franco, es, en esta cuestión, donde mejor y más plenamente se emplea
este bufón de todas las nulidades físicas e inmundicias
intelectuales. Pues, como tantas veces hace, no tiene ningún reparo
en escupir su baba afeminada sobre el heroísmo y la memoria de los
miles de españoles de toda edad, sexo y condición -muchos de ellos
monárquicos "juanistas"- que combatieron en el Ejército de la
Victoria de 1939 "contra la chusma que se sublevo contra la
República" (Azaña, dixit). Ese conjunto de españoles, hombres y
mujeres, que salvaron a España de caer en manos del Comunismo, y que
con su esfuerzo, entrega y reconciliación convirtieron un país de
alpargatas en la octava potencia industrial de Europa. Sobre
cuya memoria dice:
(…) devolver al
pueblo español la soberanía nacional secuestrada por el Ejército de
la victoria nacional en 1939”.
Y por lo que
respecta a la vindicación de “su” don Juan (ese amor contra natura
que siempre tuvo y sigue teniendo por don Juan de Borbón), queda de
sobra demostrada no sólo atribuyendo al padre del rey una
inteligencia de la que carecía el bueno de don Juan de Borbón, sino
hasta poderes paranormales, pues nada menos que le atribuye el papel
de salvador de la Democracia. Ya que es "su" don Juan quien
finalmente hace fracasar el 23-F. Importándole un bledo quitarle el
honor a Sabino y poner en una difícil situación al Rey, a
quien trata de dubitativo y pusilánime hasta que su padre le mete
en cintura a través de una conversación telefónica que sólo está
en la mente de Canelo.
"No tuvo que
convencer de nada al Rey -dice en referencia a Sabino- Juan
Carlos I anunció desde el primer momento, tal y como le aconsejó su
padre Juan III en conversación telefónica, que estaba dispuesto a
respetar lo que había jurado: cumplir y hacer cumplir la
Constitución. (...), la actitud de Juan Carlos I, conforme a lo que
le pedía su padre, fue constitucionalmente impecable y evitó el
triunfo del golpe militar."
Para terminar
afirmando lo que no es sino una de sus tantas mentiras: “Sabino
Fernández Campo se ha llevado a la tumba el último secreto del 23-F".
Un secreto que por sabido y asumido ha dejado de tener importancia. |