La
vida, la paz y la libertad de hoy.
Por José Luis
Ramos.
Viendo todo lo que
aconteció en la manifestación del pasado sábado en Madrid uno no
sabe si echarse a llorar y tirar la toalla o seguir luchando, con aún
más fuerzas si cabe, por una España que hoy vive uno de los
momentos más angustiosos de su Historia.
“El ímpetu
sagrado con el que se han de nutrir nuestros pueblos que ya tienen
valor universal es su corriente histórica, es el camino que Dios
les señala y fuera de la vía no hay sino extravíos”. De esta
forma tan clarividente hablaba Ramiro de Maeztu en su Defensa
de la Hispanidad. Por desgracia, España está demasiado lejos
de esa vía, ese recorrido que lograron forjar nuestros
antepasados con su heroísmo y su sacrificio y del que hoy se
aprovechan unos y se avergüenzan otros. Y son éstos los que salen
a la calle “en defensa de la vida, la paz y la libertad”
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Resulta difícil
imaginar que ese mensaje no fuera sino un ejemplo más del cinismo e
hipocresía que hoy impera en nuestra nación. Banderas republicanas
y comunistas ondeaban en el cielo de Madrid, símbolos claramente
contrarios a la vida y a la libertad, que nos hacen recordar la
etapa más sangrienta y manipuladora,
no ya del siglo XX, sino prácticamente de toda la Historia de España.
No faltaron tampoco las banderas multicolores de los homosexuales, a
los que se les ha dado voz y voto, no para defender la vida y la
libertad, sino para contribuir a la destrucción de los valores y de
ese “ideal” del que también hablaba Maeztu que identificaba
nuestro ser, el ser de todos los españoles. También podíamos ver
emblemas de algunos países extranjeros, cuyos portadores ya tienen
micrófonos en la mano para seguir amparando esta España
“multicultural”, “plural” y con más delincuencia que nunca,
aniquilando por completo esa “raza” de la que nos hablaba
Franco.
Y en aquel lugar
donde en otro tiempo se leía VIVA
LA URSS y donde aparecía majestuosamente el semblante de Stalin,
quizás para recordar aquel momento previo a nuestra Santa Cruzada
de Liberación y dar muestras de la praxis stalinista que hoy nos
acecha, se reunían un numeroso grupo de “intelectuales” muy cómodos,
no con la libertad, sino con las subvenciones, y cuyo odio y rencor
permanecen vivos en sus palabras y hasta en su rostro. No deja de
ser sorprendente que este tipo de celebridades nos den una lección
de lo que es la vida y la libertad. Además, entre tanto gentío,
pudimos ver a Santiago Carrillo, lo que nos hace preguntarnos qué
tipo de paz es la que se reivindicaba en la concentración, ¿la paz
del señor Carrillo?
Lo que menos
importaba era expresar el rechazo al terrorismo. La manifestación
no fue más que un acto plebiscitario a favor del Gobierno, y es que
ya queda menos para las elecciones. Mientras siga en pie esta
reyerta entre quienes tienen en su mano el devenir de España y no
desaparezca ese afán de revanchismo tan perjudicial como absurdo,
nos tendremos que habituar a ver actos de este tipo para que los
partidos colaboradores directos de la destrucción de España logren
sacar, sea como sea, el máximo número de votos posibles para
alcanzar el poder y seguir contribuyendo, poco a poco con unos o de
manera vertiginosa con otros, al desgarro de nuestra Nación.
Los enemigos de España
están en una inmejorable posición. Por ello, debemos abrazar la
Cruz y decir con fuerza, hoy más que nunca: ¡Oh, María
Inmaculada, amada patrona de España, velad por España, rogad por
España!
Es ahora cuando debemos reforzarnos en las esperanzadoras palabras de Don
Blas Piñar:
“No es posible acabar con una nación si se mantiene el espíritu
nacional, aunque caigan el estado y el mismo pueblo, pues una
minoría, como en Covadonga, puede iniciar la Reconquista”.
Mantengamos, pues, ese espíritu nacional y seamos perseverantes
“… cuando parece que todo está perdido, cuando Dios permite
la victoria momentánea del mal.”
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