«No
hemos tenido que acordar nada con nadie porque nosotros en la
Basílica de la Santa Cruz sólo somos unos simples invitados, nunca
hemos tenido la más mínima intención de interferir en nada y sabemos
que todo lo que decida la comunidad benedictina que la habita será
en beneficio de lo que para nosotros y muchos otros españoles es una
referencia muy importante». Con estas palabras Félix Morales,
vicepresidente ejecutivo de la Fundación Francisco Franco, salía al
paso de la noticia que ABC da
hoy
en su Tercera: el abad mitrado Anselmo Álvarez anuncia que ya no
volverá a oficiar un funeral por el aniversario de las muertes de
Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera, coincidentes el 20
de noviembre, y que esa ceremonia será sustituida por la misa
conventual ordinaria. En lugar de esas exequias, los monjes
celebrarán cada 3 de noviembre «un acto de exclusivo sentido
religioso», en memoria de todos los caídos en nuestra Guerra Civil.
La
buena nueva de los benedictinos se produce al culminar los actos
conmemorativos del 50 aniversario de la inauguración de la mastaba
que mandó erigir el general Franco por decreto de 1 de abril de 1940
y en la que reposan, además de sus propios huesos y los de José
Antonio Primo de Rivera, los de más de 33.000 muertos de nuestra
Guerra Civil.
Esta decisión se toma también cinco meses después de que el Congreso
acordara pedir al Gobierno, con los votos en contra del Partido
Popular, la suspensión de las subvenciones a instituciones o
entidades privadas, entre ellas a la Iglesia, que en seis meses no
cumplan con la retirada de toda simbología franquista.
En
octubre, además, se cumple el plazo que a instancias de ERC-IU-ICV
aprobó la Cámara Baja, para modificar los estatutos de la Fundación
Gestora del Valle de los Caídos con el objeto de que cumpla, según
declaró el portavoz de IU, Gaspar Llamazares, «su finalidad de
honrar y rehabilitar la memoria de todas las víctimas».
Pero desde la Abadía de la Santa Cruz, la veintena de monjes que
allí vive no admite que se haya hecho otra cosa que rezar por todos
los muertos allí enterrados desde que hace ya medio siglo fueran
llamados desde el monasterio de Silos para ir a orar y trabajar a la
finca de Cuelgamuros. «Nos llamaron para cumplir unos fines que no
son sino los de los benedictinos, hombres de culto, de oración y de
trabajo al servicio de la sociedad humana que se sustenta en los
valores fundamentales del humanismo cristiano. Y eso es lo que
después de todo ese tiempo seguimos haciendo porque nos ata y guía
la confianza de los que nos llamaron para estar aquí, la de la gran
mayoría de los que nos han conocido y para quienes nuestra presencia
es muy significativa en el presente y futuro de este lugar. Pero
sobre todo porque estamos ligados a esa segunda comunidad que habita
el Valle, la de los caídos, a los que nos une, no sólo un compromiso
connacional, sino un afecto muy especial por todos y cada uno de
ellos, cualquiera que fuera su lucha en aquella guerra. Buscamos ser
con ellos -insisten- un elemento de reconciliación para que algo así
no vuelva a ocurrir nunca en España». Como paradigma de la
reconciliación que persiguen recuerdan que el propio abad tiene
enterrados en el vientre de la basílica de la Santa Cruz a su propio
padre, fusilado, a una hermana muerta durante los bombardeos y a un
tío republicano.
Por
eso cuando exactamente hace un año ABC hablaba con Anselmo Álvarez
con motivo de esta festividad de la Exaltación de la Santa Cruz que
se celebra hoy, el monje aseveraba: «Mi verdad es reconocer que en
aquella circunstancia tan tremenda cada uno tuvo sus razones y cada
uno luchó por lo que creyó mejor para el bien de España. Y mi verdad
es pretender que esas personas unidas en la Basílica por un abrazo
común y la celebración diaria de un sacrificio eucarístico nos
ayuden a recuperar nuestra verdad y a descubrir cuál es el camino
que debe seguir España».
Considerado por unos el gran símbolo a erradicar del franquismo, por
otros el templo de la reconciliación, el punto de reunión para no
pocos nostálgicos del régimen militar y simplemente una abadía
benedictina para los que habitualmente acuden a sus oficios
religiosos, el Valle de los Caídos es con cerca de 400.000 visitas
el tercer monumento más frecuentado de Patrimonio Nacional, por
detrás del Palacio Real y El Escorial. Un mausoleo sobre el que
también ha puesto sus ojos el Parlamento del Consejo de Europa, que
en un documento acerca de la memoria histórica legislada en España
-que había hecho del Valle su punta de lanza- subraya la necesidad
de que se transforme «en monumento en memoria de todos los españoles
muertos en el conflicto».
¿Acudirán los valedores de la Fundación Francisco Franco a la nueva
cita señalada por el abad? «Todo lo que sea ir a rezar al Valle...
Yo como Félix Morales, con muertos en ambos bandos, como casi todos
los españoles, estaré y ojalá que vayan personas de todo color para
que su presencia y sus oraciones por todos los caídos se reflejen en
un ánimo reconciliador, el objetivo del Valle». |
|