A las siete de la mañana y con toda solemnidad, se declaró
el estado de guerra en Toledo y su provincia, deteniendo al
Gobernador Civil y a su familia, conduciéndolos al Alcázar,
donde se estableció la Comandancia Militar, dándose orden de
detención de los principales dirigentes, no pudiéndose
detener más que a uno, Francisco Sánchez-López, Maestro de
la Cárcel. Se procedió a ocupar y a reforzar el Hospital
Tavera, el Convento de los Carmelitas, la Fábrica de Armas,
el Ayuntamiento, la Catedral, las sedes de los Bancos,
Correos, Telégrafos y Teléfonos, el Cuartel de Asalto, la
plaza del Zocodover, el Miradero y las puertas y puentes de la
ciudad. A las 9:30 se presentó un avión enemigo, lanzando
proclamas invitando a la rendición, empezando el tiroteo por
parte de los milicianos desde todos los puntos de la ciudad. A
las 15:30 apareció otro avión que arrojó las primeras doce
bombas sobre el Alcázar y sus Dependencias, causando
desperfectos. A las 18 horas se presentó una escuadrilla de
tres aviones que bombardeó el mismo objetivo, causando bajas
en la fuerza que guarnecía el Alcázar. Entre ambos
bombardeos el enemigo hostilizó desde todos los frentes, con
mucha intensidad. El General de División, procedente del Arma
de Infantería, José Riquelme y López-Bago, por la noche,
llamó desde Toledo al Comandante Militar, conminándole a la
rendición, y preguntándole qué motivos había para la
aptitud adoptada, contestándole que ante todo el amor a España
que se veía en poder del marxismo, la confianza ciega en el
General Franco y la deshonrosa e indigna orden de entregar a
las Milicias rojas el armamento de los Caballeros Cadetes.
Sobre las 17 horas apareció una columna enemiga por las
cercanías del Cementerio, que venía de Madrid, dirigiéndose
una parte hacia la Fábrica de Armas y otra sobre el Hospital
Tavera. Esta columna del General Riquelme estaba provista de
armas automáticas y apoyada por cuatro coches blindados. Ante
el peligro que pudiesen ocupar la Fábrica y se apoderaran de
las municiones, objetivo preferente, Moscardó dispuso que
todas las existencias fueran trasladadas al Alcázar, organizándose
un convoy de camiones, dirigido por el Comandante de Artillería
del Taller de Precisión, Pedro Méndez Parada, a cuyas órdenes
estaban diecisiete Oficiales de Artillería, que de curso en
dicho Taller, se encontraban de prácticas, y que subieron a
la fortaleza unos setecientos mil cartuchos. Se habían
recibido noticias del mando, que la aptitud del Coronel de la
Fábrica, no era la más apropiada para la defensa de la
misma, ya que ante sólo la presencia de un Cabo que la
columna mandó como parlamentario, se mostró dicho Jefe muy
vacilante y falto de energía. Bajas en este día: Un Guardia
y un soldado de la Academia muertos. Tres heridos y ocho
contusos. |