Conocido como
“El Lenin Español”, su apodo ya da una idea de su crueldad y carácter
sanguinario, comparable para sus contemporáneos con el impulso de la dictadura
comunista de la Unión Soviética.
Participó de
manera activa y en calidad de líder –fue miembro del comité organizador– en la
fallida huelga revolucionaria de 1917, lo que le valió una condena de 30 años de
prisión por parte de los tribunales de justicia. No los cumplió, ya que a los
nueve meses de ingresar en la cárcel, fue amnistiado y elegido diputado por
Barcelona. Esta de 1917 no sería la única ocasión en que los socialistas se
volverían contra el orden legalmente constituido.
En 1921 los
contrarios a la Internacional Comunista habían ganado por poca diferencia en el
seno del PSOE. Largo Caballero se declaraba entonces “reformista”. Un partidario
de la III Internacional y del acercamiento que ella suponía a los dictados de
Moscú, describía así a Largo Caballero: “Cuando habla, insulta; cuando calla,
envenena el ambiente con su silencio; cuando mira, pronostica denuestos. Acusa
con reticencias y silencios de refinada hipocresía y maldad. Jamás es sincero.
Siempre en guardia, almacena cifras y datos de personas para su día. No combate
con ideas, sino con anécdotas. Utilitario y egoísta, cree que le ha llegado la
hora de cosechar”.
En las
elecciones municipales de abril de 1931, los monárquicos obtuvieron una
clarísima victoria en el conjunto de España. Los candidatos republicanos sólo
consiguieron mejores resultados en algunas capitales de provincia, lo que les
valió para no reconocer su derrota y salir a la calle reclamando el poder y la
instauración de la República. El Rey, Alfonso XIII, cedió ante la presión, y así
fue como se instauró la República.
Al igual que el
resto del PSOE, Largo Caballero colaboró en la Dictadura de Miguel Primo de
Rivera hasta el final, llegando a ser incluso Consejero de Estado, lo que le
valió para fortalecer a la UGT –el sindicato nacido a partir del PSOE– y
perseguir a la CNT. Haciendo gala de un oportunismo sin igual, al caer la
Dictadura de Primo de Rivera, se unió al comité revolucionario que preparaba la
República. Con la llegada de ésta fue nombrado Ministro de Trabajo con el
gobierno provisional de Niceto Alcalá Zamora, volviendo a serlo con Manuel Azaña
Díaz del 14 de octubre de 1931 al 12 de septiembre de 1933.
Las elecciones
fueron ganadas por las derechas el 19 de noviembre de 1933. Ese mismo día Largo
Caballero instaba a la Directiva del Partido a concretar “un movimiento
revolucionario a fin de impedir un régimen fascista”. No fue, por lo tanto, el
alzamiento de 1934 una consecuencia del abuso de la derecha en el Gobierno
durante su mandato, ya que éste aún no había tomado posesión y el golpe ya se
preparaba.
En 1933, la CEDA
gana las elecciones, siendo el Partido Radical la segunda fuerza más votada.
Todas las izquierdas obtuvieron poquísimo respaldo del pueblo. Largo Caballero,
en una comida con asistencia de diputados, miembros de la UGT y del PSOE, dijo:
“El proletariado no tiene otra salida más que la violencia”. La coalición
parlamentaria (que no gubernamental) radical-cedista no llevaba ni un mes con
mayoría en el Parlamento y no habían derogado ninguna de las “magníficas” leyes
de Largo Caballero, pero éste ya encontraba motivos suficientes para recurrir a
la violencia como prueba de su gran talante democrático.
En 1934, tras
largos y concienzudos preparativos, Largo Caballero lideró en la sombra el golpe
de Estado del PSOE contra la legalidad de la República. De hecho, presidía el
Comité Nacional Revolucionario –nacido el 3 de febrero de 1934– junto a otros
conocidos asesinos socialistas, como Santiago Carrillo, Juan Simón Vidarte, o De
Francisco, entre otros. El balance del golpe de Estado socialista fue de casi
1.400 muertos en 26 provincias. La insurrección no triunfó finalmente, y el
líder socialista, que fue encarcelado, pretendió eludir toda responsabilidad en
los terribles hechos. La Historia demostraría años después su implicación total
en el fallido golpe de Estado.
Tras las
elecciones de febrero de 1936, el PSOE se encontró ásperamente dividido entre el
sector de Indalecio Prieto Tuero y el de Francisco Largo Caballero, quedando
totalmente marginado, una vez más, el moderado y democrático Julián Besteiro. El
de Largo Caballero inició, en competencia con los anarquistas y los comunistas,
una campaña de violencias, de organización y armamento de milicias, de
imposición de la ley desde la calle, que prácticamente anularon la muy
relativamente democrática Constitución republicana. Las relaciones entre los dos
sectores socialistas se tornaron violentas, hasta el grado de que Prieto estuvo
cerca de ser linchado por socialistas de Largo Caballero en el famoso mitin de
Écija. En esta localidad astigitana, el 1 de junio de 1936, los partidarios del
líder socialista, abortaron con las armas el discurso de Indalecio Prieto en la
plaza de toros, de donde logró escapar en medio de disparos y protegido por
algunos miembros de su famosa escolta personal “La Motorizada”, entre cuyos
miembros figuraba Luis Cuenca Estevas alias “El Pistolero”, que asesinó a José
Calvo Sotelo el 13 de julio de 1936.
Francisco Largo
Caballero durante su etapa al frente del Gobierno del Frente Popular, convirtió
a España en un protectorado de la Unión Soviética, con absoluta libertad para
los sicarios del GRU y la NKVD (luego KGB) tanto en lo militar como en lo
policial. Después de haber autorizado formalmente el envío del oro del Banco de
España a Moscú, un día se cansó de las continuas interferencias de los
soviéticos en su tarea y echó de su despacho, prácticamente a patadas, al
embajador Marcel Rosenberg. Firma así su sentencia de muerte política, que le
será ratificada cuando se niega a la ilegalización –y persecución implacable–
del POUM, tras los sucesos de mayo de 1937. Desde ese momento, quedará
políticamente vetado en su propio bando.
En el otoño del
37, Largo Caballero es expulsado de la UGT con la disculpa que no había pagado
sus cuotas, tal y como indica él mismo en sus “Memorias”. Es detenido por los
guardias de Asalto. La correspondencia y fondos bancarios de la UGT fueron
secuestrados. Dice con amargura: “En la historia del proletariado español no
se ha conocido atropello semejante. Ni los enemigos naturales de la UGT se
habían atrevido a realizarlo”.
Con Largo
Caballero como Presidente (5 de septiembre de 1936), las checas del PSOE,
creadas a imitación de las soviéticas, asesinan, violan y roban, desatando el
terror en muchos lugares de España, especialmente en Madrid, Barcelona y
Valencia. Ser sospechoso de reaccionario, haber acudido a misa con regularidad,
o leer el “ABC” eran motivos suficientes para sufrir toda suerte de
torturas por parte de los socialistas. Entre septiembre y diciembre de 1936, no
menos de 12.000 personas fueron asesinadas en Madrid. Religiosos, gentes de
derechas, burgueses, intelectuales, desafectos al régimen frentepopulista o
simplemente victimas de ajustes de cuentas personales, sufrieron torturas y
perdieron la vida.
Las temibles
checas socialistas también se usaron para eliminar a gente apolítica o incluso
de izquierda. Así, misteriosamente desaparecieron algunos enemigos políticos del
propio Largo Caballero como Marcelino Valentín Gamazo, fiscal general de la
República, que le había acusado por los sucesos de octubre de 1934, en estricto
cumplimiento de sus deberes dentro de la legalidad republicana. El 5 de agosto
de 1936, un grupo de milicianos llegó a la casa de campo de Rubielos Altos donde
residía Gamazo con su familia y, tras realizar un registro y proceder a
destrozar los objetos religiosos, comenzaron a golpearle delante de sus hijos
pequeños a pesar de sus súplicas para que ahorraran a los niños aquel
espectáculo. A las doce y media de la noche, en el paraje conocido como
Cerrajón, del término de Tevar (Cuenca), Marcelino Valentín Gamazo y sus hijos
José Antonio, Javier y Luis de 21, 20 y 17 años respectivamente fueron
fusilados.
Ángel Aldecoa
Jiménez, magistrado de 58 años, que fue detenido porque había juzgado un
atentado relacionado con Largo Caballero, al parecer no de la manera que hubiera
complacido al dirigente socialista, pagó su independencia judicial frente al
PSOE con el fusilamiento.
El capitán
Gumersindo Gándara Marvella, de impoluta lealtad republicana, fue asesinado en
la checa de Fomento.
El 13 de
septiembre de 1936, mediante decreto reservado refrendado por el Presidente de
la República Manuel Azaña, el gobierno presidido por Largo Caballero autorizaba
al ministro de Hacienda, el también socialista Juan Negrín López, a trasladar
las reservas de oro, plata y papel moneda del Banco de España “al lugar que
estime de más seguridad”. El lugar elegido por este triunvirato fue la Unión
Soviética. Tan seguro era que del tesoro nunca más se supo, ante el beneplácito
y alegría de Stalin.
Sobre el valor
de lo transportado basta decir que las reservas del Banco de España ocupaban el
cuarto lugar en la clasificación mundial después de Estados Unidos, Francia y
Gran Bretaña. Entre 8.000 y 10.000 cajas fueron trasladadas al puerto de
Cartagena y allí embarcadas en cuatro buques a Odessa. Uno de los miembros del
Comisariado del Pueblo para las Finanzas de la Unión Soviética que colaboró en
el desembarco, escribió que “si todas las cajas de oro que apilamos en los
muelles de Odessa se colocaran aquí una al lado de la otra, cubrirían
completamente la Plaza Roja”. (695 m. de longitud por 130 m. de ancho)
Se completaba
así el mayor robo de las arcas estatales que jamás haya sufrido España. Los
responsables, cómo no, los socialistas liderados entonces por Largo Caballero.
Esta decisión de trasladar el oro fue tomada de la forma más oscura por tres
ministros socialistas (Largo Caballero, Prieto y, sobre todo, el propio Negrín,
entonces ministro de Hacienda), contraviniendo diversas leyes y al margen del
resto del Gobierno y del mismísimo presidente de la República, Manuel Azaña.
En diciembre de
1936, Stalin envía una carta a Largo Caballero aconsejándole que abra un
Parlamento aparentemente libre como estratagema para así ganarse la ayuda de las
democracias liberales, y no sus lógicas sospechas. Largo Caballero le contestó
que en la zona frentepopulista, en la que él presidía el Gobierno, nadie sentía
la menor inclinación hacia las formas parlamentarias. En su carta del día 6 de
enero de 1937, le contesta a Stalin: “Cualquiera que sea la suerte que el
porvenir preserva a la institución parlamentaria, ésta no goza entre nosotros,
ni aun entre los republicanos, de defensores entusiastas”.
Su falta de
convicción democrática quedó reflejada en otro gesto más: la colocación de la
efigie del sanguinario dictador comunista Josef Stalin en la madrileña Puerta de
Alcalá, rodeado de los líderes soviéticos Litvinov y Voroshilov en los tres
arcos de media punta de la citada Puerta de Alcalá, y el escudo de la Unión
Soviética por encima de la inscripción Real de Carlos III y ocultando la misma,
y un letrero con la leyenda “Viva la URSS”.
Tanto Largo
Caballero como Indalecio Prieto vetaban la inclusión de homosexuales en las
listas electorales del PSOE porque consideraban que alguien “indigno” (textual)
no podía figurar en ellas.
Aunque a lo
largo de toda su madurez no gustase hablar de ello, aprendió las primeras letras
en escuelas religiosas, concretamente en los Escolapios primero y en la escuela
de San Antón de Granada después.
Pese a que en
sus mítines era recurrente referirse al peligro de que en España se instaurase
el fascismo, Largo Caballero sabía bien que eso era poco menos que imposible.
Así lo reconoció el mismo, ante representantes hispanoamericanos en la
Organización Internacional del Trabajo, donde en junio de 1933 dijo que “en
España, afortunadamente, no hay peligro de que se produzca ese nacionalismo
exasperado (...) No hay un ejército desmovilizado (...) No hay millones de
parados que oscilen entre la revolución socialista y el ultra nacionalismo (...)
No hay nacionalismo expansivo ni militarismo (...) No hay líderes”.
Quedaba claro, por lo tanto, que a su apelación al peligro fascista no era más
que una estrategia para asustar a las masas y atraerlas engañadas hacia la
revolución socialista.
Apresado en
Francia por la Gestapo, fue encarcelado en el campo de concentración nazi de
Sachsenhausen ubicado en la población alemana de Oranienburg. Aquella
experiencia le hace apreciar, quizá por primera vez y como nunca, el sentido de
la libertad. Y en sus “Memorias”, redactadas por Enrique de Francisco, escribe:
“Hace años, en un mitin celebrado en el cine Pardiñas, en el que hablamos
Saborit, Besteiro y yo, decía yo que si me preguntasen qué quería, mi respuesta
sería ésta: “¡República! ¡República! ¡República! Si hoy me hicieran la misma
pregunta contestaría: ¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!”. Curiosa frase de
uno de los mayores anti-liberales que ha dado la historia reciente de España.
Salvador de
Madariaga escribió de él: “Te humillaron no los burgueses, sino los
socialistas amigos de los comunistas y de Moscú a quien no quisiste obedecer”.
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ARRIBA
A la ciudad extremeña de
Don Benito, perteneciente a la provincia de Badajoz, a
orillas del río Guadiana, acudió el 8 de noviembre de 1933
el presidente del Partido Socialista Francisco Largo
Caballero, para celebrar un mitin durante la campaña
electoral, pronunciando un discurso en el que instaba a la
guerra civil.
Es de gran interés recordarlo para dejar claro que ya en el año
1933, el fervoroso defensor del marxismo y la dictadura del
proletariado, juntamente con el PSOE ya apremiaban y amenazaban
con la guerra civil.
Don Benito, 9 de noviembre de 1933 (0,30 m.) (Por conferencia
telefónica.)
Esta noche se celebró en Don Benito el anunciado mitin de
propaganda socialista. Acudieron al acto más de diez mil
trabajadores, que escucharon en pie los discursos. En la Casa
del Pueblo y en establecimientos contiguos se habían establecido
altavoces, oyendo a los oradores una inmensa muchedumbre.
Presidió el acto José Andújar. Intervino en primer lugar Juan
Casado, quien expuso la situación de la minoría municipal
socialista.
Habló después el candidato Juan Simeón Vidarte, que explicó la
labor del Partido Socialista y terminó diciendo que si se
intentan burlar las esperanzas revolucionarias del pueblo, el
pueblo se lanzará a la calle.
Al levantarse a hablar Largo Caballero, la muchedumbre le acoge
con una imponente ovación. El presidente del Partido comienza
así su discurso:
Compañeras y compañeros:
No vengo a tratar de cuestiones de carácter
provincial. Voy a hablar en términos generales de los
problemas del país, considerando que en momentos difíciles
como los actuales todos los elementos tienen sobre sí la
responsabilidad de lo que ocurra. Ya sé que mis palabras van
a causar asombro y que quizá parezcan indiscretas a los
acostumbrados a hablar con eufemismos. Pero ha llegado el
momento de hablar con toda claridad.
Tenemos que hacer constar que se nos llamó
por los republicanos para derrocar la Monarquía porque ellos
se consideraban débiles para realizar esta obra. Nuestro
deber de partido revolucionario, al vislumbrar la
posibilidad de acabar con el régimen absolutista, era no
negarnos a colaborar y con todo entusiasmo fuimos al
movimiento.
La Monarquía cayó. Cayó por el empuje de
unas elecciones municipales. Mucha gente, y sobre todo en el
extranjero, elogió aquel sentir típico de España, que el 12
de abril se desembarazaba de los obstáculos tradicionales
pacíficamente. Pues yo os digo que este movimiento pacífico
que entonces nos pareció digno de alabanza, fue el primer
error de la revolución española. Y ahora nos encontramos con
que el enemigo retoña y hoy vuelve a poner en peligro la
vida de la República.
Tenemos ya una experiencia. El pueblo
español ha visto que en vez de agradecerle su gesto pacífico
quiere volver a sojuzgarle de nuevo. No les extrañe que si
la historia se repite y es preciso volver de nuevo a un
movimiento revolucionario, éste no sea pacífico. Y la culpa
será de ellos.
Nosotros hemos cumplido nuestros compromisos
El Partido Socialista fue al Gobierno
provisional en minoría con unos compromisos a cumplir.
Nosotros los hemos cumplido todos. Es más. Hemos consentido
que algunos de los aliados no los cumplieran. Y todo porque
la segunda República no cayese como cayó la primera.
Pensamos entonces ser la más fuerte base de la República y
creímos que nuestro deber era consolidarla. Y por eso
aceptamos desde el Gobierno provisional que se convocaran
unas Cortes inmediatamente. Ese fue el segundo error de la
República española.
Fuimos a unas Cortes, prematuramente, antes
de hacer la revolución, para que luego la hubiera sancionado
el parlamento. (Ovación.) Que no extrañe a nadie que
si otra vez nos vemos en parecidas circunstancias, el pueblo
se acuerde que fue un error ir tan precipitadamente a la
convocatoria de un Parlamento.
Los políticos republicanos no representan a
nadie
Sólo se han levantado las protestas contra
nosotros cuando han comenzado a aplicarse las leyes
sociales. Pero, ¿se creían que nosotros íbamos al Gobierno a
defender simplemente los intereses partidistas? ¿No era
nuestro deber triunfar en favor de la clase obrera? Eso fue
lo que hicimos. Pero la legislación no se cumplía, y, sin
embargo, lo toleramos. Y toleramos después una obstrucción
parlamentaria sin precedente. Lo toleramos en aras de la
convicción de que la República era necesaria para que la
clase trabajadora pudiera prepararse para ir más allá. Y
entonces comenzó la campaña de descrédito y de injurias.
Esos que han hecho tal campaña son los que, no tardando
mucho, vendrán a pedir ayuda para defender la República.
(Aplausos.) Pero yo les preguntaría: ¿Para qué nos batís
si dentro de poco habéis de venir a pedirnos ayuda? Pensadlo
bien. ¿No comprendéis que en España no representáis nada?
(Ovación.) Y no representáis nada porque no tenéis
detrás a la masa obrera consciente. Pensadlo, porque os hago
constar que la República no se puede sostener sin los
socialistas; que no podréis gobernar sin los socialistas. Os
habéis precipitado a hacer unas elecciones porque creíais
que los votos que nosotros habíamos obtenido eran de los
republicanos. Pero en cuanto se ha disuelto el Parlamento
habéis podido ver que eso era falso. Que la masa obrera está
hoy más que nunca con los socialistas. (Voces del
público: ¡Sí! ¡Sí!) Y si pudierais no celebraríais las
elecciones, porque sabéis que los socialistas vamos a
aumentar nuestra representación parlamentaria. (Ovación.)
La lucha política no está desligada de la
lucha económica
Los políticos superficiales no se dan cuenta
de una cosa que ocurre ahora y que no ocurría en la primera
República. Y no es otra sino que entre el proletariado y la
burguesía, la lucha económica y la lucha política van
unidas. Los obreros luchan diariamente contra sus patronos
para mejorar su situación económica. ¿Cómo pensaba nadie que
pudieran dar el voto a sus explotadores? (Aplausos.)
¡Ah!, eso no lo habían tenido en cuenta. Ahí el error de los
republicanos. Creen que la lucha política está desligada de
la lucha económica y que el obrero puede llegar a colaborar
con su patrono en la actividad política. Ahora, en estas
elecciones, van a salir de un error, que, por otra parte,
les va a costar muy caro.
Los radicales están facilitando la vuelta de
la Monarquía
La candidatura que forma el frente
antimarxista está compuesta por fascistas, monárquicos y los
republicanos conservadores y radicales. ¿Qué diferencia hay
–pregunto– entre los unos y los otros? Ninguna. En cierto
modo, los últimos son peores, porque los radicales son los
que están facilitando la vuelta de la Monarquía. No hay más
que ver quién ha defendido a March en las Cortes. No hay más
que ver quién es el ministro radical que ha dicho que no se
podía pedir la extradición de un hombre que ha cometido un
delito común. Además, los radicales han estado en
colaboración con los promotores de los sucesos del 10 de
agosto. Hay declaraciones, de las cuales me ocuparé
extensamente en momento oportuno, en las que se denuncia que
Lerroux y Sanjurjo mantenían relaciones. (Ovación.) Y
el primero de esos dos hombres es el que dice que los
socialistas tienen todos antecedentes penales. Puede que sí.
Pocos socialistas significados dejamos de tenerlos. Pero él
debía tenerlos por otras causas distintas a nosotros.
(Ovación.) Una candidatura como la que presentan esos
elementos no puede votarla la clase obrera.
La política que tienen que hacer el Partido
Socialista y la UGT
Es preciso que desde este momento la clase
obrera organizada en el Partido Socialista y en la Unión
General de Trabajadores, hagan una política suya, propia,
exclusivamente socialista. Ya sé yo que por esta actitud van
a surgir dificultades en el movimiento político del país.
Ellos son los responsables. Cuando vayamos el Parlamento no
puede esperar de nosotros más que una política netamente
socialista; una actitud de no votar nada, absolutamente nada
que pueda perjudicar a los trabajadores. (Ovación.)
Absolutamente nada. Ya verán lo que significa esa posición
socialista. Y ya verán cómo la minoría socialista llevará al
Parlamento el programa nuestro y defenderá las mejoras que
los trabajadores pidan.
En ese instante todos se unirán contra
nosotros. Pero les diremos: Si no consentís que por medio
del Parlamento obtengan los trabajadores sus
reivindicaciones, nos echáis fuera de la legalidad y
demostráis que el Parlamento no es el mejor sistema para
llegar a los fines que nos proponemos. (Ovación.)
Porque la clase obrera no se va a contentar de aquí en
adelante con simples leyes. Tiene el propósito de luchar por
la conquista del Poder político, y no vale que esta
manifestación mía la tergiverse los enemigos. Lo decimos
nosotros francamente. Vamos por todo el Poder político.
(Ovación.)
Hay que crear unos instrumentos de gobierno
eminentemente socialistas
Al hacer estas manifestaciones no nos
conformamos con pensar que va a haber en el banco azul dos
ministros socialistas. No basta con eso para gobernar. Os lo
dice un hombre que ha estado sentado en el banco azul dos
años y medio. Sólo por estar en el banco azul no se
gobierna. Hacen falta otros elementos. Hay que tener todos
los gobernadores socialistas. Hay que tener el Poder
judicial, que hoy está en manos de la burguesía. Y todos los
medios coercitivos del Estado. Pero no los resortes de
Gobierno creados por la Monarquía, sino los que instaure el
propio Poder socialista. Es preciso, para que haya un Poder
socialista, tener en la mano todas las palancas del
Gobierno. Se dirá: «¡Ah, ésa es la dictadura del
proletariado!» Pero, ¿es que vivimos en alguna democracia?
Pues ¿qué hay hoy más que una dictadura burguesa? ¿De quién
es hoy el ejército, la fuerza pública y el resto de las
instituciones del Estado, sino de la clase burguesa? Y hay
más. Esa clase burguesa dispone de las máquinas, de las
tierras, de los medios de producción. Y cuando ve que la
clase trabajadora se revela contra esa situación, dispone de
resortes para condenarla al hambre.
Todo el poder político para la clase obrera
Por eso declaramos que no estamos dispuestos
a seguir en esta situación. Queremos tener todo el Poder
político, como lo ha tenido hasta aquí la burguesía. Y no se
nos diga que la clase trabajadora no sabe gobernar. Aquí, en
este Municipio, tenéis un ejemplo en pequeño. Y,
excluyéndome a mí, ¿no ha habido en el Gobierno ministros
socialistas? ¿Lo puede hacer ningún otro mejor que lo han
hecho ellos? Es preciso vencer esa superstición, por la
cual, incluso algunos de nuestros compañeros, se consideran
inferiores a los hombres de la burguesía. Ocurre como cuando
va un fanático a la iglesia: el lujo y las joyas le
deslumbran y cree que está ante algo sobrenatural. Pero si
hay un audaz, un decidido que aparta telas y joyas, se ve
que tras del oropel no hay más que madera. Pues algo así
ocurre con muchos hombres de la clase burguesa.
Queremos la igualdad económica para que
pueda haber una clase trabajadora culta
Se nos ataca porque vamos contra la
propiedad. Efectivamente. No ocultamos nuestro pensamiento.
Vamos a echar abajo el régimen de propiedad privada. Se nos
ataca diciendo que somos enemigos de la familia y a esto
contestamos: enemigos de la familia son ellos, que deshacen
las familias obreras, obligando a los niños y mujeres a
trabajar intensamente, explotando a los hombres, y
condenando así al hambre a la mayoría de los ciudadanos.
Queremos los socialistas una familia como nosotros la
concebimos: libre de trabas económicas. Queremos también
mantener el orden. Son ellos, nuestros detractores, los que
provocan el desorden cuando lanzan sobre los trabajadores
que reclaman sus derechos el peso de la fuerza pública. No
somos tampoco antipatriotas. No les es fácil ser
antipatriotas a quienes dejan el sudor de su frente en la
tierra, minas y fábricas, mientras los explotadores se
llevan el producto de su trabajo al extranjero.
(Ovación.) Nosotros queremos la igualdad económica. Que
haya, una sola clase de trabajadores; que produzcan todos y
todos disfruten por igual. Y queremos una clase trabajadora
culta. Pero esto no se logra con muchas escuelas, sino
poniendo a los individuos en condiciones económicas para
poder mandar a ellas a sus hijos.
El paro obrero es la gangrena del
capitalismo. Vamos hacia la revolución social
Nosotros creemos que el paro obrero es una
consecuencia del régimen capitalista, y que no se puede
resolver más que con el socialismo. El paro obrero es la
gangrena que derribará al capitalismo. Por consiguiente, la
aspiración del Partido Socialista no es la de ganar las
elecciones para tener el gusto de arrebatar, nada más que
porque sí, el triunfo a las derechas, sino para inaugurar
una nueva etapa revolucionaria.
Es preciso que la República llegue a todos
los ciudadanos, y para ello tiene que ser una República
social y no burguesa. Tardaremos más o menos, pero no
ocultamos que vamos hacia la revolución social. ¿Cómo?
(Una voz del público: Como en Rusia.) No nos asusta eso.
Vamos, repito, hacia la revolución social. Y yo digo que la
burguesía no aceptará una expropiación legal. Habrá que
expropiarla por la violencia. (Ovaciones)
¿Cómo vamos a esperar de una clase burguesa
que se opone a unas simples leyes sociales que vaya a
consentir que se la expropie? Mucho dudo que se pueda
conseguir el triunfo dentro de la legalidad. Y en tal caso,
camaradas, habrá que obtenerlo por la violencia.
Estamos, de hecho, en plena guerra civil
Ya han iniciado los enemigos la guerra, y
dicen por boca de Gil Robles que si el Parlamento no les
sirve irán contra él. Pues bien. Nosotros respondemos: vamos
legalmente hacia la evolución de la sociedad. Pero si no
queréis, haremos la revolución violentamente. (Gran
ovación.) Esto, dirán los enemigos, es excitar a la
guerra civil. Pongámonos en la realidad. Hay una guerra
civil. ¿Qué es si no la lucha que se desarrolla todos los
días entre patronos y obreros? Estamos en plena guerra
civil. No nos ceguemos, camaradas. Lo que pasa es que esta
guerra no ha tomado aún los caracteres cruentos que, por
fortuna o desgracia, tendrá inexorablemente que tomar. El
día 19 vamos a las urnas. Pero es fácil. Basta con tener
voluntad. Más no olvidéis que los hechos nos llevarán a
actos en que hemos de necesitar más energía y más decisión
que para ir a las urnas.
Combatiremos a la reacción en las urnas
primero; después, en la calle
Sabemos los pasos que dan los elementos
contrarrevolucionarios. Estamos al tanto de sus movimientos.
Todavía no tienen fuerza suficiente para dar el golpe. Pero
si lo intentan, el solo intento es suficiente para que la
clase obrera se decida a dar el paso decisivo, cueste lo que
cueste. Digo esto a los hombres y a las mujeres: si viene el
fascismo, vuestras vidas serán más trágicas que en la
actualidad. Y yo os advierto: mujeres, estáis en la
obligación de impulsar a vuestros hombres a que cumplan sus
deberes. Figuraos lo que sería, compañeros, si triunfara la
reacción. Eso hay que evitarlo. Primero, en las urnas.
Luego, en la calle. (Ovación.)
¿Excitación al motín? No. No es eso.
Simplemente decirle a la clase obrera que debe prepararse
bien para todos los acontecimientos que ocurran, y el día
que nos decidamos a la acción, que sea para algo definitivo
que nos garantice el triunfo sobre la burguesía.
Si se atreven contra nosotros, estamos
decididos a todo lo que sea
Si sacamos de las urnas lo que yo espero, es
seguro que las derechas intentarán actos, al paso de los
cuales tendremos que salir. Y en ese momento, mujeres, no
detengáis a vuestros maridos. Dadles ánimo. Sólo con eso no
se atreverán nuestros enemigos a atentar contra la libertad
de la clase trabajadora. Y si se atrevieran, estamos
decididos a todo lo que sea. (Ovación prolongada.)
Insisto en esto en cuantos actos de
propaganda celebro, porque, por desgracia o fortuna, me he
equivocado pocas veces cuando he presentido ciertos
acontecimientos. Y si en España no somos decididos y
audaces, va a venir una situación trágica para la clase
trabajadora. Dirán que todo esto es producto de la
indignación. Pero yo afirmo que lo es del convencimiento.
Por eso hago, en todos estos actos, cuanto es posible para
tonificar el espíritu de los trabajadores; para levantarle,
con objeto de que nos encontremos dispuestos a todo.
La República está en manos de gentes que,
llegado el caso, no la defenderían
¿No habéis leído la evasión de March? ¿No
sospecháis que puedan evadirse otros? ¿No habéis leído que
acaso están a punto de volver a España varios generales? ¿No
sabéis que la República está en menos de gentes que, llegado
el caso, no la defenderían? Si por cobardía hay quien
entrega el Poder al enemigo, como en el año 1923 lo entregó
García Prieto, a Primo de Rivera, la clase obrera lo
impedirá. ¿Cómo? Como ya dije en Zafra. Por los medios que
sean. No titubeéis. En cuanto veáis que alguien intenta un
golpe de Estado, salid inmediatamente a la calle. Todos
disciplinados, sí. Pero que esa disciplina no nos acarree
una derrota por cobardía o por negligencia. Si alguien
intenta, repito, un golpe de Estado salid a la calle
inmediatamente. Y ése será el principio de la República
social, en la que se realice la igualdad económica. Tenemos
que luchar como sea, hasta que en las torres y en los
edificios oficiales ondee, no una bandera tricolor de una
República burguesa, sino la bandera roja de la Revolución
socialista.
Al terminar su discurso el camarada Largo
Caballero, estalla una imponente ovación. Los trabajadores
dan vivas al líder de la Revolución proletaria, y cantan, en
medio del mayor entusiasmo, «La Internacional».
ARRIBA
Como recuerdo y homenaje a tan insigne
personaje socialista, no es de extrañar que le erigiesen los
sociatas y demás tropas izquierdistas, un monumento en los
Nuevos Ministerios de la capital de España. Y como tal sigue
en pie, gracias a la falacia de la Memoria Histórica
(Histérica), que actúa en plan talibán, única y
exclusivamente contra toda simbología ‘fascista’, dejando
incólume a la de los amantes de la ‘democracia y de la
libertad’, como es el caso de ese promotor de la guerra
civil y demás secuaces…
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