Caída
de la Dictadura.
Desde
finales de 1928, el Gobierno de Primo de Rivera estaba
ofreciendo síntomas de cansancio. La Dictadura no era capaz
de hallar fórmulas aceptables para la renovación y
distribución de los poderes. El general Primo de Rivera acudió,
in extremis, a un sondeo de opinión entre los militares y, al
comprobar que éste faltaba, abandonó la presidencia en enero
de 1930.
Los
viejos políticos, la envidia, la incomprensión y los altos
poderes minaron los cimientos de la Dictadura.
El
gabinete de Primo de Rivera se declaró en crisis, y se lo
explicó a la Prensa por medio de una escueta nota: “El
Consejo de Ministros ha conocido las razones personales y de
salud que su presidente ha expuesto como irrevocables para
presentar su dimisión. El Gobierno comprendió que dicha
dimisión encerraba la de los ministros y éstos han rogado
que presente a S.M. la de todos ellos”.
Con
otra nota, ésta de carácter personal, Primo de Rivera pone
punto final a casi siete años de mandato:
“S.M.
ha admitido mi dimisión y la de todos los ministros, teniendo
para todos frases de la mayor benevolencia y elogio, arguyéndome
que haga saber a todos su deseo, así como a los funcionarios
y corporaciones, que sigan en sus puestos y actuaciones hasta
que quede constituido el nuevo Gobierno y éste dicte normas
conducentes al caso.
“Hago
mío el deseo de S.M. y espero que todos los ajenos a la política
que han colaborado con la Dictadura seguirán colaborando en
sus puestos mientras el nuevo Gobierno no disponga otra cosa.
“Esta
noche o mañana daré una nota oficiosa, "mi última nota
oficiosa", en la que explique al país las razones que he
tenido para producir la crisis, despidiéndome de todos, del
país y del Ejército. Por lo demás, para dar ejemplo,
esperaré en mi puesto hasta que esté nombrado el Gobierno
que ha de sustituirme".
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