Mi querida España. Laura
Vázquez.
Te escribo estas líneas con el
corazón en la mano. Tú, me enseñaste a amarte, me enseñaste a
respetarte, me enseñaste a luchar por ti.
España, tierra de triunfo, hogar
de victoria. Dime si te duelen las heridas que se extienden por toda
tu tierra. Admiro tu entereza y resistencia, en aquel 20 de
Noviembre de 1975. Como madre que protege a sus hijos, tú sabías
que caerías enferma. Aún así, nos diste fuerza a los que te hemos
defendido y te defenderemos siempre.
Imagino el dolor de aquellos que
te contemplaron sonriendo y tendiendo tu mano a Dios y ahora ven que
la esperanza de verte renacer, es mínima. Pero dime España, ¿acaso
murió José Antonio sin trasmitir su sueño? ¿Acaso nuestro
Caudillo murió, sin esperanza de una nueva primavera? No querida
patria. El sueño nació y sigue vivo aunque los promotores no estén
en cuerpo entre nosotros.
Mi corazón se hiela cuando
escucho la tétrica frase de “como están las cosas, no me siento
español”. España, si mi madre cayera enferma, nunca dejaría de
ser hija suya ¿cómo vamos a dejar que te mueras? Esos ignorantes,
que reniegan de ti, traicionando a esas vidas que se perdieron en la
Guerra Civil. Si esos traidores, que antes enarbolaban banderas con
el escudo de la Casa del Generalísimo, ahora te rechazan, no deben
recibir el nombre de “franquistas”. Más bien pertenecen a otros
partidos que tanto han condenado a Franco y se hacen llamar de
derechas o de centro.
Yo también caí en su engaño y
te pido perdón. Sin saberlo, me alejaron de ti con promesas
disfrazadas, ilusiones desleales, con gaviotas que se convirtieron
en cuervos sedientos de votos. ¿Qué beneficio hemos sacado? Bueno,
Patria mía, no serán en estas líneas, donde refresque la memoria
a esos insidiosos que dicen ser franquistas mientras escupen en la
memoria de aquellos que lucharon por Dios y por España. Y
nos silencian a los que estamos caminando hacia la realización de
un sueño, sueño resumido en amor a Dios, a la Patria y a la
Justicia. Se nota la herencia de esos derechones que tanto daño
hicieron a José Antonio. Insisto que no voy a utilizar esta carta
que mi corazón te escribe, para demostrar lo que por desgracia para
esos desleales, es indiscutible.
Mi querida España. Nos
enfrentamos a una clonación de una etapa oscura. Volvemos a las
tinieblas, donde los separatismos, las manipulaciones, la guerra
encubierta por lemas democráticos, se abren paso a cada minuto.
Esos tolerantes, solidarios y comprensivos que tanto nos amenazan
con matarnos, que tanto atacan a la iglesia, que sonríen a la
muerte, que roban sin mesura (¿dónde está esa oposición mal
llamada, franquista? Aún no han hecho ruido ni han movido un dedo).
Esos que obstaculizan nuestra libertad, esos que siembran el miedo
con bombas. Hasta Azaña prefería a Franco antes que a esa
morralla.
España, ayúdanos a seguir siendo
fuertes. Que esta firmeza nunca se estremezca ante tanta manada
desbocada. Si es delito amarte, que me condenen a muerte. Me da
igual. Por ti doy hasta la última gota de sangre pues sé que
regresaré a tu tierra y formaré parte de tu regazo. Esa es mi
ilusión y un gran orgullo, formar parte de ti, cuando Dios me llame
a su lado.
No llores. No estés triste aunque
los que hablan en tu nombre, te hayan traicionado. No temas por esos
grajos. Los que te amamos, nos estamos moviendo pero en silencio, no
como el resto con “Mucho ruido y pocas nueces”.
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