Desde el 2 de
enero de 1902 se publicaba en Cataluña el semanario satírico “¡Cu-Cut!”,
fundado por elementos del periódico “La Veu de Catalunya”, escrito en
lengua catalana y afín a la Lliga Regionalista. Sus principales dibujantes eran
Cayetano Cornet, Joan Junceda, Opisso, Feliu Elías, Apa, Ismael Smith y Bagaría.
En el número
del 23 de noviembre de 1905 apareció una
caricatura de Joan Junceda que ofendió
gravemente al Ejército. Barcelona vivía unas jornadas de euforia nacionalista
tras el triunfo conseguido por la Lliga en las elecciones municipales celebradas
recientemente. Como una muestra de satisfacción el “¡Cu-Cut!” publicó la
caricatura que representaba a dos personajes en actitud dialogante ante la
puerta del frontón Condal, donde se celebraba el banquete organizado por la
Lliga para festejar el resultado electoral. Uno de los personajes iba de
uniforme. El diálogo era así:
–«¿Qué se
celebra aquí, que hay tanta gente?
–El
banquete de la victoria.
–¿De qué
victoria? Ah, vaya, serán paisanos».
El dibujo era
una clara alusión a la derrota sufrida por el Ejército en Cuba y Filipinas. Sin
embargo, no era la primera vez que este semanario utilizaba el mismo tema para
sus críticas humorísticas. La caricatura en sí misma carecía de importancia;
ahora bien, su aparición en plena exaltación nacionalista hizo de ella el
desencadenante de la protesta militar
Gran número de
oficiales agraviados se reunieron en número de más de 200 en la barcelonesa
Plaza Real, todos de uniforme. Comenzaron a dar vivas a España y marcharon por
la calle de la Leona a la imprenta del “¡Cu-Cut!” situada en la calle de
Aviñó. Armados de hachas, hundieron la puerta y una vez dentro, destrozaron
máquinas, cajas de imprenta y papel.
Sobre el incidente del “¡Cu-Cut!”, escribía “El
Imparcial”, el 27 de noviembre de 1905, la siguiente nota:
«Anoche, a primera hora, gran número de oficiales del
ejército, molestados por las caricaturas y artículos que publicaba la prensa
catalana, se reunieron en número de más de 200 en la Plaza Real. Comenzaron
a dar vivas a España y desde allí marcharon a la imprenta del semanario
catalanista “¡Cu-Cut!”[…]
Luego por la calle del cardenal Casañas, donde se encuentra
la redacción del mismo periódico renovaron la escena sacando los muebles y
prendiéndoles fuego, apaleando a los que encontraban dentro y obligándoles a
gritar ¡Viva España!
Los oficiales marcharon después a las Ramblas de las Flores,
donde se encuentra el periódico de “La Veu”. Entraron también en la
redacción, sacaron gran cantidad de muebles y de prensa, prendiéndoles fuego
igualmente. En la redacción dieron varios sablazos, obligando a los que allí
estaban a gritar ¡”Viva España”! Lo destrozaron todo respetando sólo el
escudo de Cataluña, diciendo que Cataluña era una provincia española.
De resulta de los sablazos que dieron hay varios heridos.
Uno de ellos, grave. El gobernador militar, capitán general interino, acudió
ante la redacción de “La Veu”, dirigióse a los militares y les obligó a que
se retirasen al Gobierno Militar. Se ha mandado instruir sumario, habiéndose
nombrado juez especial al comandante señor Gotarredona Mencheta».
Este suceso de Barcelona fue interpretado por la Prensa
madrileña como un claro gesto independentista y esta opinión se propagó a otras
provincias. A partir de entonces, toda reivindicación catalanista fue calificada
de separatista y antiespañola. En esta línea se halla el editorial que “El
Heraldo de Madrid” publicaba el día 27 de noviembre de 1905, en el que decía
lo siguiente:
«Repetimos hoy lo dicho ayer. Es de una extraordinaria gravedad lo que está
sucediendo en Barcelona, donde existe un Partido, envalentonado con la
impunidad que abiertamente predica la separación de España y encierra sus
aspiraciones, en el grito de ¡Viva Cataluña libre!, que es de guerra
declarada contra el Estado y la Nación. El escándalo y la amargura que
produjeron los sucesos del banquete catalanista en el frontón Condal,
todavía ha de aumentarse con los episodios lamentables de anteanoche y de
ayer, en que, a la indignación de los oficiales del Ejército, contestaron
los catalanistas redoblando sus ataques a España, escribiendo rótulos de
franco separatismo, lanzándose a toda clase de locura parricida…»
ARRIBA
Nació el 21 de
septiembre de 1859 en Villanueva y Geltrú (Barcelona). A los quince años ingresa
en la Academia de Ingenieros Militares de Guadalajara. Una vez terminada la
carrera pasa destinado como teniente a Madrid en la sección de telegrafía. En
1882 es destinado a Sevilla con el grado de capitán y después a Lérida, donde
llegó a teniente coronel.
Como
consecuencia de los incidentes del “¡Cu-Cut”! surge la coalición
Solidaritat Catalana, proyecto ideado e impulsado por la Lliga Regionalista
y que también incluía a los carlistas, federales, Unió Nacional y parte de Unión
Republicana. La Solidaritat Catalana intentó aparecer como representante
de los intereses generales de Cataluña frente al centralismo estatal. A ella
sólo se opuso el Partido Radical, del demagogo anticlerical Alejandro Lerroux;
mientras que los partidos dinásticos estatales, conservadores y liberales,
apenas tenían fuerza en Cataluña.
Macià militó en
la Lliga Regionalista, y en 1907 es elegido diputado por esta formación por
Borjas Blancas (Lérida) y Barcelona, renunciando a esta segunda circunscripción.
Más tarde, el
Ministerio de Guerra le asciende a Coronel y lo destina a Santoña, pero el
recelo del ejército hacia Solidaritat Catalana, considerada como
separatista, y a la condena que hizo del ataque de oficiales al semanario
“¡Cu-Cut!” y al periódico “La Veu”, le impulsa a pedir la baja del
ejército en favor de una prometedora carrera política.
Las divisiones
internas de Solidaritat Catalana y su derrota frente a los candidatos
lerrouxistas en las elecciones parciales de 1909, provocaron la disolución de
esta coalición. Macià se retira del Parlamento, al que considera un instrumento
inútil al servicio de la oligarquía dominante. Durante la I Guerra Mundial,
visita a los voluntarios catalanes en el frente francés, buscando apoyo para su
tarea de conseguir la emancipación de Cataluña. Los años entre el fracaso de
Solidaritat Catalana y su vuelta al Parlamento en 1917, atestiguan su viraje
ideológico hacia el independentismo de izquierdas.
Durante la
Asamblea de Parlamentarios de julio de 1917, donde se reúnen grupos políticos
excluidos del turno de partidos, Macià destaca por su radicalismo rupturista y
sus argumentos de llamar al pueblo a las armas.
En 1919, tras
el fracaso de la Asamblea y totalmente alejado de la política estatal, Macià
funda la Federació Democràtica Nacionalista. Este grupo adoptó una clara
actitud independentista, aunque tenía voluntad de integración en una futura
confederación ibérica.
En julio de
1922, Macià logra el apoyo de las Juventudes disidentes de la Lliga,
integradas en el grupo Acció Catalana y crea el partido Estat Català,
creado con la idea de formar un partido de unificación de los nacionalistas
radicales opuestos a la Lliga.
La
historiografía nunca ha sabido como clasificar a este partido, que bien podría
definirse como una especie de “fascio a lo catalán”. Indudablemente la base del
partido era burguesa y se caracterizó por sus milicias armadas, los
“escamots” (pelotones), que eran conocidas como “El fascio de Macià”. De
hecho el Estat Català mantuvo cierta vinculación con el fascismo
italiano.
En septiembre
de 1923, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, se
subleva contra el Gobierno legítimo. Su golpe de estado triunfa debido al
silencio y al apoyo de Alfonso XIII, que encargará al militar formar gobierno.
Macià marcha al
exilio, instalándose en un hotelito de la periferia parisina, donde era visitado
por conspiradores de diversos matices, principalmente catalanistas de izquierda
y sindicalistas. Empezó a trabajar febrilmente en la organización de un
movimiento que diese la independencia a Cataluña.
ARRIBA
El 3 de mayo de 1925 surge en el seno del
Estat Català el grupo terrorista Bandera Negra. Sus miembros se
reunían en el Café “Petit Versalles”, ubicado en la Plaza de la Universidad de
Barcelona. Entre sus integrantes estaban los hermanos Badía, Jaume Compte,
Marcel.lí Perelló Domingo, Josep Garriga, Jaume Macià y Artur Gassó, entre
otros.
Tres días
después de la constitución de Bandera Negra, se anunciaba la visita del
rey Alfonso XIII a Cataluña, que llegaría el día 26 del mismo mes. Los
activistas de este grupo colocaron una bomba que estallaría al paso del tren del
monarca, cuando éste pasara por un túnel situado entre Garraf y Castelldefels.
Pero el complot
fracasó por completo, y el número de apresados se elevó a diecisiete. Los
terroristas Jaume Compte, Jaume Julià, Marcel.lí Perelló y Josep Garriga fueron
condenados a cadena perpetua.
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ARRIBA
Mientras tanto, Francesc Macià desde el exilio, buscaba provocar
un levantamiento de carácter general en toda España que acabara
con la Dictadura y concediese la autodeterminación a Cataluña;
pero ante la imposibilidad de esta empresa, se acordó provocar
el levantamiento sólo en territorio catalán.
Para financiar esta empresa, Macià lanzó el 23 de abril de 1925
el empréstito denominado “Pau Claris”, cuya 1ª emisión
llegó a la suma de 8.750.000 pesetas, en títulos de 25, 50, 100,
500 y 1.000 pesetas. Estos fondos pasaron a constituir el tesoro
de guerra de Estat Català. Con el dinero obtenido, y el
aportado por Macià, organizó el “Exèrcit Català”
compuesto por “escamots” (pelotones) de 18 hombres, a
imitación de las escuadras mussolinianas.
Pero no recolectó lo suficiente, por lo que en octubre y
noviembre de 1926, viajó a Moscú con el dirigente comunista José
Bullejos, para recabar apoyo de la Komintern.
ARRIBA
El gran periodista e historiador Emilio Romero reveló en octubre
de 1990, en la revista “Época” dirigida por Jaime
Campmany, una inestimable documentación a través de una carta de
Francesc Macià a un amigo suyo en la que le cuenta el viaje a
Moscú en 1926 para pedir el apoyo de los comunistas estalinianos
para la independencia de Cataluña, y le explica además un
fantástico entramado de rebelión y de maquinaciones. Veamos la
mencionada carta:
Sr. J. Conangla. Habana.
Estimado amigo:
No sabía como expresarte mi agradecimiento
por el discurso que hicisteis el 11 de septiembre en el
Casal Català. No sólo por agradecimiento personal os doy las
gracias, sino también por agradecimiento del patriota que
prescindiendo del yo personal, cree que se ha de ventilar
todo aquello que representa ante el pueblo, el sentimiento
noble y santo de la patria.
Vuestro discurso ha sido también para mí un
nuevo estímulo en estos momentos en los que he sufrido
tantas amarguras de toda clase. Y digo de toda clase porque
hasta de los mismos catalanes hemos sufrido ataques viles y
groseros y difamaciones y calumnias. No quiero sin embargo,
rebajarme hablando de esas cosas porque la vida austera que
siempre he llevado me da derecho a menospreciarlas, y han
afirmado más todavía mi serenidad y fortaleza de alma. De
todos modos quiero hablaros de mi viaje a Rusia y de las
razones que lo motivaron.
Como ya veríais por el informe, con la poca
gente que habríamos podido armar, con todo, y haber podido
hacer un gesto de dignidad, corríamos el riesgo de llegar a
una cosa un poco mejor que la de Vera, pero que rápidamente
hubiese ido al fracaso considerando las fuerzas que tiene
España en las fronteras, que son de 4.000 hombres, la mayor
parte de la Guardia Civil. Así y todo me lancé a la
preparación de eso, habiendo comenzado ya una movilización
lenta de gente de Cataluña que hemos ido situando en
diferentes lugares de la frontera, habiendo alquilado
algunas fincas y simulado la explotación de minas y otra
clase de trabajos en los diferentes puntos de la frontera,
que se habían de utilizar para el traspaso de armas y
concentraciones de la gente que tenía que venir, y
constituyendo los comités que habían de actuar de Gobierno
provisional en los lugares que fuésemos conquistando. Este
montaje persiste todavía y no sabe Vd. los sacrificios
económicos que nos cuesta, y los personales. Hay jóvenes que
han demostrado y demuestran todavía un temple de verdaderos
y abnegados patriotas.
Cuando ya teníamos eso medio preparado, se
me acercaron los comunistas ofreciéndome ir de acuerdo con
nosotros y complementarnos en todos los medios que nos
faltase para llevar adelante la revolución, en una especie
de alianza ocasional con ellos, junto naturalmente con los
otros elementos que, como ya sabe Vd., eran nuestros
aliados, como son los de Euzkadi, los gallegos y los de la
Confederación Nacional del Trabajo. Para realizarlo me
pidieron que yo fuese a Rusia para ponerme de acuerdo con
los elementos directivos de la III Internacional. Antes de
emprender el viaje pensé mucho y lo consulté con los
elementos que había en París y con el Directorio de
Barcelona y de París, considerando todos juntos: 1.º, que
con los escasos medios que había dado el empréstito no
podíamos ir más que al sacrificio dignificador. 2.º, que con
lo que nos ofrecían podíamos ir a un fuerte movimiento
general en toda España que aseguraba no solamente la
dignificación de Cataluña sino la libertad definitiva, por
lo que acordamos emprender este viaje.
* * * *
En Rusia, después de muchas conferencias
entre las cuales una con Bukharin y otra con Zinoviev,
llegamos al acuerdo de que ellos se comprometían a avalar
económicamente todos los gastos de organización, preparación
y propaganda para la revolución en Cataluña y en toda España
y después dar lo que fuese preciso para armar a la gente.
La consigna era:
a)
Derribar el Directorio militar y la Monarquía.
b)
Abandono de Marruecos y reconocimiento de la
República del Rif.
c)
Amnistía total para los delitos políticos y sociales.
d)
Proclamación en España de la República Federativa
Popular.
e)
Expropiación de los grandes latifundios hoy dedicados
a los placeres de la caza y que no son cultivados,
repartiéndolos entre los campesinos.
f)
Libertad completa de asociación y propaganda.
Esta fue la consigna, con la condición de
que al día siguiente de su triunfo cada uno quedaba
desligado para seguir el camino de los propios ideales.
Ya puede Vd. suponer que a nosotros,
mientras salvásemos la independencia de Cataluña, poco nos
había de interesar que ellos instaurasen la República, no
importa con qué carácter, en el resto de España.
De acuerdo con estos extremos (después de
mes y medio) regresé a Francia para constituir ya el Comité
definitivo revolucionario y ejecutivo de todos estos
acuerdos.
Estando todavía allí, adiviné cierta
discrepancia entre Bukharin y Zinoviev, sobre todo con
relación a las campañas y ayudas que ellos pudiesen dar a la
organización de la revolución internacional y de otros
movimientos revolucionarios parciales que pudiesen
producirse fuera de Rusia.
Cuando ya estaban ultimados los trabajos
para la constitución de este Comité ejecutivo y teníamos
redactado el Manifiesto que se había de dar al pueblo, tuvo
lugar el Congreso Comunista en Rusia que ha hecho caer a los
elementos de Zinoviev que nos eran más favorables. Y digo
eso porque Zinoviev en persona, al despedirse, me dijo:
«Diga a los catalanes que los partidarios más fervientes de
su independencia somos nosotros».
Es más de agradecer esta simpatía que él
manifestó porque ellos ya están convencidos que en Cataluña,
en concreto, dado el carácter catalán, no tienen nada que
hacer, porque no tienen ninguna fuerza. Naturalmente ellos
comprenden que la cooperación que diesen a este movimiento
revolucionario en España, aunque no les permitiese
instaurar, ni mucho menos, sus ideales, les daría prestigio
en otros lugares del mundo.
* * * *
El resultado del Congreso comunista de Moscú
me ha intranquilizado a pesar de que sus representantes de
aquí dicen que solamente lo retardará algún tiempo: de todas
maneras el retraso es evidente y ahora estamos pendientes de
la resolución definitiva.
Este viaje, si todo se resuelve bien, ya ve
Vd. la enorme trascendencia que tendría para Cataluña. Si se
resolviese negativamente, moralmente nos daría la
tranquilidad de espíritu de no haber ahorrado medios ni
sacrificios para obtener la libertad de Cataluña:
materialmente habría retrasado nuestros planes y nuestras
posibilidades, como ya podrá Vd. comprender por los gastos
enormes que ocasiona haber tenido que esperar cuatro o cinco
meses más, aguantando toda la organización con el montaje
que ya os he explicado, lo que supone viajes, servicios de
espionaje en la frontera, para estar en condiciones de saber
en todo momento el estado de las fuerzas enemigas,
constitución de comités, alquileres para depósitos,
simulación de trabajos, mantenimiento de los movilizados y
demás. En este compás de espera se encuentra ahora nuestra
organización y no tardaremos en tomar las resoluciones
definitivas que naturalmente estarán de acuerdo con los
medios que se recogen, durante este tiempo, del empréstito.
A mí me hace sufrir, sin embargo, la lentitud, natural hasta
cierto punto, del empréstito, porque como puede Vd. suponer
la espera significa alargar los gastos a los cuales me he
referido y que son imprescindibles. Recibir rápidamente y
todo de una vez los medios del empréstito sería como si los
recibiésemos duplicados, porque se ahorrarían todos estos
gastos de entretenimiento.
Yo, sin embargo, aparte de los comunistas,
he conservado las alianzas que ya teníamos hechas y he
procurado atraer los partidos revolucionarios de España,
porque en el caso de romper con los comunistas pudiésemos
también ir a un movimiento general de toda España. Uno de
los éxitos mejores que yo creo hemos dado a nuestro partido
separatista es que hoy no hay partido revolucionario en
España que no se haya tenido que acercar a nosotros y
pedirnos colaboración, y no hay ninguno que ya no admita el
referéndum para Cataluña para que escoja su forma de
gobierno. Lástima que estos no tengan bastante organización
y que se encuentren como nosotros, sin medios combativos. De
no ser así, la revolución no se haría esperar y la libertad
de Cataluña sería un hecho.
Ahora, sin embargo, dentro de pocos días
hemos de parlamentar con elementos militares, los cuales,
como es natural, tienen una cosa y otra. Estos elementos
militares de España que actualmente están de acuerdo con la
Confederación General del Trabajo, son partidarios de la
República Federal y están naturalmente contra los generales
y el Directorio de España. Si ellos concediesen un
referéndum a Cataluña, para escogerse la forma de gobierno,
nosotros iríamos al movimiento de acuerdo con ellos, porque
en este caso nos darían las armas y los medios como lo han
prometido los de la Confederación Nacional del Trabajo,
aliados nuestros. Si ellos no concediesen este derecho a
Cataluña, nosotros también iríamos al movimiento
aprovechando nuestras organizaciones y nuestros medios que
tendremos en aquel momento, para no dejar escapar el momento
propicio, para nosotros, del desorden que reinará en España,
y trataríamos de instaurar la República Catalana.
* * * *
En este caso nos mezclaríamos con los
elementos de la Confederación Nacional del Trabajo que nos
ayudarían, completando nuestros medios, dándonos armas.
También es probable que las armas fuesen entregadas en
Barcelona, que es donde las tienen en depósito el Ejército,
cosa que motivaría habernos de trasladar con una gran parte
de las organizaciones que actualmente tenemos en la
frontera.
Ya habréis visto la posición de algunos
elementos de otros partidos nacionalistas, especialmente la
de Cambó, el más visible, que en los momentos como los que
pasa Cataluña, los más cruentos de represión en todos los
sentidos, cuando hay tantos hermanos nuestros sufriendo en
las prisiones de España, y esperando algunos de ellos la
condena de muerte, él se entretiene dialogando con tanta
osadía con la Dictadura, que es causa de tantos
sufrimientos. En este diálogo, amigos y enemigos han visto
una colaboración o al menos una oferta de colaboración a
este gobierno que es el que ha sumido a Cataluña en el
vilipendio.
Antes de acabar me place confesaros que, por
encima de todas las amarguras, trabas y oposiciones, mis
esperanzas y mi fe absoluta en Cataluña cada día son más
fuertes.
Esta carta en la cual os explico cosas que
solamente saben los más precisos, como es esto de última
hora referente a los militares, os ruego que la leáis al
doctor Murillo y a Arana a los que saludaréis muy
afectuosamente de mi parte. Y vosotros juntos, dado el
carácter que tiene, ya veréis el uso discrecional que tenéis
que hacer y a quien la podáis enseñar.
Recibid, amigos míos, el afecto sincero y
afectuoso de vuestro compatriota. Por Cataluña.
Francisco Macià.
Bois-Colombes, 15 de enero de 1926
ARRIBA
A lo largo de 1926 culminó la preparación del “Exércit Català”,
con el objeto de invadir militarmente Cataluña, desde Francia.
El proyecto consistía en la penetración de dos columnas –una
desde Saint-Laurent-de-Cerdans y la otra desde el Coll d’Ares–
que habían de ocupar Olot, y proclamar la República Catalana.
Dicho objetivo se conoció como el “Complot de Prats de Molló”
por el topónimo en catalán de la localidad del Rosellón francés
Prats-de-Mollo-la-Preste.
El plan del ataque consistía en crear dos columnas armadas que,
de madrugada, atravesarían la frontera y se adentrarían por
caminos de montaña hasta las inmediaciones de Olot, donde se les
unirían varios grupos más.
Una vez reunidos, la estrategia consistía en caer por sorpresa
sobre la capital de la comarca de La Garrocha, Olot, y atacar
los cuarteles de la Guardia Civil y de los Carabineros. En este
momento, aprovecharían la acción para difundir la noticia de la
proclamación de la República Catalana mediante una emisora que
ellos mismos transportarían. Se esperaba que, al recibir la
noticia de la actuación, el pueblo catalán se sublevaría.
Posteriormente, se marcharía hacia Las Guillerias donde se
instalaría el campamento base y se proseguirían las operaciones.
Macià nombró como lugartenientes a Josep Bordas de Cuesta para
las cuestiones políticas; Josep Carner y Ventura Gassol para las
de propaganda; Josep Rovira, Martí Vilanova, los hermanos
Morella, Joaquim Carrió, Roc Boronat y Ferran Arqués para las
militares. En el interior se encargaban de captar voluntarios
Jaume Aiguader y Amadeu Bernadó.
El ejército catalanista estaba a punto, y Estat Català
juzgó útil alistar en su milicia un determinado número de
combatientes profesionales, tomando a su servicio algunos
anarquistas e italianos antifascistas, mandados por Ricciotti
Garibaldi, nieto del famoso político y guerrero. En total, unos
500 hombres.
El 30 de octubre de 1926 Macià dio orden de movilización y
empezaron el entrenamiento militar en la población de
Saint-Laurent-de-Cerdans, dónde estaban enterradas las
armas.
Ricciotti Garibaldi resultó ser un confidente de los servicios
secretos de Benito Mussolini y advirtió de las intenciones de
los dirigentes del Estat Català a las autoridades
españolas, las cuales avisaron a las francesas. Éstas, el 4 de
noviembre de 1926 abortaron el intento, deteniendo en Estagel a
los grupos que, procedentes de París y de Toulouse, se dirigían
a Saint-Laurent-de-Cerdans, mientras que en Villa Denise
(Prats-de-Mollo-la-Preste) eran detenidos Macià y su Estado
Mayor.
El 15 de noviembre de 1926, unos 86 reclutados fueron deportados
a Bélgica y 42 más fueron detenidos para ser juzgados, de los
que nueve eran italianos. Finalmente, sólo 17 fueron llevados a
París para ser juzgados, entre ellos el propio Macià, el cual se
declaró único responsable e hizo una declaración de principios
en nombre de todos, basada en los principios de independencia,
democracia y revolución. Esto dio al proceso mucha repercusión,
de forma que hizo conocer en Europa la cuestión catalana y la
figura de Francesc Macià, quien lograría el liderazgo del
nacionalismo catalán.
Macià fue condenado a dos meses de prisión, ya cumplidos, y a
100 francos de multa. Los arrestados por la policía francesa
gozaron de amplias libertades. Macià, pudo visitarlos, y
arengarlos así:
«¡Catalanes! hemos luchado por una grande, por
una noble causa que ha fracasado. Pero volveremos. Juremos sobre
la bandera que lucharemos hasta la muerte».
Pero ni habían luchado, ni lucharían.
Posteriormente Macià fue expulsado a Bruselas, donde estuvo
varios meses, de donde marchó a Hispanoamérica, entrando
clandestinamente a Argentina, donde residió más de medio año.
Entre 1927 y 1928, Maciá, acompañado por su secretario, el
poeta Ventura Gassol, visitó a los núcleos de catalanes
separatistas de Argentina, Uruguay y Cuba, con objeto de recoger
fondos y aunar voluntades.
En La Habana fundó el “Partido Separatista Revolucionario de
Cataluña”, del cual fue presidente y en el que estudió, por
primera vez, la posibilidad de constituir una República
Catalana.
Todas las ideas políticas de Macià se reducían a la liberación
de Cataluña, aceptando incluso la sovietización. Pero tenía
facilidad para frases sugestivas:
“No habrá paz internacional mientras haya
naciones esclavas”. “Nuestro ideal democrático y de libertad
no se aviene con el de la España atrasada, que durante la
guerra mundial soñaba con la victoria de los enemigos del
derecho y la justicia”.
La gesta de Macià fue mirada en Cataluña como un episodio
grotesco, pero esa impresión cambió con el tiempo, siendo
enaltecido como figura heroica en amplios medios nacionalistas.
Con todo para sus enemigos, empezando por Cambó, no pasó de ser
un desequilibrado de pocas luces y con fijaciones mesiánicas.
ARRIBA
Tras la caída de Primo de Rivera, regresará a Cataluña el 22 de
febrero de 1931. En marzo de ese mismo año, tiene lugar en
Barcelona la “Conferencia d´Esquerres”, que une a Estat
Catalá al Partit Republicà Català (más nacionalista
que republicano, dirigido por Lluís Compayns i Jover) y al grupo
del periódico L´Opinió (dirigido por Lluhí Vallescá),
naciendo así una nueva organización: Esquerra Republicana de
Catalunya (ERC), que empieza con unos 17.000
afiliados, pero pronto tendrá una amplia base social a través
incluso de otras organizaciones, como la Lliga de
Rabassaires (su filial rural) y el CADCI (Centre
Autonomista de Dependents del Comerç i de la Indústria).
A pesar de todo, Estat Catalá seguirá constituyendo un
partido autónomo dentro de la misma Esquerra, siendo su ala
extremista y separatista.
Esquerra Republicana de Catalunya
es un partido con una historia tortuosa y complicada. Desde la
primera militancia burguesa y filofascista proveniente del
Estat Català, hasta las últimas incorporaciones de los
grupúsculos
ARRIBA
En las elecciones municipales del 14 de abril de 1931,
Esquerra Republicana de Catalunya arrasa contra todo
pronóstico, y Macià, desde el balcón del Palacio de la
Generalitat de Cataluña, proclama la “República Catalana
dentro de la Federación
Ibérica”, con el siguiente discurso:
«Catalanes:
Interpretando el sentimiento y los anhelos
del pueblo que nos acaba de dar su sufragio, proclamo la
República Catalana como estado integrado en la Federación
Ibérica.
De acuerdo con el presidente de la República
Federal española Niceto Alcalá Zamora, con el cual hemos
ratificado los acuerdos del pacto de San Sebastián, me hago
cargo provisionalmente de las funciones del Gobierno de
Cataluña, esperando que los pueblos español y catalán
expresarán cual es en estos momentos su voluntad.
Haciendo esta proclamación, con el corazón
abierto a todas las esperanzas, nos conjuramos y pedimos a
todos los ciudadanos de Cataluña que se conjuren con
nosotros para hacerla prevalecer por los medios que sean,
incluso si fuera necesario sacrificar la vida.
Rogamos que cada catalán, así como cada
residente en Cataluña, se haga cargo de la enorme
responsabilidad que en estos momentos pesa sobre todos
nosotros.
Todo aquel pues, que perturbe el orden del
nacimiento de la República Catalana será considerado un
agente provocador y un traidor a la patria.
Esperamos que todos sabréis haceros dignos
de la libertad que nos hemos dado y de la justicia que, con
la ayuda de todos, vamos a establecer. Nos apoyamos sobre
cosas inmortales como son los derechos de los hombres y los
pueblos, que ni muriendo perderíamos.
En proclamar nuestra República, hacemos
llegar nuestra voz a todos los pueblos de España y del
mundo, pidiéndoles que espiritualmente estén de nuestro lado
y en contra de la monarquía borbónica que nos venció, y les
ofrecemos aportar todo nuestro esfuerzo y toda la ilusión de
nuestro pueblo renaciente para asegurar la paz
internacional.
Por Cataluña, por los otros pueblos hermanos
de España, por la fraternidad de todos los hombres y todos
los pueblos, Catalanes, sabed haceros dignos de Cataluña».
El President,
Francesc Macià
Barcelona, 14 de abril de 1931
ARRIBA
Tres días más tarde Macià se pliega a las izquierdas españolas y
“renegocia” la República catalana por una “Autonomía”. Así pues,
ante la visita realizada por los ministros republicanos
Marcelino Domingo (Instrucción Pública y Bellas Artes) y Nicolau
D´Olwer (Economía), ambos catalanes, el anciano líder de ERC
depone su actitud. A cambio, se restablece la Generalitat, a la
que se traspasan las competencias de las diputaciones
provinciales.
Josep Tarradellas confiesa en una carta dirigida a Frederic
Escofet que: “Macià ante un grupo de personas nos dijo que
ése era el día más triste de su vida, no porque había renunciado
a la República catalana, sino porque, y eso era exacto, tenía
plena conciencia de ello, Cataluña no la quería. Su decepción
era producida porque creyó que al anunciar a la multitud que
estaba en la plaza San Jaume la renuncia a la República catalana
y la aceptación de la Generalitat, se habría producido protestas
y alborotos, y fue todo lo contrario, pues nuestro pueblo tenía
plena conciencia de que estaba bien que el presidente Macià
hubiese proclamado la República catalana y que aún estaba mejor
que hubiese renunciado a ella”.
La Generalitat elaborará el “Estatuto de Autonomía de Cataluña”,
redactado en base al derecho de autodeterminación de este
territorio y a la restauración de su unidad histórica como
consecuencia de la proclamación de la República.
El 6 de mayo de 1932 se iniciaban los debates parlamentarios
sobre su aplicación. El Estatuto debía amoldarse a la
Constitución, que descartaba la opción federal para las
autonomías. Finalmente, se aprobaba el 9 de septiembre de 1932,
con la cerrada oposición de la derecha.
ARRIBA
La firma del Pacto de San Sebastián entre republicanos,
socialistas y catalanistas de izquierdas, en agosto de 1930,
preveía atender las reivindicaciones nacionalistas, pero sin
proponer un calendario concreto. Tras la abdicación del rey
Alfonso XIII, en abril de 1931, tal como hemos mencionado más
arriba, Esquerra Republicana de Catalunya dirigida por
Francesc Macià, proclamó la República Catalana, el 15 de abril
de 1931. El jefe del Gobierno provisional, Niceto Alcalá-Zamora,
acudió a Barcelona y consiguió que Macià reconsiderase la
proclamación, a la espera de la aprobación de la Constitución.
Mientras tanto, se recuperó el viejo nombre de Generalitat, para
designar el sistema institucional autónomo catalán.
Sin embargo, la Generalidad preparó un proyecto de Estatuto, el
conocido como Estatut de Núria, que fue plebiscitado por
los ciudadanos catalanes el 2 de agosto de 1931. Con un 75% de
participación, el proyecto de Estatuto obtuvo una aprobación del
99.45% de los votantes.
El proyecto fue discutido en las Cortes en mayo de 1932. El
fallido golpe de estado protagonizado por el general Sanjurjo
aceleró el debate y la aprobación del proyecto el 9 de
septiembre de 1932. Tras la aplicación de una serie de
enmiendas, que dejaron los 52 artículos originarios en 18, el
Estatuto de Cataluña fue aprobado por amplia mayoría: 314 votos
afirmativos frente a 24 negativos.
El Estatuto aprobado rebajaba las pretensiones originales del
proyecto. Mientras en el proyecto se afirmaba que «Cataluña
era un Estado autónomo dentro de la
República española», el texto final fijaba –de
acuerdo con la Constitución Republicana que definía a España
como «un Estado integral, compatible con la autonomía de los
municipios y las regiones»– que «Cataluña se
constituye en región autónoma dentro del Estado español».
Otros aspectos sustanciales también fueron modificados. Por
ejemplo, de la propuesta oficialidad única del catalán se pasó a
la co-oficialidad de catalán y castellano.
Sin embargo, a pesar de los recortes, el Estatuto confería una
sustancial autonomía a Cataluña: la Generalidad pasaba a estar
compuesta de un Parlamento, un Presidente y un Consejo
Ejecutivo. También obtenía competencias en ámbitos como orden
público y justicia.
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En noviembre se celebraron las elecciones a la Generalitat, que
convirtieron a Maciá en el primer presidente constitucional de
Cataluña. Por poco tiempo, pues fallece el 25 de diciembre de
1933. Su familia quiso celebrar un funeral católico, pero la
Generalitat impuso un entierro laico y pomposo.
Fue sustituido al frente de la Generalitat de Catalunya por
Lluís Companys.
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