El miércoles 12 de agosto de 1936 a las 6:20 de la mañana,
en los Fosos del Castillo de Montjuich, fueron pasados por las armas los
generales Manuel Goded Llopis y Álvaro Fernández Burriel, cumpliéndose así
la sentencia dictada por el consejo de guerra sumarísimo reunido a bordo del
buque-prisión ‘Uruguay’.
A las 5:15 de la madrugada Goded y Fernández Burriel
fueron conducidos desde el ‘Uruguay’ al castillo de Montjuich.
Montaron en una gasolinera que les trasladó a tierra, y desde el muelle, en una
camioneta en la que iban fuerzas de la Guardia Civil, fueron trasladados al
castillo.
El general Goded vestía uniforme sin fajín ni correaje
y cubría su cabeza con la gorra de uniforme. El general Fernández Burriel iba
de paisano y calzaba zapatillas. Ambos condenados se mostraban serenos.
La comitiva se puso en marcha desde el muelle, a las 5:30
de la madrugada. Seguían a la camioneta treinta y tres automóviles, ocupados
por Milicias Antifascistas, habiéndose dirigido al castillo por la avenida de
Francisco Layret.
Un cuarto de hora después llegaba la comitiva al
castillo de Montjuich, a cuya entrada se hallaba formado un pelotón de
milicianos a las órdenes del encargado de la fortaleza. Franqueada la puerta se
veían en la explanada fuerzas de Asalto, Guardia Civil y Mozos de Escuadra, en
correcta formación. También se hallaban formados los elementos de las Milicias
Antifascistas. La camioneta en la que eran conducidos los ex generales Goded y
Fernández Burriel se detuvo ante la puerta que conduce al interior del patio,
donde permaneció algunos momentos.
Franqueada la entrada a cuantas personas tenían
autorización para presenciar el fusilamiento, entre las que se encontraban
algunos periodistas, han descendido de la camioneta los dos condenados, quienes
acompañados de su defensor, señor Aymat, y custodiados por elementos de la
Fuerza Pública y de las Milicias Antifascistas, penetraron en el interior de la
fortaleza.
Inmediatamente después fueron conducidos al glacis de
Santa Elena, donde había de tener efecto la ejecución de la sentencia. El ex
general Goded, que aparentaba serenidad, iba fumando un cigarrillo.
[N. del A.] Julián Zugazagoitia, militante del
PSOE desde muy joven y director del periódico ‘El Socialista’ y que
durante la guerra civil fue ministro de Gobernación y secretario general del
Ministerio de Defensa en los gobiernos de Juan Negrín, en su libro Guerra y
vicisitudes de los españoles escribió sobre el fusilamiento del general
Goded lo siguiente:
“Cuando el general Goded le llegó el momento de
ser fusilado, fusilamiento que no pudieron evitar las gestiones políticas,
inferiores en fuerza coactiva a las presiones de las masas catalanas, que urgían
el cumplimiento de la sentencia, el reo se presentó ante los soldados
perfectamente vestido y afeitado. Había dedicado a su última compostura
cuidados minuciosos. Con un cigarrillo en la mano, bien pegada la ceniza al
fuego, asistió a los preparativos del pelotón y, cuando todo estuvo listo,
aspiró una bocanada de humo, arrojó la punta del pitillo y, afirmando los
pies a la tierra, miró cómo los fusiles le enviaban la muerte a clavársele
en el pecho. La trompetería de la tropa presente alborotó la mañana con la
notificación de que la justicia estaba hecha”.
ARRIBA
La tramitación de la sentencia ha tenido un rápido
desarrollo. Terminado el consejo de guerra sumarísimo y dictada sentencia por
su Tribunal, se procedió a la reglamentaria tramitación del fallo.
El defensor de los ex generales Goded y Fernández
Burriel notificó a éstos la sentencia de muerte. Ésta fue remitida
seguidamente a la Auditoria para cumplir el trámite legal correspondiente. El
auditor aprobó inmediatamente la sentencia y después fue sometida al jefe de
la Cuarta División, general Aranguren. Éste se inhibió por incompatibilidad
derivada del hecho de haber sido testigo de cargo en la causa contra los ex
generales Goded y Fernández Burriel. En su consecuencia, fue sometida al
comandante militar de Tarragona, coronel del Regimiento de Almansa, don Ángel
Martínez Penalba, que la firmó a los pocos minutos de obrar en su poder. A las
seis de la tarde del martes 11 de agosto de 1936, fue remitida la sentencia en
avión a Madrid, para que el Gobierno diese el enterado en virtud de lo que
disponen las leyes de la República.
ARRIBA
A la una de la madrugada se conoció en Barcelona la
noticia oficial de que el Gobierno se había enterado de la sentencia contra los
ex generales Manuel Goded Llopis y Álvaro Fernández Burriel. Inmediatamente,
las autoridades correspondientes comunicaron la noticia al defensor de los
condenados, señor Aymat, quien a su vez se trasladó a bordo del ‘Uruguay’,
notificando a sus patrocinados la decisión adoptada por el Gobierno de la República
y manifestándoles al propio tiempo que la sentencia debía cumplirse antes de
las seis horas siguientes.
El ex general Fernández Burriel rogó al defensor que
procurase entrevistarse con su esposa y su hija, que residen en Barcelona, con
el encargo de que acudiesen al buque para despedirse de él. El otro hijo del
general Fernández Burriel se halla prisionero a bordo del ‘Uruguay’,
por hallarse complicado en el levantamiento.
El señor Aymat cumplió inmediatamente este encargo del
ex general Fernández Burriel, así como otros que había recibido del ex
general Goded, permaneciendo después toda la noche junto a sus defendidos.
Los reos expresaron sus deseos de recibir los auxilios de
la religión y al efecto se habilitó como capilla un camarote del vapor ‘Uruguay’.
Uno de los curas que están allí detenidos les prodigó los auxilios
espirituales.
Cerca de las dos y media de la madrugada el defensor
acompañó a la esposa e hija del general Burriel a despedirse de éste,
desarrollándose una escena emocionante.
Después estuvieron a bordo dos notarios, llamados por
los reos, quienes hicieron testamento.
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ARRIBA
La sentencia se cumplió a las seis horas y
veinte minutos del día de ayer, 12 de agosto de 1936.
Los ex generales Goded y Fernández Burriel,
cuando se hallaban en el lugar de la ejecución, que como hemos
dicho eran los glacis de Santa Elena, pasaron ante el piquete que
había de ejecutarlos, situándose uno junto al otro, sin cruzar ni
una palabra.
El piquete lo formaban soldados del
Regimiento de Almansa, de guarnición en Tarragona, al mando de un
capitán. Éste, después de dar las órdenes oportunas a los
soldados levantó el sable y, al abatirlo, sonó una descarga, a la
que siguió otra momentos después. A continuación, dicho oficial,
de acuerdo con lo que preceptúa la ley, disparó sobre los cadáveres
los tiros de gracia.
Cuando cayeron los cuerpos de los ex
generales Goded y Fernández Burriel se oyó un grito de ¡Viva la
República!, que fue contestado por todos los presentes, cuyo número
ascendía a unos quinientos.
Inmediatamente después de la ejecución de
la sentencia, el defensor y un médico se acercaron a los cadáveres
y el segundo certificó la defunción.
El piquete encargado de la ejecución de los
dos ex generales facciosos desfiló ante los cadáveres, haciéndolo
a continuación las fuerzas de la Guardia Civil, Asalto,
Carabineros, Mozos de Escuadra y Milicias Antifascistas que había
presenciado el acto.
Los empleados de la Casa de Asistencia
Presidente Macià procedieron a retirar los cadáveres, que fueron
depositados en sencillos féretros. En un furgón se colocaron los
ataúdes, para ser trasladados al Cementerio Norte.
Una vez cumplida la sentencia, se izó en el castillo la bandera negra.
ARRIBA
El Comité Central de las Milicias
Antifascistas procedió, una vez cumplida la sentencia, a levantar
acta de la ejecución, que está redactada en los términos
siguientes:
“Cumpliendo órdenes del Comité
Antifascista y de acuerdo con el resultado del consejo de guerra
celebrado, y del cual ha resultado la aplicación de la pena de
muerte, certificamos los abajo firmantes, que Goded y Burriel han
sido fusilados a las 6:20 horas del día 12 de agosto de 1936, en
los glacis de Santa Elena, del castillo de Montjuich.
Por el Comité Central de las Milicias
Antifascistas: José Miret, Francisco García, Tomás Fábregas,
Artemio Aiguader, José Asensi, y coronel Carlos Caballero, juez
instructor del sumario”.
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