El ABC
correspondiente al domingo 28 de junio de 2009, publicaba con grandes
caracteres, que “El Gobierno subvenciona por primera vez la búsqueda de
fusilados por la República”, artículo firmado por Cruz Morcillo.
El
encabezamiento decía: “El Ejército Popular ejecutó a 46 de sus soldados por
negarse a volver al frente de Teruel, que acababan de rendir”.
Tres sargentos,
doce cabos, treinta soldados y un tambor de la 84ª Brigada Mixta del Ejército de
la República fueron ejecutados en la madrugada del 20 de enero de 1938, en el
pinar de Piedras Gordas, en la localidad turolense de Rubielos de Mora, doce
días después de que su unidad hubiera rendido Teruel, la única capital de
provincia conquistada por su bando en la Guerra Civil.
Lucharon como
héroes en el invierno más aterrador que se recuerda, pero no les sirvió de nada:
una ráfaga de ametralladoras acabó con ellos y sepultó sus vidas y su memoria.
El Ministerio de
la Presidencia ha aprobado una subvención de 20.000 €, aún provisional, a la
asociación creada por los familiares de dos de esos soldados para que se busque
la fosa. Es la primera ayuda que se concede a víctimas de la propia República.
ARRIBA
La 84ª Brigada
Mixta del Ejército Popular era una unidad formada por 2.000 combatientes al
mando de Benjamín Juan Iseli, hombre culto, apasionado por la literatura, poeta
y amigo de Gabriel Miró. La 84ª Brigada, compuesta por combatientes que se
habían alistado en las milicias nada más estallar la guerra civil. Era una
unidad de aluvión, formada por milicianos de muy distinto origen: socialistas,
ugetistas, y anarquistas.
En diciembre de
1937, estaba integrada en la 40ª División, bajo las órdenes del teniente coronel
de Carabineros Andrés Nieto Carmona, nacido en Villanueva de la Serena (Badajoz)
en el año 1901, un antiguo factor ferroviario extremeño, y alcalde socialista de
Mérida durante la II República desde el 19 de octubre de 1933 hasta el 14 de
junio de 1934, y desde el 20 de febrero de 1936 hasta el 11 de agosto de 1936,
día que tomaron Mérida las fuerzas de Franco.
ARRIBA
Después de un
detenido estudio realizado en el otoño de 1937, el general republicano Vicente
Rojo Lluch, fijó como objetivo Teruel, la ciudad semicercada y débilmente
guarnecida, que se ofrecía como fácil presa, aunque los repetidos fracasos
anteriores hicieran que las fuerzas del sector la tuvieran como inexpugnable, lo
que aumentaba su valor moral.
Entretanto las
fuerzas nacionales iniciaban su despliegue ofensivo con vistas a batir al
ejército del general José Miaja Menant en tierras alcarreñas.
La ofensiva que
preparaba Rojo era de objetivo limitado y por tanto carecía de toda idea de
explotación del éxito, pues no buscaba otro que el inmediato, pero para
asegurarlo se acumularon frente a Teruel medios y efectivos cuantiosos.
El plan de
ataque a Teruel fue aprobado por el Consejo Superior de Guerra el 8 de diciembre
de 1937. Participarían un total de 40.000 hombres que procedían del Ejército de
Maniobra y del Ejército de Levante.
El día 14 de
diciembre de 1937, el ministro de Defensa Indalecio Prieto dirigía a sus tropas
una vibrante orden general que decía:
«Mañana va a
atacar nuestro ejército las comunicaciones del frente de Teruel. La caída de la
plaza está asegurada si el ataque se desarrolla con todo rigor y las líneas que
se establezcan al norte se defienden con la idea de no ceder un solo palmo del
terreno que se haya conquistado.
»Las tropas
enemigas que defienden el frente atacado son deficientes y pocas, sus mandos
débiles, su organización defectuosa y entre los combatientes enemigos existen
muchos hijos del pueblo que ansían verse libres del terror y la tiranía
fascista.
»Es preciso
que por un esfuerzo violento, ardiente y rápido se ocupen las primeras
posiciones enemigas, se complete el cerco de la plaza y se provoque la
desmoralización y rendición irrumpiendo en ella sin tregua en el ataque antes de
que puedan acudir las reservas enemigas.
»Mañana debe
ser un día de gloria para nuestro Ejército, reconquistando para la causa la
primera capital de provincia y haciendo abortar la ofensiva que prepara en otros
frentes. De la conducta de las tropas y mandos que actúen queda pendiente una
nueva victoria que como las de Madrid, Jarama, Pozoblanco, Guadalajara, Brunete
y Belchite acredite ante el mundo nuestra potencialidad como ejército y nuestro
deseo indomable de defender las libertades populares.
»El mando
está persuadido de que los jefes del Ejército Popular no necesitan exhortaciones
para el cumplimiento del deber. El deber de mañana es triunfar, cueste lo que
cueste. El mando está seguro de que todos sabrán cumplirlo con entusiasmo y con
fe ciega en el triunfo».
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ARRIBA
Al anochecer del día 14, “se había logrado
terminar con extraordinarias dificultades la concentración
de los medios con que se iban a realizar las operaciones”.
La 48ª División, que procedía de Daimiel, tuvo
complicaciones en Valencia con el Comité de Ferrocarriles y
llegó 48 horas tarde. Este tipo de detalles exasperaban al
general Rojo. Eran retrasos que podían entorpecer los planes
cuando, como era el caso, había que actuar rápidamente. Se
tenían informaciones de que los nacionales habían planeado
desencadenar su ofensiva contra Madrid entre los días 15 y
18, el reto era ganarles la iniciativa y desbaratar sus
planes.
A las cuatro y media de la mañana del 15 de diciembre de 1937,
bajo un frío siberiano, las tropas del Frente Popular empezaron
a mover sus efectivos. Según Rojo “todas las resistencias fueron
arrolladas, haciéndose en la primera jornada más de 500
prisioneros y capturándose varias piezas de artillería”.
Se logró romper el frente en tres direcciones. El día 16 se
consolidaron las posiciones conquistadas y el día 17 se
estrangulaba el saliente de Villastar, acercándose el ataque a
la plaza por el Oeste. El 18 se ocupa la Muela de Teruel y el 19
cae el saliente de Puerto Escandón. El 20 se ataca el arrabal de
Teruel y el 21 se anulan las últimas resistencias exteriores,
entrándose el 22 en la plaza, donde, para debelar los focos
activos, proseguirá tenazmente la lucha hasta el 8 de enero de
1938.
Así pues, el ejército rojo había cumplido su objetivo principal:
el enemigo suspendió su ataque a Madrid, y movilizó sus reservas
hacia Teruel.
Para proteger la ciudad estaba la IV Brigada, con 3.000 hombres
a cargo del coronel Domingo Rey d’Harcourt, el cual conociendo
su debilidad defensiva, había reclamado refuerzos a Franco.
Hasta que llegara el auxilio, el coronel Barba y sus fuerzas se
encerraron en el Seminario y el convento de Santa Clara, y Rey
d’Harcourt lo hizo con las suyas en la sede del Gobierno
Militar, el Hospital de la Asunción y otros edificios próximos.
El éxito inicial del Frente Popular en Teruel hizo concebir
grandes esperanzas, pero Franco, después de renunciar a su
ataque a Madrid, firmó el 22 de diciembre de 1937, el documento
conocido como Directiva sobre operaciones para liberar Teruel.
Dicho documento, decía:
«Estimo de la máxima urgencia atacar a fondo, y
poniendo en ello el máximo esfuerzo, para llegar a Teruel,
considerando que es precisamente por el sur del Turia por donde
puede llevarse la acción más eficazmente, y por lo tanto, es el
sur del indicado río por donde debe ir el eje principal del
ataque.
Debiera V.E. organizar, con las fuerzas que
operan ya en la zona de Teruel y con las que están llegando, dos
cuerpos de ejército al mando de los generales Aranda y Varela.
El primero de estos cuerpos de ejército quedará formado con las
fuerzas que primeramente se concentraron en el flanco norte y 84
y 62 Divisiones, además de los medios de artillería de que más
adelante se habla.
El segundo de estos cuerpos de ejército quedará
formado por las 81 (actualmente en línea), 82, 61 y 54
Divisiones, además de los medios de artillería que más adelante
se habla.
El Cuerpo de Ejército del Sur del Turia
necesitará, para poder atender a sus servicios y despliegue de
la artillería, de una zona que comprende la carretera que de Gea
de Albarracín va hasta el km. 172 de la carretera de Zaragoza a
Teruel, pero dejando el cruce para el Cuerpo de Ejército del
Norte y estrechando después la zona en la forma que más convenga
hasta tomar como límite el río Turia al oeste de San Blas.
Este cuerpo de ejército atacará decididamente en
dirección Morrones-Muela de Teruel, con la misión de liberar lo
antes posible la plaza de Teruel, tomando posiciones que
garanticen su defensa exterior.
El Cuerpo de Ejército del Norte del Turia tendrá
como zona de acción limitada al sur por el norte del cuerpo de
ejército del general Varela y al norte-noroeste la limitada por
Cerro Gordo y estribaciones SO del Muletón, atacará en dirección
general Concud-Santa Bárbara, y posteriormente, cuando la
situación de Teruel quede restablecida, alcanzará la línea
Muletón-Alto de Celadas.
Pondrá V.E. la artillería no endivisionada a las
órdenes de los cuerpos de ejército en relación con las misiones
señaladas, dedicando, por lo tanto, el máximun de elementos a
apoyar el ataque que realice el Cuerpo de Ejército del Sur del
Turia, debiendo por lo tanto el Cuerpo de Ejército del Norte del
Turia (general Aranda) supeditar sus apoyos a los que se den al
general Varela. A este respecto, el Cuerpo de Ejército del Norte
del Turia deberá prestar al Sur del Turia la cooperación máxima
y ayudarle con los fuegos y con la metralla.
La agrupación de carros deberá V.E. afectarla a
las fuerzas que desarrollan la acción en terreno más favorable a
su empleo, recuperándola una vez que hayan dejado ya aquéllos,
para poder emplearla en otros nuevos. Medinaceli, 22 de
diciembre de 1937 (II Año Triunfal)».
ARRIBA
La radio fue uno de los protagonistas más
destacados en la guerra civil. Los sitiados de Teruel
tuvieron la posibilidad de comunicarse con el resto de la
zona y con el Alto Mando a través de una pequeña emisora,
situada en los edificios del Banco de España. Fue de un
efecto deprimente el que ésta desapareciese destruida entre
los escombros, cuando se produjo, el día 30 de diciembre, la
explosión del Banco de España. De esa manera se les negaba a
los cercados el único y último enlace que tenían con el
mundo exterior.
El Caudillo acababa de tomar la grave decisión de abandonar el
proyecto Madrid y de enviar fuerzas sustanciales para aplastar
definitivamente al enemigo en Teruel.
Con fecha 23 de diciembre de 1937 dirige, a través de la radio,
el siguiente mensaje:
«Al Gobernador Militar de Teruel. El
Generalísimo saluda a los defensores de Teruel. Nuestro Ejército
prepara sus fuerzas para el inmediato aplastamiento de los
asaltantes. El enemigo está muy castigado. Teruel será
rápidamente liberado. Las fuerzas de esa guarnición se bastan
ampliamente para prolongar la defensa sin peligro para la plaza.
»Deben defenderse a toda costa las posiciones,
economizando municiones y víveres. La niebla, la nieve y el
hielo son elementos importantes. Hay en la plaza antiguos pozos,
resto de canalizaciones, vino y otros artículos que deben ser
cuidadosamente racionados. La guerra de calles es favorable a la
defensa. Los tanques enemigos son impotentes dentro de la
ciudad, porque no pueden disparar hacia arriba. Se les puede
destruir por medio de gasolina y de granadas de mano. La
guarnición debe defenderse en conjunto y en cada uno de los
sectores.
»La caída de un centro de resistencia no debe
desalentar a los demás, ni justifica su desfallecimiento. Si
algún mando desmayara debe de ser sustituido inmediatamente por
el más capaz de sus inferiores inmediatos, o por cualquier de
ellos en el caso de que esto fuera necesario para prolongar la
defensa.
»Desde ahora queda usted nombrado comandante de
la plaza con plena autoridad. La conducta heroica de Villarreal,
Oviedo, Belchite, servirá de ejemplo para esa gloriosa
guarnición. Tened confianza en España como España confía en
vosotros.
¡Arriba España! ¡Viva España!»
Este mensaje del Generalísimo a los defensores, con sus palabras
precisas, sus consejos oportunos, es como una lección a
distancia sobre el modo y los medios a emplear en la defensa, un
pequeño tratado de táctica.
ARRIBA
Detenido el contraataque nacional, el
Ministro de Defensa Indalecio Prieto, consideró que la
presencia de Vicente Rojo en el frente ya no era necesaria.
El 25 de diciembre regresó a Barcelona, tras haber dejado
las maniobras a las órdenes de Juan Hernández Saravia,
recién ascendido a general. Se había dado por hecho que la
batalla prácticamente había terminado, cuando en realidad no
había hecho más que comenzar. Rojo visitó Madrid para poner
a punto el proyecto del Plan P.
[N. del A.] Plan P.
Este trabajo estudiaba los planes del Ejército Popular para
desarrollar una acción ofensiva de altos vuelos en Extremadura
que dieran como resultado la división de la zona enemiga en dos
partes incomunicadas.
El general Rojo regresó a Teruel el día 30 de diciembre,
constatando alarmado que la situación era deprimente: «La
moral estaba caída; una parte de nuestro frente fue deshecha en
la Muela de Teruel, que había sido recuperada por el enemigo y
se había transformado en una polvareda de unidades. Los hombres
se retiraban en desorden; volvíamos a padecer los días aciagos
de las retiradas sin control; todo estaba amenazado de
derrumbarse»
Por la tarde del 31 de diciembre de 1937, el general Rojo
comunica por teletipo a Prieto que el enemigo empezaba a atacar
Los Morrones y La Muela. «Nuestra tropa resistió muy mal
dispersándose algunas unidades». Las tropas franquistas
avanzaban ya hacia la plaza. El ministro de Defensa le pide que
«le transmita la verdad desnuda». No había pasado una
hora, cuando pidió nuevas noticias. Rojo le contestó: «Se han
enviado jefes enérgicos en las direcciones peligrosas por si
fuera necesario contener a la gente». A las once y media de
la noche, sin embargo, le explicaba que la situación era muy
confusa, que reinaba el desorden en la ciudad y que parecía que
el jefe había ordenado la retirada.
ARRIBA
No hubo nadie en Teruel durante la tarde del
día 31, salvo los que resistían en unos cuantos edificios, y
que no se habían enterado de que las fuerzas sitiadoras
habían salido por pies. Tras darse cuenta Rojo del abandono
de Teruel, desplazó a la ciudad al jefe del Estado Mayor
«con órdenes severísimas para volver a entrar en la plaza,
pues el enemigo no la había ocupado». A finales del día,
se sucedieron los combates y las fuerzas del Frente Popular
recuperaron la ciudad. El general Rojo se vio obligado a
tomar drásticas medidas: «He ordenado que actúe el
tribunal de justicia en juicio sumarísimo contra el jefe de
la 40ª División para que justifique su proceder o se le
sancione con el máximo rigor»
El 1 de enero de 1938, el general Rojo desplazó a la zona al V
Cuerpo del Ejército, que mandaba Juan Modesto Guilloto, con lo
que se empleaba en la batalla ya casi todos los efectivos del
Ejército de Maniobra. El plan P quedó postergado por la propia
urgencia de los acontecimientos.
El coronel nacional Rey d’Harcourt en la Comandancia Militar y
el teniente coronel Barba en el Seminario mantenían una tenaz
resistencia, sin apenas esperanzas, que se prolongó hasta el día
8 de enero de 1938. A las 18:00 horas del 7 de enero el coronel
Rey decide rendirse, y al día siguiente se inicia la misma
gestión en el Seminario donde Barba se mantenía recalcitrante y
se había negado insistentemente a entrar en tratos con sus
sitiadores. La rendición total se produjo a las 13:30 horas del
día 8 de enero. De esa forma terminaba la segunda fase de la
batalla de Teruel, que se saldaba con un importante triunfo del
Frente Popular. Por primera vez en la guerra sus tropas ocupaban
una capital de provincia y la retenían en su poder.
Manuel Azaña cursó un telegrama de felicitación a las tropas,
que transmitió Indalecio Prieto y que decía:
«Al producirse la ocupación total de la plaza de
Teruel por el Ejército de la República acepte V.E. y sírvase
transmitir a las fuerzas dependientes de su autoridad que toman
parte en aquellas operaciones, mi felicitación cordialísima y
los sentimientos de admiración y gratitud que todos los
españoles defensores de la independencia y libertad de nuestra
patria les debemos, por los resultados ya obtenidos en los
cuales empieza a hallar merecida recompensa el valor de las
tropas, la capacidad de los mandos y los desvelos de V.E. al
frente de su departamento. Salúdole afectuosamente. Manuel Azaña».
Al caer definitivamente la ciudad, Vicente Rojo fue recompensado
con la máxima condecoración militar gubernamental: la Placa
Laureada de Madrid.
La caída de Teruel produjo un paréntesis en la batalla. Ambos
contendientes acusaban su desgaste y se imponía una tregua, y
que los rojos hubieran deseado definitivamente, pero Franco no
había cesado en su propósito y no parecía dispuesto a permitir
que sus oponentes consolidaran su triunfo y ganaran así
prestigio en el interior y en el exterior.
ARRIBA
El 14 de enero de 1938 el ejército de Dávila
impartió sus órdenes a Aranda y Varela. Se trataba de
envolver Teruel por el norte, por lo que Aranda tenía que
atravesar el Alfambra. Varela tenía que fijar las fuerzas
enemigas en el sur y SO.
La operación se inició el 17 de enero de 1938, atacando los
altos de Celadas, con un gran despliegue de aviación.
El día 18 de enero, la 35ª División pierde el Muletón en el que
se lucha encarnizadamente y ante la gravedad de la situación
creada se ordena que la 84ª Brigada Mixta, al mando de Benjamín
Juan Iseli, pase a depender del V Cuerpo de Ejército y ocupe
posiciones en el sector del cementerio viejo de Teruel.
ARRIBA
El teniente coronel Nieto Carmona,
estaba al mando de la 40ª División, que en el último día del
año 1937 guarnecía el frente interior de Teruel, y que
sorpresivamente abandonó sus posiciones, creando un vacío
durante más de seis horas, en que el frente quedó
desguarnecido. El día 1 de enero de 1938 tuvo que ocupar de
nuevo sus abandonadas posiciones a costa de algunas bajas.
La 84ª Brigada Mixta, durante trece días puso asedio al
principal reducto nacional en la ciudad, donde se defendía Rey
D’Harcourt, que en la noche del 7 de enero de 1938 salió de su
puesto de mando para ofrecer su rendición al jefe de la 84ª
Brigada Mixta, el mayor de milicias Benjamín Juan Iseli.
Tres días después, la 84ª Brigada Mixta fue enviada a la Muela
de Teruel, la posición clave de la batalla en aquella primera
fase, donde logró arrebatar varias posiciones al enemigo.
ARRIBA
La 84ª Brigada Mixta del Ejército Popular
llevaba ya un mes combatiendo, en ocasiones bajo
temperaturas de 20 grados bajo cero, en un escenario tan
despiadado como es la lucha casa a casa. El 15 de enero de
1938 fue retirada del frente, en cumplimiento de una promesa
del mando, como recompensa a su valiosa actuación, a
descansar a retaguardia en el acuartelamiento del convento
de la población turolense de Rubielos de la Mora, situada al
pie de la sierra de Gúdar, en el Sistema Ibérico, junto al
río Mora en la cuenca del Mijares y a unos 55 km. de Teruel.
Habían sufrido considerables bajas, más de una cuarta parte de
sus efectivos, que al comienzo de la batalla eran unos 2.000
hombres.
Apenas cumplidos tres días de aquel permiso tan esperado, el 19
de enero de 1938, se les da la orden de volver al frente como
consecuencia del ataque de los nacionales, y los soldados de la
40ª División correspondientes a los batallones primero y segundo
de la brigada “Largo Caballero” y “Azaña”, respectivamente, se
negaron.
Los soldados del tercero y cuarto acudieron renegando al
cementerio viejo, donde el cuarto ocupó la primera línea y el
tercero la segunda; los soldados del cuarto se resistieron a
cumplir la orden y el tercer batallón hubo de pasar a primera
línea pero haciendo la salvedad su comandante, de que cumplía la
orden pero que en caso de ataque enemigo el rendimiento de sus
fatigadas tropas sería muy bajo.
ARRIBA
El teniente coronel de Carabineros, Andrés
Nieto Carmona, al mando de la 40ª División no quiso ponerse
en la piel de sus hombres. Podía haber revocado la orden y
pedir el envío de otra unidad menos extenuada, pero se
decidió a acabar a cualquier precio, ejecutando en la
madrugada del 20 de enero de 1938, en el pinar de Piedras
Gordas, cercano a Rubielos, a 46 de sus soldados.
Si no les dio la recompensa que les había prometido por tomar
Teruel, por lo menos podría haberles compensado con un juicio
legal por su insubordinación. Sus cadáveres acabaron en una fosa
excavada la misma noche de la ejecución.
ARRIBA
El 20 de enero de 1938 el jefe de la 40ª
división, teniente coronel de Carabineros procedente de
milicias, Andrés Nieto Carmona, cursaba el siguiente parte
al general jefe del Ejército de Levante:
«Al cumplimentar su orden de trasladar la 84ª
Brigada Mixta a ocupar posiciones a las órdenes del jefe del V
Cuerpo de Ejército en Teruel, los batallones primero y segundo
de la referida Brigada se negaron a cumplir mi orden
declarándose en plena insubordinación según me comunicó el jefe
de la referida Brigada a las 18 horas del mismo día.
»Me trasladé seguidamente al cuartel donde se
encontraban los batallones y pude confirmar la situación de
rebeldía que consideré gravísima por las circunstancias que
concurrían en todas las fuerzas del frente también agotadas y
que su contagio podría traer serias consecuencias.
»Previos los informes de los comisarios,
oficiales y jefes de batallones, aprecié la presencia de
elementos provocadores y hasta del comité de enlace y propaganda
de rebelión y en tales circunstancias procedía al desarme
general y a ordenar el fusilamiento en el acto de los elementos
agitadores cuya relación acompaño.
»Seguidamente se abrió información para depurar
responsabilidades resultando presuntos inculpados los
comprendidos en otra relación que también acompaño y a los
cuales por mi orden el jurídico de la Brigada instruye
diligencias pre-judiciales que servirán de la incoación del
sumario.
»El resto de las fuerzas, en número de 497,
quedan a disposición de V.E. para que puedan ser destinada si lo
cree oportuno a cubrir bajas de otras unidades, donde separados
no puedan crear problemas análogos. Además de considerarles tal
traslado como sanción a su conducta.
»Además de lo expuesto, me permito proponer a
V.E. la suspensión de los delegados y comisarios del batallón y
la degradación al empleo inmediato inferior de los oficiales y
jefes de los dos batallones, ya que aun apreciando atenuantes
por sus trabajos al lado de esta jefatura no excluye su
responsabilidad de falta de carácter y dotes de mando que son
los que han permitido llegar a esta situación de nulidad de su
autoridad.
»Asimismo he de participar a V.E. que además de
las causas de falta de autoridad en los mandos y mala
preparación política de los comisarios ha motivado tal estado de
insubordinación una oferta que el mayor Marquina obligó a hacer
al jefe de la brigada de manera oficial de que terminados los
focos facciosos de la ciudad, tenían concedidos tres meses de
permiso, 1.000 pesetas en metálico y ascenso general, cosa tan
imposible y absurda que ya entonces se le advirtió sus posibles
consecuencias que desgraciadamente han tenido confirmación».
Rubielos de Mora, 20 de enero de 1938, el jefe de la división,
Andrés Nieto, firmado y rubricado. Hay un sello que dice
“Ejército de Levante. 40ª División Jefatura».
En la primera relación que se adjunta al parte, figuran los
ejecutados el mismo día 20, “por rebeldía al Gobierno”;
son 46, de ellos tres sargentos, 12 cabos, 30 soldados y un
tambor.
ARRIBA
Sargentos
José Ferrer Morell; Daniel Penella Palacios y Matías de los
Santos Vendrell.
Cabos
Salvador Martínez Tarazona; Antonio Selva Pons; Rafael Pérez
Pardo; Salvador Martínez Guerrero; Bautista Figueras Granell;
Antonio Cea Barrachica; Alejandro Martínez López; Antonio Julve
Zahera; Amador Lacueva Polo; Gregorio Lozano Lozano; José Esteve
Galera y Joaquín Pérez Pérez.
Soldados
Juan Gandía Carbonell; Antonio Sánchez Ruescas; Miguel Gea
Andrés; Antonio Marzo López; Francisco Martínez Ramírez; Vicente
López Pedrosa; José Catalá Mora; Narciso Díaz Martínez; Juan M.
Romero Navarrete; Pascual Pla Valdó; Julián Ortiz; Bautista
Martí; Isidro Romero; Antonio Sanz; Felipe Moral; Pedro Giménez;
José López; Ulpiano Zaragoza; Laureano Blasco; Gorgonio Vicente;
Francisco Hernández; Horacio Robles González; Emilio Garzón
Merced; Miguel Moreno Cruz; Ramón Ramiro Cavero; Victoriano
Alegre Navarro; Francisco Castillo García; José Pérez
Castellanos; Vicente Vendré y Sandalio Vallegil.
Tambor
Anacleto Esteban Mora.
La segunda relación es la de procesados “por haberse
significado en desobediencia manifiesta al mando”;
son 80, de ellos dos sargentos, 16 cabos, un corneta, un tambor
y 60 soldados.
ARRIBA
Unos días después de las ejecuciones, un centenar de reclutas de
la quinta del 39, que acababa de llegar a Rubielos desde
Barcelona para cubrir de la 84ª Brigada, supieron que la unidad
a la que estaban destinados había sido disuelta, por lo que
fueron incorporados finalmente a la 82ª Brigada.
Uno de aquellos reclutas era Miguel Siguan, que llegaría a ser
uno de los más reconocidos lingüistas españoles. En sus
conmovedoras memorias del conflicto “La guerra a los veinte
años”, relata que a través de una ventana del convento de
Rubielos comenzó a oír una canción entonada por unos hombres. Al
cabo de un año supo que aquellos hombres pertenecían a los
restos de los dos batallones insubordinados de la 84ª Brigada
Mixta, apresados en el convento a la espera de ser repartidos
entre otras unidades.
Las voces de aquellos veteranos, cantaban el aciago destino de
su unidad utilizando el motivo de una célebre canción de la
guerra:
Si me quieres escribir
ya sabes mi paradero
después de tomar Teruel
en la cárcel de Rubielos…
ARRIBA
El 17 de febrero de 1938 comienza la
ofensiva final de los nacionales. Tras una fuerte
preparación artillera, el Cuerpo de Galicia, al mando de
Dávila, cruza el Alfambra por su parte inferior y se
encaraman a las crestas de alturas inmediatas, no sin
encontrar gran resistencia. Se ocupan varias e importantes
cotas. Al día siguiente los nacionales cortan la carretera
de Corbalán, conquistando todo el macizo de Sierra Gorda.
El día 19 cae la línea de alturas que defiende Teruel por el
norte, ocupándose Valdecebro, El Mansueto y Santa Bárbara. El
casco urbano está a la vista de los asaltantes. Se puso en
marcha el Cuerpo de Castilla, lanzándose por el norte, ocupando
la plaza de toros y las casas del Ensanche.
El general Rojo llegó en avión a Barracas, para tomar
personalmente las riendas de la batalla. Poco después situó su
puesto de mando en Cerro Gordo, comprobando como los nacionales
se adueñaban de dos puntos vitales para la defensa de Teruel:
los vértices del Mansueto y de Santa Bárbara. Ante esta
situación, ordenó un contraataque hacia los altos de la Torana,
que fue un fracaso. Los bombardeos llegaron a ser de tal
magnitud que alguno de los batallones inició la desbandada,
negándose algunos de sus elementos a volver al frente. El
Ejército del Frente Popular estaba con la moral por los suelos.
El 21 de febrero el ejército nacional, envuelve a Teruel por el
sur llegando hasta el río Turia. Prácticamente se venía a
repetir el mismo movimiento envolvente que los rojos habían
puesto en práctica el mes de diciembre de 1937, tratando de
rodear por el norte, centro y sur la ciudad.
Ese mismo día, por la noche, y ante la posibilidad de verse
copado, Vicente González “El Campesino” abandona la ciudad en
desbandada, junto con otros jefes de la 46 División del Frente
Popular, perdiendo buena parte de sus fuerzas.
Los nacionales entran en la ciudad al filo de la medianoche y
fuerzas de la primera división de Navarra ocupan el Seminario
llegando a la plaza del Torico
En la mañana del día 22 el general Aranda entraba triunfalmente
en la ciudad entre las aclamaciones de sus soldados, asistiendo
a un Tedéum en la catedral turolense. Encontraron un Teruel
desierto, en ruinas, y que exhibía trágicamente cientos de
cadáveres por las calles y entre los escombros.
En los días siguientes las tropas de Aranda y las de Varela
ocupaban el valle del Turia y en él los pueblos de Villastar,
Castralvo, Galiana y El Castellar, y con esa rectificación del
frente a vanguardia, Franco da por terminada la Batalla de
Teruel.
Había finalizado tras sesenta y seis días, dejando unos treinta
mil muertos: diez mil del lado de los nacionales, veinte mil del
lado de los republicanos. Y veintiocho mil prisioneros entre los
unos y los otros. Una ciudad, una pequeña, pacífica y vieja
ciudad, se había convertido en un montón de escombros
calcinados, de piedras rotas y de hierros retorcidos. En las
afueras, los ríos Turia y Alfambra se atascaban con la carne
putrefacta de los muertos…
ARRIBA
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