Famosa
carta que dirigió Franco, el 23 de junio de 1936, al ministro
de la Guerra:
«Respetado ministro:
Es tan grave el estado de inquietud que en el ánimo de la oficialidad
parecen producir las últimas medidas militares, que contraería
una grave responsabilidad y faltaría a la lealtad debida si
no le hiciese presente mis impresiones sobre el momento
castrense y los peligros que para la disciplina del Ejército
tienen la falta de interior satisfacción y el estado de
inquietud moral y material que se percibe, sin palmaria
exteriorización, en los cuerpos de oficiales y suboficiales.
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Las recientes disposiciones que reintegran al Ejército a los
jefes y oficiales sentenciados en Cataluña, y la más moderna
de destinos antes de antigüedad y hoy dejados al arbitrio
ministerial, que desde el movimiento militar de junio del 17
no se habían alterado, así como los recientes relevos, han
despertado la inquietud de la gran mayoría del Ejército. Las
noticias de los incidentes de Alcalá de Henares con sus
antecedentes de provocaciones y agresiones por parte de
elementos extremistas, concatenados con el cambio de
guarniciones, que produce, sin duda, un sentimiento de
disgusto, desgraciada y torpemente exteriorizado, en momentos
de ofuscación, que interpretado en forma de delito colectivo
tuvo gravísimas consecuencias para los jefes y oficiales que
en tales hechos participaron, ocasionando dolor y sentimiento
en la colectividad militar. Todo esto, excelentísimo señor,
pone aparentemente de manifiesto la información deficiente
que, acaso, en este aspecto debe llegar a V.E., o el
desconocimiento que los elementos colaboradores militares
pueden tener de los problemas íntimos y morales de la
colectividad militar. No desearía que esta carta pudiese
menoscabar el buen nombre que posean quienes en el orden
militar le informen o aconsejen, que pueden pecar por
ignorancia; pero sí me permito asegurar, con la
responsabilidad de mi empleo y la seriedad de mi historia, que
las disposiciones publicadas permiten apreciar que los
informes que las motivaron se apartan de la realidad y son
algunas veces contrarias a los intereses patrios, presentando
al Ejército bajo vuestra vista con unas características y
vicios alejados de la realidad. Han sido recientemente
apartados de sus mandos y destinos jefes, en su mayoría, de
historial brillante y elevado concepto en el Ejército, otorgándose
sus puestos, así como aquellos de más distinción y
confianza, a quienes, en general, están calificados por el
noventa por ciento de sus compañeros como más pobres en
virtudes. No sienten ni son más leales a las instituciones
los que se acercan a adularlas y a cobrar la cuenta de
serviles colaboraciones, pues los mismos se destacaron en los
años pasados con Dictadura y Monarquía. Faltan a la verdad
quienes le presentan al Ejército como desafecto a la República;
le engañan quienes simulan complots a la medida de sus
turbias pasiones; prestan un desdichado servicio a la patria
quienes disfracen la inquietud, dignidad y patriotismo de la
oficialidad, haciéndoles aparecer como símbolos de
conspiración y desafecto. De la falta de ecuanimidad y
justicia de los poderes públicos en la administración del Ejército
en el año 1917, surgieron las Juntas Militares de Defensa.
Hoy pudiera decirse virtualmente, en un plano anímico, que
las Juntas Militares están hechas.
Los escritos que clandestinamente aparecen con las iniciales de U.M.E. y
U.M.R.A. son síntomas fehacientes de su existencia y heraldo
de futuras luchas civiles si no se atiende a evitarlo, cosa
que considero fácil con medidas de consideración,
ecuanimidad y justicia. Aquel movimiento de indisciplina
colectivo de 1917, motivado, en gran parte, por el favoritismo
y arbitrariedad en la cuestión de destinos, fue producido en
condiciones semejantes, aunque en peor grado, que las que hoy
se sienten en los cuerpos del Ejército. No le oculto a V.E.
el peligro que encierra este estado de conciencia colectivo en
los momentos presentes, en que se unen las inquietudes
profesionales con aquellas otras de todo buen español ante
los graves problemas de la patria.
Apartado muchas millas de la península, no dejan de llegar hasta aquí
noticias, por distintos conductos, que acusan que este estado
que aquí se aprecia, existe igualmente, tal vez en mayor
grado, en las guarniciones peninsulares e incluso entre todas
las fuerzas militares de orden público.
Conocedor de
la disciplina, a cuyo estudio me he dedicado muchos años,
puedo asegurarle que es tal el espíritu de justicia que
impera en los cuadros militares, que cualquiera medida de
violencia no justificada produce efectos contraproducentes en
la masa general de las colectividades al sentirse a merced de
actuaciones anónimas y de calumniosas delaciones.
Considero un deber hacerle llegar a su conocimiento lo que creo una
gravedad grande para la disciplina militar, que V.E. puede fácilmente
comprobar si personalmente se informa de aquellos generales y
jefes de cuerpo que, exentos de pasiones políticas, vivan en
contacto y se preocupen de los problemas íntimos y del sentir
de sus subordinados.
Muy atentamente le saluda su affmo. y subordinado, Francisco Franco.»
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