Carta
abierta al Presidente del Parlamento Europeo José Borrell ante su
condena al Régimen Franquista.
Eduardo Palomar
Baró.
Sr. Presidente del Parlamento Europeo
D. José Borrell
Fontelles:
A través de los
medios de comunicación -en
elevadísimo porcentaje en manos de preclaros socialistas y
nacionalistas-
me entero con estupefacción e irritación de sus perversos y cínicos
propósitos, plenos de odio, revanchismo, resentimiento y rencor, de
llevar a la Cámara de Estrasburgo, el 4 de julio de 2006, la
condena al régimen franquista.
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Auspiciado por usted
y sus correligionarios socialistas leninistas -una
vez que Felipe González se desmarcarse del marxismo-
y que viven como millonarios dejando atrás aquello de las ‘famélicas
legiones’ que tanto les gustaba entonar cuando aún no habían
podido meter mano en la caja-
preconizan la condena del Régimen franquista en compañía de sus
comparsas pseudo europeos, rojos, masones, comunistas, separatistas
y demás tropa izquierdista especializada en la desintegración y
desmembración de España en beneficio de sus propios países, casi
todos ellos ‘entusiastas’ defensores y amantes de nuestra
Patria, como han venido demostrando a lo largo de toda la Historia,
con sus múltiples pruebas de afecto, simpatía, admiración y
amistad.
A través de los
tiempos se han dedicado a denostar y denigrar al pueblo español,
gobierne quien gobierne, y más ahora ante este débil y desastroso
Gobierno liderado por el peor y el más maléfico y nocivo
presidente que ha tenido España desde la Transición.
Tras esa brillante y
polémica iniciativa de ocho ilustres y conocidísimos eurodiputados
de izquierdas, tales como los socialistas Luis Yánez, Carlos
Carnero y Miguel Ángel Martínez; Raúl Romera de Iniciativa per
Catalunya-Verds; Bernat Joan de ERC; Willy Meyer de IU; Ignasi
Guardans de CiU y José Ortuondo del PNV, o sea la flor y nata de
cada familia política carpetovetónica, han llegado a un acuerdo
para intentar que las instituciones comunitarias condenen el
franquismo, pero esa ridícula proposición, ha quedado descafeinada
en el primer intento, ya que la Conferencia de Presidentes ha puesto
freno a tan descabellada iniciativa, optando por la fórmula de la
condena institucional, sin que derive ninguna resolución, votación,
ni debate.
Pero ustedes,
inasequibles al desaliento y actuando como zotes útiles, creen
ganar méritos en Europa defenestrando al Régimen de Franco, siendo
el hazmerreír de los no izquierdistas, y encima, para más inri,
parecen no darse por enterados.
Ya empezamos a estar
saturados, cansados y aburridos de las bravuconadas y el revanchismo
irredento socialista. Ello es una salida hacia delante para intentar
desviar la atención de la desastrosa actuación de gobierno, en
parte debido a su radicalismo y también por la escasa preparación
que adorna a esos ‘nuevos y nuevas’ ocupantes de poltronas, por
cierto tan bien remuneradas y ‘blindadas’.
De Su Señoría,
tenemos tristes recuerdos cuando estuvo al frente de la secretaría
de Estado de Hacienda, siendo conocido como “El Inquisidor”, con
aquellas auditorias e inspecciones de “infarto”, teniendo en
vilo a múltiples profesionales liberales, empresarios y artistas
importantes.
También nos
acordamos, señor Borrell, que estando el Partido Socialista -desde
hace tiempo, ni Obrero ni Español-
en la oposición, ganó usted las elecciones primarias del 24 de
abril de 1998, derrotando a su buen amigo Joaquín Almunia, entonces
secretario general, para acabar renunciando a favor de don Joaquín,
debido a su ‘supuesta y presunta’ responsabilidad en el escándalo
de fraude fiscal llevado a cabo por Ernesto Aguiar y José María
Huguet, dos antiguos colaboradores e íntimos amigos suyos cuando
era secretario de Hacienda, y que fueron sospechosos de haber
ayudado a evadir impuestos, y para redondear la faena, la que aún
era su esposa Carolina Mayeur, tuviera relación fiscal con dichos
señores, por lo que se vio obligado a tirar la toalla.
Nos gustaría saber
a muchos españoles, como un modestísimo y humilde hijo de un
panadero, pudo estudiar en un régimen tan nefasto. Aparte de no
dudar de su capacidad intelectual, estuvo pensionado para hacer el
Bachillerato en el colegio menor San Anastasio de Lérida, para
emprender más tarde la carrera de perito industrial en Barcelona,
cursando solamente un curso, para en 1965 matricularse en la
Universidad Politécnica de Madrid (UPM) para convertirse en
ingeniero aeronáutico, acabando también la carrera de Ciencias
Económicas en la Universidad Complutense de Madrid (UCM). En estos
terribles tiempos de la oprobiosa hizo un master en Investigación
Operativa por la Universidad de Stanford en California y otro master
en Economía de la Energía por el Instituto Francés del Petróleo
(IFP) en París, costeados respectivamente con sendas becas
concedidas, nada más y nada menos que por la fundación del
‘franquista’ Juan March y el Programa Fulbright.
¿Cree usted que de
haber ganado la contienda sus amigos los frentepopulistas habría
podido ostentar este impresionante currículo?
Le quiero recodar
‘sin acritú’ -tal
como decía su amigo Felipe González-
que el escritor liberal
Jorge Luis Borges -por
cierto nada sospechoso de franquista-
hizo las siguientes manifestaciones:
“En 1936 me
declaré partidario de la II República. Estaba equivocado. El
triunfo en 1936 de la causa republicana hubiera traído a España
el comunismo y esta nación sería otra Cuba, más fuerte y
prestigiosa, pero bajo un régimen similar”.
O lo que es lo
mismo: un estado más parecido a los del Este de Europa, que a Cuba.
Esto es una verdad como un templo, ya que habrían desaparecido las
gentes de la derecha, porque estaban en la otra zona, en la llamada
‘zona nacional’; habían sido fusilados los políticos, o
intelectuales, o periodistas, o gentes monárquicas o de derechas,
de la zona republicana. De los sacerdotes, curas, monjes y monjas,
no hablemos, pues ya dieron buena cuenta sus amigos ‘demócratas’
durante los años 1936-1939. ¡Y ríase usted de la represión que
hubieran realizado para con los vencidos!
Por suerte para el
abajo firmante no fue así, y hoy le puedo enviar esta carta...
EDUARDO PALOMAR BARÓ
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