Carta
abierta a Rodríguez Zapatero, autotitulado «rojo»
Eduardo Palomar
Baró.
Sr. Presidente del Gobierno de España
D. José Luis Rodríguez Zapatero
Muy señor mío:
Somos muchísimos los españoles que
cada día que pasa, desde que accedió a la Jefatura de
Gobierno, estamos más distantes de usted y de la nefasta
política que preconiza, plena de frivolidades y
desaciertos, de cuya trayectoria absurda hasta militantes de
su partido disienten.
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Está conduciendo a España -antes
respetada y valorada en el concierto internacional-
al abismo. Su obra es un verdadero despropósito, incurriendo en los
mismos defectos de sus predecesores genéticos, que con sus
radicales conductas propiciaron el alzamiento, que desde el infausto
6 de octubre de 1934, clamaba con énfasis el pueblo español,
temeroso de caer en las garras de la órbita moscovita del Comunismo
Internacional.
La Historia que el
socialismo actual intenta reinscribir utilizando mercenarios de la
pluma sin conciencia, no tiene nada que ver con la verdad ocurrida.
Dice Jaime Balmes, que “la verdad es la realidad de las cosas”,
pero usted no acepta la realidad de los hechos, ni se esfuerza en
estudiarlos ni analizarlos, y así nos crece el pelo. Le comunico,
por si no lo sabía, que existen grandes hemerotecas y copiosas
bibliografías descritas por historiadores verdaderos y honestos.
Aunque usted, todo
un presidente de Gobierno, se autotitula “rojo” y presume ser
nieto de un militar fusilado por los nacionales, se olvida explicar
las condiciones profesionales que motivaron la dolorosa sentencia.
Lamentablemente en
ambos bandos se cometieron atrocidades, pero mucho más virulentas e
incontroladas en el campo republicano, que el gobierno que llaman
legítimo -cuando
se deslegitimó por sus hechos-
pudo haber evitado, no entregando alegremente las armas al pueblo
revolucionario. En Barcelona estas chusmas se dedicaron a
asesinar, quemar iglesias, profanar, montar checas,
incautaciones, registros a los domicilios, a los tristemente famosos
‘paseos’, a los fusilamientos en las paredes de los cementerios
y en los fosos de Santa Elena del castillo de Montjuich, y toda
clase de salvajadas producidas por los facinerosos milicianos,
anarquistas, socialistas, comunistas y demás tropa “roja”.
Resumiendo: la República del terror y del crimen.
Procure ser más
sensato y comedido en sus peroratas evitando -Dios
no lo quiera-
un nuevo enfrentamiento entre españoles. Desgraciadamente, con muy
pocos años viví aquella horripilante época, que tanto ha influido
en mi vida. No vuelva a incitar el odio, evitando de esa forma el
que nos veamos abocados a otra tragedia. Es muy arriesgada su política
de hostilidad entre los españoles. Recuerde que jugar con fuego es
muy peligroso. Se sabe como empieza, pero nunca como acaba.
Le saludo
atentamente,
Eduardo
PALOMAR BARÓ
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