LA NOMENKLATURA DE ZP

 

Por César VIDAL

Las comparecencias de la ministra Trujillo logran congregar a los más variopintos medios de comunicación. Junto con los ocupados de la información política, aparecen los programas de humor, la prensa de corazón y, al fin y a la postre, todos aquellos interesados en escuchar algún disparate susceptible de provocar las más sonoras carcajadas. A decir verdad y dado que, según el programa del PSOE, el Ministerio de la Vivienda ya tendría que llevar 180.000 viviendas construidas, la ministra Trujillo si acaso debería provocar llantos y palabras de condolencia. A pesar de todo, no soy de los que sustentan la tesis de que la ministra de la Vivienda es tonta. Sinceramente, no lo creo.

Puedo aceptar que ignora lo relativo a su departamento e incluso que no va a hacer nada que aporte un mínimo alivio al problema que se supone debe solucionar, pero no es una estúpida. En realidad, es una persona totalmente imbuida del espíritu de la Nomenklatura soviética, ese espíritu que posee maléficamente a ZP y que el presidente del Gobierno se ha ocupado de transmitir a sus subalternos.

La Nomenklatura -como recordarán los que lean esta columna- era un pequeño grupo de miembros del partido comunista que regían los destinos de la URSS. Su boca siempre estaba llena de consignas rimbombantes y vacías; sus logros en el terreno del bienestar de los ciudadanos eran nulos; su deseo por controlar la vida de los demás hasta en sus mínimos aspectos resultaba insaciable y su capacidad para mencionar al pueblo como excusa de sus desaguisados podía calificarse de casi infinita. A todo ello se unía una impúdica tendencia a vivir como indecentes burgueses en medio de la penuria de sus administrados.

Ser miembro de la Nomenklatura fue el sueño de no pocos soviéticos -por cierto reconvertidos luego en miembros de las mafias- y lo era ya hace décadas para los niños pijos de provincias, como ZP, como la Trujillo, como la Calvo, que venían de una juventud desocupada, sin trabajar, y, no obstante, llena de comodidades. Ahora en el poder, pueden aspirar a aislar a España del mundo civilizado y hermanarla con dictaduras bananeras, erosionar nuestra economía con medidas absurdas y metemos en míseras conejeras de 25 metros cuadrados con cocina y servicios comunes.

Naturalmente, la ministra Trujillo no va a lavar sus bragas en el tambor de la vecina ni a instalarse en un cuchitril. No. Dice esa memez de que la dignidad no se mide por metros y a continuación se dispone a vestir de marca y a pasear por su amplísima vivienda. Pero ¿es que se puede esperar algo distinto de la Nomenklatura?


César Vidal es historiador y escritor.

Artículo publicado en «La Razón»

 17 de Abril de 2.005.-  

 

 


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