El sábado
26
de febrero un grupo de jóvenes radicales, identificados como
provenientes del PSC, ERC y del colectivo gay, en los accesos a la
Catedral de Barcelona se manifestaron para impedir el acceso al
templo a los fieles en una muestra más de intolerancia
anticristiana por parte de éstos grupos. Portaban carteles
blasfemos como "Cristo gay", "Iglesia Católica:
Imbecilidad ilustrada" o "Juan Pablo II, te vas al otro
mundo". Aparte de insultar a los que entraban al templo
catedralicio, no hubo presencia policial. El tripartito catalán
hizo de la ofensa y la impunidad su mejor arma. Todo un atentado
contra la libertad de las personas. Un grupo de jóvenes católicos
impidió que la cosa llegara a más.
La campaña contra la religión emprendida por Maragall y Carod
Rovira va cosechando sus "esperados éxitos". La
catadura humana y moral del gobierno de la Generalitat queda
patente ante la inoperancia policial y política. Los
"cachorros" del lobby rosa y el separatismo, a sus
anchas.
Todo vale, por lo visto, por la causa del laicismo que pregona
nuestro Gobierno.