Un año más una
multitud de personas se acercaron a la Basílica del Valle de los
Caídos para rezar por Francisco Franco y José Antonio Primo de
Rivera, éste año pese a las dificultades y las prohibiciones propias
de las dictaduras socialistas, más de setecientas personas, todo un
éxito para ser un día de diario y a las once de la mañana, se
congregaron en torno a la Cruz para asistir a la eucaristía
conventual presidida por el Padre Abad del Valle, concelebrada por
los monjes y algunos sacerdotes asistentes.
Antes de entrar al
recinto, un destacamento de Guardias Civiles, se encargó de parar
coches y revisar maleteros, para supuestamente no introducir en el
recinto ningún símbolo Franquista; como viene siendo habitual en
estos registros y bastante cómico, a una persona no le dejaron
introducir la bandera con el escudo actual, ¿será una bandera
Franquista o fascista?
Dentro de la
Basílica el personal de Patrimonio, como super hombres o como perros
con el síndrome de Pavlov, se tiraban rápidamente hacía donde surgía
el resplandor de un flash, para decir rápidamente al fotógrafo:
“está prohibido hacer fotos”. También fue gracioso, además de
patético, minutos antes de comenzar la Santa Misa, como policías de
guardería iban mandando sentar a los asistentes en los bancos.
La Santa Misa
comenzó a las once en punto, con la procesión de entrada, a cuya
cabeza iban la Cruz y los ciriales, seguidos de todos los monjes y
sacerdotes concelebrantes y por último el Padre Abad, este año sin
báculo ni mitra.
Entre los
asistentes estaba la Duquesa de Franco, hija del Caudillo, a la que
le acompañaron en todo momento miembros de la Fundación Francisco
Franco y algunos antiguos Ministros del Gobierno de Franco.
En el momento de la
homilía, cuando el Padre Abad dijo: “todos los Caídos … sin color ni
bandera” los miembros de La Falange se levantaron abandonando la
Basílica.
Una vez terminada
la Santa Misa, la cual fue cantada por la Escolanía del Valle de los
Caídos, a las puertas de la Basílica se cantó el Cara al Sol, brazo
en alto, a su término las personas se disolvieron con total
normalidad.
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