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Una de
las bombas, clavada en la Plaza del Pilar. |
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Portada del
periódico Solidaridad Obrera, dando a conocer el bombardeo.
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El
trimotor Fokker pilotado por Gayoso, llevaba 4 bombas de 50 Kg.
cada una, y los mecánicos habían construido un colector que recogía
los 9 escapes de humo en uno solo, para hacer más difícil su
detección.
En
Zaragoza los militares y el pueblo alzado aplastó al proletariado,
básicamente anarco-sindicalistas, y que era objetivo primordial de
las milicias de la misma ideología, ya que desde el 20 de julio se
lanzaron a la conquista de la capital aragonesa.
Pasadas
las 2 de la madrugada del día 3 de agosto de 1936, se oyó el
zumbido de los motores de un avión, algo poco frecuente hasta
entonces, sobre todo a estas horas. El avión volaba bajo, a unos
150 m, y al no disponer en aquel barrio de defensas antiaéreas, el Fokker
rojo dio unas pasadas, rozando las torres del Pilar.
El
avión lanzó tres bombas sobre la Basílica de Nuestra Señora del
Pilar, pero ninguna hizo explosión. Una de ellas se clavó en la
calle, a unos pasos del templo, y después de levantar unos
adoquines dejaron en el pavimento la silueta de una cruz.
Otros
dos artefactos cayeron sobre la Basílica, una atravesó el techo
dando en un nervio de la bóveda de descarga de la cúpula de la
Santa Capilla, como puede comprobarse hoy a simple vista. La otra
cayó en el mismo marco dorado del mural de Goya en el Coreto y la
perforación también es visible en su lateral derecho. Los daños
causados fueron más de índole artísticos que materiales, ya que
los artefactos tampoco llegaron a explosionar.
Una
de las bombas que traspasaron el techo del templo fue desmontada por
artificieros del Regimiento de Zapadores de la 5ª División y un
equipo técnico de Maquinista y Fundiciones del Ebro, a cuyo frente
estaba el ingeniero Miguel Elizalde Biada, sacó un croquis de las
piezas y procedió a su fabricación como recuerdo, teniendo un gran
éxito de ventas en Zaragoza.
Este
hecho del bombardeo rojo al templo de la «Pilarica», provocó una
oleada de indignación y animó tanto la resistencia de Zaragoza,
como lo hiciera el derribo del primer avión catalán de las Alas
Rojas, el 14 de agosto de 1936, conseguido por el brigada Ramón
Senra. |