Carta del Coronel Moscardo.
Alcázar
de Toledo, 21 de Septiembre de 1936.
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Esta es la última carta que el coronel
José Moscardó Ituarte envió desde el Alcázar a su familia,
siete días antes de su liberación.
Os he tenido abandonado estos días,
pero no olvidados y no he escrito porque tengo poco tiempo y
poco humor. Creía que se aproximaba la solución, pero cada día
se dilata más; indudablemente nuestras columnas no pueden
avanzar al paso que queremos aun cuando indudablemente
avancen. Sufrimos un bombardeo espantoso con siete piezas de
grueso calibre y cuatro de calibre ordinario. El día 18, a
las 6 y media de la mañana, después de un bombardeo
espantoso, hicieron estallar las dos minas; fue algo
maravilloso, más bien milagroso, que causara relativamente
pocas víctimas y de ellas ni una sola entre mujeres y niños.
Yo se lo había pedido a la Virgen con toda mi alma y si en
esto me atendió con tanta eficacia, digo yo que también me
atenderá respecto a vosotros. Sin duda nos oyó a todos
puesto que vosotros también se lo habréis pedido. Las minas
derrumbaron toda la fachada y el torreón íntegro que dan a
la puerta del Alcázar. Poco después intentaron asaltar las
ruinas, pero la gente nuestra rechazó admirablemente. Luego
ha seguido el bombardeo y algún intento de asalto estos días,
pero sin decisión. Se han dedicado a tapar las puertas que
dan a la explanada para cortar la comunicación con las
fuerzas que había en pabellones y edificios exteriores a la
Academia, y además bombardearon éstos, por lo que anoche
tuvimos que evacuarlos y reunir toda la gente en lo que queda
del Alcázar, se quemaron todos los edificios evacuados (los
que no lo estaban aún) y se subió todo el armamento, etc. Y
aquí estamos aguantando el fuego del cañón, con toda
paciencia. Ayer durante todo el día nos dispararon 468
granadas de 15,5, ¡se dice pronto! Tenemos bajas pero no en
proporción a la saña y al encono con que nos han atacado por
todas partes. El día 19 por la noche, Radio Portugal,
hablando de los defensores del Alcázar, dijo que la hija del
coronel Moscardó les enviaba un saludo muy cariñoso. ¡Hija
de mi alma!, qué consuelo tan grande es para mí saber de
ella y cuánto le agradecemos su saludo. Me dio primero mucha
alegría y luego... De los demás no sé nada, espero que el
P. Camarasa te entregara mi larga carta. No puedo decirte
concretamente nuestra situación; yo la califico de difícil o
grave, pero siempre dependiente de las columnas, si éstas en
quince días a partir de hoy han llegado a Toledo, podremos
salvarnos, sino... Tenemos víveres y elementos para ese
tiempo. Todo queda en manos de Dios y de la Virgen, en quienes
confío ciegamente. Siempre pensando en vosotros y queriéndoos
con toda mi alma.
(Esta carta,
al revés de las otras, aparece sin firma, lo que hace pensar
que Moscardó pensaba continuar con sus anotaciones en los días
siguientes, pero que no tuvo ocasión de hacerlo).
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