Por Juan Francisco Fernández.
El Papa Juan Pablo II, aprovechando la visita de un grupo de obispos al Vaticano pidió a los católicos
españoles que defiendan su fe ante la avalancha laicista que promueve el desprecio cuando no la
restricción de las libertades religiosas a que se incita desde ciertos medios de comunicación y partidos
políticos, así como el deber de llevar a la juventud el mensaje salvífico del Evangelio y la defensa del
derecho constitucional a las clases optativas de religión católica.
Esa defensa de los valores cristianos ha azuzado a la jauría autodenominada "progresista" una vez más
contra la Iglesia Católica.
La castidad, cuando no la fidelidad matrimonial son hoy día temas tabúes. Se vilipendia a los católicos
por defenderlos frente al preservativo, que además de no ser totalmente efectivo,, como reconocidos
estudios científicos confirman, como el medical The Lancet, pueden promover una promiscuidad que
incite al sexo sin valores humanos sobre todo entre jóvenes, es decir, para calmar ímpetus meramente
libidinosos.
También es lógico que el Pontífice muestre su preocupación por el aumento del sida, el aborto y las
rupturas matrimoniales, así como alentar al reparto del agua entre las regiones, sin olvidar el bien que
ejercen en todo el mundo los 20.000 misioneros españoles que trabajan con enfermos de sida, leprosos,
en naciones hambrientas y en guerra, trabajando en escuelas, promoción de la mujer, hospitales y
predicando la Palabra de Dios. Toda ésta ayuda sin preguntarle su ideología o religión. A ver qué
ONG, partido político o colectivo hace una labor similar para paliar las injusticias y por el bien integral
de la humanidad.
Los que critican a la Iglesia, ¿hacen algo parecido, o sólo se limitan a sembrar odio y bilis, llegando
incluso a la exageración o la mentira?
30 de Diciembre de 2.004.-
