La Operación Félix era el nombre
dado para un plan hispano-alemán propuesto para
tomar Gibraltar durante la Segunda Guerra Mundial.
Fue programado para el 10 de enero de 1941 pero
nunca fue ejecutado. Los detalles del plan fueron
discutidos en el encuentro que tuvo lugar en
Hendaya, el 23 de octubre de 1940, entre Franco y
Hitler.
El Caudillo, en esta entrevista,
hizo cuanto pudo para mantener el difícil equilibrio
frente a las presiones del Führer, pasando revista
al estado de nuestra industria, nuestros
transportes, nuestra situación agrícola, nuestro
sistema de racionamiento y nuestras dificultades con
el comercio y los transportes internacionales. Dando
cifras exageradas de nuestras deficiencias, demostró
que para poner a España en situación de combatir era
necesario dotarla de todo, y hacernos desde Alemania
una transferencia de recursos que de ningún modo
podía esperarse como no fuese a plazo largísimo.
Franco también expuso el tema de las
reivindicaciones españolas en Marruecos, pidiendo
sobre esto un compromiso formal y previo para
participar inmediatamente en la guerra. Hitler puso
muchas objeciones, no comprometiéndose a nada porque
ello hubiera destruido su política de aproximación
con la Francia de Vichy, y dejó el asunto abierto
para “después de la victoria”, pues tenía concertada
para el día siguiente una entrevista con el mariscal
Pétain en Montoire.
No es difícil imaginar los
comentarios de Hitler en la tarde del 24 de octubre
de 1940 y en otra estación, la de Montoire, cuando
Ribbentrop, antes de la entrevista con el mariscal
Pétain, le informa sobre el final de las
conversaciones en la frontera.
Montoire fue, en frase del Dr. Paul
Schmidt, intérprete germano, otro “monólogo en un
tren” y el Führer tampoco logró resultados
concretos, pero aunque el veterano mariscal jugó a
dos barajas y tranquilizó simultáneamente a los
ingleses, tuvo que conceder algo vital en el terreno
de los símbolos; en la declaración oficial francesa
del día 26 suena por primera vez la palabra que los
años y los hechos harían fatídica: “El principio de
la colaboración”.
El día 28, con preaviso de sólo tres
días a Hitler, Mussolini ordena a su ejército de
Albania que ataque a Grecia. Es un disparate
estratégico que a la larga favorece a Franco, ya que
va a forzar la intervención alemana en los Balcanes;
pero de momento Hitler apremia con mayor energía a
los españoles para el cierre del Mediterráneo. El
testimonio del general Heinz Guderian es importante:
“El primer resultado del arbitrario gesto de
Mussolini –según me dijo Hitler– fue que Franco
decidiese evitar la colaboración con las potencias
del Eje, ya que no deseaba comprometerse con
personas que actuaban tan imprevisiblemente”.
En mayo de 1943 Hitler confiaba a
Karl Dönitz: “El ataque italiano a Grecia disgustó a
España”. El ataque, además de inoportuno, acabó en
ridículo. Grecia no sólo resistió, sino que avanzó
sobre Albania.
El chiste de más éxito en España fue el cartel
ateniense: “Si quieres visitar Italia, alístate en
el ejército griego”. El 28 de octubre de 1940, en
Florencia, Hitler se había desahogado con Mussolini
al referirle sus frustraciones en la entrevista de
Hendaya.
ARRIBA
Son los meses de máximo peligro para
España en la fase alemana de la guerra. Hitler va a
endurecer su decisión, convirtiéndola en seca
instrucción operativa para sus divisiones. España
debe acentuar, ante ello, sus concesiones verbales y
marginales. Serrano Suñer, al dejar Gobernación,
perdió el control directo de la prensa, pero
mantenía sus contactos personales y los órganos
oficiosos se inclinaban cada vez más parcialmente
hacia la intervención. El 1 de noviembre llega a
Inglaterra la misión dirigida por el teniente
coronel Juan Antonio Ansaldo Bejarano, con los
capitanes Larios y Avial, que pueden comprobar la
tremenda voluntad británica de resistencia.
El Estado Mayor alemán, reunido con
Hitler, decide respaldar a Italia tras su mal paso
contra Grecia, pero también acelerar la Operación
Félix contra Gibraltar. Cincuenta expertos alemanes
estudian en Madrid los detalles de la operación y de
la posible invasión alemana a Portugal a través de
España, para lo que necesitan el acuerdo de España,
que nunca obtuvieron.
Intenta Franco mantener en forma a
su ejército con unas intensas maniobras militares en
las vaguadas de Colmenar Viejo.
Los aviones torpederos de la escuadra británica de
Alejandría, “Swordfish” y “Fulmar” que
despegan del portaaviones “HMS Illustrious”
hunden material y dejan averiados tres acorazados:
“Vittorio”, “Cavour” y “Duilio” de la base
naval italiana de Tarento, ubicada en la zona
costera de Abulia en el istmo de la Península
Salentina, el 11 de noviembre de 1940. Esa fecha es
la que llevaba la versión formal del protocolo de
Hendaya, firmada por Serrano Suñer, en la que España
se reservaba la decisión
sobre la entrada en la guerra y la fecha de esa
entrada. |
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ARRIBA
El 12 de noviembre de 1940, Hitler firma la
Instrucción nº 18 para la ejecución de la Operación Félix,
sobre la toma de Gibraltar.
Chefsache
Cuartel General del Führer
12 de noviembre de 1940
Máximo Secreto
El Führer y Comandante Supremo de la
Wehrmacht WFSt/Abt. L (I) Nº. 33 356/40 g. K. Chefs
Para Oficiales Solamente
Instrucción Nº. 18
Las medidas tomadas por los Altos Mandos
para la preparación de la conducción de la guerra en el
futuro inmediato, deben realizarse de acuerdo con los
siguientes principios básicos:
1. Relaciones con Francia
El objetivo de mi política hacia Francia
es el de cooperar con ese país de la manera más efectiva
para prosecución de la guerra contra Inglaterra. Por los
momentos Francia tendrá el rol de “potencia no
beligerante” que deberá tolerar las medidas militares
alemanas en su territorio, especialmente en las colonias
africanas, y dar apoyo, en la medida que sea posible,
aún utilizando sus propios medios de defensa. La más
preocupante tarea de los franceses es la protección
ofensiva y defensiva de sus posesiones africanas (África
Occidental y Ecuatorial) en contra de Inglaterra y el
movimiento de De Gaulle. A partir de esta situación la
participación de Francia en la guerra contra Inglaterra
se irá desarrollando en toda su fuerza.
A excepción de los trabajos en curso de
la Comisión de Armisticio, las discusiones con Francia
que se ligan a mi reunión con el Mariscal Pétain serán
conducidas inicialmente de manera exclusiva por el
Ministro del Exterior con la cooperación del Alto Mando
de la Wehrmacht.
A la conclusión de esas discusiones
seguirán Instrucciones más detalladas.
2. España y Portugal
Se han iniciado las medidas políticas
para inducir a España a ingresar prontamente en la
guerra. El objetivo de la intervención alemana en la
Península Ibérica (Operación Félix) será el sacar a los
ingleses del Mediterráneo Occidental.
Para este propósito:
a) Gibraltar
debe ser tomado y el Estrecho de Gibraltar cerrado.
b) Se debe
evitar que los ingleses pongan el pie en otro punto de
la Península Ibérica o de las islas atlánticas.
Para la preparación y ejecución de la
operación se pretende lo siguiente:
Sección I:
a) Grupos de
reconocimiento (oficiales en ropas de civil) completarán
el requisito de preparación de la ejecución de la
operación contra Gibraltar y para la captura de los
campos aéreos. En lo concerniente al camuflaje y la
cooperación con los españoles ellos estarán regidos por
las medidas de seguridad del Departamento de
Inteligencia Exterior.
b) Unidades
especiales del Departamento de Inteligencia Exterior en
cooperación encubierta con los españoles, tomarán
medidas para la protección del área de Gibraltar contra
los intentos ingleses para extender el área de
vigilancia o descubrir prematuramente y entorpecer los
preparativos.
c) Las
unidades designadas para las acciones se alistarán lejos
de la frontera franco-española y sin darle a las tropas
explicaciones prematuras sobre la operación. La alerta
preliminar para el comienzo de las operaciones serán
emitidas 3 semanas antes que las tropas crucen la
frontera franco-española. (Pero solamente después de
terminados los preparativos respecto a las islas
atlánticas).
En vista de la limitada capacidad de los
ferrocarriles españoles, el Ejército designará
mayormente unidades motorizadas para la operación de
manera que los ferrocarriles sólo sean usados para
suministros.
Sección II:
a) Dirigidos
por observaciones en las cercanías de Algeciras,
unidades de la Luftwaffe conducirán ataques aéreos desde
suelo francés contra las unidades de la flota inglesa
fondeadas en la Bahía de Gibraltar y después del ataque
aterrizarán en aeropuertos españoles.
b) Poco
después las unidades asignadas para actuar desde España
cruzarán la frontera franco-española por tierra o por
aire.
Sección III:
a) El ataque
para la captura de Gibraltar será ejecutado por tropas
alemanas.
b) Las tropas
se organizarán para marchar hacia Portugal en caso de
que los ingleses traten de poner el pie en ese país. Las
tropas designadas para esto marcharán hacia España
inmediatamente después de las fuerzas asignadas para
Gibraltar.
Sección IV:
Si fuera necesario, se tendrá el apoyo
de los españoles del lado del Marruecos Español para
cerrar el estrecho después de la captura de Gibraltar.
Se aplicará lo siguiente relacionado con
el poderío de las unidades comprometidas en la Operación
Félix:
Heeres:
Las unidades designadas para Gibraltar
deben ser lo suficientemente fuertes para tomar el Peñón
aún sin la ayuda española. Conjuntamente, un grupo menor
debe estar disponible para apoyar a los españoles en el
supuesto caso de que los ingleses intenten desembarcar
en otro lugar de la costa española.
Para la posible marcha hacia Portugal,
se tendrán listas principalmente unidades móviles.
Luftwaffe:
Para el ataque aéreo del puerto de
Gibraltar se asignarán fuerzas suficientes para
garantizar un éxito rotundo.
Para las subsiguientes operaciones
contra objetivos navales y para el apoyo a las unidades
terrestres se transferirán a España unidades de
bombardeo en picada.
Se asignarán suficientes unidades de
Artillería Antiaérea para las fuerzas terrestres incluso
para ser utilizadas contra blancos terrestres.
Kriegsmarine:
Se proveerán U-boots para combatir a la
escuadra inglesa de Gibraltar, en especial para atacar
la evacuación de la isla que se espera ocurrirá después
del ataque aéreo.
Para apoyar a los españoles en la
clausura del Estrecho de Gibraltar, se preparará la
transferencia de baterías costeras con la cooperación
con la Kriegsmarine.
No se prevé la cooperación de Italia.
Las islas atlánticas (particularmente
las Canarias y las islas Cabo Verde) a raíz de las
operaciones en Gibraltar ganarán importancia para la
conducción de nuestras operaciones navales y también
para los ingleses. El Comandante en Jefe de la
Kriegsmarine y el Comandante en jefe de la Luftwaffe
estudiarán como puede apoyarse la defensa española de
las Canarias y cómo pueden ocuparse las islas de Cabo
Verde.
De la misma forma requiero que se
examine la cuestión de la ocupación de Madeira y de las
Azores así como las ventajas y desventajas que tendrían
para la conducción de la guerra naval y aérea.
Se me harán llegar esos exámenes a la
mayor brevedad posible.
Firmado: Adolf Hitler
Pero Gibraltar no es el único objetivo ya
que el fin general de la operación es “englobar toda la
Península en el teatro de operaciones de los países del Eje
y expulsar a la flota inglesa del Mediterráneo occidental”.
El primer paso era la toma de Gibraltar; el segundo, invadir
Portugal a través de España, si Inglaterra viola la
neutralidad portuguesa; tercero, trasladar al norte de
África dos divisiones (una de ellas acorazada) para asegurar
esa zona. El mando nominal de la operación se reconocerá al
jefe del Estado español. Si los españoles aceptan, podrán
participar en el asalto a la Roca, pero su misión será
asegurar el Campo de Gibraltar hasta la llegada de las
tropas alemanas. La fecha para la entrada terrestre y aérea
en España se fija en el 10 de enero de 1941.
La entrada en España se hará por Irún. El
asalto masivo al Peñón comenzará unos 25 días tras el cruce
de la frontera española. Se debe considerar a España como
país aliado y aparentar que son los españoles quienes
defienden las dos orillas del Estrecho una vez realizada la
operación. Se entregará a España artillería para la defensa
de Canarias. Los generales en jefe de Tierra, Mar y Aire
enviarán al Cuartel General del Führer sus informes sobre
preparación de estas operaciones el 16 de diciembre de 1940.
Es evidente su menosprecio por la
cooperación española que parece dar por supuesta; no prevé
que España pueda oponerse. Según el almirante Wilhelm
Canaris el Führer confirmó ese menosprecio con esta
expresión: “Con Franco o sin Franco tomaré Gibraltar”.
ARRIBA
Unos días antes de esta Instrucción, von
Ribbentrop invita formalmente a Serrano Suñer para un
encuentro tripartito –ya que también está convidado Galeazzo
Ciano– con Hitler en su Nido de Águilas de Berchtesgaden.
Para halagar al ministro español, un lujoso coche-salón del
tren “Heinrich”, le espera en la estación de Hendaya.
El 14 de diciembre de 1940, Serrano Suñer inicia su segundo
viaje a Alemania. Antes de partir asiste a una importante
reunión del Alto Estado Mayor en El Pardo con Franco y con
los tres ministros militares, Varela, del Ejército, Vigón,
del Aire y el almirante Salvador Moreno, de Marina. El
almirante presentó un informe de gran importancia. El
ministro se limitó a transcribir casi exactamente el informe
que le había entregado el 8 de noviembre de 1940 el jefe de
operaciones del Estado Mayor de la Armada, capitán de
fragata Luis Carrero Blanco.
En el informe de Carrero se apunta que las
fuerzas alemanas se disponen a cerrar la tenaza sobre Suez,
que Alemania ha desistido o al menos aplazado la operación
de desembarco en Inglaterra, y que tiene decidido el cierre
del Mediterráneo por Gibraltar y por Suez. La ocupación de
Gibraltar requiere cooperación de España, que, al
producirse, provocaría el corte de las comunicaciones
atlánticas de España con pérdida de las aportaciones de
combustibles y cereales que son imprescindibles para la vida
de la nación. Mientras los ingleses estén en Alejandría, la
única vía para el aprovisionamiento de España será la
pirenaica, totalmente insuficiente: “Parece claro que por
una razón de imposibilidad material España no intervenga en
la guerra en tanto que el canal de Suez esté en poder de los
ingleses”. En cambio, si el canal de Suez cae en poder del
Eje, sería preciso inutilizar la base de Gibraltar, lo que
exigiría la entrada de España en la guerra.
Luego Carrero se extiende en consideraciones
sobre la situación después de la caída de Suez; que
interesan menos ahora, porque la operación del Eje sobre
Suez estaba ya muy comprometida cuando Serrano Suñer viajaba
a Alemania, por el desastre naval italiano de Tarento y por
las cada vez peores perspectivas que ofrecía la actuación
militar de Italia en Grecia y en el norte de África. La
condición sine qua non que había incluido Carrero en su
informe de 8 de noviembre (y Moreno en el del 11) para que
España interviniese en la guerra –es decir el dominio previo
por el Eje del canal de Suez– se perdía en el mundo de los
futuribles. Lo importante del informe Carrero-Moreno fue la
tajante negativa a que España interviniese en el conflicto
antes de que se cumpliera esa condición. A Serrano Suñer le
impresionó el informe de la Marina, aceptado por Franco.
ARRIBA
Llegó Serrano Suñer a la estación de
Berchtesgaden el 18 de noviembre de 1940. No llevaba más
mandato que el que se le había confiado en la reunión
militar de El Pardo: “España no podía ni debía tomar parte
en la guerra”.
Almorzó al día siguiente con Ciano y
Ribbentrop; por la tarde le recibió Hitler, junto al
ministro de Exteriores alemán en el Berghof.
Hitler no quiere que se repitan las
frustraciones de Hendaya. Durante cuatro horas opresivas
trata de imponerse sin apelación. En su primer alegato, de
una hora ininterrumpida, comenta el error de Italia en
Grecia. Estima esencial el cierre del Mediterráneo por uno y
otro extremo. Amenaza sin ambages: de sus 230 divisiones
pueden actuar inmediatamente: 186 sobre los Pirineos.
Exagera ese número pero Serrano Suñer no puede saberlo.
Concreta bruscamente: “He decidido tomar Gibraltar”.
Serrano Suñer se defiende, diciendo que
llega sin mandato alguno, con carácter estrictamente
personal. Ha observado una elevación de moral entre los
partidarios de Inglaterra, por el retraso alemán en el
ataque a las islas. Considera como esencial y previo el
cierre del canal de Suez. La caída de Gibraltar cerraría el
camino para el trigo de América, cuya necesidad España cifra
en tonelajes mucho más elevados que en la conferencia de
Hendaya; responde a la velada amenaza de Hitler con la
evocación napoleónica: “El pueblo español se opondría a
cualquier invasión”. Invoca a la opinión pública
española, hostil a la entrada en guerra. Exige garantías
escritas sobre las reivindicaciones de España y se extiende
al expresar su amargura por la redacción final del protocolo
de Hendaya.
Hitler, que ha intervenido varias veces, no
puede más y estalla. “Los caballeros españoles
tendrán que creer en mi palabra y no insistir en una
declaración escrita precisa”. Continúa abruptamente la
entrevista con la magnánima concesión de “algún mes más”
para la entrada de España en guerra. Después Hitler recibe a
Ciano y le advierte su firme decisión de avanzar por España,
tomar Gibraltar y ocupar el norte de África. Ribbentrop
vuelve a reunirse con Serrano Suñer, y sin esperar su
aquiescencia, le advierte que España debe entrar en la
guerra, a favor o en contra de Alemania, hacia Navidad.
Serrano Suñer, sin ceder en lo esencial,
replica que comunicará la exigencia a Franco y concreta algo
más que de costumbre, las buenas palabras sobre la
reanudación de los suministros a los submarinos alemanes
desde las costas españolas. A esta conversación asistió el
embajador español en Berlín, general Eugenio Espinosa de los
Monteros, informado por los alemanes, sin que Serrano Suñer
le hubiera invitado. Espinosa de los Monteros envió luego un
informe a Franco en que se reflejan las malas relaciones que
mantenía con el ministro, pero también la firmeza de Serrano
Suñer en su conversación con Ribbentrop.
ARRIBA
El día 20 de noviembre emprende Serrano el
camino de vuelta a España. Es evidente que Serrano Suñer
logró regresar de su segundo viaje a Alemania sin agravar lo
que Franco había defendido en la entrevista de Hendaya y sin
comprometer a España para su entrada en la guerra. Esta es
también la opinión del máximo especialista en las relaciones
entre España y Alemania en este período, D.S. Detwiler. Pero
Serrano Suñer, que volvía sin haber firmado compromiso
alguno, era también portador de un ultimátum de Hitler a
Franco.
Está en Madrid el 22 de noviembre;
inmediatamente acude a una reunión en el palacio de El Pardo
con Franco y los ministros militares. Seguramente había
advertido, antes de volver, lo fundamental de su entrevista
alemana, porque esa misma mañana del día 22 el general
Dávila, jefe entonces del Alto Estado Mayor, había convocado
una reunión previa con los jefes de operaciones en el Estado
Mayor del Ejército (Cuesta), Marina (Carrero) y Aire
(Lacalle).
ARRIBA
En el consejo celebrado por Franco en El
Pardo, se decidió mantener a todo trance la neutralidad, no
provocar a Alemania con ostensibles preparativos de defensa
y confiar en la Providencia; como insiste el historiador
Luis Suárez Fernández, Franco era creyente de toda la vida y
cuando recomendaba “ponerse a rezar” lo hacía de veras, como
volvería a suceder ante el peligro de invasión aliada en
noviembre de 1942. El 28 y 29 de noviembre de 1940 el
embajador Von Stohrer telegrafiaba a Berlín: “El ministro
de Exteriores acaba de decirme que el Generalísimo está de
acuerdo en comenzar los preparativos propuestos, pero no
podía determinar la fecha exacta de la declaración de
guerra”. Franco, con perfecta información del desastre
italiano, se mantiene en la exigencia de dominar el canal de
Suez y trata de ganar tiempo solicitando el envío de nuevas
comisiones técnicas alemanas.
ARRIBA
Entonces Hitler decide pasar a la acción,
aun sin contar con España. El 5 de diciembre fija el
arranque definitivo de la Operación Félix para el 10 de
enero de 1941. En relación con el envío de expertos
solicitado por Franco, el almirante Wilhelm Canaris llega el
7 de diciembre de 1940 por la tarde a Madrid y a las
diecinueve treinta Franco le recibe en El Pardo en presencia
de Juan Vigón.
Canaris comunica la fecha señalada por
Hitler para la entrada de las divisiones alemanas en España;
el 10 de enero siguiente. Franco le contesta que es
imposible la entrada de España en la guerra en esa fecha,
porque España perdería inmediatamente Guinea y poco después
las Canarias, amén de la ocupación inmediata por los aliados
(en los que ya incluye a los Estados Unidos) de las islas
portuguesas del Atlántico. Los preparativos de España han
progresado pero no de forma suficiente. Hay un déficit de un
millón de toneladas de cereales. El transporte es
deficiente. La situación de muchas provincias se haría
insostenible. España no puede comprometerse a fijar fecha
alguna del futuro para su intervención. Por los comentarios
del propio Franco y de los marinos que gozaban de la
confianza de Franco, hay constancia que Canaris transmitió
el ultimátum de Hitler, pero comprendió perfectamente la
posición de Franco.
Cinco años después, poco antes de su
ejecución, el mariscal Wilhelm Keitel, que estuvo en
contacto telegráfico con Canaris durante esta misión del
almirante, escribió: “Ahora dudo de que fuera Canaris la
persona adecuada para esta misión, pero parece haber
disimulado muy bien durante años; supongo que no se esforzó
en serio para convencer a España, sino que previno en contra
nuestra a sus amigos de ese país”.
El informe de Canaris sobre la actitud
negativa de Franco se transmitió inmediatamente a Hitler. La
situación, había cambiado dramáticamente en el Mediterráneo
oriental. El 7 de diciembre, día de la entrevista de Canaris
y Franco, se había comunicado la noticia sobre la catástrofe
de las tropas italianas en su posición avanzada de Egipto,
Marsa Matruk, ante las divisiones británicas del general Sir
Archibald Wavell. Allí se encontraba la reducida Western
Desert Force al mando del general Sir Richard O’Connor,
con dos divisiones y un batallón reforzado por carros de
combate, es decir, unos 38.000 hombres, la mayor parte de
ellos indios. El 6 de diciembre estas tropas, muy inferiores
en número a los italianos, pasaron al ataque. Mientras que
la Flota de Alejandría bombardeaba la carretera costera y
Sidi Barrani, Richard O’Connor introducía una cuña en el
frente adversario. El Primer Ejército italiano de Mario
Berti, fue completamente aniquilado. Tres de sus divisiones
dejaron de existir, y las otras seis se refugiaron en Sollum,
Bardia y Tobruk, en donde se vieron obligadas a capitular.
Cuando el mariscal Rodolfo Graziani quiso establecer una
nueva línea de defensa de la frontera occidental de la
Cirenaica, sólo contaba para ello con siete mil hombres,
pues trece mil se encontraban ahora tras las alambradas de
los campos de prisioneros ingleses.
Estos hechos desviaron inmediatamente la
atención de Hitler hacia el Mediterráneo oriental y le
forzaron a cancelar, un mes antes de su ejecución, la
operación Félix. El diario del Alto Mando de la Wehrmacht (OKW)
de 10 de diciembre confirmaba: “Habido el telegrama del
almirante Canaris (10 de diciembre) el Führer decide que no
se realice la operación Félix pues ya no existen los
requisitos políticos necesarios”. Así, Hitler, a
quien Serrano Suñer acababa de recordar la resistencia
española contra Napoleón, no quiso acometer su empresa de
Gibraltar contra la oposición de España. El mariscal Wilhelm
Keitel confirmaría en Nüremberg: “Hitler anunció que
abandonaba la idea; no le gustaba verse obligado a
transportar sus tropas a la fuerza, contra la cólera de
Franco”. La nueva Instrucción de Hitler no se dirige
contra Gibraltar sino a los Balcanes.
ARRIBA
Aún así Hitler se resistía a abandonar su
proyecto de Gibraltar. A pesar de las reticencias y de la
tenaz resistencia de Franco, Hitler continúa pensando en la
Operación Félix contra Gibraltar, y tal como hemos dicho,
con o sin la participación española, atravesando o no el
territorio español. De esto se entera el almirante Wilhelm
Canaris en enero de 1941.
Así, a principios de año, el embajador de
Alemania en Madrid, Von Stohrer informa que ha insistido
cerca de Franco, según le fue encargado, pero que aquél se
ha lanzado a una larga explicación sobre las dificultades
económicas de su país, y que pide, una vez más, algún
tiempo.
El día 21 de enero de 1941, Ribbentrop hace
saber a Stohrer que no ha de aceptar una respuesta negativa,
que debe volver a ver a Franco y leerle palabra por palabra
un mensaje redactado en términos severos, que recuerde al
Caudillo su deuda con Hitler y Mussolini, desde la guerra
civil, y expresa el “profundo descontento del
Führer ante la actitud equívoca y vacilante de España”,
con la advertencia de que a menos de una “resolución
inmediata de entrada en guerra al lado de las potencias del
Eje”, se podría entrever “el fin rápido del
régimen franquista”. Stohrer queda estupefacto y pide a
Ribbentrop que se formule este mensaje en términos menos
ofensivos. Ribbentrop rehúsa dejarse ablandar y obliga a su
embajador a transmitir el mensaje tal como lo recibió.
Después de haber escuchado este ultimátum,
el 23 de enero de 1941, Franco reacciona con una cólera y un
arrebato raros en él. El procedimiento de intimidación que
pone estúpidamente en juego el honor de Franco y el de su
país hiere en lo más vivo al Caudillo. Éste manifiesta al
embajador: “España entraría en una guerra, pero mi
responsabilidad consiste en cuidar de que no lo haga en las
desastrosas condiciones económicas del momento”.
Informado de esta reacción de Franco, Ribbentrop manda a
Stohrer visite nuevamente al Caudillo y le comunique que
únicamente la entrada “inmediata” de España en la guerra
puede ser de gran utilidad al Eje. Si acepta fijar una fecha
próxima, Alemania le entregará 100.000 toneladas de trigo
almacenadas en Portugal. Pero Franco, muy hábilmente, rehúsa
recibir inmediatamente a Stohrer, haciéndole esperar tres
días, hasta el 27 de enero. Esta nueva entrevista resulta
tan inútil como las precedentes. El informe de Stohrer sobre
este nuevo fracaso le vale al embajador una severa
reprimenda por parte de Ribbentrop.
ARRIBA
Hitler no había abandonado aún la idea de
lograr que España entrase en guerra a su lado. Cuando el
Führer se entrevistó, 19 y 20 de enero de 1941, con
Mussolini en “Berghof”, le pidió que hiciese todo lo posible
para persuadir a Franco, ya que los alemanes habían hecho,
por su parte, cuanto estaba a su alcance. El Duce aceptó
esta misión.
Ante los resultados de las entrevistas
Stohrer-Franco entre el 20 y 27 de enero, Hitler escribe el
6 de febrero de 1941 una carta furiosa a Franco. Tras
haberle reprochado al Caudillo “no haber ayudado a
Alemania y a Italia en una batalla decisiva para la
salvación de España” (sic), el Führer lamenta que Franco
se niegue a actuar, ya que la toma de Gibraltar “hubiese
modificado de un solo golpe toda la situación mediterránea”.
En una frase que puede parecer profética, Hitler escribe
“que nunca se le perdonará al Caudillo deber su victoria en
la guerra civil a la ayuda alemana e italiana” y añade
–cosa que el tiempo ha demostrado que era falsa– que el
“régimen franquista se mantendrá sólo si el Eje resulta
vencedor”.
Franco no responde a Hitler hasta el 26 de
febrero de 1941, después de haberse entrevistado con
Mussolini, el 12 de febrero, en Bordighera, y con el
mariscal Pétain, el 13 de febrero, en Montpellier. Le
escribe de manera reposada manifestándole que, según la
visión española, todo ataque a Gibraltar debe coincidir con
un ataque contra el canal de Suez, pues el uno sin el otro
equivale a dar una estocada en el agua. El Caudillo se
lamenta, además, de la escasa ayuda económica aportada a su
país por Alemania, y, después, absteniéndose una vez más de
comprometerse, concluye diciendo: “Yo… declaro estar
total y resueltamente a vuestro lado, unidos en un destino
común”.
Cuatro días antes, el 22 de febrero de 1941,
Ribbentrop le había escrito al embajador Von Stohrer
diciéndole que era evidente que el Caudillo no tenía la
menor intención de hacer entrar a España en la guerra y que
era “ya completamente inútil tratar de convencer a los
españoles”.
ARRIBA
En el invierno de 1940-1941, mientras la
Alemania hitleriana se encuentra en la cumbre de su poder,
Franco y Pétain se alían secretamente para resistírsele –lo
que ya es bastante extraordinario–, pero, además, de esta
manera obligan a Hitler a:
1º. Renunciar a sus proyectos en el
Mediterráneo, acontecimiento de importancia capital que,
dos años más tarde, permitirá el desembarco
angloamericano en el África del Norte francesa, giro
estratégico en la II Guerra Mundial.
2º. Trasladar el campo de su acción
guerrera hacia los Balcanes y la URSS. El 13 de
diciembre de 1940 ha firmado la Instrucción nº 20
“Operación Marita”, para crear un frente balcánico y
acudir en ayuda de los italianos, que se encuentran en
dificultades, y, el 18 de diciembre de 1940, la famosa
Instrucción nº 21, “Operación Barbarroja”, de ataque
contra la URSS.
La complicidad franco-española procedió con
la máxima eficacia. Tras la negativa de Franco, las excusas
de Pétain. Ello significó el abandono de la “Operación
Félix”.
Si es verdad que la política de Pétain y la
de Franco se oponían en África del Norte, no es menos cierto
que existía determinado paralelismo entre la situación de
los dos Jefes de Estado, decididos a defender la neutralidad
de sus países frente a la presión formidable de la Alemania
hitleriana y condenados a multiplicar en apariencia las
muestras de amistad, por parte de Franco, y de deferencia,
por parte de Pétain. Sin embargo, el primero poseía una
libertad de acción que le faltaba al segundo, jefe de un
país ocupado por el vencedor. El peligro común selló
sólidamente el frente de oposición Pétain-Franco.
ARRIBA
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