Cuando el 22 de junio de 1941,
Alemania, Italia, Rumania y Finlandia deciden atacar
a la URSS e intentar su invasión, se producen en
España una serie de manifestaciones de miembros del
SEU, de la Falange y ex combatientes, en la que
expresan sus deseos de combatir contra Rusia.
La noticia de la declaración de
guerra, la comunica a los periodistas el jefe del
Gabinete de Asuntos Exteriores, Ximénez de Sandoval.
Por encargo expreso de Von Ribbentrop, el embajador
alemán en España Von Stonrer, comunicó verbalmente
al ministro de Asuntos Exteriores español Ramón
Serrano Suñer, la decisión del Gobierno germano de
declarar la guerra a la Rusia soviética. El ministro
se trasladó inmediatamente a El Pardo para informar
al Jefe del Estado Generalísimo Franco. Hubo una
reunión urgente del Consejo de Ministros para
examinar en profundidad la nueva fase de la Guerra
Mundial.
El día 24 de junio de 1941 hubo
concentración de falangistas en la plaza del Callao,
en Madrid. A las doce del mediodía se dieron cita,
unos cinco mil hombres, entre los que se encontraba
el delegado nacional del SEU, el del Frente de
Juventudes, el consejero nacional conde de Montarco,
camisas viejas, altos cargos de la Secretaría
General y muchísimos estudiantes. En la Ciudad
Universitaria, al enterarse de esta manifestación,
los catedráticos, que habían fijado exámenes para
ese día, los suspenden y aplazan. Van llegando más
manifestantes, con pancartas en las que se lee:
“Voluntarios falangistas contra Rusia”. Tras
recorrer la Gran Vía madrileña, se dirigen hacia la
calle de Alcalá y se estacionan ante el edificio en
donde está la Secretaría General.
Ramón Serrano Suñer, se dirige desde
los balcones de la Secretaría General del Movimiento
a la multitud y pronuncia unas breves pero vibrantes
palabras:
«Camaradas: No es hora de
discursos. Pero sí de que la Falange dicte en
estos momentos su sentencia condenatoria: ¡Rusia
es culpable! Culpable de nuestra guerra civil.
Culpable de la muerte de José Antonio, nuestro
fundador. Y de la muerte de tantos camaradas y
tantos soldados caídos en aquella guerra por la
agresión del comunismo ruso. El exterminio de
Rusia es exigencia de la Historia y del porvenir
de Europa…».
El manifiesto de Serrano Suñer es
constantemente interrumpido con grandes aclamaciones
y gritos de “¡Muera el comunismo!”, “¡Viva España!”,
“¡José Antonio, presente!”, “¡Viva Franco!”, “¡Muera
Rusia soviética”! y “¡Arriba España!”.
Después el ministro dice a los
manifestantes que, tras cantar el “Cara al Sol”, se
disuelvan con orden, y les recomienda que estén
atentos a la voz del mando, y vigilantes de las
voces insidiosas y pérfidas de los enemigos para
sellarles la boca.
El Gobierno accede a enviar una
fuerza expedicionaria a luchar en la URSS. Estará
compuesta por una división de infantería y una
escuadrilla de aviación. Pero se discute sobre si es
posible una división organizada del Ejército o de
voluntarios falangistas. La solución final será
mixta. La División estará integrada por voluntarios
procedentes de las filas del Ejército y por
voluntarios de Milicias, organizada de la siguiente
forma:
– Jefes:
General, coroneles, tenientes coroneles y
comandantes, profesionales del Ejército.
– Oficiales:
Capitanes, profesionales del Ejército, de los cuales
el 60 por 100 procedían de las Academias Militares.
El resto de las Milicias, tenientes y alféreces, el
67 por 100 profesionales del Ejército y los
restantes de Milicias.
– Suboficiales:
También el 67 por 100 profesionales del Ejército y
los restantes de Milicias.
– Personal de tropa:
La inmensa mayoría facilitado por las Jefaturas de
Milicias.
Cuando se abren los banderines de
enganche, la avalancha de voluntarios fue realmente
abrumadora, pero el número de plazas fue limitado,
quedando muchos aspirantes fuera de la expedición.
ARRIBA
Camarada:
Desde el mismo instante en que fue
público el ataque alemán sobre Rusia, millares de
camaradas de nuestra Falange han manifestado
clamorosamente su voluntad de intervención en la
lucha. No se trata ya, como otras veces, de simples
manifestaciones de simpatía a quienes compartieron
el riesgo con nosotros en horas decisivas, encarnan
ejemplarmente formas revolucionarias semejantes a
las que apetecemos para nuestra Patria y sufren o
han sufrido como nosotros la injusticia y el
despojo. Se trata en este instante de algo más
profundo y también más vivo: de sentir como
rigurosamente propia la batalla que Alemania
emprende contra el comunismo.
Si la finalidad última de los
Movimientos Nacionales es revolucionaria, es
evidente que fue la presencia de otra revolución
adversa, aniquiladora y negativa quien produjo en
las juventudes del mundo, con la conciencia del
peligro, la sensibilidad heroica necesaria para
tomar su propio camino.
Es, pues, natural que la visión de
este peligro, aún vivo y encarnado en Rusia, sea el
primer motor heroico que lleva a nuestra juventud a
desear frente a ellos una actitud de beligerancia
más real.
Rusia quiso destruir a España y la
destruyó en buena parte; quiso apropiarse de ella
como palanca para hacer saltar al mundo occidental,
y pasan de un millón los muertos que España tuvo que
entregar en el rescate. Europa entera no tendrá paz
ni sosiego mientras Rusia exista, y la verdadera
revolución redentora del pueblo no triunfará del
todo mientras persevere en las fronteras de Europa
la sombra del comunismo. Tenemos que desagraviar a
nuestros caídos y tenemos que asegurar la existencia
de nuestros herederos. Tenemos que vengar a España y
tenemos que estar presentes en la tarea de salvar a
Europa. No habrá en esto olvido alguno de nuestros
caminos naturales ni de nuestros legítimos
intereses, pero España hoy se limita a libertar la
pasión de su juventud para que entre en la batalla
preferida, en la cruzada europea.
En virtud de estas razones, la
Falange recoge en disciplina orgánica el voluntario
entusiasmo, abriendo banderines de enganche para
formar una legión de combatientes que habrán de
luchar contra Rusia.
Por todo ello, te ordeno curses a
todos los camaradas militantes la invitación a
participar en la lucha y abras –de acuerdo con la
Jefatura de Milicias y según las instrucciones que
recibas– los centros para reclutamiento voluntario.
¡Arriba España!
Madrid, 26 de junio de 1941.
El secretario general del
Movimiento, José Luis de Arrese.
Los banderines de enganche se crean
en toda España. En Madrid, el 27 de junio, a las
nueve de la mañana, una larga cola se formaba ante
la Delegación Regional de Milicias de Falange. Otro
banderín de enganche se abre en el SEU, y el 4 de
julio de 1941, se concentran los alistados en la
capital de España. En la Ciudad Universitaria, y a
las siete de la mañana, se procede al
encuadramiento, y son repartidos por diversos
cuarteles hasta el momento de su marcha. |
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ARRIBA
Por la estación del Norte madrileña, el día
13 de julio de 1941, parten hacia Irún, para seguir viaje
después hacia Rusia, el mayor contingente de voluntarios
–unos 18.000– que integran la llamada «División Azul», al
mando de la cual es designado el general de Infantería
Agustín Muñoz Grandes. Entre los mandos figura el coronel
Miguel Rodrigo Martínez y los comandantes Jiménez de
Cartagena y González Esteban.
Este primer batallón de divisionarios es
despedido con todos los honores en la citada estación del
Norte. Habló Ramón Serrano Suñer y estuvieron presentes en
el acto el ministro del Ejército, general José Enrique
Varela Iglesias, el de Agricultura, Miguel Primo de Rivera,
y el ministro secretario, José Luis Arrese Magra, así como
la delegada nacional de la Sección Femenina, Pilar Primo de
Rivera. También acudieron a la despedida los generales José
Moscardó Ituarte, Andrés Saliquet Zumeta, José Millán Astray
Terreros, Ricardo Rada y Peral, Francisco de Paula Borbón y
de la Torre, Camilo Alonso Vega y Elíseo Álvarez Arenas.
ARRIBA
Llegados a Alemania, la División recibió
instrucción en el campamento de Grafenwöhr, cerca de
Bayreuth (Baviera), antes de partir hacia el frente. La
fuerza española pasó a formar parte del Ejército alemán, con
la denominación de «División Española de Voluntarios número
250». Se trataba de la única división extranjera integrada
en el Ejército alemán, con la particularidad de que era
netamente española. Todos los mandos lo eran y regía el
Código de Justicia Militar español. Existía sólo una plana
mayor de enlace alemana, que se encargó de coordinar toda la
tramitación de órdenes entre el Alto Mando alemán y la
División.
La fuerza fue equipada con armamento regular
alemán, que incluye las armas de mano y armamento pesado de
anticarro, morteros y obuses, tal como fueron dotadas todas
las fuerzas de infantería alemanas. El transporte principal
fue realizado con tracción animal, como solía hacerse en el
Frente del Este.
La División Azul estaba compuesta por 641
oficiales, 2.272 suboficiales y 15.780 hombres de tropa.
A finales de agosto de 1941 la División Azul
recibió la noticia de la partida para el frente. Se
dirigieron desde Treuburg Suwalki-Grodno en Polonia, hasta
Vitebsk, ya cerca de Smolensk, en Rusia. El recorrido fue de
unos 1.000 km. que, como parte del entrenamiento, lo
realizaron a pie durante 40 días. Durante esa caminata se
registraron las primeras bajas debido a las minas.
En un principio, los españoles iban
destinados al IX Ejército del general Strauss, que debía
participar en la «operación Tifón» para la conquista de
Moscú. Pero el mariscal Wilhelm von Leeb solicitó al Führer
refuerzos en su avance sobre Leningrado y éste le cedió,
entre otros, la División española.
ARRIBA
La llegada al frente se produjo el 12 de
octubre de 1941. Los españoles fueron desplegados a lo largo
de la orilla occidental del lago Ilmen y la margen izquierda
del río Volchov. Iban a participar en la «operación Tikvin»
para enlazar con los finlandeses. Por este motivo el
regimiento 269 del coronel Esparza cruza el río Volchov y
establece una cabeza de puente en Smeiko. Sin embargo, el
Alto Mando alemán aplaza la operación y los españoles quedan
aislados y con un frente muy amplio a cubrir.
El día 6 de noviembre de 1941 la División
Azul releva a los alemanes en Possad, y a partir de este
momento los divisionarios instalados en la cabeza de puente,
deben sostener una dura lucha para la defensa de las
posiciones conquistadas. Se combate ya a temperaturas de 15
hasta 20 grados bajo cero; las posiciones no forman una
línea continua, sino “blocaos”, y entre ellos se filtran los
soviéticos en emboscadas. Pese a todo, Possad sigue
resistiendo los ataques masivos del Ejército Rojo, a cargo
del 1º Batallón del 269 del comandante Tomás García Rebull,
apoyado por el 2º de Román y otras unidades. Los obuses
enemigos despedazan las isbas de Possad, entre cuyos
escombros e incendios se baten los españoles al arma blanca.
La Infantería soviética arremete día y noche con su triple
alarido de guerra: “¡Hurra! ¡Hurra! ¡Hurra!, llegando a
penetrar en el círculo de trincheras, bunkers y pozos de
tirador. Pero es rechazada. Docenas de cadáveres de jóvenes
escuadristas del SEU y Falange van siendo apilados entre las
ruinas. Aviones de combate soviéticos se precipitan en
picado, provocando tifones de hielo, fuego y sangre.
El 7 de diciembre de 1941, después de
veintiséis días de resistencia, Muñoz Grandes ordena el
repliegue. Columnas de soldados heridos y exhaustos
retroceden hacia la orilla occidental del río Volchov. Uno
de ellos, Dionisio Ridruejo lleva en el macuto un cuaderno
de versos, en el que refleja su estado del ánimo:
“Muertos míos de
Rusia, heladas rocas/que fortifican una tierra
ajena/bajo la vasta luz de la nevada./Bosques yertos de
cruces, nombres míos,/de mi sangre y mi fe,
crucificados…”
En
Possad quedan los muertos. De mil seiscientos hombres, el
Regimiento 269 ha sufrido quinientas sesenta y seis bajas.
Uno de los episodios más macabros de la
campaña ocurrió en la Navidad de 1941, en Udarnik y la
posición intermedia, el día 27 de diciembre. El general
había dado la orden: “Defender el terreno como si
estuvieseis clavados a él”. Las tropas de relevo
consiguieron recuperar la posición intermedia, encontrando
los cuerpos mutilados y desnudos del pelotón mandado por el
alférez José Rubio Moscoso, quienes fueron crucificados con
picos y sus propias bayonetas en el suelo helado. La orden
fue cumplida. Poco después la División Azul cobró revancha
con dos compañías del 262 Regimiento de Infantería, que dejó
el congelado lago sembrado con los cadáveres de todo un
batallón del Ejército Rojo.
ARRIBA
La
llegada del invierno facilita al general soviético Leonid
Aleksandrovich Govorov, que desencadena el 8 de enero de
1942 una ofensiva al sur del lago Ilmen, para recuperar la
carretera y el ferrocarril Moscú-Leningrado. Un torrente de
hombres, máquinas y animales se precipitan sobre los
bosques, los pantanos y los afluentes del río Lovat. Los
alemanes se baten en retirada, y sólo la aldea ribereña de
Vsvad –quinientos cuarenta y tres hombres, al mando del
capitán Pröhl– resiste la arremetida.
En la madrugada del día 10, la Compañía de
Esquiadores de la División Azul parte del poblado de
Spasspiskopez, al sudoeste del lago Ilmen, con la orden de
romper el cerco. La Compañía de Esquiadores al mando del
capitán José Manuel Ordás Rodríguez, secundado por el
teniente José Otero de Arce, avanzan a la cabeza de
doscientos seis hombres, por la superficie helada del lago.
Tras una caminata de 30 km. con temperaturas de 50 grados
bajo cero, al amanecer del día 11, la Compañía alcanza la
orilla y enlaza con la guarnición alemana de Ustrika. Los
españoles han sufrido ciento dos bajas por heridas y
congelación. El resto profundiza en territorio enemigo,
ocupando las aldeas de Sadneie, Pole, Pagost Ushin, Dubrovo,
Bolshoy Utschno y Shiloy Tschernez. Extenuados, hambrientos,
aspeados por la ventisca, combaten con la nieve a la cintura
y 45 kilos de impedimenta a la espalda.
El libro “La batalla del lago Ilmen”
de Eduardo Barrachina Juan, describe las tremendas
penalidades sufridas bajo estas espantosas condiciones
meteorológicas: «…Si en la orilla la temperatura había
descendido a 40 grados, en el interior del lago se midieron
con un termómetro finlandés 53 grados bajo cero. A esa
temperatura se funde la grasa de los cerrojos de los fusiles
y no se pueden utilizar. El agua se hace en el acto un
bloque de hielo y para beber hay que calentarla previamente.
El pan debe serrarse o cortarse con un hacha. La mayor parte
de la comida se congela también con la gran dificultad de
poder aprovecharla, pues encender fuego es extremadamente
peligroso, ya que puede delatar la posición de las fuerzas
españolas al enemigo. Y lo peor de todo, no se puede dormir.
Dormir significa la muerte por congelación, incluso tumbarse
un rato en un trineo puede suponer la pérdida de la vida».
Después de tomar al asalto Shiloy Tschernez
–a una docena de kilómetros de Vsvad–, el enemigo
contraataca con esquís, ametralladoras y carros de combate.
La Compañía, el día 17, retrocede diezmados sus efectivos.
El 21 de enero de 1942 enlaza con los alemanes de Vsvad, que
han abandonado la posición y se repliegan por la superficie
del lago. El encuentro es patético: «Kameraden!...»,
«¡Arriba España!...».
El capitán José Manuel Ordás envía un radio
al general Muñoz Grandes: «Salimos doscientos seis hombres y
quedamos doce. ¡Arriba España!».
Estos doce hombres fueron condecorados por
su valiosa acción.
ARRIBA
El río Voljov –que fluye desde el lago Ilmen
en dirección norte hasta desaguar en el lago Ladoga, el
mayor de Europa– es el segundo mayor afluente del lago tras
el río Svir. Es navegable en toda su longitud. Su caudal es
muy variable dependiendo fundamentalmente del nivel del lago
Ilmen. El río Voljov se congela a finales de noviembre y se
deshiela a principios de abril.
El 3 de enero de 1942, los soviéticos habían
roto las líneas alemanas del ala izquierda de la División
Azul, introduciendo enormes contingentes de tropas
mecanizadas que profundizan a retaguardia y amenazan con
envolver al Grupo de Ejército Norte. Los alemanes pierden
Teremez, y los españoles –2º Batallón del 269– contraatacan,
sufriendo importantes pérdidas.
Los soviéticos acometen las posiciones
españolas de La Ermita, El Alcázar, Las Pilastras, Chutyni y
El Mogote, mientras continúan introduciendo hombres,
caballos, cañones y tanques en su cabeza de puente. Alemanes
y españoles luchan por cerrar el “cuello de la botella”, de
la que al poco tiempo se denominaría Bolsa del Voljov. El 2º
Batallón del 269 de Román libera a los alemanes cercados en
Malote Samoshie el 12 de febrero, y el 3 de marzo, el
Batallón de Depósito (Fernando Osés Armesto) levanta el
asedio a la posición alemana de Semitzy.
El general Andrei Vlasov asume el 21 de
marzo de 1942 el mando de las fuerzas apresadas en la bolsa
–doscientos mil hombres– que, a finales de mes, queda
convertida en un lodazal. Se licuan pantanos y ríos, y la
atmósfera apesta a cadáveres descompuestos y vegetación
putrefacta. Oleadas de mosquitos martirizan a los soldados.
Es la estación del deshielo, la “raputitsa” rusa.
El 27 de abril, Hitler pronuncia un discurso
en la ópera de Kroll, de Berlín: «…y cuando la División
Azul regrese a su Patria, no podremos darle a ella y a su
general otro certificado, que el reconocimiento de su
fidelidad y su heroísmo llevados hasta la muerte…»
Los españoles continúan luchando en el
“infierno verde” de la Bolsa. El Grupo de Exploración
(comandante Fernández-Cuesta), y el 3º Batallón del 262
(comandante Ramírez de Cartagena), penetran en la espesura
el 31 de mayo, y tras entablar sangrientos encuentros, el 26
de junio de 1942 regresan a sus posiciones de partida. Han
capturado cinco mil noventa y siete enemigos.
La Bolsa del Voljov ha dejado de existir y
el general Andrei Vlasov, –al que Stalin le envió un avión
para rescatarlo del cerco, a lo que el general se negó–,
huye introduciéndose, con un grupo de cuarenta personas, en
territorio ocupado por los alemanes, siendo denunciado, el
12 de julio de 1942, por un campesino al que había pedido
comida, siendo apresado por los germanos. Al conocerse en
Moscú su detención, su esposa fue detenida y ejecutada por
la NKVD.
Enviado a un campo de concentración alemán,
expresó su deseo de desertar, al no estar de acuerdo con el
sufrimiento que padecía el pueblo soviético por los deseos
de Stalin de adquirir más poder. Vlasov escribe a las
autoridades alemanas sugiriendo una cooperación entre los
rusos antiestalinistas y las fuerzas de ocupación. Los
alemanes al darse cuenta de la buena propaganda que
generaría la noticia de un general soviético cambiando de
bando, le persuaden a Vlasov de liderar el llamado Ejército
de Liberación Ruso (ROA). En los últimos días de la guerra,
adivinando las intenciones de venganza soviéticas, Vlasov y
sus hombres huyeron al oeste para entregarse a los ejércitos
anglo-americanos, pero estos no querían provocar a Stalin y
le negaron el asilo. Andrei Vlasov fue capturado y enviado a
Moscú, donde fue juzgado y sentenciado a muerte, junto con
otros once oficiales del ROA. El 2 de agosto de 1946 fue
ahorcado. Los soldados de Vlasov fueron enviados de vuelta a
la URSS, siendo ejecutados con ametralladoras al bajar del
tren. El resto fue enviado a campos de trabajo forzado (Gulag),
donde miles de ellos murieron.
ARRIBA
En la última decena de agosto de 1942, la
División Azul es relevada por la 20 División Motorizada de
la Wehrmacht. Son trasladados de frente, ya que el Führer la
ha elegido, como “unidad de elite”, para participar en el
asalto final a Leningrado, pero la operación fue suspendida,
debido al fracaso del avance ante Stalingrado. Los
divisionarios tomaron posiciones defensivas en los
alrededores de Pushkin, donde sufrieron considerables bajas
por parte de la artillería soviética y los francotiradores.
Y no tardó en llegar la réplica soviética.
Al sur del lago Ladoga se inicia una enorme ofensiva del
Ejército Rojo para aliviar el cerco de Leningrado. En el
sector español, el ataque soviético se centra en las
posiciones del Regimiento 262, ala derecha del despliegue de
la División.
El 7 de septiembre de 1942, la División Azul
vuelve a cambiar de frente, integrándose en el XVIII
Ejército del general Georg Lindemann, para tomar parte en la
«operación Luz del Norte».
El 12 de octubre, la 10ª Compañía del 262
(capitán Juan José Portolés) rechaza uno de los primeros
ataques importantes a la línea.
El día 12 de diciembre de 1942 se produce el
relevo en el mando de la División. El general Agustín Muñoz
Grandes recibe, aquella misma tarde, la Cruz de Caballero de
la Cruz de Hierro con Hojas de Roble de manos del Führer, en
su casa cuartel de Rastenburg (Prusia oriental) conocida
como “La guarida del lobo”, en el bosque de Gorlitz, una de
las máximas condecoraciones por servicios al Reich. Es
sustituido por el general Emilio Esteban-Infantes.
ARRIBA
El 21 de diciembre de 1942, Muñoz Grandes se
dirige a todos los españoles, en nombre de sus tropas con la
siguiente alocución:
«Españoles:
En estos momentos tan críticos y
difíciles en que, con la suerte del mundo, se ventila el
porvenir de nuestra Patria, yo me dirijo a vosotros para
–con frío en los huesos y mucho calor en el corazón–
enviaros el saludo de mis Soldados, de estos Soldados
buenos, sufridos y valientes que solo por ofreceros un
día de orgullo están siempre dispuestos a dar su vida
con alegría.
Duro es el enemigo y duro es también el
invierno ruso. Pero… ¡no importa! Más dura es aún mi
raza que, asistida por la razón, por la valentía de sus
hijos y en abrazo estrecho con sus heroicos camaradas
alemanes, logrará al fin esa victoria por la que sin
cesar lucharemos. Conscientes de nuestra
responsabilidad, cumpliremos el deber que nos habéis
impuesto, sin aspirar a otra cosa que vuestra propia
satisfacción y contento.
Desde estas tierras inhóspitas y
lejanas, sin más calor que vuestro recuerdo, yo os pido
de una vez para siempre, dando de lado rencillas y
pasiones –que harto fomentaron los que tanto daño nos
hicieron– os unáis fraternalmente, trabajando con
constancia y afán. Pensad que el enemigo acecha, que el
mundo entero se está jugando su suerte y que vosotros,
hijos de un pueblo cuya historia nadie superó, no tenéis
derecho a permanecer indiferentes ante la más grande
tragedia que vivieron los siglos.
¡Españoles! Con el pensamiento puesto en
Dios, nosotros aquí cumpliremos nuestro deber. Vosotros
ahí, cumplid el vuestro. Por España y en nombre de mis
bravos Soldados os lo pido. Por España y en nombre de
los que cayeron os lo exijo».
Muñoz Grandes
Rusia 21-XII-42
ARRIBA
El 12 de enero de 1943, el general Leonid
Aleksandrovich Govorov desencadena un ataque masivo contra
el cerco de Leningrado. El frente alemán se desmorona y el
2º Batallón del capitán Patiño es requerido para nutrir las
fuerzas germanas al sur del lago Ladoga. El 21 de enero,
ochocientos españoles penetran en los bosques de Posselok e
inician la lucha en la maleza, infestada de enemigos. Se
lucha árbol por árbol, matorral por matorral, zanja por
zanja. A metrallazos, a bayonetazos, los españoles avanzan
en la espesura, calcinada por los bombardeos. El día 22 de
enero cae muerto el capitán Masip de la 7ª Compañía, y el 26
causan bajas veintisiete oficiales más. Ataca la aviación,
ataca la artillería. Los divisionarios avanzan, retroceden,
vuelven a avanzar. Finalmente el día 30, se ordena el relevo
de los supervivientes: un oficial, el teniente Soriano, un
brigada, seis sargentos y veinte soldados componen los
restos de un total de ochocientos hombres…
ARRIBA
La batalla de Krasny Bor, que tuvo lugar el
10 de febrero de 1943 fue la más cruenta de la División
Azul. A las 6:10 horas tiene lugar una enorme preparación
artillera contra el subsector del Regimiento 262 del coronel
Manuel Sagrado, que abarca una línea de casi diez kilómetros
de frente. Ciento ochenta y siete baterías artilleras, dos
grupos de morteros y otros dos de antitanques rusos,
despedazan en pocos minutos el sistema defensivo del
subsector español.
Tres divisiones de Infantería soviética, la
45, 63 y 72, con un total de treinta y tres mil hombres
apoyados por un centenar de tanques, asaltan las demolidas y
ensangrentadas posiciones españolas, partiendo de Kolpino. A
estas fuerzas se oponen los supervivientes de los dos mil
quinientos soldados del Regimiento 262, a los que irán
sumándose tres batallones de refuerzo, apoyados a su vez por
seis baterías artilleras.
El terreno ha sido horadado por el
bombardeo, rotos los cables telefónicos y voladas las
centrales de radio. Las unidades divisionarias luchan
desesperadamente por mantenerse en sus puestos, pero los
tanques y la infantería enemiga rebasan las trincheras y
envuelven a los defensores por la espalda. Los soviéticos,
enloquecidos de sangre y embriagados de coñac –habían
asaltado varios depósitos de víveres–, disparan a quemarropa
sus ‘naranjeros’. Los oficiales españoles alientan a la
tropa, batiéndose a pistoletazos, lanzando granadas de mano,
y cuando carecen ya de municiones, luchando a punta de
bayoneta.
El general Emilio Esteban-Infantes, que ha
establecido su puesto de mando en Raikelevo –peligrosamente
cercano al teatro de operaciones–, reclama del coronel
general Georg Lindemann el apoyo de la Luftwaffe. Pero los
“Stukas” y “Messerchmitt”, no aparecerían hasta cuatro horas
después. El cielo es una enorme nube de polvo rojo.
Retiembla la tierra al paso de las orugas de los tanques.
Un blindado T-34 ruso se presentó en la isba
donde se encontraba el Hospitalillo de la División Azul, que
estaba abarrotado de muertos y heridos, hasta el extremo que
muchos de ellos se encontraban en el exterior. Con su gran
peso, aplastó primero y masacró a la vez a todos los heridos
que se encontraban en camillas y trineos, y después embistió
contra las paredes. El edificio empezó a temblar, cuando
aparecieron otros tanques para ayudar al trabajo de
demolición. En el interior del Hospitalillo la situación fue
de pánico. Intentaban tirarse por la ventana los heridos,
médicos y enfermeros, por la parte de detrás para meterse en
el bosque de Sablino, donde no podían los tanques
perseguirles. Uno de los tanques dirigió su boca de fuego
hacia el Hospitalillo para rematarlo. Fue cuando el zapador
Antonio Ponte Anido –que había sido herido– de la 3ª
Compañía de Zapadores, mandada por el capitán José Luis
Aramburu Topete, cogió una mina antitanque, se adelantó por
el ángulo muerto de tiro, y la colocó entre las cadenas,
tirando de un cordel para hacer funcionar el fulminante,
alejándose del mismo para que no le alcanzase la explosión,
pero no pudo evitar que el ametrallador le enviase unas
ráfagas que le ocasionaron su muerte, pero el tanque quedó
deshecho por la explosión de la mina. Le fue otorgada la
Cruz Laureada de San Fernando.
Se lucha dentro del casco urbano de Krasny
Bor. Se defiende y evacua a los heridos del hospital, en
trance de caer en manos soviéticas. Menudean las víctimas.
El propio coronel Sagrado resulta herido en una mano. Los
artilleros defienden sus piezas al arma blanca. Al anochecer
decrece la potencia del ataque, pero la batalla continuará,
–aunque menos intensamente– durante varios días. Unidades
aisladas seguirán batiéndose sin retroceder un paso. Y otras
se negarán a replegarse aun pudiendo hacerlo, como la 3ª
Compañía de Zapadores de Asalto del capitán Aramburu Topete,
o el 1º Grupo Artillero del comandante Guillermo Reinlein
Calzada, uno de cuyos capitanes, Andrés y Andrés resistirá
al frente de la 1ª Batería, dentro del infierno de Krasny
Bor, durante setenta y dos horas más.
Trineos, carromatos y camiones transportaban
centenares de heridos al hospital de campaña de Mestelevo.
Trenes sanitarios trasladan cargamentos de cuerpos
sangrantes a los centros sanitarios de retaguardia –Riga,
Vilna (Vilnius), Koenisberg, Hof y Berlín–, mientras en el
cementerio de Mestelevo se da sepultura a los cadáveres
recuperados.
Han causado baja 1.125; heridos 1.036;
desaparecidos más de 200. Han muerto el teniente coronel
Santos Ascarza, el comandante Lavín del Río, los capitanes
Ruiz de Huidobro, Miranda Labrador, Díez de Ulzurrum, García
Segura, Cobián Iglesias, Castro Cardús, Losada Cabrera,
Gómez Díez…
Caen prisioneros de los soviéticos los
capitanes Teodoro Palacios Cueto y Gerardo Oroquieta Arbiol,
y casi tres centenares de soldados, que parten rumbo a los
campos de concentración en Siberia.
Las pérdidas rusas fueron tan sensibles que,
debido al desgaste, no pudieron profundizar más que 5 km. y
no conseguir ningún objetivo táctico ni estratégico
importante.
ARRIBA
Con el fin de incluir en el voluntariado
español que lucharía en Rusia a representantes del Arma de
Aviación, se creó en España la «Escuadrilla Azul».
Formada por expertos pilotos, veteranos de
la guerra civil y conocedores de la maquinaria aérea
alemana, se pensó en un principio que la escuadrilla
cubriría el sector asignado a la División en Leningrado,
pero lo cierto es que nunca estarían juntas debido a que el
mando alemán entendió que era más práctico llevar a la
escuadrilla al sector centro de Rusia para apoyar la
ofensiva hacia Moscú.
Con el objeto de dar entrada a otros
voluntarios que se presentaron, se organizan cinco relevos
sobre la marcha. Pero fueron, sin duda, las dos primeras
escuadrillas las que más vuelos de combate realizaron. La
primera, al mando del general Ángel Salas Larrazábal, estuvo
destinada en Smolensk y en ella tuvo lugar la primera
víctima de los voluntarios del aire español, Luis Alcocer,
hijo del entonces alcalde de Madrid. La segunda escuadrilla,
al mando del comandante Julio Salvador, fue la que ocupó el
sector más avanzado en el frente, concretamente en Orel, en
mayo-junio de 1942.
Y las tres escuadrillas restantes, mandadas
por los comandantes Ferrándiz, Cuadra Medina y Murcia fueron
ocupando zonas del frente durante la retirada alemana, hasta
que fueron repatriados en abril de 1944.
La escuadrilla estuvo formada exclusivamente
por aviones de caza. En un primer momento por los
Messerschmitt 109, concretamente los modelos F y G, pero
fueron reemplazados más tarde por los Focke Wulf 190,
mejorando de este modo la potencia de fuego de la
escuadrilla.
Desde octubre de 1941 a abril de 1944, la
Escuadrilla Azul derribó 150 aviones, sufriendo 20 bajas de
un total de 88 pilotos participantes.
ARRIBA
El 7 de octubre de 1943, la División Azul
comienza a salir de línea, relevada por las fuerzas de
refresco de la 81 División alemana. Los españoles quedan
acantonados al sur de la bolsa de Oraniembaun. Dicen que van
a descansar, a reorganizarse y nutrirse de nuevos batallones
de relevo llegados de España. Pero no es cierto.
Motivaciones políticas han obligado al Gobierno de Franco a
ordenar su retirada del frente.
La noticia estalla como una bomba entre los
combatientes. Desde el general Esteban-Infantes hasta el
último de sus soldados consideran el hecho como una
deserción. Pero el general ha de obedecer la orden e incluso
justificarla ante el coronel general Georg Lindemann: «A
fin de cuentas, una sola división nada significa, en la
inmensidad del Ejército alemán, para la buena marcha de las
operaciones en el Este».
Se entablan conversaciones entre los
Gobiernos de España y Alemania. Berlín desea la permanencia
de una pequeña unidad española en el frente “por razones
ideológicas”. Madrid accede, y el 17 de noviembre de 1943 se
crea la «Legión Española de Voluntarios», la «Legión Azul»,
al mando del coronel Antonio García Navarro.
La Legión queda constituida por dos banderas
de Infantería más una bandera mixta, que suponen en total
unos 2.133 hombres. Se integran en la 121 División de
Infantería alemana y parten de nuevo hacia el frente.
El 15 de diciembre de 1943 entran en línea
en el sector de Schapki, región pantanosa situada al sudeste
de Leningrado. Pero la Legión Azul, que cubre un frente de
11 kilómetros, se verá pronto envuelta en una serie de
acontecimientos que precipitan su retirada.
El 14 de enero de 1944, el XVIII Ejército
Norte del coronel general Georg Lindemann, cede ante la
embestida del 54 Ejército soviético (Leonid Aleksandrovich
Govorov) y emprende el repliegue hacia el oeste. El día 19,
la Legión Azul recibe orden de evacuar sus posiciones. La
marcha es lenta y dificultosa. Nieva copiosamente y los
guerrilleros cortan los caminos, vuelan los puentes y
ferrocarriles, disparan desde las orillas de los bosques y
toman al asalto algunos poblados del trayecto, que los
españoles han de ir desalojando para abrirse paso en
dirección sudoeste.
Aldeas y “koljoses” incendiados, depósitos
de combustibles en llamas, cañones, tanques y trenes
dinamitados, constituyen un espectáculo dantesco. El enemigo
viene pisándoles los talones.
Trineos motorizados y carros de combate
rebasan la columna por los flancos, y los españoles han de
combatir heroicamente en la defensa de Ljuban, y romper el
cerco a metrallazos y granadas de mano para continuar su
repliegue hasta Luga y alcanzar –ya en ferrocarril– las
bases de acantonamiento de la región de Tapa (Estonia),
donde el 14 de marzo de 1944 formarán las banderas, con sus
guiones al frente, para escuchar el discurso de despedida de
Georg Lindemann:
«Sé que regresáis a España porque habéis
recibido una orden, no por vuestra propia voluntad…,
pero nadie podrá separarnos, somos camaradas, y durante
más de dos años hemos compartido la alegría y el dolor,
la lucha y la victoria, el sentimiento y la muerte… Más
tarde dirán de vosotros: “¡Esos hombres fueron la
vanguardia fuerte y audaz de una España juvenil,
poderosa, digna y feliz!”».
El
coronel Antonio García Navarro acentúa el patetismo de la
escena con esta frase: «Hoy es día de luto para todos
nosotros», y ordena que sus soldados lleven los fusiles
a la funerala en señal de duelo y protesta silenciosa por la
orden de repatriación
ARRIBA
Muchos de aquellos españoles se negaron a
repatriarse. Combatirán, agrupados en cuatro compañías, al
mando de una docena de oficiales –Ezquerra, Boté, Sastre,
Ocaña, Zabala, Múgica, Fernández, Martínez de Alberich,
García, Martín de Arrizubieta…–, en Yugoslavia, Rumania o
Austria, cuando la guerra está ya prácticamente perdida.
Y aún lucharán en la defensa de la
Cancillería del Reich, hasta romper el cerco, o morir, o
caer en manos de los soviéticos, para luego volver algunos
con la expedición de cautivos liberados de los campos de
concentración, capitaneados por Teodoro Palacios y Gerardo
Oroquieta.
ARRIBA
El 2 de abril de 1954 ancló en Barcelona el buque “Semíramis”,
los que sobrevivieron a los terribles Gulags rusos,
regresaban a España tras un cautiverio de más de diez años,
entre vítores, lágrimas y abrazos de júbilo, en una
memorable, emotiva y patriótica jornada.
ARRIBA
- 2 Cruces de Caballero de la Cruz de
Hierro, una de ellas con las Hojas de Roble para el
general Muñoz Grandes.
- 2 Cruces de Oro alemanas.
- 8 Laureadas Individuales.
- 42 Medallas Militares Individuales y 2
Colectivas.
- 135 Cruces de Hierro de 1ª Clase.
- 2.362 Cruces de Hierro de 2ª Clase.
- 16 Cruces del Mérito Militar con
Espadas de 1ª Clase.
- 2.200 Cruces del Mérito Militar de 2ª Clase.
ARRIBA
*Teniente Jaime Galiana Garmilla, de la
Sección de Asalto del Regimiento 269, por sus acciones en la
operación de la cabeza de puente del Volchov. Caído en
combate. Concesión oficial: 5-XII-1973
*Cabo José Pérez Castro, por su
participación en la batalla de Possad en la cabeza de
puente. Caído en combate. Concesión oficial: 17-VIII-1944
*Cabo Generoso Ramos Vázquez, por su
actuación en la batalla de Possad. Caído en combate.
Concesión oficial: 1-XII-1944.
*Alférez José Rubio Moscoso, del II/269.
Acción en la "Posición Intermedia". Caído en combate.
Concesión oficial: 22-I-1954.
*Capitán Salvador Masip Bendicho, de la 7/II/269,
por la acción de Posselok. Caído en combate. Concesión
oficial: 26-IV-1944. Estaba en posesión de la Medalla
Militar Individual por hechos de armas en la guerra civil.
*Soldado Antonio Ponte Anido, del Batallón
de Zapadores, por su heroísmo en la batalla de Krasny Bor.
Caído en combate. Concesión oficial: 17-II-1944.
*Capitán Manuel Ruiz de Huidobro, de la
3/I/262, por su papel en la batalla de Krasny Bor. Caído en
combate. Concesión oficial: 16-XI-1945.
*Capitán Teodoro Palacios Cueto, de la 5/II/262.
Por su participación en la batalla de Krasny Bor. Pasó once
años de cautiverio en Rusia. Concedida el 17-XI-1944. Fue la
única de las otorgadas a divisionarios que no lo fue a
título póstumo.
En cuanto a las bajas sufridas por la
División Azul se calcula que oscilan alrededor de cuatro mil
muertos, 8.800 heridos –1.600 bajas por congelación, 1.300
mutilados–, 326 desaparecidos y 484 prisioneros. El total de
bajas causadas a las tropas soviéticas se estima en unos
49.300.
* * * * *
«Y tengo que mencionar de una División
venida del sur de Europa, que ha soportado junto al lago
Ilmen, cuanto podíamos exigir de nuestros propios
hombres».
Adolf Hitler
«Los voluntarios Españoles agrupados en
la División Azul, luchan hombro con hombro con los
soldados Alemanes en uno de los sectores más difíciles
del frente oriental. La División Azul se encuentra sin
interrupción en la primera línea de combate. Los
Soviéticos han intentado constantemente romper el sector
y en todas partes los Heroicos Voluntarios Españoles han
rechazado los ataques ocasionando al enemigo grandes
pérdidas».
Adolf Hitler
Un alto mando de la
Wehrmacht, manifestó:
«Si en el frente
os encontráis a un soldado mal afeitado, sucio, con las
botas rotas y el uniforme desabrochado, cuadraos ante
él, es un héroe, es un español…»
ARRIBA
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