Durante la dictadura del general Miguel
Primo de Rivera, como consecuencia de la identificación
producida entre el régimen ordenancista y la monarquía,
aparecieron un gran número de partidos políticos, la mayor
parte de ellos abiertamente republicanos.
Tras la dimisión de Primo de Rivera se abrió
el proceso de normalización constitucional.
Fueron los partidos políticos los que
cuestionaron el modelo de transición que pretendían
realizar los gobiernos de Berenguer y Aznar, y así,
iniciaron una disputa multitudinaria para diseñar el régimen
venidero y dirigir el destino del país. Mientras esta
disputa –aún en unos términos extremadamente crispados e
incluso violentos–, se mantuvo dentro de los márgenes
legítimos señalados por la Constitución, el destino fue
encarado con relativa tranquilidad; sin embargo, la
tentación de los extremismos, las ambiciones personales, los
intereses corporativos, los maximalismos radicales y en
último extremo el desprecio por el individuo y la
democracia, conllevaron un traspaso de esos límites
constitucionales, lo que hizo que se desencadenara la Guerra
Civil.
El panorama político de la Segunda República
fue extremadamente complejo. La multiplicación de grupos
políticos se produjo no sólo, aunque en ocasiones lo
hubiera, por un afán de diferenciación o descuello de
personalidades; en este panorama contendieron grupos que
eran estrictamente políticos, pero también sindicatos, o
agrupaciones políticas juveniles claramente diferenciadas de
sus partidos. Además, en el período republicano no sólo
operaron fuerzas políticas de esta adscripción, de hecho,
prácticamente la mitad del espectro político era ajeno,
indiferente o claramente opuesto al régimen republicano o al
menos al estilo de República instaurada en 1931. Por último,
hay que señalar la enorme importancia que tuvo la
composición de las Cortes, dado que ningún partido contó
nunca con mayoría suficiente para gobernar en solitario, por
lo que las coaliciones y pactos de legislatura fueron la
práctica común.
Por todo lo anterior, sin un conocimiento de
la evolución de cada una de esas grandes fuerzas políticas
que protagonizaron el período republicano, resulta de todo
punto incomprensible la evolución de la propia República y
de su conclusión en la Guerra Civil.
ARRIBA
De izquierda se pueden considerar los
partidos y organizaciones que reúnen las siguientes
características: Adhesión manifiesta a la República como
forma política; aspiración a conseguir transformaciones
sociales más o menos intensas; rechazo de las viejas
instituciones (confesionalidad del Estado, intervención del
Ejército en la vida política, educación en manos de órdenes
religiosas); aceptación de la personalidad diferenciada de
las distintas regiones españolas y de su derecho al disfrute
de un mayor o menor grado de autonomía. Sobre estos puntos
se forjó el acuerdo de los grupos antimonárquicos en el
Pacto de San Sebastián del 27 de agosto de 1930), aunque
algunos de los firmantes, especialmente el Partido Radical
evolucionó hacia el centro derecha.
Las características de los partidos de
derechas pueden definirse como el antagonismo claro o velado
a la forma republicana de Estado, o la aceptación de la
misma sólo muy en los últimos tiempos del Régimen (ejemplo
la CEDA) y siempre como un mal menor; los grupos derechistas
se aferraron a la estructura económica y social entonces
vigente o sus aspiraciones de transformación se canalizaron
hacia fórmulas claramente antiparlamentarias; las
formaciones de derecha reivindicaron el pleno valor de las
viejas instituciones (Iglesia y Ejército) como salvaguarda
del orden y de los valores tradicionales; rechazaban de
forma abierta cualquier transferencia de poder del gobierno
central a las organizaciones regionales.
A lo largo del periodo se observa la
siguiente evolución: en la primera fase predominio de la
izquierda que planteó, sin llegar a consumarlos, grandes
proyectos de transformación económica y social; en la
segunda fase, de gobierno de la derecha, tampoco se lograron
llevar a cabo los programas políticos y económicos. La
ineficacia de ambas etapas tuvo como consecuencia un
enfrentamiento radical en las elecciones de febrero de 1936
que dieron finalmente el triunfo a la Izquierda, del Frente
Popular.
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ARRIBA
Era la formación de Manuel Azaña Díaz
(funcionario de Justicia, escritor de cierto prestigio y
procedente del Partido Reformista de Melquíades Álvarez).
Fundada en 1925 por Azaña y José Giral Pereira, y en el que
figuraron gran número de afiliados a la Masonería.
Como asociación de encuentro entre
tendencias republicanas se convirtió en partido político en
la primavera de 1930. Sus militantes eran especialmente
intelectuales y profesionales y sus votantes procedían de
las clases medias. Fue el núcleo de los gobiernos
republicanos de izquierda. Su principal aliado fue el PSOE.
La filosofía política de Azaña giraba en torno a la
necesidad de desmontar el ejército tradicional, supresión
del poder de la Iglesia, aceptación de la reforma agraria,
(pero con demasiadas ambigüedades y dilaciones),
colaboración estrecha y de buena fe con los socialistas y
admisión de las autonomías.
ARRIBA
Tras la derrota electoral de 1933, Azaña fundó en abril de
1934 un nuevo partido al que atrajo a la Organización
Republicana Gallega Autónoma (ORGA) de Santiago Casares
Quiroga y al Partido Radical-Socialista Independiente de
Marcelino Domingo. Así surgió Izquierda Republicana que en
las elecciones de febrero de 1936 formó parte del Frente
Popular, obteniendo 80 escaños en el Congreso de los
Diputados.
ARRIBA
Creado en diciembre de 1929 por republicanos
de izquierda, fue un grupo muy heterogéneo con un programa
liberal muy avanzado. Estaba dirigido por Marcelino Domingo,
Álvaro de Albornoz, Félix Gordón de Ordás y Juan Botella
Asensi. El ideario del Partido Radical-Socialista recogía
aspiraciones similares a las de Acción Republicana. Era
republicano de izquierdas, defensor de un estado laico
profundamente anticlerical, reformista en aspectos fiscales,
agrarios y del ejército. Estaba muy ligado a la Institución
Libre de Enseñanza, a la Masonería y al autonomismo catalán.
Debido a su rápido crecimiento que imposibilitó su
consolidación, sufrió profundas crisis. En la primavera de
1932 se produjo la primera escisión dirigida por Juan
Botella Asensi que fundó Izquierda Radical-Socialista (IRS).
En 1933 su ala izquierda (Domingo y Albornoz), que deseaba
colaborar en el gobierno de Azaña con el PSOE, se enfrentó
con el ala derecha Gordón de Ordás) que quería acercarse al
Partido Radical y en septiembre de ese año los primeros
fundan el Partido Radical-Socialista Independiente (PRSI).
ARRIBA
En septiembre de 1934 el PRRS de Félix
Gordón de Ordás, la IRS de Juan Botella Asensi y el PRD de
Diego Martínez Barrio se unen formando un nuevo partido la
Unión Republicana, con la intención de recomponer la unidad
republicana de 1931. A comienzos de 1936 se integró en el
Frente Popular y, no obstante el escaso número de afiliados
y carecer prácticamente de un ideario político diferente del
de los otros partidos republicanos, en las elecciones de
febrero de dicho año obtuvo 37 escaños en el Congreso de los
Diputados.
ARRIBA
Fue fundada entre el 17 y 20 de marzo de
1931 por Jaume Aiguader, siendo el resultado de la unión del
Partit Republicà Català de Lluís Companys, Estat Català de
Francesc Macià y el grupo L’Opinió –que debe su nombre al
del semanario homónimo– de Joan Lluhí. Con Macià al frente,
ganó las elecciones de ese año, proclamando la República
Catalana dentro de la Federación Ibérica. El Gobierno
español provisional tuvo que enfrentarse a la crisis
provocada con esta iniciativa y propuso acelerar el proceso
de autonomía que resultó en el Estatuto de Autonomía de
1932. En el año 1934, Lluís Companys aprovechando la tensión
obrera que deriva hacia la Revolución de Asturias de 1934
contra el gobierno radical-cedista, nuevamente proclamó el
Estado Catalán dentro de la “República Federal Española”,
quebrando la legalidad republicana y desafiando de manera
armada al gobierno, el cual declara el estado de guerra y
ordena la intervención del ejército, que acabó con el
intento separatista. Companys fue detenido y encarcelado, y
el gobierno autónomo suspendido. Con la victoria del Frente
Popular en 1936, Companys fue puesto en libertad y asumió
nuevamente el gobierno de la Generalidad de Cataluña.
Durante estos primeros años, ERC llegó a superar los 100.000
militantes.
ARRIBA
Fue fundado en Barcelona los días 21 y 22 de
abril de 1917 como consecuencia de la fusión entre el Bloc
Republicà Autonomista de Francesc Layret y Marcelino
Domingo, y la Juventud Republicana de Lleida. En la
fundación del partido también participaron antiguos miembros
de la Unió Federal Nacionalista Republicana, políticos
reformistas como Lluís Companys, y federalistas como August
Pi i Sunyer.
La primera directiva la formaron Marcelino
Domingo (presidente), Ramón Noguer (secretario general),
Alfred Perenya, y Pi i Sunyer. Sus bases programáticas se
fundamentaban en la aceptación del programa federal de Pi y
Margall de 1894, el laicismo, y el impulso de grandes
transformaciones económicas y sociales. Su portavoz era el
diario “La Lucha”, que se distinguió por campañas de
agitación contra la monarquía de Alfonso XIII. Eran
frecuentes los artículos antimonárquicos y antimilitaristas
de Layret, Domingo y Companys.
En 1920 fue asesinado su líder Francesc
Layret, lo que supuso un duro golpe para el partido. Durante
la década de 1920 los dirigentes del partido, Companys, Joan
Casanovas y Ernest Ventós, participaron en complots contra
la dictadura de Primo de Rivera. En 1930, tras aproximarse
al grupo de L’Opinió, participó en la firma del “Manifiesto
de Inteligencia Republicana” y, posteriormente, en marzo de
1931, en la Conferencia d’Esquerres que dio lugar a la
fusión de varios partidos y la fundación de Esquerra
Republicana de Catalunya.
ARRIBA
Representaba el sentimiento autónomo de
Galicia, menos acusado y extendido que el de Cataluña. Fue
fundado por Santiago Casares Quiroga y Antón Vilar Ponte en
octubre de 1929 en La Coruña. El 26 de marzo de 1930
organizó la Federación Republicana Gallega (FRG) mediante el
denominado Pacto de Lestrove, en la que se integraron
partidos republicanos como el Partido Radical y el Partido
Republicano Radical Socialista. Tras la proclamación de la
República en 1931, dejaron la FRG los radicales y los
radicalsocialistas, aunque la FRG siguió existiendo hasta
abril de 1932. Santiago Casares Quiroga formó parte de los
gobiernos de la República entre 1931 y 1933. Disuelta la
Federación, en mayo de 1932 la ORGA pasó a denominarse
Partido Republicano Gallego (PRG) y en 1934 se unió a Acción
Republicana y al Partido Republicano Radical Socialista
Independiente para formar Izquierda Republicana bajo la
dirección de Manuel Azaña Díaz.
ARRIBA
El partido fue fundado en Madrid en 1879 por
Pablo Iglesias, Jaime Vera, Antonio García Quejido, José
Mesa y otros socialistas pertenecientes a diversas
asociaciones políticas y profesionales de ideología
marxista, que inicialmente contó con cerca de un millar de
afiliados, distribuidos entre Madrid, Barcelona y
Guadalajara.
En 1888 celebraron en Barcelona su primer
Congreso Nacional en el que se trazó el camino a seguir en
el futuro y las bases de lo que poco tiempo después sería la
Unión General de Trabajadores (UGT), central sindical que,
para siempre, quedaría estrechamente vinculada al PSOE.
Si bien el número de sus afiliados fue
aumentando constantemente desde la fundación del partido,
hasta 1910, en que el citado Pablo Iglesias fue elegido
diputado, no logró verse representado en las Cortes,
desarrollando a partir de entonces una gran actividad en los
medios obreros, especialmente en las grandes urbes: creación
de casas del pueblo y de centros obreros de formación y
esparcimiento, participación en el Instituto de Reformas
Sociales y otras instituciones similares.
Coincidente, durante algún tiempo, al menos
desde el punto de vista estratégico, con la Confederación
Nacional del Trabajo (CNT), participó junto a ésta,, en la
huelga general revolucionaria de 1917, a consecuencia de lo
cual fueron encarcelados Francisco Largo Caballero, Julián
Besteiro, Daniel Anguiano y Andrés Saborit, todos ellos
dirigentes de la UGT y del PSOE. Un año después alcanzaba
éste una de las etapas más brillantes de su historia con 6
diputados en el parlamento, 144 concejales, más de 14.000
afiliados y 14 órganos de expresión: el diario El
Socialista y 13 revistas semanales. Convocado en 1919 un
congreso del partido, éste rechazó el ingreso del PSOE en la
III Internacional, lo que provocó que la mayor parte de los
elementos juveniles de la organización desertaran del
socialismo y fundaran el Partido Comunista español. Al año
siguiente, en un nuevo congreso extraordinario triunfaron
los ortodoxos y el PSOE se adhirió a la Internacional
Comunista.
Al advenir la dictadura del general Primo de
Rivera adoptó una actitud de cautela, aceptando colaborar
con el nuevo régimen, participando incluso en la
constitución de algunos organismos estatales.
Con el triunfo de la República el 14 de
abril de 1931, accedió por primera vez al poder,
participando en los gobiernos que presidieron Niceto
Alcalá-Zamora y Manuel Azaña, en los que Francisco Largo
Caballero, Fernando De los Ríos e Indalecio Prieto
desempeñaron sendas carteras ministeriales, y experimentando
un espectacular crecimiento, que tuvo su reflejo en las
Cortes con la presencia de 117 diputados socialistas.
Elegido Largo Caballero presidente del
partido y secretario general de la UGT, se convirtió en el
líder socialista al que seguía mayor número de afiliados,
con los cuales constituyó el ala más radical e izquierdista
de la organización, que tenía incluso un órgano de
expresión: el periódico Claridad. Ello acentuó las ya
existentes diferencias con el sector moderado (Prieto, De
los Ríos, Jiménez de Asúa, Zugazagoitia) y el sector
reformista de Besteiro, diferencias que pusieron en grave
peligro la unidad socialista y minaron gravemente la
cohesión de la organización.
Tras el triunfo de las derechas en 1933,
tanto el PSOE como la UGT permanecieron en la vanguardia de
las reivindicaciones sociales, desempeñando un papel
destacadísimo en la revolución de Asturias de octubre de
1934.
En las elecciones de febrero de 1936, que
dieron el triunfo al Frente Popular, el PSOE volvió a
obtener un resonante triunfo, no obstante lo cual, Largo
Caballero, campeón de la intransigencia, que había amenazado
con sacar las masas a la calle si el resultado de los
comicios no le eran favorables, se opuso a que los
socialistas participasen en el poder, viéndose obligado su
correligionario Prieto a rechazar el encargo de Azaña
–convertido ya éste en presidente de la República– de formar
Gobierno.
Al estallar la guerra civil y constituirse
un nuevo gabinete, el PSOE volvió a rehusar toda
participación en el poder, hasta que en septiembre de 1936,
Largo Caballero aceptó la presidencia del Consejo de
Ministros, constituyendo un Gobierno en el que, además de
otros elementos socialistas, figuraban representantes de los
principales partidos que habían constituido el Frente
Popular.
A mediados de 1937, tras la dimisión de
Largo Caballero de la jefatura del Gobierno y su sustitución
por el socialista pro comunista Juan Negrín –merced a una
maniobra propia de bajos fondos, a la que no fue totalmente
ajeno Indalecio Prieto– sean los comunistas los que, sin dar
oficialmente la cara, asuman la dirección de la guerra y
conduzcan a la República a la derrota final.
ARRIBA
Organización política, fundada en noviembre
de 1921 por Óscar Pérez Solís, José Bullejos Sánchez, Daniel
Anguiano Mangado, Manuel Adame Misa, Manuel Hurtado Benítez,
Joaquín Maurín Julia y otros, como resultado de la fusión de
diversos disidentes del Partido Socialista Obrero Español, e
inspirada en los principios del marxismo-leninismo y en la
experiencia teórica y práctica acumulada por los diferentes
movimientos obreros de los siglos XIX y XX. Sometido a
hibernación durante la dictadura del general Primo de
Rivera, renace con verdadera vitalidad al proclamarse la II
República el 14 de abril de 1931. El 17 de marzo de 1932 se
celebró el IV Congreso del PCE en Sevilla que tenía como
objetivo la construcción de un gran partido comunista de
masas, como sucedía en la Unión Soviética. En esta labor
jugaron un gran papel camaradas elegidos para el Comité
Central como José Díaz, Dolores Ibárruri, Vicente Uribe,
Antonio Mije, Manuel Delicado, Pedro Checa y otros.
El 3 de diciembre de 1933 Cayetano Bolívar
Escribano fue elegido diputado por Málaga, siendo el primer
diputado comunista de la historia, y saliendo de la cárcel
para ocupar su escaño. Posteriormente, en la Revolución de
Asturias de octubre de 1934 contra la política del gobierno
radical-cedista, el PCE desempeñó un papel menor que el del
PSOE. Tras las elecciones del 16 de febrero de 1936, que
dieron el triunfo al Frente Popular, el prestigio del
Partido Comunista creció rápidamente y en cinco meses pasó
de 30.000 a 100.000 disciplinados afiliados y 16 diputados a
Cortes.
Le expansión del PCE tuvo en los momentos
previos a la guerra civil y en los inmediatamente
posteriores dos grandes hitos: El primero fue la unificación
de la Juventud Socialista Unificada (JSU), que eligió como
secretario general a Santiago Carrillo, quien años más tarde
se convertiría en secretario general del PCE. El segundo fue
la constitución del Partit Socialista Unificat de Catalunya
(PSUC) el 23 de julio de 1936 tras un proceso previo a la
guerra, pero que se aceleró al iniciarse ésta, y que fue la
fusión de cuatro partidos: el Partido Comunista de Cataluña,
la sección catalana del PSOE, la Unión Socialista y el
Partido Proletario.
Alineado junto al Gobierno republicano al
estallar la guerra civil. En septiembre de 1936, cuando ya
contaba con casi medio millón de militantes, al acceder al
poder Largo Caballero, confiere las carteras de Agricultura
y de Instrucción Pública a dos líderes del PCE: Vicente
Uribe y Jesús Hernández.
Defensor, al menos desde el punto de vista
estratégico, de la legalidad republicana, pospone todos sus
proyectos políticos, incluso el de la instauración de la
dictadura del proletariado, y pone todo el énfasis en
conseguir rápidamente, a costa de lo que sea, sin ahorro de
esfuerzos, la derrota del fascismo, para lo cual contará con
el concurso de Moscú oficial y de numerosos extranjeros de
merecida fama revolucionaria: Codovila, Vidali, Togliatti,
Duclos, Marty, etc.
Desde que estalló la Guerra Civil, la
estrategia del PCE fue formar un Frente Popular que
aglutinara a todas las fuerzas leales a la Republica,
incluyendo a la pequeña burguesía y a determinados sectores
de la burguesía media.
En Madrid, la mayoría de los militantes del
PCE colaboraron en el cierre de los caminos de acceso a la
ciudad. Al mismo tiempo, el partido realizó un denodado
esfuerzo para incorporar a la lucha, encuadrándolos en los
primeros batallones de milicias, a millares de combatientes
antifascistas. En Barcelona, tras derrotar a las
guarniciones sublevadas, se constituía el Partido Socialista
Unificado de Cataluña (PSUC).
El PCE también fue responsable de la
creación de las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas
(MAOC) y de la unidad sindical entre la UGT y la CGTU.
El 29 de julio de 1936, a los diez días de
haber empezado la guerra, Dolores Ibárruri hace un
llamamiento internacional por radio para defender la
Republica. Comenzaron a formarse las Brigadas
Internacionales de voluntarios, representantes de más de
medio centenar de países, en las que había comunistas,
socialistas, obreros, campesinos, intelectuales,
aventureros, gentes del hampa, etc.
El Partido Comunista empezó a crear un
Ejército Popular prácticamente apenas iniciada la guerra con
las formaciones que constituyeron el Quinto Regimiento de
Milicias Populares, que llegó a contar con 70.000
combatientes antifascistas y que echó los cimientos de la
nueva organización militar. En el 5º Regimiento dotó de
cuadros de mando al naciente Ejército del Pueblo.
Los postulados esenciales de esa política,
fueron los siguientes: la utilización de los mandos que iban
surgiendo del pueblo en los puestos a los que eran elevados
por los propios combatientes; el desarrollo de un amplio
trabajo de preparación y educación militar de nuevos
cuadros, surgidos también del pueblo; la utilización
simultánea en el nuevo Ejército de todos los antiguos
militares fieles a la República; el nombramiento de
comisarios políticos en todas las unidades de las fuerzas
armadas.
Entre los combatientes populares figuraron
muchos miembros del PCE como Santiago Aguado, Guillermo
Ascanio, Bautista, José Bobadilla Candón, Cristóbal
Errandonea, Valentín Fernández, Eduardo García, Enrique
García, Enrique Líster, Manolín, Pedro Mateu Merino, Rafael
Menchaca, Juan Modesto, Antonio Ortiz, Pando, Vicente
Pertegaz, Polanco, Puig, Recalde, Joaquín Rodríguez,
Francisco Romero Marín, Alberto Sánchez, José Sánchez,
Eugenio R. Sierra, Ramón Soliva, Etelvino Vega, Agustín
Vilella, Vitorero, Matías Yagüe y otros.
Al mismo tiempo, militares del antiguo
ejército ingresaron en el partido para convertirse en su
seno en cuadros y dirigentes del mismo, como Luis Barceló,
Bueno, Francisco Ciutat, Antonio Cordón, José María Galán,
Rodrigo Gil, Ignacio Hidalgo de Cisneros, Manuel Márquez,
Matz, Pedro Prado y otros. Este empleo de los oficiales del
antiguo Ejército en puestos de mando y responsabilidad de
las Fuerzas Armadas se consideró que se ajustaba a los
principios del marxismo-leninismo.
Pero la política del Frente Popular le llevó
a conflictos con los anarquistas de la CNT-FAI y los
trotskistas del POUM, los cuales no estaban de acuerdo con
las alianzas con la pequeña burguesía ni en posponer la
revolución a la guerra. Por otro lado, como artífice de la
militarización de las milicias en el ejército republicano,
el PCE también fue acusado de deshumanizar el proceso
revolucionario.
ARRIBA
Organización política, de carácter comunista
no estalinista, fue fundado en Barcelona el 20 de septiembre
de 1935, merced a la unificación del Bloc Obrer i Camperol (BOC)
y Esquerra Comunista, que tenía por objetivo la instauración
transitoria de la dictadura del proletariado a través de la
insurrección armada, la unidad sindical y, muy
especialmente, la fusión del Partido Socialista Obrero
Español (PSOE) y el Partido Comunista de España (PCE).
Los principales líderes de tal organización
fueron Joaquín Maurín Julia, Andrés Nin Pérez, Julián Gómez
García (“Gorkin”), Pedro Bonet Cuito, Juan Andrade Rodríguez
y Jorge Arquer Saltó, todos ellos ex comunistas. Se
integraron en el Frente Popular y concurriendo a las
elecciones de febrero de 1936 formando parte de dicho
bloque.
Al estallar la guerra civil, el POUM tenía
sólidas ramificaciones en Cataluña, Asturias, Levante y
Aragón, llegando a tener cerca de 60.000 afiliados.
Con fuerte implantación en Cataluña, llegó a
estar representado en el Comité de Milicias Antifascistas de
Cataluña y, más tarde, en el Gobierno de la Generalidad
catalana, en el que Andrés Nin fue nombrado consejero de
Justicia y Derecho.
Partidario de llevar a cabo la revolución
marxista más allá de las metas señaladas por la
Internacional Comunista de Moscú, el POUM se convirtió,
posiblemente, en el partido más radical de todas las
izquierdas españolas, sobre todo su sección juvenil, la
Juventud Comunista Ibérica (JCI) que propugnaba la
constitución inmediata de soviets y la eliminación
fulminante de todos los enemigos del pueblo. Con
milicias propias –en las que se enrolaron no pocos
extranjeros, entre ellos el escritor británico George
Orwell–, albergadas en el cuartel Lenin de Barcelona,
intervino en diversas operaciones militares, especialmente
en la campaña de Aragón, en la sierra de Alcubierre, donde
permaneció hasta mediados de 1937.
Rival del Partido Comunista, tras los
sucesos de mayo de 1937 en Barcelona, la agresión de los
comunistas ortodoxos al POUM ganó en virulencia,
aprovechando cualquier coyuntura para desacreditar tanto a
la organización como a sus hombres más representativos, a
los que incluso se les acusó de ser agentes secretos al
servicio de la causa nacionalista.
El choque ideológico y, dentro de la zona
republicana, entre el Partido Comunista estalinista y el
POUM, habría de concluir con la destrucción de este último y
llegando al término de asesinar a su cabeza más visible,
Andrés Nin.
ARRIBA
Sin ser un partido político, sino un
sindicato de tendencias anarquistas, la importancia política
de la CNT es tal que debe incluirse entre los diferentes
partidos políticos españoles del periodo republicano. Esta
central aglutinaba a los sindicatos anarquistas. Inspirada
en las ideas de Bakunin, fue fundada en Barcelona a finales
de 1910. Utilizó la táctica del sabotaje y de los
disturbios, del antiparlamentarismo y, sobre todo, la de la
huelga general revolucionaria, concienzudamente planeada y
llevada a cabo sin piedad. Suspendida durante algún tiempo
por la autoridad gubernativa, siguió actuando en la
clandestinidad hasta que en 1914 volvió a aparecer en
público, más radical en sus actitudes y con mayor número de
afiliados.
En 1916 se asocia, por dos veces, con su
rival la UGT. Una, para luchar contra el incesante aumento
del coste de la vida y otra para organizar una huelga
general, a escala nacional, que tuvo una honda repercusión
en todo el país. Aliada también con la UGT, concurre a la
huelga general revolucionaria que tuvo lugar en 1917.
Con el advenimiento de la dictadura del
general Primo de Rivera, entra en una especie de letargo,
situación que se prolongará hasta que en 1931 sea proclamada
la República. Desde entonces hasta 1936 está presente en
todos y cada uno de los conflictos sociales de la época: en
1932, en las jornadas revolucionarias del Alto Llobregat; al
año siguiente, en las huelgas de los campesinos andaluces;
en 1934, en la revolución de Asturias. Tras el triunfo del
Frente Popular en 1936, celebra en Zaragoza un congreso
monstruo, calculándose en millón y medio el número de
afiliados que por entonces tenía la confederación.
En mayo de 1936 organiza un sinfín de
huelgas de no poca trascendencia: de camareros, de
cerveceros, de obreros de la construcción, de ascensoristas,
de calefactores, de sastres y de talleres de confección y de
carpinteros.
De la mano de la Federación Anarquista
Ibérica (FAI), al estallar la guerra civil está presente en
la mayor parte de los grandes acontecimientos iniciales,
sobre todo en el aplastamiento de la sublevación militar de
Barcelona y, subsiguientemente, en la fundación de las
Milicias Antifascistas de Cataluña, de cuyo comité formarán
parte sus líderes más representativos –García Oliver,
Durruti, Ascaso y Asens–, así como en la colectivización de
las grandes empresas radicadas en Cataluña, donde gran
número de industriales catalanes fueron asesinados,
encarcelados o se vieron obligados a huir al extranjero.
Durante las primeras jornadas de la guerra
los hombres de la CNT y los de la FAI se hicieron temer por
sus actos de vandalismo, especialmente contra la Iglesia y
sus representantes y por los numerosos asesinatos que
cometieron, especialmente en Cataluña y en Andalucía. En el
pueblo de Ronda (Málaga) fueron muertas 512 personas durante
el primer mes de la contienda, la mayor parte de ellas
asesinadas por anarcosindicalistas.
Con el tiempo sus hombres más cualificados
abandonaron un tanto su ideología, accediendo a formar parte
tanto del Gobierno de la Generalidad de Cataluña como del
Gobierno central, al que aportaron dos ministros, Juan
García Oliver y Federica Montseny, en uno de los gabinetes
presididos por Francisco Largo Caballero.
La CNT llevó a cabo los ensayos de comunismo
libertario en tierras de Aragón, Cataluña y Levante. Tras
los sucesos de Barcelona de mayo de 1937 tanto la CNT como
sus figuras más conocidas fueron perdiendo sitio a lo largo
de la guerra, espacio vacío que, usando toda clase de
estrategias fue ocupado por el PSUC, en Cataluña, y por el
Partido Comunista, en el resto de España.
ARRIBA
Partidos de Derechas:
El partido había sido fundado por Alejandro
Lerroux en 1908 con unas bases ideológicas muy débiles.
Originariamente era un partido muy anticlerical,
caracterizado por su radicalismo y extremismo social y por
su anticatalanismo, en 1930 se había moderado, estando
interesado en llevar adelante la República siempre que no
comportase profundas mutaciones. Firmó el Pacto de San
Sebastián pero en el primer año de vida de la República
quedó claro que el pretendido izquierdismo de Lerroux había
desaparecido y se separó del gobierno buscando centrar el
régimen combatiendo a la izquierda. Entró en el gobierno de
nuevo en 1933 con el triunfo de la derecha, siendo Lerroux
su presidente en varias ocasiones. En 1936, debido a los
escándalos y a la corrupción en el ejercicio del poder de
algunos de sus miembros (Estraperlo), el partido estaba
completamente desacreditado. En abril de 1934 Martínez
Barrió, segundo del partido, se separó con el ala izquierda
del PRR y fundo el Partido Radical Demócrata (PRD), que
luego entraría en Unidad Republicana. Esta escisión hizo que
el PRR se abriese más a la derecha y buscara la colaboración
de la CEDA.
ARRIBA
Este partido se fundó al final de la etapa
monárquica en torno a Niceto Alcalá Zamora (terrateniente y
ex ministro liberal) y Miguel Maura (antiguo conservador).
Ambos se declararon republicanos sólo en 1930 y ambos
firmaron el Pacto de San Sebastián. Era un partido
conservador en el más estricto sentido de la palabra que
deseaba una república moderada. Tras las elecciones de 1931
pasó a denominarse Partido Republicano Progresista (PRP) y
en enero de 1932 su ala derecha, dirigida por Maura, se
separó y formo el Partido Republicano Conservador (PRC).
Alcalá Zamora fue presidente del gobierno provisional y, más
tarde presidente de la República, cargo desde el que
intervino de manera personalista en el gobierno. Así fue
destituido por haber disuelto indebidamente las nuevas
Cortes de 1936 y se marchó a Francia.
ARRIBA
Uno de los más claramente clasistas de la II
República. Defensor de los pequeños y medianos agricultores,
especialmente de Castilla la Vieja y León. A finales de
1934 pasó a denominarse Partido Agrario Español (PAE),
declarándose republicano y participando en los gobiernos de
derechas del bienio negro. Su actividad se centró en
oponerse a la Reforma Agraria.
ARRIBA
Se creó al instaurarse la II República, como
continuación del Partido Reformista existente desde 1912.
Fundado y liderado por Melquíades Álvarez, se situó en el
centro-derecha des espectro político de la Segunda
República, y participó en los gobiernos republicanos de
dicha tendencia del periodo 1933-1935.
Melquíades Álvarez, en su calidad de Decano
del Colegio de Abogados de Madrid, ejerció como letrado
defensor de José Antonio Primo de Rivera, cuando éste, junto
con toda la dirección de Falange fue encarcelado en la
primavera de 1936 por el Gobierno del Frente Popular. Lo
cual quizá influyó en su propio encarcelamiento en agosto
del mismo año en la Cárcel Modelo de Madrid, y en su
posterior asesinato, junto con otros presos considerados
de derechas, por milicianos izquierdistas
Uno de sus más destacados militantes del PLD,
fue el médico ovetense Alfredo Martínez García-Argüelles,
ministro de Trabajo-Sanidad-Justicia, entre el 14 y el 30 de
diciembre de 1935, en el Gobierno que presidió Manuel
Portela Valladares, pero la situación política era entonces
tan tensa que no tardó en presentarse la crisis total.
Alfredo Martínez García-Argüelles fue
asesinado en la noche del domingo 22 de marzo de 1936 a la
puerta de su casa.
ARRIBA
Surge en torno a Ángel Herrera Oria,
dirigente de Acción Católica, y fundador del diario El
Debate. A los pocos días de la proclamación de la
República, Ángel Herrera forma junto a José María Gil Robles
un partido conservador, católico y muy influido por el clero
que se denominó Acción Popular (AP). En su seno se
desarrollaron dos tendencias, la monárquica, dirigida por
Antonio Goicoechea, y la accidentalista, dispuesta a actuar
dentro de la República en defensa de sus intereses
socioeconómicos, dirigida por Ángel Herrera y Gil Robles. En
marzo de 1933 surge de la unión de Acción Popular y la
Derecha Regional Valenciana (DRV) de Luis Lucia, la CEDA.
Triunfadora en las elecciones legislativas
de 1933 –formó coalición con Renovación Española,
tradicionalistas, agrarios e, incluso, con radicales y
republicanos conservadores–, bajo el liderazgo indiscutible
de Gil-Robles, los 110 escaños que obtuvo, que la convertían
en la minoría más numerosa de la cámara, no le permitían
gobernar por sí sola o en unión solamente de los partidos
que habían constituido la conjunción electoral, por lo que
hubo de conformarse con prestar su apoyo condicionado a los
distintos gobierno radicales presididos, principalmente, por
Alejandro Lerroux, sin participar en ellos.
La CEDA comenzó una política revisionista
que produjo los frutos a que aspiraba la confederación: la
amnistía para los hombres que habían servido a la dictadura
de Primo de Rivera y para aquellos otros que se habían
sublevado el 10 de agosto de 1932; la devolución de las
propiedades inmobiliarias que habían sido expropiadas a los
grandes de España; el restablecimiento parcial de los
emolumentos del clero, etc. En poco tiempo la CEDA vio
incrementarse notablemente el número de sus afiliados,
convirtiéndose en una auténtica fuerza política con notable
influencia en los destinos del país.
Fue duramente atacada por los partidos de
izquierdas, principalmente por el Partido Socialista,
amenazando con desencadenar la revolución si los hombres de
la CEDA accedían al Gobierno. En octubre de 1934, tras la
constitución de un nuevo Gobierno encabezado por Lerroux, en
el que se concedían tres carteras a sendos miembros de la
CEDA, los partidos de izquierdistas cumplieron su amenaza y
se alzaron en armas contra la legalidad republicana en
Asturias y en Cataluña. Sofocada la rebelión, la conjunción
radical-cedista siguió en el disfrute del poder. A finales
de 1935, el ala extremista de la CEDA sintió algunas
veleidades golpistas y trató de derribar la República, pero
se opusieron a ello el buen juicio de Gil Robles, a la sazón
ministro de la Guerra, y el general Franco, jefe del Estado
Mayor Central.
En las elecciones de febrero de 1936, fue
derrotada por la coalición de partidos de izquierda que
constituyó el Frente Popular.
ARRIBA
La Lliga Regionalista de Catalunya (en
español Liga Regionalista de Cataluña), fue un partido
político de Cataluña que apareció gracias al triunfo de la
candidatura de los “cuatro presidentes” el año 1901. Esta
candidatura estaba formada por Sebastià Torres, Albert
Rusiñol i Prats, Bartomeu Robert y Lluís Domènech i
Montaner. Desarrolló un papel protagonista en Cataluña
hasta el estallido de la Guerra Civil Española, en 1936.
De ideología conservadora y democristiana,
su principal tarea fue la creación de la Mancomunidad de
Cataluña el 6 de abril de 1914. En sus filas militaron
políticos que ejercieron cargos de poder como Juan Ventosa
Calvell, Enric Prat de la Riba, Francesc Cambó, o Ramon
d'Abadal i Calderó.
Su portavoz fue el diario La Veu de
Catalunya (1899-1936). Con la crisis de la monarquía y a
través de Francesc Cambó la Lliga acepta participar en el
gobierno de España en noviembre de 1917. Ramon d'Abadal i
Calderó, nuevo presidente, impulsó la extensión del ideario
federativo por el resto de España, alcanzando un cierto eco
en la Comunidad Valenciana, Galicia, el País Vasco y las
Islas Baleares. Junto con Joan Ventosa i Calvell, Pere
Rahola y Francesc Cambó organizaron reuniones y conferencias
para predicar el regionalismo y obtener apoyo a la política
de la Lliga. Sin embargo, los resultados de las elecciones
de 1918 reflejarán poco apoyo fuera de Cataluña, y una nueva
crisis de gobierno entre Santiago Alba y Cambó, entonces
Ministro de Fomento, apartó al partido del poder,
devolviéndolo a la oposición, donde cooperará en el
movimiento a favor de autonomía de Cataluña en noviembre de
1918.
Cambó intentó mantener la Liga al margen de
la pugna entre la izquierda catalanista y la monarquía (suya
es la famosa frase “Monarquía? República? Catalunya!”), pero
las revueltas obreras que culminaron con la huelga de La
Canadiense (febrero-marzo de 1919) y la aparición de la
Unión Monárquica Nacional, fundada y presidida por Alfonso
Sala y Argemí, que quería ganarse el apoyo de los elementos
conservadores de la Liga, lo dejaron en una posición muy
difícil. A pesar de ello y de la crisis industrial de los
años veinte, volvió a ganar las elecciones de 1920, 1921 y
1922. Después del desastre de Annual en 1921 Francesc
Cambó fue nombrado Ministro de Finanzas de un nuevo
gobierno. Esto, sin embargo, provocó que en junio de 1922 se
escindiera el sector más nacionalista, que formó Acción
Catalana, restándole muchos votos en las elecciones
provinciales de junio de 1923, pese al hundimiento de la
Unión Monárquica Nacional de Sala.
Viendo en ello una liquidación de la
política iniciada por Cánovas y una garantía contra el
problema obrero, la Lliga observó con simpatía el golpe de
estado de Miguel Primo de Rivera el 13 de septiembre de
1923. Pero cuando Primo mostró sus intenciones reales, el
partido intentó entregar una protesta a Alfonso XIII, siendo
posteriormente ilegalizado. Sus centros fueron disueltos o
clausurados, y el diario La Veu de Catalunya sometido
a la censura previa impuesta a la prensa.
La caída de la dictadura en enero de 1930 le
permitió volver a la escena, pero la enfermedad de Francesc
Cambó y la gran popularidad alcanzada por Francesc Macià,
fundador de la Esquerra Republicana de Catalunya, le
restaron efectividad. Se reestructura el partido,
renovándose la estrategia, centrada en las tesis de Cambó en
su libro Por la concordia.
La Lliga participó, a través de Juan Ventosa Calvell
(finanzas), en el último gobierno de la monarquía. Pero los
resultados de las elecciones del 12 de abril de 1931, con
victoria de Esquerra Republicana de Catalunya y el exilio de
Alfonso XIII los obligó a cambiar de táctica. Ramon d'Abadal
i Calderó ofreció su apoyo a Macià en la lucha por la
autonomía catalana y aceptó el cambio de régimen.
La Lliga colaboró en el plebiscito a favor
del Estatuto de agosto de 1931, y se aprovechó
electoralmente del hundimiento de Lerroux y de las
divisiones en Acción Catalana para mejorar posiciones en las
elecciones al primer Parlamento de Cataluña, agrupando los
sectores conservadores. En 1933 cambió su nombre por el de
Lliga Catalana.
ARRIBA
Asociación de carácter político fundada en
1894 por Sabino Arana y Goiri, cuya doctrina podía resumirse
en el lema Dios y ley vieja, que aspiraba, entre
otras cosas, a constituir una confederación capaz de agrupar
al pueblo vasco en una entidad nacional independiente de
España, llamada Euzkadi, y cuyos rasgos fundamentales eran
la confesionalidad católica, el conservadurismo social y la
revalorización de la lengua y la cultura vascas.
Al triunfar la República en 1931, el PNV,
dirigido por José Antonio Aguirre Lecube, formó bloque
parlamentario con los carlistas navarros (minoría vasco-navarra),
si bien dicha alianza duró poco tiempo porque no hubo
acuerdo entre ambas partes en lo referente al Estatuto de
Autonomía. Sufrió una escisión prorrepublicana que se
denominó Acción Nacionalista Vasca (ANV).
Concurrente en solitario a las elecciones de
febrero de 1936, al estallar la guerra civil permaneció fiel
a la República y al Gobierno del Frente Popular,
constituyendo a partir de octubre de 1936 el pilar máximo
del Gobierno autónomo de Euzkadi, Gobierno que durante toda
la contienda presidió el citado Aguirre.
ARRIBA
Se definía como un partido monárquico,
defensor del legado de Alfonso XIII. Tuvo una representación
en las Cortes no muy importante pero constante a lo largo de
las legislaturas que configuran la II República. Su
importancia se debía a que representaba los intereses de las
clases altas, entre ellas la todavía pujante Aristocracia de
la época. Además recogía parte de la herencia del maurismo.
El partido fue liderado en un principio por
Antonio Goicoechea, hasta que en 1934 José Calvo Sotelo
regresa del exilio e ingresa en Renovación Española. Calvo
Sotelo había conseguido acta de diputado en las elecciones
de noviembre de 1933 y su verbo fácil y sus incisivas
invectivas contra el gobierno republicano en las Cortes le
convirtieron en el líder natural de la derecha española.
Propuso la creación de un Bloque Nacional, en la intención
de unir a las derechas tras su ideario, pero sólo consiguió
la adhesión de los albiñanistas y ciertos sectores del
carlismo con los que había ya constituido una oficina
electoral denominada Tradición y Renovación Española (TYRE).
La derecha más extrema ante el gobierno
posibilista de José María Gil-Robles fue escorándose hacia
la figura de Calvo Sotelo quien, tras las elecciones de
febrero de 1936, a pesar de no haber obtenido buenos
resultados electorales, actuaba ya como el líder
parlamentario de las derechas, destacándose en los
encendidos debates de la primavera de 1936 –entre los que
destaca su famoso enfrentamiento con La Pasionaria–. El
asesinato de Calvo Sotelo el 13 de julio de 1936, fue uno de
los detonantes para el comienzo a la Guerra Civil Española.
Entre sus diputados en las Cortes, además de
Calvo Sotelo, Maeztu y Goicoechea, se encuentran el Conde de
Vallellano y Andrés Rebuelta Melgarejo. Manuel de Semprún y
Alzurena fue vicepresidente del partido.
ARRIBA
El movimiento político que durante el siglo
XIX había generado tres guerras civiles se encontraba al
comienzo del período republicano en un estado muy débil. El
acercamiento de la jerarquía eclesiástica a los alfonsinos,
el fuerte dogmatismo arrastrado y las divisiones internas
habían causado esta debilidad. Hacia 1931 el carlismo estaba
dividido en tres grandes “familias”.
La más radical era la integrista, el sector
ultra católico acaudillado por Cándido Nocedal que, tras
romper con el pretendiente Carlos de Borbón por
“excesivamente liberal”, había acabado formando el Partido
Católico Nacional, grupo de intelectuales fundamentalistas
con escaso apoyo electoral. Los que habían permanecido
fieles a don Carlos y, desde 1909, a su hijo don Jaime, sí
contaban con notables apoyos sociales en el País Vasco,
Navarra, Cataluña y norte de Valencia; Juan Vázquez de
Mella, su ideólogo más sobresaliente, renovó el carlismo,
que basó en tres grandes principios: tradición monárquica,
monarquía autoritaria y corporativa y autonomía regional
(fuerismo). Mella, germanófilo, rompió con el aliadófilo don
Jaime durante la Primera Guerra Mundial, y fundó el Partido
Católico Tradicional (PCT). Sin embargo, en principio las
bases carlistas siguieron fieles al pretendiente; los
jaimistas tomaron entonces el liderazgo del marqués de
Villores. La dictadura de Primo de Rivera terminó por
enfrentar a las tres familias, pues si bien ninguna de ellas
apoyó expresamente al Directorio, muchos de sus militantes
colaboraron con él, especialmente Víctor Pradera, un
seguidor de Mella que acabó por ser un puntal de la UP y uno
de los ideólogos más importantes de la extrema derecha. La
caída de la dictadura hizo romper el carlismo en mil pedazos
y durante la dictablanda su desaparición era esperada.
Sin embargo, paradójicamente, fue la caída
de la monarquía lo que le hizo renacer de sus cenizas. Jaime
de Borbón poco antes de morir solicitó la creación de un
partido “monárquico, federativo y anticomunista” y, aunque
los alfonsinos no le prestaron mucha atención, esa
pretensión se materializó con la reunificación de las tres
familias carlistas en la fundación de Comunión
Tradicionalista (CT), con la jefatura del jaimista conde de
Rodezno. La CT tuvo un amplio respaldo en el País Vasco,
Navarra, Cataluña y también en Andalucía, donde destacó
rápidamente el integrista Manuel Fal Conde. Las elecciones
de 1933 permitieron la entrada de monárquicos y carlistas en
el Parlamento, pero la alianza radical-cedista empujó a CT
(junto a RE y PNE) a una posición de extrema derecha,
provocando la radicalización de sus bases. Esto condujo a
Fal Conde al liderazgo indiscutible del carlismo; puso
término a los contactos con los alfonsinos y centró su
actuación en la consolidación del carlismo como fuerza
política cohesionada y en la organización de su milicia
armada, el Requeté. Tras las elecciones de febrero de 1936,
la dirección carlista optó ya por preparar la insurrección
armada, lo que facilitó extraordinariamente el golpe de
Estado nacional en el norte de España.
ARRIBA
Constituyó Acción Española un movimiento
cultural inspirado en la doctrina tradicional del Derecho
público cristiano, en el que las circunstancias del momento
acentuaron su proyección política. Empezó a gestarse esta
empresa por un grupo de monárquicos que, reunidos en casa
del ex ministro Guadalhorce, decidieron elaborar una escuela
de pensamiento contrarrevolucionario para oponerse a la
recién implantada Segunda República (Maeztu, Calvo Sotelo,
Eugenio Vegas Latapié, conde de Santibáñez del Río y
Yanguas). La aportación de 100.000 pesetas de los marqueses
de Pelayo constituyó el soporte económico inicial. La
revista Acción Española hizo su aparición el 16 de
diciembre de 1931, dirigida por el conde de Santibáñez del
Río. El editorial en el que se hacía la presentación lo
redactó Ramiro de Maeztu y le valió el premio Luca de Tena
de 1931.
Con motivo de la sublevación de Sanjurjo,
por la supuesta y posible complicidad de los miembros de
Acción Española en los sucesos, fueron cerrados sus locales
y la autoridad se incautó de sus ficheros. Desde el número
25, pasó la dirección de la revista a Maeztu que llevó el
timón intelectual de la empresa. Para prestar atención a las
exigencias de actuación política, que desbordaban los fines
culturales de la asociación, se creó Renovación Española,
organización distinta, pero que significaba la presencia en
la lucha política de los ideales de Acción Española.
Presidida por el lema “Una manu sua faciebat opus
et altera tenebat gladium”, la asociación sobrevivió
hasta 1936. Al iniciarse la Guerra civil española había
aparecido el nº 88 de la revista, y en Salamanca apareció,
en 1937, el nº 89, como “Antología de Acción Española”.
ARRIBA
Organización política fundada en 1933 por
José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, Sancho
Dávila, Julián Pemartín, Julio Ruiz de Alda, Alfonso García
Valdecasas y Rafael Sánchez Mazas, que en un principio
adoptó el nombre de Movimiento Español Sindicalista y que
tuvo su más significativa expresión en el mitin pronunciado
en el teatro de la Comedia de Madrid el 29 de octubre de
1933, en un acto llamado de “Afirmación nacional”, en el
cual intervinieron Ruiz de Alda y García Valdecasas, y muy
especialmente Primo de Rivera, exponiendo éste, en el
discurso que pronunció en dicho acto, lo que con el tiempo
constituiría el ideario fundamental de la referida
organización y, posteriormente, de Falange Española
Tradicionalista y de las JONS.
Rechazo del Estado liberal y del sufragio
(«… El sistema democrático es el más ruinoso sistema de
derroche de energías… »). Reconocimiento de la justicia
del socialismo («… Los obreros tuvieron que defenderse
contra el sistema liberal, que sólo les daba promesas de
derechos, pero no se cuidaba de proporcionarles una vida
justa…»), aunque repudiando su interpretación
materialista de la historia, su sentido de represalia y el
dogma de la lucha de clases («… El socialismo no ve en
la Historia sino un juego de resortes económicos; lo
espiritual se suprime; la Religión es un opio del pueblo; la
Patria es un mito para explotar a los desgraciados… No hay
más que producción, organización económica. Así es que los
obreros tienen que estrujar bien sus almas para que no quede
dentro de ellas la menor gota de espiritualidad… El
socialismo no aspira a restablecer la justicia social, rota
por el mal funcionamiento de los Estados liberales, sino que
aspira a la represalia; aspira a llegar en la injusticia a
tantos grados más allá cuantos más acá llegaron en la
injusticia los sistemas liberales… El socialismo proclama el
dogma monstruoso de la lucha de clases; proclama el dogma de
que las luchas entre las clases son indispensables, y se
producen naturalmente en la vida, porque no puede haber
nunca nada que las aplaque… El socialismo, que vino a ser
una crítica justa del liberalismo económico, nos trajo, por
otro camino, lo mismo que el liberalismo económico: la
disgregación, el odio, la separación, el olvido de todo
vínculo de hermandad y de solidaridad entre los hombres…»).
Falange Española no es un partido sino un movimiento: no
es de derechas ni de izquierdas («… En el fondo, la
derecha es la aspiración a mantener una organización
económica, aunque sea injusta, y la izquierda, el deseo de
subvertir una organización económica, aunque al subvertirla
se arrastren muchas cosas buenas… Nuestro movimiento por
nada atará sus destinos al interés de grupo o al interés de
clase que anida bajo la división superficial de derechas e
izquierdas…»). La Patria es una unidad total, en que se
integran los individuos y todas las clases («… La Patria
no puede estar en manos de la clase más fuerte ni del
partido mejor organizado. La Patria es una síntesis
trascendente, una síntesis individual, con fines propios que
cumplir… He aquí lo que exige nuestro sentido total de la
Patria y del Estado que ha de servirla: que todos los
pueblos de España se sientan armonizados en una irrevocable
unidad de destino; que desaparezcan los partidos políticos…
queremos menos palabrería liberal y más respeto a la
libertad profunda del hombre: sólo se respeta la libertad
del hombre cuando se le estima portador de valores eternos,
cuando se le estima envoltura corporal de un alma que es
capaz de condenarse y de salvarse… queremos que todos se
sientan miembros de una comunidad seria y completa; es
decir, que las funciones a realizar son muchas; unos, con el
trabajo manual; otros, con el trabajo del espíritu; algunos,
con un magisterio de costumbres y refinamientos…; queremos
que no se canten derechos individuales de los que no pueden
cumplirse nunca en casa de los famélicos, sino que se dé a
todo hombre, a todo miembro de la comunidad política, por el
hecho de serlo, la manera de ganarse con su trabajo una vida
humana, justa y digna…; queremos que el espíritu religioso
sea respetado y amparado como merece, sin que por eso el
Estado se inmiscuya en funciones que no le son propias ni
comparta funciones que sí le corresponde realizar por sí
mismo… queremos que España recobre resueltamente el sentido
universal de su cultura y de su Historia…»). Apología de
la violencia («… queremos que, si esto ha de lograrse,
en algún caso, por la violencia, no nos detengamos ante la
violencia. Porque, ¿quién ha dicho –al hablar de “todo menos
la violencia”– que la suprema jerarquía de los valores
morales reside en la amabilidad?... Bien está, sí, la
dialéctica como primer instrumento de comunicación. Pero no
hay más dialéctica de los puños y de las pistolas, cuando se
ofende a la justicia o a la Patria…»).
En febrero de 1934 la organización recibió
el nombre de Falange Española de las JONS, resultante de la
fusión de Falange Española con las Juntas de Ofensiva
Nacional Sindicalista. Ciertos elementos jonsistas se
resistieron a la amalgama, pero la buena voluntad de Ramiro
Ledesma Ramos, por un lado, y la brillante personalidad de
José Antonio Primo de Rivera, por otro, limaron asperezas y
el milagro de la fusión se hizo posible.
Con el triunfo del Frente Popular la
convivencia política se hizo cada vez más tensa. Perdida la
inmunidad parlamentaria, José Antonio se convirtió en fácil
presa de policías y jueces. A mediados de mayo de 1936,
junto con otros falangistas, es detenido y conducido,
primero a la Dirección General de Seguridad y, a
continuación, a la cárcel Modelo. Acusado de conculcar la
Constitución, el Tribunal de Urgencia de Madrid lo absuelve
libremente. Recurrida la sentencia, la Sala Segunda del
Tribunal Supremo, la confirma en todos sus términos.
El 4 de mayo, Primo de Rivera dirige su
conocida Carta a los militares de España, que
solivianta a gran número de personas de dentro y de fuera
del ejército.
La inseguridad reina por doquier. Los
hermanos José Antonio y Miguel Primo de Rivera son
trasladados a Alicante; los demás falangistas detenidos,
unos a Vitoria y otros a Huelva.
El asesinato de Calvo Sotelo precipita el
comienzo de la guerra civil. La Falange, que se incorpora al
alzamiento con sus pocas pero eficaces y entusiasta fuerzas,
se halla decapitada: José Antonio, su máximo líder, ha
quedado preso en la zona dominada por la República; Onésimo
Redondo es muerto violentamente a los pocos días de
iniciarse la contienda; Julio Ruiz de Alda, preso en Madrid,
es asesinado semanas después y Ramiro Ledesma Ramos, cae
víctima de la represión frentepopulista.
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