Las últimas declaraciones públicas
de ZP en Valencia con motivo del día de la Rosa, son dignas de
figurar una vez más en la Antología del Disparate. Ahora afirma
sin el más mínimo rubor que goza de más apoyo popular que
nunca, cuando se acaban de hacer públicos los datos de la
encuesta del C.I.S., - organismo dependiente del Gobierno -, en el
sentido de perder en un año 16 puntos de fiabilidad entre los españoles,
lo que constituye sin duda una marca negativa para quien
presume de " talante ", cuando en realidad cada día engaña
menos con ese tópico y por el contrario, muestra su auténtico
rostro de prepotencia y soberbia políticas, como lo evidencia
el hecho de que ZP ha hecho caso omiso de todas las opiniones y
recomendaciones que sobre la improcedencia del matrimonio
homosexual le han presentado el Consejo General del Poder
Judicial, el Consejo de Estado, la Real Academia de la Lengua y más
recientemente, las Religiones Cristianas -en sus diversas
modalidades- y la Judía.
No es de recibo que en el tono
desafiante que le caracteriza, diga al Partido Popular que después
de rechazar el mal llamado matrimonio de homosexuales, mire a este
colectivo a los ojos, por querer convertirles en ciudadanos de
segunda. Que un Presidente del Gobierno, aunque sea por
accidente, incurra en una demagogia tan barata es más que
preocupante, cuando nunca como ahora una minoría de este tipo ha
estado mejor considerada y con más influencia social, con el
apoyo de prácticamente todas las fuerzas políticas sometidas
al control de lo que se viene llamando "
lo políticamente correcto ".
La segunda tontería es que
hay que mirar poco al Partido Popular y a la Derecha. ¡Bravo!. No
se podía esperar menos de ZP. Por lo visto, más de diez
millones de españoles no somos dignos de que se nos
tenga en cuenta a la hora de gobernar. Incluso, hay que ir más
lejos y adoptar decisiones contra los mismos, aislarnos e
incluso eliminarnos de la esfera social y política.
Que luego se permita reproches
al Partido Popular sobre considerar a los homosexuales ciudadanos
de segunda, no hace más que poner de manifiesto su gran desvergüenza,
hipocresía e indecencia políticas.
Cuando quien como
Zapatero gobierna - es un decir -, a espaldas de una gran mayoría
de españoles, no queriendo ver la realidad que le
rodea, no escuchando sus peticiones, sus anhelos y necesidades y
callando cuando se le pide que desautorice o corrija a ciertos Altos
Cargos, lo mínimo que se puede decir de él es que es ciego, sordo
y mudo.